PERONISMO PARA PRINCIPIANTES Y VETERANOS

Para empezar a entender de qué se trata ese hecho maldito del país burgués

 

Aniquilador de toda comparación metafórica, por lo inabarcable, el peronismo no deja sin embargo de convocar analogías. Golem político que da vida a la materia popular, Leviatán que deviene contrato social, elefante que los ciegos describen de acuerdo a la sección anatómica que vayan tocando (incluyendo zonas proclives a la procacidad), “un sentimiento” para quienes simplifican los avatares de la polis según el modelo futbolero, requiere de una apreciación multidimensional de la Historia a fin de obtener un acercamiento.

Desde tal perspectiva, sumada a la sociología y a la economía, este siglo sigue acumulando caracterizaciones y entre las más rigurosos se hallan Los tres peronismos de Ricardo Sidicaro (2010) tanto como Los cuatro peronismos de Alejandro Horowitz (2015). La perspectiva etnológica realiza hora su aporte desde la pluma de Alejandro Grimson (Buenos Aires, 1968), licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master y Doctor en Antropología, que se zambulle en un territorio donde privilegia dos caracteres. Por un lado la categoría de mito (en la que abarca leyendas, fábulas, tradiciones y relatos), y por otro hipótesis contrafácticas en las que plantea qué hubiera sucedido si nunca hubiese pasado lo que pasó, a fin de corroborar que no podría haber pasado otra cosa que lo que efectivamente sucedió. Herramientas generosas, fuera de toda tautología, capaces de brindar aspectos subalternos como la implicancia de las culturas populares, el racismo, las perspectivas de clase y las formaciones ideológicas, que Grimson a la vez despliega y subsume bajo la noción “sentido común”. Confluencia de aspectos que sitúa al peronismo “tanto como una consecuencia de procesos muy sedimentados en la cultura política argentina como un factor decisivo en su conformación en distintos momentos desde 1945”, un fenómeno que “no es algo de una vez y para siempre” en esta Argentina con que San Martín soñó.

 

Alejandro Grimson.

 

Correlación histórica y cambiante, como institución cultural aislada se desdibuja si deja de contemplarse su oposición simétrica e inversa: el antiperonismo. Juego dialéctico (el autor esquiva tal denominación) en el que cobran forma distintas modalidades de construir hegemonías e identidades. Siguiendo las reglas del arte que hacen a la investigación antropológica, ¿Qué es el peronismo?, el libro y la pregunta, arrancan con el encuadre teórico, metodológico e histórico con el que ha de avanzar la pesquisa, de la cual no es ajena la experiencia personal del investigador, su lugar de enunciación. Lo que por cierto no es habitual y el lector agradece.

Como corresponde, Grimson formula un recorrido histórico que avanza a partir del 17 de octubre de 1945 y el –ahora sí, propiamente dicho— “relato mítico” fundador, genealógico, creacionista, litúrgico, político. En tanto la realidad efectiva del suceso se halla irremediablemente perdida a casi setenta y cinco años de distancia y como el origen se conoce sólo por sus versiones, con autorización de la ciencia antropológica el autor confecciona su propia varianza del mito. Lo concreta barajando distintos testimonios y crónicas bajo la forma de nota periodística de época (es interesante la idea de encuadrar los artículos de la prensa como mitemas, es decir como fragmentos estructurantes de un relato abarcativo), en una construcción articulada, verosímil e inclusiva de aspectos peculiares, como el servicio de informaciones montado por la Intersindical para aquella augusta ocasión, por ejemplo.

 

 

El desarrollo de la jornada inaugural del peronismo da pie al autor para esbozar los factores que hacen la diferencia, dentro de un movimiento que ya se había bautizado a si mismo un tiempo ante –el 12 de junio, más precisamente— con una consigna contestataria: “Ni nazis ni fascistas, peronistas”. La misma que adoptó diversas, sucesivas versiones, menos felices. Con la “irrupción de las masas en la escena pública”, ese año figura como marca del estallido de “el sistema de clasificaciones sociales” y el surgimiento de “una serie de nuevas categorías de identificación”, en el marco de “una matriz de racismo y clasismo que es constitutiva de la política argentina”.

Tras desenvolver tales nociones y contrastarlas con los hechos históricos, Grimson desemboca en el golpe de 1955, las persecuciones del año siguiente y la coagulación de los campos políticos enfrentados, resultado “de la combinación de las iniciativas de Perón, la negativa de los sectores tradicionales y la respuesta masiva de los trabajadores”. Señala con proyectiva vigencia que si bien “en las ilusiones del peronismo es recurrente su identificación con la nación y con el pueblo, fuera del cual sólo quedaría un reducto oligárquico y cipayo, no debe negarse que el antiperonismo realmente existente ha representado (…) por lo general alrededor del 40% de las urnas y obtuvo en algunas situaciones más de la mitad de los sufragios”.

 

 

Adhiere ¿Qué es el peronismo? a la idea de “la dictadura larga” que va de 1955 a 1973, sin obviar los reacomodamientos que se dieron dentro del movimiento de la gran masa del pueblo en tiempos que era sumamente riesgoso seguir combatiendo al capital. Llega al año '73 con el antecedente de la irrupción de la organización Montoneros. Con “cautela para evitar los anacronismos” describe un corrimiento de la contradicción principal (Grimson no la llama así, claro) al interior del Movimiento, en que los sectores en pugna intercambiaban acusaciones de “traidores” y/o “infiltrados” al ritmo que se definían “auténticos”, “verdaderos”, alternativamente. Visión veloz que compacta el enfrentamiento de dos proyectos diferenciados en el que “Montoneros no habría sido lo que fue sin Perón, pero no podía ser lo que quería también a causa de Perón”. Momento balizado por dos eventos de quiebre a los que el autor otra vez les otorga carácter mítico: la masacre de Ezeiza el 20 de junio del '73 y el asesinato de José Ignacio Rucci el 25 de septiembre del mismo año. Encuentro y quiebre, respectivamente.

“López Rega ha sido el hecho maldito del país peronista”, parafrasea Grimson a Cooke para encuadrar el capítulo correspondiente a la muerte de Juan Domingo Perón, tras lo cual el mentor de la Triple A “gobernó la Argentina entre el 1º de julio de 1974 y el 11 de julio de 1975”. Expresión acaso desmesurada en momentos en que el proyecto neoliberal  merodeaba los cuarteles para la toma del poder y junto al parapolicial lopezrreguista asolaban la CNU, el Comando Libertadores de América y otras bandas asesinas, omitidas en el texto. Sin embargo, efectivo preámbulo que le otorga al autor oportunidad de evocar su iniciático trabajo de campo entre 1999 y 2001 en la zona donde El Brujo cultivó su esoterismo. En el medio, la tétrica noche de la dictadura, con el peronismo casi en la mira de la aniquilación.

 

 

Luego del poco significativo derrape pintoresquista y reconociendo que quien “quiera reducir el peronismo a cualquiera de sus personajes está perdido”, salta sobre el Pacto de Olivos, hace pie en las hiperinflaciones y retoma el camino para abordar la incursión neoliberal peronista: el menemismo. Instante que duró una década, se hicieron trizas (aún más) la independencia económica, la soberanía política y la justicia social; el Movimiento se esclerosó para priorizar el Partido y por vez primera las pautas programáticas fueron sustituidas por las primitivas tácticas marketineras. Correlato del sismo, Grimson analiza el fenómeno de cómo la ideología de la clase dominante en la práctica efectiva tiende a ser la ideología dominante (el autor no lo simplifica con estas palabras), por la cual la gran masa del pueblo vota contra sus intereses.

El kirchnerismo, su génesis, apogeo y derrota en 2015 dan lugar a “el capítulo más difícil, dada su cercanía”. Tanto de descifrar como de escribir, la dificultad en la praxis antropológica de Grimson resulta una oportunidad a fin de relanzar su caudal teórico y metodológico, aún superando las debilidades de los marcos adoptados del sociólogo Erving Goffman (Canadá 1922-EE.UU. 1982) y Clifford Geertz (EE.UU., 1926-2006) que otorgan valencia simbólica a las construcciones imaginarias y superponen descripción con explicación; reduccionismos caros a la academia radical de cabotaje. El plano heteróclito con el que Grimson se mueve le permite sortear obstáculos y arribar a conclusiones tan provisorias –así corresponde a toda ciencia— como propias. Una serie de hipótesis que funcionan como tesis; ubican un fenómeno complejo como el que acompaña hace más de siete décadas a la gran masa del pueblo. En juego de lógica opositiva lo caracteriza tanto como “la consecuencia de la incapacidad de las élites económicas y políticas de construir un proyecto hegemónico”, como la “solución que evitó en el momento y postergó en el tiempo el estallido de una guerra civil”. Identidad política asociada desde el inicio a la gran masa del pueblo, motivo “de su persistencia en el tiempo”, adoptó sucesivas –y a veces simultáneas— figuras históricas. Imagen invertida en el espejo del antiperonismo, intersecta en su sello identitario “clase, etnicidad, racialidad”. En esa dinámica relacional, admite continuidades y discontinuidades, anudamientos y rupturas que fortifican cierto carácter permanente: la inclusión.

No en vano la fuente de todos los males con la que el macrismo machaca, abarca siete décadas, lo que define al peronismo por el absurdo. Asombroso aporte epistemológico de parte del contemporáneo antiperonismo reciclado, que redondea obviando cuatro años. Probablemente los de alguna dictadura. Paradoja renovada, allí donde el mayor generador de peronistas de la actualidad es el Presidente Mauri.

 

 

FICHA TÉCNICA

¿Qué es el peronismo? – De Perón a los Kirchner,

el movimiento que ni deja de conmover a la política argentina.

 

 

 

Alejandro Grimson

Buenos Aires, 2019

334 págs.

 

 

 

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