Perfume a Sur Global

Crece el no alineamiento de los países en desarrollo con las potencias rivales

 

La última cumbre del G20, la agrupación de las principales economías del planeta realizada en India el 11 de septiembre, pone en evidencia el avance del empoderamiento de los países en desarrollo para no involucrarse en la pugna por el poder entre Estados Unidos y la Unión Europea con Rusia y China. Esta tendencia creciente se ha visto plasmada en la ampliación de los BRICS a fines de agosto al aceptar como nuevos miembros a la Argentina, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía e Irán, y se vislumbrará en la Cumbre de Jefes de Estado y del Gobierno del Grupo de los 77 + China, que se realiza desde ayer en la Habana bajo el lema “Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”.

 

 

Esta suerte de no alineamiento creciente con ninguna de las potencias rivales es el denominador común de las reuniones internacionales recientes, donde se observa a países con conflictos históricos como los de Etiopía con Egipto, Irán con Arabia Saudita u otrora aliados incondicionales de Estados Unidos, como el país saudita, hacer su propio juego.

En este escenario, un eventual gobierno presidido por Javier Milei iría a contracorriente de la historia debido a sus convicciones dogmáticas y carentes de buena diplomacia. Rechazar los vínculos y los negocios con cualquiera de las potencias en pugna, en este caso con China, al decir que “con comunistas no dialogo” y “mis alianzas son con Estados Unidos e Israel”, constituye un suicidio político y económico.

 

Neutralidad

A diferencia de la anterior cumbre del G20 realizada en Indonesia en noviembre de 2022, en la que el Presidente Zelensky participó vía Zoom, esta vez ni siquiera se lo invitó. Las autoridades indias informaron que no se aprobó su participación debido a que Ucrania no es miembro del G20 y porque su presencia hubiera concentrado los debates en torno a ese tema. Así, el gobierno ruso considera que la cumbre fue un éxito mientras que para Zelensky no hay nada de qué estar orgulloso.

Inclusive los países más ricos agrupados en el Grupo de los Siete (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón), que días antes se habían reunido en Hiroshima con la condena y revisión de sanciones a Rusia por la guerra en Ucrania como eje central, se vieron obligados a mantener una posición neutral en el marco del G20 a pesar de los perjuicios económicos que ocasiona esa cruenta guerra que pudo ser evitada. Lo que sucede es que es creciente el número de países que toman consciencia de quiénes son los impulsores ocultos de esta guerra.

La fuerza del G20 no es menor. Los países que lo conforman abarcan el 66% de la población mundial y el 85% del PBI mundial. Su constitución formal tuvo lugar en 2008 a raíz de la crisis financiera y económica internacional que estalló tras la caída del banco estadounidense Lehman Brothers. Desde entonces tiene una fuerte influencia en el diseño de las pautas para la economía internacional. Está integrado por 19 países: además de los que conforman el G7, por Arabia Saudita, la Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, Corea, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. Después de siete años de gestiones, este año fue admitida la Unión Africana como parte de la agrupación.

 

Un conejo de la galera

Durante la cumbre, Estados Unidos y la Unión Europea anunciaron dos vastos proyectos de infraestructura. Se trata del Corredor Económico India-Oriente Próximo-Europa, para conectar por tren y por mar a Europa con India a través de los países del cercano oriente, y el Corredor Transafricano, un proyecto público-privado en el que participa la Unión Europea. La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, ha dicho que uno de los principales objetivos es conectar una región sin litoral con el mar. Así, enlazará la zona portuaria de Angola, que cuenta con importantes recursos naturales (petróleo, gas natural y minerales diversos) con la República Democrática del Congo, donde se produce el 60% del cobalto del mundo –esencial para la fabricación de dispositivos electrónicos– y con la región productora del cobre en Zambia, que representa el 75% de sus exportaciones. China es el principal socio comercial de los tres países africanos.

Ambas iniciativas se enmarcan en la propuesta Build Back for a Better World (B3W) anunciada por el Presidente Biden en la cumbre del Grupo de los Siete en 2021. Asimismo, en el proyecto Global Gateway de la Unión Europea, del mismo año, para fortalecer la infraestructura de los países en desarrollo, en particular los de África.

Uno de los objetivos fundamentales de estas iniciativas es obviamente frenar la presencia de inversiones chinas en el mundo. Al anunciar la B3W, Biden dijo con toda claridad que “necesitamos fortalecer el uso de tecnologías confiables para que nuestra información en línea no pueda ser utilizada por autócratas para consolidar su poder o reprimir a su gente”. El problema es que estos planes no se han podido instrumentar.

Estados Unidos tiene serios problemas económicos derivados de su sobre-endeudamiento y su alto déficit fiscal, que resuelve imprimiendo billetes, lo que lo convierte en un país impredecible. En 2022 la pobreza registró un incremento anual nunca visto, al pasar de 7,8% en 2021 a 12,4% en 2022. Esta es la razón por la que la posición mundial del dólar como principal moneda de reserva está siendo cuestionada por muchos países emergentes, que salvaguardan sus intereses al proponer desligarse del dólar y encontrar vías para realizar transacciones comerciales en monedas locales o evalúan utilizar alguna unidad de cuenta atada a otras monedas. Estas tienen lugar en el marco del BRICS y de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (Asean). La situación en Europa no es mejor: la mayoría de los países están al borde de la recesión.

Este tipo de iniciativas para financiar proyectos de infraestructura también se han ofrecido en América Latina y el Caribe. En 2019 el entonces Presidente Trump anunció la Iniciativa América Crece, condicionada a restringir las inversiones chinas, en particular en infraestructura digital. Pero más allá de los 5.000 millones de dólares ofrecidos al gobierno del ex Presidente colombiano Iván Duque, cuando se le encargó que organizará una declaración de sus colegas de la región para apoyar la candidatura del asesor de Trump para el hemisferio occidental en la Casa Blanca, Mauricio Claver Carone, a la presidencia del BID, la iniciativa quedó en fase embrionaria.

En la IX Cumbre de las Américas realizada en Los Ángeles en junio de 2022, Biden lanzó la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas. El objetivo central es asegurar las cadenas de suministro en la región. Y si bien está dando ciertos resultados en México, en el resto de la región no son visibles.

Mientras tanto, China desarrolla y financia proyectos de infraestructura con 147 países del mundo con los cuales ha firmado acuerdos de cooperación en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). Veinte países latinoamericanos, entre ellos la Argentina, han suscrito estos acuerdos de cooperación. La Iniciativa fue lanzada en 2013 y ha establecido una red por mar y tierra que conecta especialmente a Asia, África, América Latina y, en menor medida, Europa. Actualmente la BRI cubre aproximadamente 2.600 proyectos en casi 150 países que representan 40% de la población y más de un tercio del PBI mundial.

 

Cenicienta

No cabe duda de que el principal objetivo de las potencias en pugna es posicionar a sus empresas y facilitarles el acceso a recursos naturales. No hay carmelitas descalzas. Se trata de negocios. China los hace con gobiernos de cualquier signo político y no pretende ser el ejemplo de una moral que Occidente defiende hipócritamente. Estados Unidos y la Unión Europea buscan lo mismo que China, pero a condición de ahuyentar las inversiones del país asiático con el falso discurso de la defensa de los valores democráticos, la transparencia de sus contratos y la seguridad.

El primero ha organizado golpes de Estado y se ha dedicado a desestabilizar gobiernos cuando ve que sus empresas son amenazadas o un país se le enfrenta políticamente. Algunos países de la Unión Europea, en particular Francia, han favorecido dictaduras con disfraz de democracia que han permanecido por cinco décadas, como es el caso de Gabón, donde recientemente ha tenido lugar un golpe militar.

Posiciones sesgadas y totalitarias como la del candidato Milei, expresadas, entre otros, en su anuncio de no relacionarse con el mundo comunista, resultan retrógradas y perjudiciales para el país. Mucho más inteligente sería dejar de lado el dogmatismo y optar por una diplomacia que busque el beneficio para la Argentina. Su importancia relativa en el mundo le permite un amplio margen para no ceder su soberanía a nadie, y mucho menos abandonar el manejo monetario para pasar a depender del control monetario de un país extranjero. En general, en la medida en que el sur global se mantenga fuera de esta pugna, la oferta de inversiones será mayor y las condiciones serán mejores.

 

 

 

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