¿Quién subestima a quién?

La disputa del sentido en torno a las últimas medidas de Massa

 

Todo lo que haga o diga un candidato por estos días es electoralista, pero sin dudas mejor que decir es hacer. Mientras escribo esta nota está aconteciendo la sesión de la Cámara de Diputados de la Nación que discute la propuesta de reforma del impuesto a las ganancias del ministro Massa. Milei realizó una inteligente intervención en la cual, aclarando de entrada que votaría a favor porque es “liberal-libertario”, sostiene una idea-fuerza con la cual busca interpelar electoralmente: “el gobierno intenta sacar un rédito electoral”, “piensan que la gente es tonta”, “subestiman a la gente”.

Tanto las medidas anunciadas por Massa como la construcción de sentido de Milei, en torno a una subestimación del pueblo por parte del oficialismo, son electoralistas. Simplemente, porque estamos en medio de un escenario electoral próximo y, aún, sumamente abierto.

 

 

¿Quién subestima a quién?

Interpretando el mensaje de las mayorías en la instancia electoral de las PASO, Massa respondió con medidas concretas que alivian el bolsillo de las mayorías. Las medidas llegaron. Resulta clave que estas profundicen su llegada a los sectores de la economía informal. Cabe recalcar el inicio de una política de acceso a la tierra para habitar o producir alimento, a quienes carecen de ello y quieren acceder.

Las medidas, por estos días, constituyen el corazón de toda argumentación política en favor de Unión por la Patria. Pero queda pendiente la disputa de sentido en torno a estas, lo cual también resulta de vital relevancia.   

Que una parte importante del pueblo haya castigado a la fórmula de Unión por la Patria (votando en contra o no yendo a votar) y luego decida votarlos en octubre porque se están efectivizando las medidas y el rumbo que exigía no me parece para nada un motivo de subestimación. Más bien, todo lo contrario, el pueblo gano una pulseada. Manifestó en las PASO su inconformidad, su bronca, y el gobierno está respondiendo con políticas concretas. Ahora, cabe recordar que es la actual gestión del ministro Massa la que puede posibilitar este y otros tipos de avances.

¿Quién subestima a quién? La mayoría del pueblo argentino no quiere un Estado ausente. Quiere medidas como las que comenzó a tomar el gobierno, finalmente. Quizás es Milei el que subestima, pretendiendo herir el orgullo del electorado o construyendo un sentido de culpa por una supuesta extorsión. No hay extorsión porque sus orientaciones liberales y, contradictoriamente, tanto imperialistas como anarco-capitalistas, no representan el sentido común ni los valores predominantes del pueblo argentino.

La pulseada hegemónica ubica a una gran concentración de medios de comunicación y a las nuevas derechas, de un lado, y al oficialismo, sus medios afines y el movimiento nacional-popular, de gran activismo y tradición política, del otro. Sin dejar de reconocer la hipermediación digital y algorítmica de nuestros días y su modo indirecto de contribuir al fenómeno de las nuevas derechas, hay que decir que el activismo en las redes sociales está cumpliendo un rol muy importante también (la creatividad popular memética a destacar).

Desconfío de que más de la mitad de la población argentina prefiera un Estado ausente a un Estado presente. Las PASO sirvieron para pegarle una buena despabilada al gobierno, la gestión de Massa ahora muestra claros signos de reorientación hacia políticas que benefician a las mayorías. Mejor que decir es hacer y el optimismo, a veces, trae buenaventura.

 

 

Al león se lo doma con dulzura y osadía afirmativa

“El león no tendría melena si se dejara esquilar” decía Larralde. Pero este “león” (Milei) se deja esquilar y quienes lo alimentan y lo esquilan son geopolíticamente muy fuertes e injerencistas (Estados Unidos, Israel). Este es el león con melena que sí se deja esquilar. Ostentar fiereza “leonina”, al parecer, es un modo de justificar sus episodios de polarización psíquica, donde ciertos complejos psíquicos que él más bien tiende a reprimir, de pronto, irrumpen violentamente. Lo cual no constituye particularmente un rasgo de salud psíquica y recordemos que puede llegar a ser Presidente de la nación; sobre todo, resulta fundamental medir las peligrosas consecuencias que esto podría implicar. 

Hay que reconocer que es un tipo inteligente, hábil y bien asesorado. Por eso, de acá al 22 de octubre tenemos que seguir apostando a las medidas concretas y reparar en los reversos posibles de sus construcciones de sentido. Milei viene a querer posicionarse como un salvador mesiánico que va a resolver los problemas más elementales (y otras expectativas reforzadas por la hipermediación digital) de amplios sectores de la población argentina. Massa ya comenzó a hacerlo y no importa si la gestión de Alberto no lo hizo, porque lo está haciendo ahora. La gestión de Massa no es, sino que está siendo y ese devenir es mucho más real que cualquier propuesta mesiánica bastante complicada en sus fundamentos y orientaciones.

Volviendo un poco a la figura retórica del león, vale recuperar a Nietzsche. Este filósofo se refería a tres transformaciones del espíritu. En un primer momento, el espíritu es un camello, es un “espíritu de carga” que se deja cargar con todos los “deber ser”: se caracteriza por obedecer. En la soledad del desierto, el espíritu pasa de camello a león. El león ya no acepta ningún “deber ser” y afirma su propia libertad individual. Pero hay algo que ni el camello ni el león son capaces de hacer: crear lo nuevo. El camello solo sabe “agachar la cabeza”, dejar que lo carguen y obedecer; el león solo sabe pelearse con el mundo y destruir. Para crear un nuevo mundo es necesario que el espíritu se convierta en niño. Dice Nietzsche: ser una afirmatividad, “un primer movimiento”, “una rueda que gira por sí misma”. El niño no sólo tiene en claro lo que no quiere, sino que va y construye lo que sí.

Milei, como expresión de un espíritu leonino en sentido nietzscheano, sólo viene a traer destrucción. De tomar el timón del Estado va a carecer de la capacidad de afirmar algo nuevo en la nación argentina. Cuando expresa soltura y calma, se le nota de lejos el esfuerzo consciente que realiza por mostrar un semblante de bonanza y tranquilidad, claro: a menos que “lo hagas enojar”. Con políticas que benefician a las mayorías, el gobierno dio inicio a un viraje que lo comienza a distanciar de su condición de progresismo globalizado (semejante al espíritu del camello) y lo ubica más próximo a un Estado nacional-popular.

Se abre la posibilidad de volver a enunciar un proyecto. El proyecto es devenir, es actualidad y orientación hacia el futuro. Es afirmatividad y por ello aspira a la posibilidad de consolidación de una nueva mayoría nacional-popular, lo cual es más próximo a las características del niño nietzscheano (que afirma, que crea) como un estadio superior del espíritu. 

Por último, si su intención es asemejarse al león de Juda bíblico, cabe destacar que dicha figura viene supuestamente a cumplir un rol de beneficio comunitario. No viene a enaltecer el individualismo y el egoísmo, sino a romper con ello.

 

Las tres transformaciones del espíritu, según Nietzsche: el camello, el león y el niño.

 

 

Las medidas están llegando, ahora: la disputa de sentido

Las medidas están llegando, por ello es momento de no descuidar la disputa de sentido en torno estas. No hay que relajarse en la suposición de que con las medidas alcanza ni tampoco resignarse a la idea de que ya no se puede ganar. Falta un mes para las elecciones y el escenario se encuentra absolutamente abierto.

Resulta clave desarmar, del modo más sencillo posible, las construcciones de sentido de Milei y los medios de comunicación en torno a una “compra de votos” o “una extorsión”, y la suscitación de un sentido de culpa por cambiar el voto o ir a votar a Unión por la Patria (quien no fue en las PASO) porque finalmente se están tomando los tipos de medidas exigidas.

 

 

 

* Jonathan Prueger es licenciado en Sociología y doctorando en Ciencias Sociales (FaHCE-UNLP). Becario doctoral (IIGG-UBA/CONICET). Integrante del PPID: “Dependencia epistémica, eurocentrismo y colonialidad del saber: hacia un pensamiento situado”. Integrante del UBACyT: “Big data, algoritmos y plataformas: las nuevas formas de gubernamentalidad a la luz de la teoría de lo transindividual de G. Simondon”. Miembro de la Red PLACTS.

 

 

 

 

 

 

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