Qué es un prodigio

La música que escuché mientras escribía

 

Hoy a las 8.30, mientras te laves la cara o prepares el mate para disponerte a escuchar el primer programa del año de El Cohete A La Luna en la radio de las Madres, Alma Deutscher se asomará al escenario del City Concert Hall de Hong Kong, en otro culis mundi, para comenzar uno de los recitales que desde que tenía seis años asombran al mundo de la música, si es que tal cosa existe. Alma es inglesa y este mes cumple 19, por lo que ya ha dejado la intrigante categoría de niña prodigio, pero no la de una intérprete y compositora prodigiosa. En el anuncio de la función de hoy, el director de orquesta Sir Simon Ratlle la define como "una fuerza de la naturaleza, con un asombroso rango de dones". Primero se sentará al piano para interpretar su Vals de las Sirenas. Luego empuñará la batuta para dirigir su concierto para violín en sol menor, y antes de los bises volverá al teclado con su concierto para piano en mi bemol menor. Siempre con la orquesta de cámara de la ciudad de Hong Kong, dirigida por el maestro armenio Vahan Mardirossian.

El padre es lingüista y la madre profesora de letras, pero ambos son también músicos aficionados, que no tardaron en descubrir el oído absoluto de la niña y su apasionado amor por la improvisación musical. A los dos años reconocía cada nota en el piano, del que no quería alejarse. A los tres enloqueció con el violín que le regaló el papá y en menos de un año interpretaba las sonatas de Handel. A los 6 años compuso esta sonata en mi bemol.

 

 

A los 7 compuso la ópera breve El barredor de sueños, sobre un cuento del multipremiado escritor Neil Gaiman,

 

 

A los 10 compuso y dirigió una versión de Cenicienta, patrocinada en Viena por Zubin Mehta. La Cenicienta de Alma parece autobiográfica. El Príncipe se enamora de ella cuando escucha la canción que creó sobre un poema que él había escrito. Nada de zapatitos Jimmy Choo o Sarkany.

 

 

 

En 2017 la estrenó con la orquesta de la Ópera de San José, y ella tocó el piano, el violín y el órgano. "Mis maestros de piano me decían que debía elegir el piano, y los profesores de violín, que eligiera el violín. Bueno, es mejor así a que el profesor de piano me aconsejara elegir el violín, ¿no?"

En una demostración asombrosa de su capacidad para improvisar se presentó en el programa 60 Minutes, cuyo conductor sorteó cuatro notas a las que debería ceñirse. La cara del periodista al escuchar la composición improvisada lo dice todo.

 

 

También lo hizo sobre notas aportadas por la audiencia, con el mismo resultado.

 

 

Ante una obvia comparación con otro niño prodigio, aclara que prefiere ser la primera Alma y no la segunda Mozart. El periodista de 60 Minutes, Scott Pelley, observó que a diferencia de otros talentosos intérpretes infantiles, Alma posee la maestría imprescindible para escribir una ópera. Es preciso saber cuál es el alcance de un oboe, qué puede hacer un cello. Y nadie puede explicar cómo Alma lo sabe. Ella es consciente de que las melodías llegan a ella cuando menos se lo propone, la toman por sorpresa cuando está haciendo cualquier otra cosa, y por eso duerme con un anotador y un grabador junto a su cama. Pero tampoco ignora que el trabajo arduo viene después, cuando se trata de orquestar esas melodías en una obra de largo aliento. "A los cuatro años, cuando volcaba en el piano esas melodías que sonaban en mi cabeza, a veces mis padres pensaban que estaba recordando música que había escuchado. Pero yo les decía: 'No, estas son mis melodías, las que yo compuse'". Para Alma, "es extraño andar por ahí sin melodías que suenen en mi cabeza". Pelley le preguntó si sabía dónde se originaban:

—Ni idea. Para mí es lo más normal del mundo. Lo raro es cuando ando por ahí y no escucho ninguna música en mi cabeza. Si hiciéramos al revés y yo te entrevistara, te preguntaría qué sentís escuchando melodías en tu cabeza.

—Debo decir que mi cabeza es muy silenciosa.

 

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Scott Pelley y Alma Deutscher CBS NEWS. 

 

A Guy Deutscher, Pelley le preguntó si había algo que no entendiera del don de su hija:
—La creatividad. ¿Alguien la entiende?  Ahí está la clave del misterio ¿De dónde viene? Esa melodía que brota en la cabeza. Es un volcán de imaginación, casi imparable.
Mientras le enseñaba a leer música, Guy creía que era un gran maestro, porque apenas tenía que...
—¡Pensabas que eras vos!
—Sí. Casi no tenía nada que decir. Su maestra de piano una vez dijo: "Es un poco difícil con Alma, porque (al enseñarle) siempre tenés la impresión de que ya pasó por allí antes".

 

Al hablar sobre su música, Alma opina sobre el mundo. Después de estrenar su tercera ópera, El vals del emperador, sobre un cuento de Andersen, le explicó al público del Carnegie Hall en 2019 que siempre quiso escribir música bella:

"Música que venga del corazón y que le hable directamente al corazón, Pero hubo quienes me dijeron que las bellas melodías y armonías ya no son aceptables en la música clásica, porque la música del siglo XXI debe representar la fealdad del mundo moderno. En vez de tratar de hacer mi música artificialmente horrible de modo de reflejar el mundo moderno, seguí la dirección contraria. Tomé algunos sonidos horribles del mundo moderno y traté de convertirlos en algo más bello por medio de la música".

 

 

 

Yo no soy creyente, pero si algo podría hacerme vacilar es esta Alma, que con la mayor naturalidad hizo maravillas que décadas de arduo entrenamiento no le permitirían a un adulto común y corriente. No se me ocurre mejor representación de la pesada divinidad.

 

 

 

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