Los nuevos flujos de comunicación e información imprimen una velocidad que no da pausa para pensar ni descansar. Flujos que obligan a tomar decisiones rápidas, cada vez en mayor soledad, sin siquiera alguna discusión de sobremesa. En ese contexto, toda interacción humana se percibe retardataria, molesta y distractiva. El mundo virtual en pantalla es nuestro nuevo paisaje.
Todas las etapas extractivistas tienen un denominador común: la transformación de nuestro paisaje. Hacerlo, impone la ajenidad para sus habitantes y la comodidad para el conquistador. Eso ocurrió en nuestra América, con sus minas e infraestructura urbanas, con los campos y su organización territorial, en la etapa de provisión de materias primas y ese embudo que culmina en Buenos Aires. Hoy las consecuencias están a la vista: sequedad de nuestros ríos, humedales, incendios, inundaciones, contaminación ambiental, las ciudades y su gentrificación, etcétera. Pero, sobre todo, hoy, el extractivismo trabaja sobre nuestros cuerpos y mentes con la extracción del dato que alimenta el algoritmo. Todas estas fases proponen cambios en el espacio que habitamos y miramos.
El extractivismo de hoy se genera sobre nosotros, sobre nuestros cuerpos y pensamientos. Es la extracción de la data que alimentan algoritmos y allí quedan nuestros perfiles, gustos y consumos. No es solo la publicidad para sacarnos dinero, sino la guía efectiva para que una mascota amigable, como el conejo de Alicia, nos lleve a la madriguera de los monstruos de nuestro tiempo y no al país de las maravillas.
La aceleración y la velocidad extractiva están cambiando los patrones de nuestras vidas. Decía Paul Virilio: “Al mismo tiempo que la interactividad nos acerca a lo lejano, nos aleja de lo próximo, del amigo, del paciente, del vecino, y los transforman en extraños”. Esa es la velocidad que han impuesto y no mide consecuencias en el frenado, porque tal vez el fin sea un choque de consecuencias imprevisibles.
Toda esta fascinación por el mundo virtual tendrá su tiempo, como lo tuvieron todas las innovaciones que llegaron y se temieron; como también pasó con el cine, la radio y la televisión.
Debemos tener la firmeza de poder desarrollar el pensamiento crítico, no para negar los avances tecnológicos sino para superarlos y utilizarlos con conciencia crítica. Es por allí por donde pasa nuestra épica contra este nuevo Leviatán. Repolitizar para revertir la derrota puede ser una acción imprescindible, sabiendo que los pueblos, por lo general con su gran sabiduría, tardan más que sus opresores en dar respuestas. Pero al fin y al cabo las dan.
No fueron los defectos del campo popular los que nos llevaron a esto. Esta reacción conservadora llegó a nuestras vidas por lo que logramos y viene por todo, como vemos día a día.
Hoy entre personajes de comics invasores como el Capitán ANCAP (anarco capitalista), alter ego del Presidente, o la cosplayer Lilia Lemoine, quien encarna a Lady Lemon. Ambos representantes de las fuerzas del cielo en la tierra. La ficción se mezcla con lo real. Y es también, como en todo comic, el momento en que surge su antítesis. Así reapareció Juan Salvo y volvió El Eternauta, como lo hiciera después de la Revolución Fusiladora. ¿Será una coincidencia o la muestra de las capacidades anticipatorias que afortunadamente tienen el arte, la literatura y, en definitiva, la ficción?
Con esperanzas, muchas, muches y muchos ansiamos el momento del encuentro real, de vernos frente a frente, en comunión, en unidad, siendo un solo puño ante los embates reaccionarios que crecen día a día, dejando la selfie de lado. En estos días hubo unificación de las luchas populares y hasta grandezas, como cambiar la fecha de “Ni una menos” para coincidir con otras nobles causas: jubilados, discapacitados y tantas otras que se suman a diario. También hubo diálogo entre las máximas esperanzas del campo popular, un primer diálogo que esperemos empiece a pavimentar el camino. Ambas situaciones demostraron que a ellas les cuesta menos recalcular que a nosotros, como bien se dijo. El lugar que habitamos es un ecosistema perturbado, en el que se funde la realidad, la ficción y lo político, todo es ambiente. Así habitamos la vida humana, hasta ahora. Entonces, construyamos en unidad, único camino posible, para evitar que nos roben nuestra posibilidad de acordar, de construir y de soñar, que nos vienen haciendo falta y nos quieren cercenar. ¡Ojo! Que el árbol no tape el bosque y que la justicia no decida por nosotros, que no triunfen los que odian. Que ordene la política y no las encuestas, ni las redes, ni la tapa de los diarios. Tampoco la justicia, ejecutando extractivismo en la organización política, del pueblo, generando proscripciones. Apliquemos lo que andamos repitiendo sin cesar: nadie se salva solo, aunque creamos que las heroínas populares lo pueden hacer.
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