Rastros del horror

Una zapatilla en el Campo Militar San Pedro, un centro de exterminio sin sobrevivientes

 

Nada fuera de lo común en el monte escapa a la mirada de un baquiano. Entre punto y punto del terreno que iba indicando, José se detuvo y señaló hacia el suelo con la punta del cuchillo largo que usaba a modo de machete. Entre la maleza asomaba la planta de goma de una zapatilla muy deteriorada. Luego, en otro lugar relativamente cercano, encontró una antigua botellita de vidrio de leche chocolatada Cíndor y más adelante una pequeña botella de Pepsi, ambas con la pintura desgastada por el paso del tiempo. Indicios de actividad humana de hace muchos años en pleno monte nativo, a 40 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Fe, en un predio del Ejército Argentino.

El tamaño de la planta de la zapatilla, de marca Flecha, indica un número 38. Con mucha generosidad, el investigador Sebastián Avila nos ayudó a determinar que se trataba de un modelo de los años 70. Se basó en sus estudios sobre objetos abandonados en Malvinas por soldados argentinos, entre los cuales había zapatillas de esa marca pero en otras versiones. Ese calzado alternativo les era entregado como parte de su equipo, quizás más para gimnasia que para el combate.

Respecto al origen de la zapatilla se podrían plantear tres hipótesis: fue de un trabajador rural del campo, de un soldado conscripto de los que llevaban a la zona para entrenamiento, o de una víctima del terrorismo de estado de los años 70. No parece muy factible la primera alternativa ya que la gente de campo usaba en esos tiempos la tradicional alpargata con planta de yute. Además es muy difícil que ese número haya correspondido a un adulto de sexo masculino. Este último argumento también se puede utilizar para dudar de su posible pertenencia a un soldado. Por otra parte, cuesta pensar que un conscripto en maniobra abandone su calzado en pleno monte.

Si bien no hay pruebas para ninguna de las hipótesis, hay otros elementos que nos conducen a la tercera opción. En 2010 el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) había hallado en ese campo una fosa clandestina con los restos de ocho desaparecidos de 1977: cinco hombres y tres mujeres. Los cuerpos estaban desnudos y cubiertos por cal. Sobre el uso de esta sustancia ya estábamos advertidos cuatro años antes, cuando transformamos un testimonio en la denuncia judicial que culminó en el hallazgo. Hubo al respecto otros relatos que daban cuenta de ropa tirada y zapatos en zonas relativamente cercanas a la fosa, y también en otros lugares del monte. El propio José se había referido a indumentaria abandonada que vio en los años de dictadura en la zona cercana a donde se encontró la zapatilla. Calzado que se halló a más de 1.300 metros de la fosa hallada en 2010, en una zona en la cual el baquiano indicaba rasgos reveladores de otros posibles lugares de enterramientos clandestinos, ya que hay múltiples testimonios que indican que el Campo San Pedro aún guarda en sus entrañas los restos de muchos de nuestros desaparecidos. Quienes, como ha dicho el querido antropólogo Juan Nóbile, aún esperan el abrazo que quedó pendiente desde hace más de 40 años.

Los sondeos que planea el EAAF para este año, incluyendo el uso de un sistema de mapeo aéreo con el sistema “Lidar”, quizás echen luz sobre esta posibilidad.

 

Zapatilla “Flecha” hallada en Malvinas.

 

Los hallazgos de zapatillas en el Campo San Pedro y en Malvinas muestran sin duda aspectos coincidentes. Ambas habrían pertenecido a personas jóvenes, que de una forma u otra fueron víctimas de la dictadura militar. La primera quizás anduvo los pasos de una compañera que fue martirizada por soñar y luchar por una patria para todos. La segunda perteneció a un muchacho de 18 años, que más allá de su amor a su patria, había sido obligado a pelear en una guerra improvisada y en condiciones totalmente desventajosas. Detrás de ambos escenarios y en forma oculta se erigía el poder de un Imperio de rostro mutante, que nos viene subyugando desde hace siglos.

La construcción de memoria en un centro clandestino de exterminio sin sobrevivientes, como el Campo Militar San Pedro, tendrá que basarse en indicios materiales como la simple planta de una zapatilla, y en testimonios como el de José y el de muchos otros trabajadores rurales y habitantes de la zona, que desde hace varios años vienen aportando información valiosa.

 

 

 

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