Respiración artificial

El desgaste de una guerra y los intereses foráneos

 

El proceso de paz Ucrania/Rusia ha sufrido una frenada cuando la Administración americana y el mismo Trump, en sucesivas declaraciones, dijeron que si no se verifican progresos, Estados Unidos podría retirarse de la mediación dado que no es su guerra; Trump declaró que aplicaría ulteriores sanciones a Rusia, dando vuelta los conceptos negativos contra Zelensky para transferirlos a Putin. Sucesivamente, Estados Unidos recomenzó a abastecer de armas a Ucrania, que se sostendrá a través del endeudamiento con el acuerdo de las tierras raras. Claramente, el dinero  viaja hacia las fábricas de armas americanas, el acuerdo es también una señal para Putin. Posteriormente, Trump volvió a declarar que las posibilidades de un acuerdo eran positivas.

Estos desvaríos se asemejan a la política de aranceles con marchas y contramarchas; conocemos la emotividad brutal de Trump, que no se siente ligado a declaraciones precedentes ni a la coherencia del discurso; conducir un negociado diplomático con este tipo de actitudes demuestra lo inadecuado de la gestión, que requiere silencio, discreción y claridad de objetivos.

 

 

Desangramiento y desgaste

Otro apunte para la historia secreta de esta guerra surge de la entrevista del diario británico The Times a Ralph Goff, alto funcionario de la CIA que se jubiló en octubre de 2023. Desde entonces, hizo una serie de declaraciones a favor del compromiso con Ucrania en plena sintonía con la línea Biden; además, ha viajado a Ucrania como consultor independiente.

Las declaraciones de Goff reflejan las contradicciones estratégicas del mando americano y su propio rol; se pueden resumir en la frase "le hemos dado a Ucrania bastantes armas para hacer sangrar, no para vencer", confirmando la idea de desgastar a Rusia.

Además declaró: "Si hubiéramos equipado a Ucrania con las armas apropiadas, quizá hubieran podido expulsar a los rusos de su territorio. Pero elegimos no arriesgar".

El riesgo era una respuesta rusa no convencional, riesgo que no quería correr Biden; justamente Goff había advertido en 2014 que se estaría jugando con la Tercera Guerra Mundial, pero él mismo era un convencido de que el apoyo a Ucrania debería intensificarse; la inutilidad del esfuerzo ucraniano, las muertes y la devastación del país no contaron nunca para Estados Unidos.

La posición de Goff ha hecho saltar su probable nombramiento como vicedirector de la CIA, no obstante su historial de servicio; el enfoque de la administración Trump es opuesto al de Sleepy Joe Biden. 

 

 

Juego de roles

Una gran responsabilidad frente a la posibilidad de que cese la gestión americana cabe a Francia, Inglaterra y Alemania, que con iniciativas bizarras han saboteado el proceso, una de las más ridículas es el cuerpo de peacekeeping rebautizado posteriormente "cuerpo de resiliencia".

Menos conocida fue la creación, el 17 de enero de 2025, de una asociación entre Reino Unido y Ucrania; Starmer viajó sorpresivamente a Kiev para firmar el acuerdo llamado Centenario, debido al compromiso británico de garantizar la seguridad de Ucrania durante cien años. El pacto comprendía puntos de defensa, ciencia, energía y comercio. A nadie le pasó desapercibido que el acuerdo se firmó tres días antes de la asunción de Trump.

Pero no pasaron ni siquiera cien días (ni hablar de años) para que el Centenario fuera ya objeto de comentarios sarcásticos en el ámbito diplomático, porque la pregunta era sobre el tipo de rol al que aspiraba el Reino Unido con este pacto, teniendo en cuenta los recursos que un proyecto de semejante envergadura requiere.

El ejército del Reino Unido está compuesto de 184.860 efectivos, en cifras de 2023. El escaso número de efectivos es consecuencia de un anuncio del gobierno en 2021 sobre la reducción del personal para favorecer las inversiones en tecnología bélica. Ulteriormente, se ha registrado un alto grado de dimisiones unido a un descenso de enrolamientos; el Ministerio de Defensa identifica las razones en problemáticas sociales y psicológicas, además de las elevadas condiciones psicofísicas requeridas a los aspirantes; pesan también las retribuciones económicas bajas y las condiciones decadentes de alojamiento.

A comienzos de 2023, el ex jefe de la Defensa británica Lord Richard Dannatt afirmó que el Reino Unido podría tener dificultades para cumplir sus compromisos en la OTAN a causa de la falta de personal, lo que significa que operaciones como las realizadas en Irak o Afganistán en 2008 ahora serían imposibles.

La pretensión intervencionista de Starmer en Ucrania se revela desproporcionada frente a la situación objetiva, y recuerda la propuesta de Sir John Brodrick, ministro de Guerra del Reino Unido en 1901: formar seis cuerpos de ejército, tres de los cuales deberían estar preparados para ser enviados al extranjero. El proyecto, notoriamente insuficiente para una política de potencia, atrajo las críticas de Winston Churchill, que lo denunció con su afilada prosa en un discurso pronunciado en la Cámara de los Comunes el 12 de mayo de 1901: "El ministro de Guerra sabe (y ninguno puede saberlo mejor que él) que no nos darán seguridad, y que si entráramos en guerra con cualquier potencia grande, estos tres cuerpos de ejército servirían apenas como vanguardia. Si nos odian, no harán que nos amen. Si estamos en peligro, no nos salvarán. Sirven para irritar; no bastan para intimidar. No nos harán invulnerables, pero con mucha probabilidad nos causarán riesgos".

Pero algún analista encontró una explicación: a Starmer no le interesa tanto "presidir en Ucrania la seguridad de Europa" como preparar el aterrizaje del Reino Unido en la reconstrucción del país; entonces firma un verboso acuerdo, se hace la foto con Zelensky, promete los cielos. Cuando termine la guerra, pasará por ventanilla a cobrar: licitaciones de infraestructuras, contratos de comunicaciones, tecnología militar, soporte informático, gestión financiera, etc.

Esta semana se confirmó un acuerdo arancelario entre el Reino Unido y Estados Unidos que confirma la relación privilegiada entre ambos países (dicen que Trump tiene debilidad por la monarquía inglesa). Starmer por ese lado puede respirar, ha serenado el frente interno y puede dedicarse a pensar en la reconstrucción de Ucrania, siempre más interesante y ventajoso que enredarse en una guerra insidiosa con el adversario que se ha inventado.

 

 

La potencia estabilizada

En 2021, David Teurtrie publicó en Francia Russie: Le Retour de la puissance (ediciones Armand Colin), donde se analizaban las dos décadas de comienzo de siglo en Rusia y la recuperación después de los terribles años ‘90.

Emmanuel Todd retomó la idea en una conferencia realizada en Budapest el 29 de abril pasado. El profesor recordó su visita a Hungría de 1975 y el estudio comparativo de las tasas de mortalidad infantil, que, unidas a otros elementos, lo llevaron a prever la caída del sistema soviético.

Todd recuerda: "En el período 2000/2020, mientras todos decían que Vladimir Putin era un monstruo, mientras se decía que los rusos estaban sometidos y eran estúpidos, he visto desarrollarse y surgir datos que demostraban que Rusia se estaba estabilizando".

Los datos eran la normalización de la economía, la autonomía del sistema bancario, el modo en que Rusia ha protegido las áreas electrónicas e informáticas de las sanciones europeas; el libro de Teurtrie, citado por Todd, descubre el regreso a la eficiencia de la agricultura rusa (caricaturizada por Reagan durante la Guerra Fría), la producción y exportación de centrales nucleares, entre otros elementos de resiliencia.

Y Todd regresa a su vieja pasión y analiza las tasas de mortalidad infantil; en Rusia en 2022 bajó superando a la de Estados Unidos y no tardará en superar la de Francia. Además, descendieron las tasas de suicidios y homicidios.

Todd aborda otra de las temáticas que prefiere: las relaciones familiares. Sostiene que el sistema ruso era comunitario, tenía como valores el respeto a la autoridad y a la igualdad, que alimentaban un sentimiento colectivo y nacional muy fuerte.

Claramente no es una democracia occidental; aun aceptando las reglas del mercado, permanece el Estado fuerte, como así también la aspiración a la soberanía.

No obstante, con una población menor dos veces y media que Estados Unidos, Rusia produce más ingenieros, técnicos y obreros especializados; en Rusia, el 25% de los estudiantes elige Ingeniería, en Estados Unidos solo el 7%, y obviamente esto indica una relación recíproca entre economía y educación.

El carácter de potencia con responsabilidades fue subrayado en la carta que el Presidente Xi Jinping publicó antes de su llegada a Moscú el pasado jueves: China y Rusia son naciones estabilizadoras en el nuevo mundo multipolar.

Todd se refiere también a la dislocación del sistema globalizado. Una de las fantasías que rodearon estas décadas era que no existían más las naciones y los pueblos, pero "lo que está surgiendo, en cambio, son las naciones y los pueblos, cada uno con su propia historia, con sus tradiciones familiares y religiosas", el mundo polifónico que mencionó Putin en un discurso.

Todd considera a Rusia un país completamente predecible; piensa que la política rusa es fundamentalmente racional y coherente. La experiencia ha traído una consecuencia: la imposibilidad de confiar en los europeos y en Estados Unidos, aun con la predisposición de Trump de llegar a la paz en Ucrania. "La única opción práctica para Rusia es conseguir sus objetivos militares y ocupar los territorios que puedan garantizar su seguridad".

Todd agrega una idea, sin soporte informativo como él mismo aclara: la flota rusa no está completamente segura en Sebastopol. "Creo que Rusia intentará ocupar Odessa para garantizar sus puertos, y entonces se detendrá".

La conferencia de Budapest es rica en estímulos; a los efectos de esta nota, hay una frase notable de Todd sobre los europeos: "¿No pudieron vencer con Estados Unidos y ahora quieren vencer sin ellos?".

En tanto, Moscú tuvo su celebración de la Gran Guerra Patriótica el viernes 9, acompañado de las delegaciones de 29 países, donde destacaban las figuras de Xi Jinping y Lula, dos socios importantes del BRICS. Trascendió el encuentro de Putin con Xi Jinping que duró siete horas y la afirmación de una alianza sólida para enfrentar los nuevos desafíos.

 

 

Banqueros

La agencia Reuters anunció, después de haber examinado una serie de documentos, que la sociedad belga de servicios financieros Euroclear tiene intención de redistribuir a inversionistas occidentales alrededor de 3000 millones de dólares provenientes de fondos rusos congelados después del comienzo de la guerra en Ucrania.

En 2024, Putin respondió a las sanciones con la confiscación de activos en Rusia provenientes de inversores occidentales; se estima que las sociedades extranjeras presentes en Rusia han perdido alrededor de 167000 millones de dólares desde el comienzo de las operaciones.

Rusia ha intentado casi un centenar de acciones legales contra Euroclear sin ningún resultado. La cifra que posee Euroclear se calcula en 191000 millones de activos rusos, más de dos tercios del total congelado en Bélgica.

La movida de Euroclear se apoya en el régimen sancionatorio aprobado a fines de 2024 y aparentemente cuenta con el apoyo del gobierno; por ahora, ni Bruselas ni el Kremlin han comentado la noticia.

Una crítica inesperada llegó desde el Peterson Institute for International Economics, un think tank especializado en economía con sede en Washington, que ha declarado la operación "moralmente reprobable", no por una cuestión de ética profesional, sino porque estos fondos deberían ser utilizados para la reconstrucción de Ucrania. Si estos activos disminuyen, aumenta el monto de la contribución de fondos públicos para los proyectos de posguerra. Es un conflicto entre el interés público y el interés financiero; el dossier Euroclear se ha transformado en un asunto caliente con vistas a un proceso de paz, pero se mueve en la dirección de la Unión Europea que sostiene la escalada militar y el sabotaje del proceso iniciado por Trump.

 

 

Entre dos fuegos

Desde 2021, Ucrania comenzó a vender sus terrenos cultivables a sociedades extranjeras a precios de saldo. Se trata del denominado land grabbing, acaparamiento de tierras para monocultivo, biocombustibles, explotaciones forestales. El fenómeno no era nuevo; ya en 2013, Cristina Plank, docente de Ciencias Políticas, había publicado un informe sobre el fenómeno de parte de "oligarcas ucranianos e inversores internacionales".

En 2015 fue The Guardian que hablaba de "centenares de millones de dólares destinados al desarrollo provenientes del ramo Inversiones del Banco Mundial que financiaron la controvertida expansión del imperio agroalimentario de millonarios ucranianos ligados a intereses extranjeros". La consecuencia fue que la agricultura y las tierras se fueron concentrando en pocas manos.

Después de una interrogación en el Parlamento australiano por la cuestión del apoyo a Ucrania, se llegó a un punto: "Secuestro de la propiedad territorial ucraniana, el desastre de la receta capitalista", donde se hablaba de la cuestión, los campesinos perdían su tierra a causa de la enajenación sin controles. Así, la cuestión comenzó a trascender internacionalmente.

Dentro de Ucrania las investigaciones no se detuvieron. La profesora Olena Borodina, del Departamento de Economía y Transformación Agraria, del Instituto de Ciencias de Ucrania,  analizó la moratoria del 2001 para bloquear ulteriores privatizaciones; esta medida comprendía aproximadamente 40 millones de hectáreas. Si la medida impedía la venta, no sucedía lo mismo con el alquiler: los pequeños propietarios comenzaron a alquilar sus tierras a las sociedades, tanto nacionales como extranjeras. Los ucranianos apoyaron la moratoria como rechazaron sucesivamente su revocación, debido a la presión de organismos de crédito internacionales como el BERD, el FMI y el Banco Mundial.

Sucesivamente solicitaron sin éxito la suspensión de la revocatoria a causa de la guerra; en 2022, una coalición de agricultores, académicos y ONG, para preservar la integridad territorial, pidió suspender la ley durante la guerra y la sucesiva reconstrucción.

La profesora Borodina declaró: "Hoy, miles de chicos y chicas rurales, campesinos, gente de esta tierra, están combatiendo y muriendo en guerra. Los procesos de venta de la tierra son cada vez más publicitados y liberalizados. Esto amenaza verdaderamente los derechos de los ucranianos a su tierra, por la que están dando la vida".

Como si no bastara, los ciudadanos se están empobreciendo, consecuencia de la gestión económica que ha llevado al país al tercer puesto de deudor del FMI, detrás de la Argentina y Egipto.

La fórmula es reconocible, tarifas de mercado para servicios públicos, reforma de las pensiones, aumento del precio de gas, dentro de un deterioro general de asistencia y servicios.

Entre el 2013 y el 2019, el salario mensual medio bajó hasta el equivalente 80 dólares, mientras que la inflación llegó al pico del 43% anual en 2015. Las reformas jubilatorias del 2017 han contribuido a la pobreza; cerca del 80% de los jubilados vive bajo la línea de pobreza oficial, mientras que el 65% recibe una pensión equivalente a 82 dólares mensuales.

El índice de pobreza en 2014 era del 28.6%, se duplicó en 2016 hasta el 58.6%, disminuyó en los años previos a la guerra y ahora volvió a estabilizarse en 59%.

El pueblo ucraniano se mueve entre dos fuegos: la guerra y la depredación neoliberal.

 

 

Un cuerpo casi muerto

El país se encuentra en una situación de bancarrota, hundido en una guerra que ya puede considerarse perdida, con una dirigencia que no está dispuesta a sentarse seriamente en una mesa de negociaciones. Zelensky se encuentra en una situación similar a Netanyahu en Israel; es vital para ambos seguir en el puente de mando para demorar un final que se presenta difícil.

Zelensky, millonario en dólares gracias a su talento empresario, con un pie en Moscú y otro en Kiev en los buenos tiempos, vive sometido a tremendas presiones de los grupos de poder ucranianos y externos; firmar un tratado de paz que confirme los requerimientos de Rusia podría ser letal para el Presidente, como lo fueron para el líder irlandés Michael Collins, asesinado por correligionarios que lo acusaron de traidor.

Este país es un cuerpo casi muerto que subsiste gracias a la respiración artificial que le procura una alianza de intereses cuya última preocupación son los ciudadanos ucranianos que están muriendo, en el frente y en la retaguardia.

 

 

 

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