Poema de Año Nuevo

Yo sé que fue un año jodido,

pero te lo pido encarecidamente:

¡Volvé!

Tomate un colectivo para brindar con nosotros;

los chicos te esperan sentados en las puertas de sus casas,

como esperabas vos a tus tíos desde la hora de la siesta.

 

Yo sé que se enfermaron muchos más

y que no van a alcanzar los osarios ni los monumentos

para recordar esta nueva fiebre amarilla;

la Plaza Ameghino va a quedar chiquita.

Argentum 2017:

Mens enferma in corpore enfermo.

Pero no te quedes solo.

 

Los vecinos quieren saber de vos,

dicen que andás perdido,

preguntan si sos el mismo de antes;

es obvio que no, les dije,

nadie es el mismo,

pero ellos responden que no han cambiado

y, pensándolo bien, es cierto,

ellos están siempre igual,

pareciera que no crecen,

sus caras me resultan eternas.

 

No se puede negar que

sus cuerpos envejecen y tienen arrugas,

pero yo estoy ciega y no puedo ver más

que lo que vi hace varias décadas,

este país me hace sufrir,

te confieso que ya no sé

qué imagen tiene el día de hoy,

será por ver todos los ayeres juntos.

 

Yo sé que estás podrido

de la marcha periodista las veinticuatro horas;

la canción de la alegría en los canales de tevé

te taladra la cabeza y te deja como un robot

o un arbolito del microcentro:

¡Cambio! ¡Cambio! ¡Cambio!

 

Vos, en cambio, que te fuiste,

cuando volvés, podés comparar

una cosa con otra, esto y aquello, antes, ahora, después.

Entiendo que el lugar creció,

ya no es un pueblito donde todos nos conocemos;

pero ellos siguen igual,

mueren tan pendejos como hace cuarenta años

porque su vida es juntarse en la esquina

y ver a sus hijos como reflejos de ellos mismos

y reír,

ver los cohetes iluminando el infinito.

 

Yo sé que fue un año de mierda,

pero tenés que volver.

Me acuerdo de aquella época cuando vos,

jugando al empresario, qué risa,

vendías planetas en la barra de pibes.

¿Te acordás cuando jugábamos a la guerra de las galaxias?

 

Hicimos un mapa estelar en la calle Giribone.

Como si fuera el TEG,

avanzábamos las piedras (naves espaciales)

de un cordón a otro,

entre las zanjas cósmicas,

y vos te calentaste

cuando te sacaron Orión, o Andrómeda,

y terminamos a los cascotazos luchando por el cielo.

 

Volveeeé, no seas tonto,

compramos un pan dulce con muchas frutas,

el ananá fizz ya está en el freezer para que esté congelado como te gusta;

no sé cómo hacés,

en vez de tomar, masticás las bebidas.

Va a ser una linda noche;

tus padres te extrañan, volvé;

capaz vienen tus primos, volvé;

tus sobrinos te adoran, volvé.

¿Te cuento?

 

Yo sé que estás cansado,

que cuando te despidieron de todos lados,

tuviste que mudar de piel como buen trabajador argentino,

convertirte en un x-men conurbano y regenerativo.

¿Cierre de fábricas?

¿Ajuste?

¿Reforma?

¡Te cortan una mano y te vuelve a crecer!

¡Te cortan la oreja y te vuelve a crecer!

¡Te cortan la lengua y te vuelve a crecer!

 

Dale, volvé,

que hicieron un árbol con una rama caída

—igual que Argentina—,

le pusieron pelotas de papel y cinta bebé,

fósforos y velas de cumpleaños,

soldaditos pintados,

caramelos y recortes

de los chistes de los diarios.

 

Yo sé que estás enojado, pero volvé,

dale, te lo quieren mostrar.

Capaz hacemos baile en la calle

como en tiempos mejores,

cortamos Villa Celina con camiones,

y bailamos en Orión, Andrómeda,

las piedras y todas las galaxias.

¡Volvé!

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