Tres generaciones han transcurrido desde la lejanísima década de los años '60 cuando, entre otros sismos culturales de distinta magnitud, cuatro jovencitos provenientes de un puerto del Reino Unido sacudieron los cánones sociales desde las grandes megalópolis a la más pequeña isla en medio del océano. El cimbronazo continúa latiendo hasta la actualidad mediante distintas marcas impregnadas en el sentir de hasta los nietos de aquellos pioneros protagonistas. En ese transcurso, esas huellas siguieron impregnando la diversidad de la existencia, a partir, por lo general, de ese foco irradiante que constituye la educación sentimental.
John, Paul, George y Ringo irrumpieron en aquellas y estas vidas: “Más allá de las fronteras musicales, se trató de un fenómeno que se anticipó en más de un cuarto de siglo a la globalización que trajo la caída del Muro de Berlín”. Aunque en apariencia la afirmación puede parecer desmesurada, deja de serlo al considerar la memoria formulada por el periodista de investigación Juan Pablo Csipka (Vicente López, 1979) en su tan breve como riguroso Beatles 1.01 – Esto lo estoy escuchando mañana, donde desarrolla tamaña hipótesis en paralelo a la historización que la describe y sostiene. Historia social del cuarteto tanto como biografía, y a la vez biografía expandida de una sociedad que da lugar a una banda musical capaz de hacer desbordar los cauces convencionales de la época. Doble dialéctica, reciprocidad social capaz de ser captada por el autor merced a amplias herramientas atinentes a los dispositivos de las industrias culturales.

“Para 1965, además de los discos, la beatlemanía había derivado en películas, especiales de televisión y hasta dibujos animados, además de conciertos en estadios para miles de personas. No se podía ser ajeno al fenómeno, por más que hubiera quienes no querían saber nada con el rock”. Pues la ola empapaba toda cotidianidad; vestimenta, corte de pelo, amor cortés y descortés, hasta invadir el lenguaje. No solo la estética progresaba: los estándares de calidad y sofisticación se expandían con epicentro en la banda hacia alrededor del mundo. Algo mutó en la relación entre hijos y progenitores que encontraban, acaso a través de la música, puntos de diálogo e intercambio impensables durante siglos.
La vida activa de los Beatles duró apenas ocho años —entre 1962 y 1970—, el primer disco simple (Love Me Do en el lado A, P.S. I Love You en el B) se editó en octubre de 1962, los conciertos en vivo debieron detenerse en 1966 aunque la producción dentro del estudio de grabación continuó elevándose en excelencia hasta la disolución. Aún con tormentas internas, el cielo refulgente del grupo no dejó de elevarse, auxiliados por los quintos, sextos y séptimos Beatles: el indispensable ingeniero de sonido, arreglador y productor George Martin, veterano de la Segunda Guerra de 36 años; el administrador de los billetes Brian Epstein; el amigote, sombra en las espaldas de todos, el desapercibido ex portero de The Cavern, Mal Evans. Todo ellos habían vivido la infancia, adolescencia o primera juventud durante el conflicto bélico global y crecieron con la amenaza atómica de la guerra fría. Lo que fuera el primer público de los Beatles había sido fruto del baby boom del año '45, para luego convertirse “en actor político en los años de Vietnam, Che Guevara y del Mayo Francés”.
Tales los efectos en una idiosincracia generacional marcados por Csipka, antes de adentrarse en el pormenorizado desarrollo de las condiciones de posibilidad, materiales y subjetivas, del fenómeno. En el Reino Unido, el adalid de la victoria sobre el nazismo fue el primer ministro conservador Winston Churchill, quien sorpresivamente perdió las primeras elecciones en tiempos de paz ante el laborista Clement Atlee, quien “llevó adelante una política keynesiana que consolidó el Estado de bienestar” con un principio de justicia social. Un el país diezmado, las ciudades destruidas y la población masculina víctima del enfrentamiento bélico, hizo imprescindible crear un sistema de salud pública gratuita. Señala el autor: “’My friend works for the National Health’ canta Lennon en ‘Doctor Robert’, tema incluido en 1966 en Revólver”; en la cosa pública, aquella realidad histórica permanece y se entromete entre los emblemas de las nuevas generaciones. En la misma línea, el laborismo “dio impulso a las escuelas de arte, un ámbito central en la formación de los adolescentes. Esto tuvo impacto en los Beatles, sobre todo en Lennon, que llegó a ser un dibujante avezado”. Los primeros conciertos de la banda predecesora a los Fab 4 fueron “en el comedor ubicado en el sótano del Colegio Superior de Arte de Liverpool, adonde ingresó en la época en que conoció a McCartney. Así, la política laborista fomentó la formación artística de los adolescentes, lo cual les permitió acercarse a expresiones como la música. Y la música a mediados de los '50 era el rock”.

La constitución subjetiva del boom e inmediatamente del mito, Csipka atina a encuadrarla en una construcción semántica posterior, remitida a una leyenda literaria. En un artículo publicado el 14 de diciembre de 1980 (ya premio Nobel) en el diario El Espectador de Bogotá, Gabriel García Márquez recordó que durante la proletaria escritura de Cien años de soledad en el DF mexicano durante 1963, sólo dos discos “que se gastaron de tanto ser oídos” acompañaron la tarea: los Preludios de Debussy y A Hard Day’s Night de los Beatles. De esta forma el autor propone la original creación de un terreno fértil, generador de sentidos, conformado por impresionismo francés, rock inglés y —por qué no— Euromacondo. Campo de representación que, abonado con excelencia, proyecta hasta materializar no solo conjunciones temáticas sino, además, intersecciones discursivas, entrelazamientos expresivos tan elementales como letra y melodía o sofisticados hasta los bordes del discernimiento. Hete allí la fuente mágica y misteriosa de la conmovedora heterogeneidad beatle.
Una suerte de diálogo entre los acontecimientos históricos de mayor, menor o doméstica magnitud y el cancionero de los Beatles, es recortado por el autor en favor de la idea de mutua retroalimentación simbólica de contenidos (otorgados por las letras) y formas (provenientes del impacto musical). Intercambio que no hace solo al repertorio sino que influye en las costumbres mundanas no menos que en las renovadas tendencias estéticas. La incorporación de un acople azaroso, efectos sonoros y experimentales fueron abriendo espacios de libertad creativa expandidos a la producción propia, así como habilitando a otras formaciones de distintos géneros, aún externos al rock y a la música popular. Ejemplo básico de transgresión metamorfoseada en clásico aparece en el medley del álbum Abbey Road de 1969.
De esta forma Juan Pablo Csipka recorre con sistemático entusiasmo buena parte del repertorio de los Fab 4, así como fragmentos representativos de sus posteriores incursiones solistas. Aportes centrados en la interacción histórica tanto como en la evolución musical, al mismo tiempo recorren los momentos sobresalientes o pintorescos: “Por favor, los que ocupen los asientos más baratos, aplaudan; los demás sacudan sus joyas” (John Lennon, teatro Príncipe de Gales, 4 de noviembre de 1963); la aparición de los Rolling Stones y The Who, la sobredimensionada competencia con los estruendosos californianos The Beach Boys; la gira norteamericana de 1966 cuando la ultraderecha evangelista norteamericana enfureció por una frase supuestamente comparativa de Lennon respecto a Jesucristo; la presunta muerte de Paul McCartney ese mismo año y el verdadero óbito de Epstein al año siguiente; el asesinato de John en 1980, la muerte de Harrison en 2001. Asimismo, el concierto final en la terraza de Apple en 1970 con película y todo.
Recorrido heteróclito sin perder profundidad, le otorga al autor oportunidad de incursionar en los covers, la incidencia en el Río de la Plata, la condición de clásicos que traspasa “los límites de la música popular para codearse con los nombres de la tradición académica”. Circuito e investigación, Beatles 1.01 - Esto lo estoy escuchando mañana (el título homenajea el Borges de Bioy Casares, mutatis mutandis), en su amabilidad literaria invita a una relectura, también renovada escucha, en fin, a gozar y pensar una obra artística cuya permanencia e inmensidad mantiene huellas, señales y marcas indelebles, aún cuando se ignoren.
FICHA TÉCNICA
Beatles 1.01 - Esto lo estoy escuchando mañana
Juan Pablo Csipka

Buenos Aires, 2025
92 páginas
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