El domingo pasado mi nota se tituló Volver. Marcelo, que se encarga de la musicalización del programa en la radio de las Madres, la acompañó previsiblemente con la versión que Gardel grabó de ese tango que es un ícono de Buenos Aires. Al presentarla, dio un dato que yo no tenía presente: se cumplían en esa semana 90 años del accidente de Medellín. Eso ocurrió exactamente este martes 24 de junio. No resisto la tentación de contar una tierna historia de mi familia. Por discreción no voy a identificar a los protagonistas. Un avión se acercaba al aeropuerto de Ezeiza luego de un viaje internacional. Después de las indicaciones de ajustarse los cinturones y enderezar los asientos, una voz infantil retumbó en el pasillo central. A voz en cuello, cantaba: "Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver...". Hubo sonrisas y aplausos de simpatía, ante ese misterio, de una criatura que se emocionaba y encantaba a los adultos con un tema tan alejado de la experiencia personal de su generación. Nadie supo decir al regresar a la casa, cómo y donde había aprendido esos versos de Alfredo Lepera, el poeta de los tangos más bellos que cantó Gardel.
Más extraño todavía, y con varios años de diferencia: uno de mis nietos conocía de memoria los tangos que cantaba Tita Merello, y se aseguraba de que el CD estuviera en el auto antes de emprender viaje. Han pasado algunos años, ya se los olvidó y es un correcto nerd adolescente. Y el máximo milagro familiar. Al salir una noche de mi adolescencia, dejé a mi madre con un soldador y las piezas de un kit para armar una radio portátil. Al volver, de madrugada, la encontré en el mismo lugar y con el empecinamiento con que hacía todo. Me informó que faltaba la última soldadura. Mientras iba a la cocina a buscar un vaso de agua escuché potente la voz de Gardel. "Trae suerte", me dijo mi madre, que terminaba de encajar la placa con las soldaduras dentro de la caja de cuero con su parlante de tela. Todavía existe y funciona, el aparatejo. Tuvo que ser un yorugua, el insuperable Hermenegildo Sábat, quien narrara la historia argentina contemporánea con El Troesma con Cariño como su Virgilio.
Ya en la adolescencia, cuando quería ser cantor de tango, practicaba con Soledad, mientras mi vieja me acompañaba en el piano. No sé si por la inestabilidad de la voz a esa edad, o porque ella no la pegaba con mi tono, nos salían unos subibaja que por suerte nadie más escuchaba. Cenizas en mi corazón.
Por lo menos hasta la pandemia tuve en una pared de mi oficina un póster enorme, que me mandó un gran amigo oriental. Una foto de Gardel , con fondo sepia, y esta consigna desopilante:
Estas son algunas de las cosas que no pensé mientras escribía mi nota Volver, pero que sin duda estaban agazapadas en algún lugar de mi cabeza. Con plena confianza en tu capacidad de entender, no voy a sobre-explicar nada. Sólo invitarte a compartir uno de los placeres y las ilusiones que aún podemos permitirnos.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí