¿Quién le teme a "Los demonios"?

A 47 años de su estreno, un film de Ken Russell sigue estando desaparecido

 

Una de las películas favoritas del Indio Solari es "Los demonios" (1971) de Ken Russell, que produjo escándalos desde su estreno dada su irreverencia respecto de los principios y la iconografía de la religión católica. Lejos de aplacarse con el tiempo, esos escándalos han impedido que "Los demonios" se difunda en ninguno de los formatos digitales a los que se tiene acceso en este tiempo. En junio de 2010, Warner Bros. estrenó la versión de 108 minutos —o sea, la versión aún cortada— para compra y venta a través de iTunes, pero el título fue removido sin explicación tres días después. En marzo de 2017, el servicio de streaming Shudder ofreció la visión de la película pero al poco tiempo la quitó de sus listas.

Por eso en esta ocasión sólo podemos ofrecer la visión de algunos fragmentos del film que todavía circulan, y el apasionado recuerdo que despierta en la memoria de Solari.

 

 

 

En algún momento de este lluvioso fin de semana, en una larga pausa, sin compañía alguna y sin sumarme a las voces que describen su filmografía como despareja, me gustaría volver a ver una película de Ken Russell. Esto, más que nada, porque he visto tan sólo cuatro o cinco de sus films de los '70 (Russell ya había estado top of the hill desde los '60) y todos me habían gustado.

Mi ligadura comienza cuando se estrena Women In Love (1969) en el circuito internacional y Russell proyecta a Glenda Jackson como una bella e intempestuosa actriz. Luego lo confirmó con sus trabajos dedicados a grandes compositores, entre ellos Tchaikovsky. (The Music Lovers, 1970.)

Más que desparejo, Russell me parece diverso. Su estilo coreográfico provocó a sus colegas y entusiasmó a los jóvenes. Este vínculo se selló con su versión fílmica de Tommy, donde actúan Jack Nicholson, Roger Daltrey, Keith Moon y varios otros actores y músicos. Probablemente esa diversidad tenga que ver con una vida inquieta. Fue un trabajador itinerante hasta que recaló en el baile, la fotografía y de allí a sus documentales.

En muchas oportunidades, su estilo ambivalente y lujurioso impidió su proyección en los festivales prestigiosos.

Personalmente me enganché con su cine —muchos lo hicieron— cuando ganó un Oscar. Imagino que los votantes de la Academia se conmovieron tanto por la actuación de Glenda Jackson como por el completo desnudo de Oliver Reed y Alan Bates, los dos actores principales.

Recuerdo haber prestado mi mejor atención a Estados alterados (1980) y luego, recién entonces, cruzarme con el film que pertenece al mejor plantel de películas que he visto. Esa inmensa película es Los demonios (1971). Una recreación extravagante del relato de Aldous Huxley Los demonios de Loudon, basado a su vez en hechos reales. Un Oliver Reed aparatoso y aun así inmejorable interpretaba a Urbano Grandier, sacerdote cristiano enemistado con Richelieu, que se comporta como un rock star ante la mirada extraviada de la Superiora de un convento (Vanessa Redgrave) y del resto de las monjas. Esa histeria colectiva lleva a Grandier a la hoguera, a través del camino de la tortura.

Por supuesto que una película que muestra monjas en orgías y a la Superiora masturbándose con un crucifijo fue censurada y mutilada más de una vez hasta alcanzar límites aceptables para los censores. Todavía hoy es casi imposible conseguir una copia en cualquier formato, para disfrutar durante un fin de semana lluvioso.

 

La escena inicial de "Los demonios", en la que Luis XIII monta una mascarada equívoca ante el Cardenal Richelieu.

 

Las fantasías que atormentan a la Superiora (Vanessa Redgrave).

 

El trailer original inglés, lleno de imágenes inquietantes.

 

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