Por qué ganó Riquelme

Ser de Boca es ser parte de una creación colectiva

 

Voy a ver a Boca desde los tres o cuatro años. El domingo pasado voté la lista de Riquelme. Muchos hinchas de otros clubes le dieron a la elección un significado político partidario. La presencia en la votación del Presidente Milei y la ausencia de Mauricio Macri les otorga un carácter de ese tipo. Como peronista, el resultado tuvo para mí un gusto especial. Pero es un error darle una dimensión partidaria. El punto, creo, es más profundo.

Cuando hace pocas semanas Boca jugó la final en Río de Janeiro, la movilización de sus hinchas generó muchas crónicas. No me atraen las descripciones de periodistas extranjeros sobre el fútbol local, pero hubo una frase, creo que de una tiktokera española, que me identificó. Dijo que lo sucedido en derredor de la final mostró que ser de Boca era, más que una pasión futbolística, era “una forma de vivir”.

¿Cómo es esa forma de vivir? Bueno, lo sabe cada hincha de Boca, y no es única. Cada hincha sabe íntimamente qué significa. Tal vez no haya dos formas iguales, pero todos sabemos de qué hablamos. Abarca, obvio, a los que votaron por Ibarra. Pero dudo que pueda incluir a todos los dirigentes. Me resulta difícil incluir al actual Presidente de la Nación y a Macri en esta categoría. Pienso que en estos modos de relacionarse con el club está la clave de la elección.

Hace 25 años, Boca fue para Macri una plataforma de popularidad y de marketing personal. Discutir su gestión es de interés, pero no es el momento. La pretensión de volver a Boca en 2023 fue sentida como pura necesidad personal, no la vocación por la construcción colectiva. Puso de candidato a una persona desconocida para el hincha. Su única propuesta fue reflotar el plan que alguna vez intentó Daniel Angelici, de construir un estadio- shopping cerca de Parque Lezama. Un negocio inmobiliario extraordinario con una gran intervención urbanística en la Ciudad de Buenos Aires, su patio trasero (lamentablemente, por el voto de los porteños). El interés personal y el negocio financiero e inmobiliario como centro.

El episodio Milei va en esa línea. Inducido por Macri para que se pronunciara y fuera a votar, le hizo caso. Se evidencia en ambos cierta desconexión de la realidad. Como mis amigos de otros clubes, creyeron ver en la elección una relevancia decisiva en la disputa partidaria, y pensaron que el porcentaje del balotaje incidiría en la elección. No entienden el sentimiento futbolero. Tampoco qué es Boca.

¿A quién se le ocurre que generará empatía con el socio alguien que, según él mismo dijo, dejó de ser hincha –si es que alguna vez lo fue– porque se retiró un jugador o fue contratado otro, que se alegró con un gol de River o que deseó el descenso de Boca?

Un paréntesis. No está bueno que el Presidente sea insultado. Tampoco está bueno que un candidato a Presidente insulte. Ni a otros políticos, ni a la gente ligada a Boca.

Vamos entonces a mi interpretación sobre las razones del triunfo de Riquelme. Es solo mi sensación, tan válida como la de cualquiera de los 50.000 socios que votaron, o los millones que son hinchas.

No creo que haya ganado por haber sido un jugador de gran personalidad, exquisito, que reimpuso en términos modernos una forma clásica de concebir y jugar al fútbol. Este último aspecto del juego de Riquelme no siempre es subrayado.

Tampoco porque la gestión en estos cuatro años haya sido deslumbrante. Deportiva e institucionalmente, el club no me parece que haya cambiado mucho respecto de las gestiones anteriores.

Pero la lista de Macri e Ibarra, como antes la de Gribaudo y Angelici, plantearon un Boca que es solo una empresa. No dudo de que un club como Boca necesita una administración con profesionalismo propio de una gran empresa, pero es mucho más. Para decirlo en pocas palabras, es ese “modo de vivir”. Y esto es previo a la empresa.

Si Boca se transformara en una suerte de Manchester City y gastara mil millones de dólares aportados por Qatar en su plantel, no sé si me emocionaría y abrazaría con el/la hincha más cercano/a como cuando salimos campeones o ganamos un clásico, como lo hago desde los tres años. No sé si me sentiría parte. El “modo de vivir” conlleva que Boca no gana ni sale campeón solo. Ganamos y salimos campeones todos: hinchas, jugadores y dirigentes. Ese “algo más” o mucho más que una empresa es lo que la lista opositora no entiende, ni entendió. Y pienso que en esta elección sí lo representó la lista de Riquelme para la mayoría de los votantes.

Esa “forma de vivir” no parece compatible con ser accionista de una sociedad anónima o un mero espectador del negocio de terceros, inversores en el club, como es el proyecto de sociedades anónimas.

Seguramente, los hinchas de otros clubes tienen sentimientos similares, con notas identificatorias propias. Una característica única del fútbol argentino, tal vez solo comparable en esto al uruguayo o al brasileño.

Ser de Boca es ser parte de una creación colectiva. No una empresa. A mi modo de ver, eso es lo que el domingo pasado se expresó con el voto por Román.

 

 

 

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