Perfiles peligrosos

Cooperadoras, el nuevo blanco de la gestión Larreta & Acuña en su cruzada contra la educación

 

“Para el Parlasur, nada menos que el coraje y la experiencia de @Soledad_Acunia, la mejor ministra de Educación de la historia de la ciudad, la que se bancó la pelea por las escuelas abiertas y la que nunca se corrió de ninguna discusión y siempre peleó por lo que cree”. Así presentó el precandidato a Presidente por Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta, a su aspirante a ocupar una banca en el Parlasur: la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña. Su reconocimiento –aunque menor frente a las aspiraciones frustradas de la funcionaria de sucederlo como jefe de gobierno– es la clara legitimación de un modelo educativo que se implementa en la ciudad desde hace 16 años basado en la exclusión y el desfinanciamiento, donde la causa de todos los males pareciera ser la educación pública.

Pocos días antes a la presentación de las listas, un nuevo hecho dejó al descubierto el desprecio del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y sus funcionarios por la escuela pública. Un video de menos de un minuto mostraba la peor cara de Acuña, estigmatizando y acusando a parte de la comunidad educativa durante una charla con los vecinos de la comuna 14, el sábado 10 de junio en el Café San Martín, ubicado en Santa Fe al 3.400. Su ataque no fue dirigido esta vez a los docentes, ni siquiera a los estudiantes, sino que arremetió contra un actor fundamental de las instituciones públicas: las cooperadoras escolares. En el video la ministra resalta la necesidad de “respaldar” a los directivos de aquellas instituciones donde las cooperadoras nuclean “familias que son muy fuertes y tienen un perfil ideológico determinado”. Asegura que se comportan como “gerentas” o “dueñas” de la escuela.

En el video, la ministra se refiere en particular a la cooperadora de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía Esther Broquen de Spangenberg, conocida como Lengüitas, jactándose de la metodología que usó el Ministerio para lidiar con algunas problemáticas en los últimos años, que claramente iba en contra de la asociación que nuclea a las familias. “Cuando se dieron las situaciones de toma de escuela, cuando se dio la situación de los alacranes, les informamos a las familias directamente para que no fuese la cooperadora la que gestionara por sí misma, como si fuesen los gerentes o los dueños de la escuela, lo que iba pasando dentro del Lengüitas”, dice.

 

Nancy Vega, madre de una alumna de segundo año y presidenta de la cooperadora del Lengüitas, estuvo presente en la charla y recibió de forma directa el ataque de Acuña sin tener derecho a réplica. “Fue una convocatoria para los vecinos y padres para hablar de educación. Algunos papás la recibieron por mail, otros por las redes sociales. Estuvieron repartiendo volantes en la puerta de la escuela y yo quise ir como madre y porque muchas veces pedimos audiencias con la ministra y no nos las dieron. Era una buena oportunidad para conversar sobre algunos temas que nos preocupan”, contó a El Cohete a la Luna. Nancy se anotó para hacer preguntas pero no se lo permitieron. Ni siquiera pudo defenderse cuando la ministra habló de la cooperativa de la que ella es parte.

No es la primera vez que Acuña toma de punto a referentes de la escuela pública, pero ¿por qué eligió como nuevo blanco de su embestida a las cooperativas escolares?

Las cooperadoras escolares son asociaciones civiles sin fines de lucro integradas por familiares de los estudiantes, que dedican tiempo y recursos propios, de forma voluntaria, para cubrir necesidades de las instituciones educativas que el Estado no cubre. Esas necesidades se fueron multiplicando en los últimos años, debido a que los fondos destinados a la educación disminuyen año tras año desde que el PRO gobierna la Ciudad y el rol de éstas se volvió cada vez más central para mantener en pie a las escuelas públicas.

El corrimiento del Estado hizo que sean las cooperadoras las que se ocupen de recaudar para comprar a diario desde papel higiénico, material de limpieza, de librería o didáctico, hasta las medallas y diplomas para la jura de la bandera y electrodomésticos para el uso del personal. En los últimos años las cooperadoras se activaron más que nunca y con la recaudación también comenzaron los reclamos de que el gobierno de la ciudad, y en particular el Ministerio, se ocuparan de lo que les corresponde. Y como ya dio múltiples muestras, una comunidad educativa movilizada no es del agrado de Soledad Acuña.

Pablo Cesaroni, integrante de “Cooperadores en Movimiento” y representante de la Multisectorial por la Escuela Pública, lo explica así: “Se retiran los Estados, entonces las cooperadoras suplen las acciones de éstos. El vídeo muestra claramente lo que la ministra piensa. No quiere cooperadoras comprometidas con las mejoras de las escuelas, que acompañen a docentes y a alumnos en la exigencia del cumplimiento de sus derechos”.

 

Algunos números

Un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) indicó que entre 2016 y 2022 el presupuesto del Ministerio de Educación porteño disminuyó un 19,5%. Hoy representa el 18% del total del presupuesto de CABA. Eso implica menos plata para las escuelas y, como contraparte, más actividades recaudatorias por parte de las cooperadoras para poder cubrir los gastos. Mientras en 2007 los fondos que recibían por parte del gobierno equivalían a un 70% de los gastos de la escuela y el 30% restante se cubría con los fondos propios recaudados, hoy la proporción se invirtió y las cooperadoras sostienen con sus recursos el 70% de los gastos corrientes de las escuelas. Es por eso que las instituciones con cooperadoras más activas, más fuertes (generalmente de establecimientos con gran cantidad de alumnos) son las que permiten hoy a una escuela tener mayores recursos y más poder de reclamo ante las autoridades locales.

Asimismo, el subsidio estatal que reciben todas las escuelas de gestión pública por la Ley 3.372 –el Fondo Único Descentralizado de Educación (FUDE)– es cada vez más escaso: en 2022 fue de apenas 572 pesos anuales por estudiante. Si consideramos los diez meses del calendario escolar, son solo 57,2 pesos por alumno por mes.

Ignacio Rodríguez, papá de un estudiante del Lengüitas y miembro de la cooperadora, señaló que el desfinanciamiento hace que haya un abismo entre las escuelas con grandes aportes de las familias y las que tienen cooperadoras chicas y con pocos recursos. “Es muy triste ver la diferencia entre escuelas con población de clase media en que las familias pueden poner un plus a la cooperadora y las que no. Los recursos propios o el FUDE, que es un monto irrisorio, no se pueden usar para cosas que mejoren la calidad de vida de los estudiantes porque se usan para las cosas básicas. Ese extra con el que cuentan algunas escuelas hace la diferencia”.

 

El perfil ideológico

En su charla, la ministra afirmó que quienes manejan las cooperadoras tienen un “perfil ideológico determinado”. Cabe preguntarse a qué se refiere, ¿hay alguna persona que no tenga ideología? ¿Acaso ella no tiene un perfil ideológico? Pareciera hacer referencia a una orientación político- partidaria. Rodríguez reflexionó al respecto: “Es una discusión con la que te corren cuando empezás a ser un ciudadano activo que defiende sus derechos. Te dicen que estás haciendo política. Y yo digo sí, sin ninguna duda. La confusión es mezclar política e ideología, que tenemos todos. Nosotros somos muy firmes en que hacemos política pero no política partidaria. Somos autónomos y ciudadanos comprometidos, ideologizados, que defienden la educación pública, laica, gratuita y de calidad”.

Siguiendo la misma lógica, Cesaroni declaró: “Nosotros no hicimos, no hacemos y no vamos a hacer política partidaria. Pero sí hacemos política. Cuando luchás porque el edificio esté en condiciones, para que no haya ratas, para que la comida de los comedores escolares sea buena, o cuando apoyamos a los estudiantes en sus luchas, hacemos política”. “La cooperadora la integran familias que votan a distintas fuerzas políticas. Confunden lo partidario con lo político. Creen que porque hacemos reclamos somos parte de una fuerza política de oposición”, explica.

Sobre el ataque a la cooperadora del Lengüitas, Vega considera que a la ministra “le molesta nuestro accionar desde la toma de los estudiantes el año pasado. Nosotros apoyamos al alumnado del secundario en los reclamos por las viandas, por el horario de almuerzo, que las pasantías obligatorias ACAP sean acordes a la currícula que estaban teniendo los chicos de cuarto o quinto año. Todos los reclamos pareciera que molestan, que son política partidaria, y no es así, simplemente reclamamos por los derechos de los estudiantes”.

Desde el movimiento de cooperadoras consideran que los dichos de la ministra son parte de la persecución que lleva a cabo el gobierno de la ciudad, al igual que a los estudiantes y docentes. Remarcan otros dos ejemplos que muestran el asedio: después de la pandemia la cooperadora del Lengüitas recibió un auditoria que duró un tiempo inusual, tres meses, y durante la toma del colegio la Policía de la Ciudad acudió en la noche a los domicilios de los padres de los alumnos que participan de las medidas para notificarles la supuesta violación al Código Contravencional y sus sanciones a raíz de los reclamos hechos por el Ministerio.

Rodríguez remarcó: “La persecución es política, es ideológica y es administrativa. Te exigen una rigurosidad de trabajo administrativo, te exigen ser eficiente. En el tiempo gratuito que vos le dedicas a la escuela tenés que armar balances, tenés que completar libros de todo tipo y otras actividades que llevan tiempo y dedicación. En cambio ellos son la burocracia del Estado. Te reclaman documentación que no necesitás, te demoran los expedientes, te envían el subsidio tarde y tardan años en hacer los arreglos”.

El acoso también se coló en la ley de cooperadoras escolares que se promulgó el año pasado en la ciudad. Según Cesaroni, la iniciativa presentada por los diputados de Juntos por el Cambio “busca limitar la participación de las cooperadoras, poniendo algunas trabas para la conformación de las comisiones directivas. Fija además el rol de las cooperadoras a lo estrictamente administrativo, a recaudar plata y no meterse a los problemas generales de una escuela. De hecho el título de Clarín cuando se aprobó decía ‘la ley de CABA limita la participación política de las cooperadoras’”.

 

 

En el texto originario de la ley se prohibía participar de las comisiones directivas a quienes tuvieran afiliación político-partidaria o sindical. Durante el debate en la Legislatura, por presión de las cooperadoras, se sacó ese artículo. Sin embargo, se logró restringir la participación en los órganos directivos de los estudiantes de terciarios, de familias de ex asistentes a la escuela –muchas veces fundamentales por la experiencia acumulada– y de vecinos que quieren colaborar con la escuela.

Vega señaló: “El Lengüitas tiene una comunidad bastante participativa, pero hay otras cooperadoras que están más complicadas y cambiar las autoridades es bastante complejo. El trabajo de la cooperadora es un trabajo ad honorem, donde hay que invertir mucho tiempo, mucha energía, y realmente, como se vive hoy, la gente no quiere involucrarse. Encima ponen una ley que restringe las elecciones y quién puede participar. Está claro que es otro ataque a las cooperadoras, que jamás fueron escuchadas y a las que ahora quieren restringir su accionar”.

La crítica de Acuña a las cooperadoras se suma al largo historial de estigmatización de los actores de la educación a los que nos tiene acostumbrados en sus ocho años de gestión. Está en línea con sus dichos sobre la docencia, que considera a una carrera elegida “como tercera o cuarta opción luego de haber fracasado en otras carreras” (sic) o con considerar que los estudiantes después de la pandemia se encontraban “perdidos en un pasillo de una villa o cayeron en actividades del narcotráfico”. Demonizar a quien piensa diferente a su fuerza política o a quien critica sus medidas parece ser parte central de su perfil ideológico.

 

 

 

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