POPULISMO, ESTADO Y MONOPOLIOS

Inflación incontrolable, concentración del capital y empobrecimiento de la población

 

Tres años del gobierno de Macri llegaron a su fin. Las políticas aplicadas durante este período han provocado una rápida y profunda ruptura del tejido social y una destrucción del aparato productivo, de consecuencias imprevisibles. Desde un inicio, estas políticas pretendieron sustituir la intervención estatal en la economía por la libertad de mercado. Se buscó liberar las energías de los individuos de la supuesta coerción de un Estado omnipresente que, pretendiendo imponer la inclusión social, habría provocado la decadencia argentina de los últimos 70 años. Sin embargo, lejos de consagrar la libertad de mercado, las políticas implementadas por el gobierno de Macri se basaron en una fuerte intervención del Estado en los distintos ámbitos de la vida social con el fin de provocar un cambio en la relación de fuerza existente entre diversos sectores sociales.

Estas políticas provocaron drásticas transferencias del excedente, los ingresos, y la riqueza acumulada en el país hacia un nuevo núcleo de poder constituido por sectores del capital financiero internacional, y un reducido grupo de empresarios pertenecientes a la histórica patria contratista.

El impacto de estas políticas sobre la sociedad desnuda el engaño de un Estado ausente, que pretende ser un instrumento neutro frente a diversos intereses sectoriales en pugna. Expone, además, la miseria colectiva que subyace a la falacia de una felicidad individual basada en una aspiración de consumo individual e ilimitado. Este individualismo fragmenta a la sociedad, la sumerge en el canibalismo y crea el ámbito propicio para la realización de un interés monopólico global que busca el control total de la vida social, tanto en lo económico lo político y lo judicial como en el campo de las ideas, de la creación de sentido y de la producción y circulación de información.

Paradójicamente, hoy el impacto social de las políticas implementadas muestra que el Estado es una arena donde se expresan relaciones de fuerza, donde pugnan intereses diversos y muchas veces antagónicos que tienen su origen en una estructura de poder, invisible y devenida natural. En ese contexto, los intereses individuales sustituyen, y al mismo tiempo ocultan, la existencia de un interés colectivo por una mayor inclusión social en la producción, única forma de garantizar niveles de consumo dignos para el conjunto de la población.

Hoy tenemos a un gobierno que, abrazado al FMI, resignó soberanía en la implementación de la política económica. Al mismo tiempo que ata al país al campo geopolítico dominado por los Estados Unidos, consolida el poderío económico de un grupo selecto de empresarios vinculados al poder político. En el proceso, ha desatado una batalla encarnizada entre distintos sectores empresarios, y entre estos y el resto de la sociedad, batalla que se expresa en una inflación incontrolable acompañada de concentración del capital y de empobrecimiento del conjunto de la población.

Una mirada rápida sobre lo logrado en estos tres años de gobierno permite un atisbo de los intereses que subyacen detrás de las políticas aplicadas. El sector financiero local fue el principal beneficiario de las políticas de este gobierno. Hacia agosto del 2017 los bancos locales superaban en un 20% a la ganancia obtenida en el 2015. Desde fines de 2017 a noviembre de este año estas ganancias tuvieron un alza el 73%. Es decir, tanto la corrida cambiaria iniciada en abril de este año como la devaluación y la subsiguiente política monetaria impuesta por el FMI reportaron más ganancias para el conjunto del sector financiero local. Asimismo, durante el gobierno de Macri se emitió deuda por 170.000 millones de dólares, el 75% denominada en dólares. A esto se deben sumar los 57.000 millones de dólares de deuda contraída con el FMI. Paralelamente, se dio una creciente transferencia de recursos del país hacia sectores del capital financiero internacional, en concepto de intereses de la deuda externa. El peso de los intereses pasó de representar el 7,5% del presupuesto nacional en 2015 al 17,7% en 2018.

Por otra parte, entre diciembre de 2015 y el corriente mes los combustibles aumentaron 204%, el gas 747%, la electricidad 1644 %, el agua 512 % y el dólar 290%. Entre noviembre de 2015 y septiembre de 2018 se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo registrados en el sector industrial, la inflación creció 156%, el salario promedio 103% (a septiembre de 2018), el salario mínimo un 91%(a octubre de  2018) y la pobreza hoy alcanza al 33,7 % de la población. Asimismo, un 51,7% de los niños menores de 17 años son pobres, y 10,9% de los niños viven en hogares indigentes (Observatorio de la UCA).

Mientras las grandes empresas vinculadas a la energía, los servicios, el comercio exterior y la alimentación pudieron ganarle a la inflación y a la devaluación, tanto los asalariados como los sectores mas vulnerables de la población fueron revolcados en un mar de miseria creciente. Pero no fueron los únicos perjudicados.

Las ganancias del sector financiero contrastan con el estancamiento y caída de la producción, y especialmente con la profunda recesión que azota hoy a la industria. La UIA estima una caída del 9% de la actividad industrial desde que asumió Macri. A su vez el INDEC registra una caída de la actividad manufacturera del 6,8% en un año (datos a octubre) mientras la industria hoy funciona con cerca del 60% de su capacidad instalada. El cierre de pequeñas y medianas empresas está a la orden día. Solo en la primera mitad de este año se han contabilizado 961 concursos preventivos de acreedores (cronista.com 7 8 2018) y se espera que este fenómeno sea todavía más acentuado en la segunda mitad. Esta semana, una manifestación multitudinaria de Pymes —sector que responde por el 70% de la producción y más del 80% del empleo– hizo valer sus demandas en una movilización masiva ante el Congreso de la Nación.

La crisis económica ya golpea a algunas de las principales empresas del país. La altísima tasa de interés y la mega devaluación de los últimos meses sacudió de lleno a la multinacional argentina Arcor, que esta por iniciar un proceso de reestructuración de sus pasivos. Esta semana otra empresa tradicional, Longvie, quedó al borde del default, y pidió a sus acreedores renegociar una deuda por 150 millones de dólares tomada el año pasado.

Este contexto de recesión y creciente fragilidad del sector industrial ha sido invocado por la calificadora de riesgo Moody's para advertir sobre el peligro que representan los créditos en mora para la salud financiera de los bancos. Esta inquietud de Moody's es atenuada por su convicción de que, ante una emergencia bancaria, el gobierno argentino respaldará a los grandes bancos como lo ha hecho en otras crisis financieras del pasado (ambito.com 4 12 2018).

Pero no todas son rosas en el sector financiero local. Los mercados saben que la política monetaria actual ha engendrado una deuda financiera cuasifiscal que puede rápidamente derivar en una crisis bancaria. La acumulación de las LELIQs a tasas altísimas de interés a corto plazo ya constituye la mitad de la base monetaria, y casi el total de las reservas de libre disponibilidad. El riesgo del programa monetario actual reside en que el encaje bancario del 40% y buena parte de los depósitos están cada vez más respaldados en LELIQs. Esto implica que, si por algún motivo los clientes de los bancos deciden retirar sus fondos, habrá que darles, como en el pasado, papelitos en lugar de su dinero, precipitando así la corrida bancaria.

Para colmo, esta precariedad monetaria ocurre en circunstancias en que no hay recursos disponibles para enfrentar los vencimientos de la deuda externa a partir de fines del 2019. Esto explica que el rendimiento de los bonos de corto plazo gire en torno al 3% mientras que los bonos a más largo plazo llegan al 10% y la persistente suba del riesgo país, que esta semana ha llegado a los 750 puntos. Y por si algo faltaba para complicar todavía más las andanzas de este gobierno, 2018 llega a su fin y en muy poco tiempo el país se sumergirá en una campaña electoral cuyo resultado puede hacer añicos al proyecto oficialista.

El logro mas destacado de este gobierno a lo largo de estos tres años ha sido poner al desnudo la falacia del discurso neoliberal y la estrecha relación existente entre los monopolios locales y la intervención activa del Estado en la economía para reproducir sus negocios y provocar enormes transferencias de recursos, ingresos y riqueza acumulada en el país a su favor.

 

Estado y monopolios en el centro del capitalismo

Las respuestas dadas a la crisis financiera de 2008 por la Reserva Federal y la banca central de los países mas desarrollados ha puesto en evidencia la falacia del relato neoliberal hegemónico sobre la libertad de mercados. La intervención estatal en la economía juega hoy día un rol crucial en la reproducción de la acumulación del capital y de la estructura de poder del capitalismo monopólico global. Esta activa participación estatal en la economía de los países centrales contrasta con las recetas del FMI y otros organismos internacionales, tendientes a desactivar la intervención de los Estados nacionales en la política económica y a endiosar en su lugar el libre juego del mercado.

Las políticas de facilitación monetaria (quantitative easing) y tasas de interés cero o negativas, impulsadas por los bancos centrales después de las crisis financieras de 2008, salvaron a los grandes bancos privados de la debacle financiera. Asimismo, la política de restricción monetaria y gradual crecimiento de las tasas de interés de la Reserva Federal impacta sobre la coyuntura financiera internacional y sobre las economías emergentes, incluyendo a nuestro país.

Estas intervenciones de los bancos centrales de los países desarrollados sobre sus respectivas economías ha tenido además otros efectos. Uno de ellos consiste en el volumen creciente de activos privados en manos de los Estados de los países centrales. El caso de Japón es paradigmático: los activos en posesión del banco central superan al valor del PIB de este país. Por otra parte, los activos que posee la Reserva Federal norteamericana equivalen a un quinto de su PIB. En el caso de la Banca Central europea estos activos representan un 40% de la economía de la eurozona (zerohedge 13 11 2018). Por otra parte, desde principios de la década de los 80 el poder de los monopolios  y oligopolios sobre la economía ha crecido sin detenerse. Hoy controlan todos los sectores de la producción y de los servicios en los Estados Unidos. El caso de Amazon es paradigmático en la medida que trasciende las características típicas de un monopolio tradicional.

Esta enorme corporación es una plataforma para la venta de productos en internet, que absorbe la mitad del tráfico comercial norteamericano y alberga a miles y miles de productos y de vendedores. Incorpora además múltiples y diversas actividades, desde la venta de libros, blusas y hasta baterías, a la producción de shows de TV y películas, diseño de dispositivos digitales, otorgamiento de prestamos, tarjetas de crédito a ser utilizadas tanto en compras en internet como en negocios privados, venta de publicidad y de comida, videogames, plataforma de streaming, venta de servicios de transporte y almacenamiento etc. Posee además el 34% de la capacidad instalada a nivel mundial de computación en la nube, maneja todos los datos de la CIA y las policías estatales norteamericanas y es la principal candidata a ganar la licitación para computación en la nube de toda la información de las fuerzas armadas norteamericanas (thenation.com 15 2 2018).

 

 

Hoy en día la existencia de Amazon trasciende la posibilidad de dominio de uno o más mercados y apunta al mimetismo entre una corporación privada y el mercado. Al controlar piezas claves de la infraestructura comercial, Amazon puede privilegiar sus propios productos y servicios y absorber los negocios y clientes mas lucrativos. Mas importante aún, puede establecer las reglas del juego que tienen que seguir todos los que participan de su infraestructura comercial, imponiéndoles impuestos, comisiones y cargos. Así, Amazon se aleja del mercado tradicional con regulaciones públicas y avanza hacia un futuro en el que el intercambio de bienes y servicios ocurre totalmente dentro de una arena privada gobernada por una corporación. Así se constituye un escenario que hace posible una enorme transferencia de riqueza de los muchos a los muy pocos y se consolida al mismo tiempo el poder de una corporación sobre algo tan básico como las ideas que deben ser promovidas, los libros y productos promocionados, quién puede participar en el intercambio y bajo qué condiciones, qué comunidades pueden prosperar con las instalaciones de Amazon (equipamiento, almacenamiento etc.). Una corporación privada se transforma en el mercado y se arroga atribuciones que pertenecen al Estado nacional. Este mundo corporativo, se aproxima –a pesar de las diferencias ideológicas y culturales– a la síntesis entre partido gobernante, estado y mercado planificado que caracteriza a los países llamados socialistas.

 

Estado, desarrollo nacional y elecciones

El avance mundial del capitalismo monopólico global trajo como consecuencia una creciente injerencia de los monopolios en todos los aspectos de la vida social y de las estructuras administrativas del Estado. Esto ha tenido como consecuencia una creciente crisis de legitimidad de las instituciones democráticas, el desarrollo de la protesta social bajo la forma de movimientos populistas de distintos signos y el surgimiento de tensiones crecientes entre los monopolios y los Estados nacionales (independientemente de su signo ideológico o político) y también entre los distintos Estados nacionales.

En nuestro país, el Estado ausente que pregona el neoliberalismo no existe. El gobierno de Macri, abrazado al FMI, ha renunciado soberanía y esta empeñado en atar al país al capital financiero internacional al mismo tiempo que intenta barajar y dar de nuevo en la asignación de poder y recursos dentro de la patria contratista. Su objetivo es simple, acrecentar sus negocios y los de su familia, amigos y entenados al mismo tiempo que se posiciona frente a las elecciones con un discurso de mano dura, que busca blindar el apoyo del núcleo duro que lo votó, un sector social furiosamente antiperonista.

Frente a esto la oposición debe articular un frente de unidad nacional que trascienda a la denuncia al neoliberalismo. Un frente contra el ajuste y la entrega de la soberanía, que contribuya a potenciar el impacto electoral pero que al mismo tiempo trascienda este episodio. Un frente donde la participación organizada del ciudadano de a pie en la lucha contra la inflación, el endeudamiento y el tarifazo contribuya a desarticular el poder de los monopolios locales y a controlar la gestión de las políticas que se implementen en el futuro.

 

 

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