Reflexiones de un ciudadano común

Incertidumbre ante una elección disputada y escozor ante la posibilidad de que vuelva la derecha

 

Dudé mucho en escribir esta nota. No soy un político profesional ni un politólogo, sólo 20 años de periodista dedicado a la política, hace casi 50 años. Pero como muchos argentinos, vivo muy preocupado el tiempo que nos toca vivir. La posibilidad de que la derecha asuma el gobierno en diciembre causa escozor. De todas maneras, no es tan sorpresivo. En 2009 Néstor Kirchner había dejado dos años antes una presidencia que podíamos llamar exitosa, para muchos la mejor de estos tiempos democráticos. Kirchner se presentó como candidato al Senado de la Provincia de Buenos Aires y perdió las elecciones ante un empresario que recurrió a gestos payasescos.

No terminó ahí. Macri encabezó uno de los peores gobiernos –si no el peor– de los tiempos democráticos, según lo confirman los números de su presidencia. Sin embargo, obtuvo el 40% de los votos. ¿Qué pasó? Muchos miles de ciudadanos y ciudadanas se asustaron ante la vuelta del peronismo. El peronismo es quilombero. ¿Le puede pasar lo mismo a Patricia Bullrich con su estrategia bélica? El peronismo perdió la épica entre sus bases populares; se le suele llamar la mayoría silenciosa, pero en realidad se trata de una mayoría sin formación política. Un conocido sociólogo cuyo nombre no recuerdo (a mi edad ya no recuerdo la mayoría de los nombres) sostuvo en un reportaje que el 100% de los camioneros votaban a Moyano en el sindicato, pero el 50% votaba a Macri en las elecciones.

Según las encuestas, las opiniones de los políticos y los militantes, no hay ninguna certeza. Hasta hace un tiempo parecía que la derecha era la segura ganadora, pero últimamente dejó de ser una certeza. Es increíble que una dirigente del tamaño de Cristina no esté en la pelea. La canalla periodística y las noticias falsas apoyadas por la justicia convencieron a millones de argentinos de que la ex Presidenta robó, pese a que todavía no le encontraron ni un dólar en el delantal. Cristina se corrió de la pelea –eso creo– porque sabía que no ganaba las elecciones. Los Kirchner sedujeron a muchos progresistas con su política de derechos humanos pero, al mismo tiempo, los distanciaron de los sectores populares, que siguen siendo tan conservadores como hace un siglo. No les cayó bien la despenalización del aborto, y mucho menos el casamiento igualitario y la política hacia las minorías sexuales y de género. La influencia de las iglesias católica y evangélica especialmente se ha debilitado, pero sigue siendo importante. El peronismo ya había perdido cierto ímpetu en el final del gobierno de Cristina, pero el gobierno de Alberto terminó por debilitarlo.

Vaya a saber qué ocurrirá el 22 de octubre. Salvo en los tiempos del primer peronismo, no tuvimos elecciones tan disputadas. Para muchos, el cielo o el infierno.

 

 

 

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