Sacudón en la política italiana

Por primera vez dos mujeres animarán la pulseada en lo más alto de la cima del poder

 

No alcanzó a ser un terremoto; sin embargo, el domingo pasado vibró el piso institucional italiano. La joven candidata Elly Schlein, de apenas 37 años, ganó las elecciones internas del Partido Democrático y fue designada nueva secretaria general del mismo.

Con cerca de 600.000 votos, que representann el 53.75% de casi 1.100.000 electores, se impuso a Stefano Bonaccini, el candidato “oficialista” de la principal fuerza de centro izquierda de Italia. El Partido Democrático (PD), nacido en 2007 de la confluencia de comunistas y democristianos, gobernó o cogobernó en diferentes momentos de estos últimos 16 años. Pero experimentó una caída significativa en las últimas elecciones generales de septiembre del 2022, cuando obtuvo menos del 20% de los votos. Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), un partido de extrema derecha neofascista, aprovechó esa situación y de la mano de Giorgia Meloni, con el 26% de los votos a favor, se alzó con la victoria, convirtiéndose así en fuerza gobernante.

 

 

Giorgia Meloni, el rostro de la derecha italiana.

 

 

 

 

Dirigente atípica

Aunque las encuestas no le daban a Schlein grandes posibilidades de triunfo, los que concurrieron a estas primarias optaron mayoritariamente por ella. Elena Ethel “Elly” Schlein, nacida en Lugano (Suiza italiana) en 1985, vivió un recorrido político particular. Luego de su graduación como jurista en la Universidad de Bolonia, en 2008 y en 2012 viajó a Estados Unidos (posee la triple ciudadanía italiana, suiza y estadounidense) para enrolarse como voluntaria en las campañas electorales de Barack Obama.

En 2013 trabajó en la producción del documental Anija-La nave de Roland Sejko, que trata sobre el éxodo albanés a Italia en la década de 1990 y que obtuvo en 2013 el premio David di Donatello.

Un año antes, en 2012, se afilió al Partido Democrático de Italia, y en 2014 ganó en elecciones un escaño en el Parlamento Europeo. Allí trabajó, en particular, en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la cooperación internacional, así como en la Comisión de Investigación sobre los Panama Papers, en la lucha contra las mafias, en las políticas migratorias y en la reforma del Reglamento de Dublín, instrumento que define la restrictiva política inmigratoria europea.

Ya en ese tiempo sobresalía por su oposición a Mateo Renzi, camarada de Schlein en el mismo PD, y por entonces primer ministro de Italia. La hoy secretaria general combatió el conjunto de leyes que impulsaba Renzi para favorecer la liberalización del mercado de trabajo.

En 2015 participó activamente en la campaña «Occupy PD», iniciativa impulsada por jóvenes militantes que intervinieron diversas sedes de la organización para exigir políticas más de izquierda. Desilusionada por la visión partidaria dominante, Schlein abandonó el PD, al cual regresó hace apenas unos meses para disputar y ganar un curul de diputada nacional en las legislativas de septiembre pasado y candidatearse al puesto de secretaria general que conquistó el último domingo de febrero.

 

 

 

El cotidiano progresista Il Manifesto presentó el perfil de esta joven militante en su edición del martes pasado. Bajo el título “La misión posible de Elly Schelin”, señalaba: “Una activista y dirigente de izquierda, una joven feminista, una mujer que ama a otra mujer. Esta carta de identidad basta para comprender que la victoria de Elly Schlein en las primarias significa una mini revolución para un partido tradicionalmente machista, liberal en lo económico, moderado en lo político y tortuga en lo que a la defensa de los derechos civiles se refiere”.

En su comentario en Il Manifesto, la periodista Norma Rangeri recuerda que en algún momento se pensó, equivocadamente, que el Partido Democrático podría promover la convergencia unitaria de todas las organizaciones más pequeñas a su izquierda, algo que no se concretó. Según ella, la inesperada afirmación —o confirmación— de Schlein reaviva la esperanza de la gente de izquierda, dispersa entre el PD, el Movimiento 5 Stelle (Movimiento 5 Estrellas), la Sinistra Italiana (Izquierda Italiana), los Verdes y las demás formaciones pequeñas. Para la editorialista, Elly Schlein podría convertirse en la líder de un amplio frente progresista, capaz de volver a poner en marcha aparatos partidarios ahora inactivos y oxidados, estimular pasiones políticas apagadas, devolver la confianza a un ejército de descontentos, empujar a los más jóvenes a participar y reactivar a un pueblo duramente herido por la victoria electoral de la peor derecha de la Italia de posguerra.

Para ello, especula Rangeri, “deberá derribar nada menos que la pirámide del PD, su cristalizada dinámica interna y su propia visión no conflictiva del país. Y también romper con la historia de la izquierda, marcada por continuas escisiones, rupturas y divisiones”. “Si puede conseguirlo o no, pronto lo veremos”, concluye Rangeri.

 

 

 

Voces de abajo, desafíos programáticos

“Aunque estoy contenta y sorprendida con el resultado, no pienso que Schlein pueda lograr un cambio de línea esencial del Partido Democrático, que no es anti capitalista”, reflexiona Maria Agnese Cardini, durante años empleada en el sector de los servicios sociales de la comuna de Florencia.

Cardini, una activa militante antiguerra y comprometida con los migrantes indocumentados, nunca votó al PD, pero de todos modos tiene la esperanza de que la nueva secretaria general del partido pueda significar un cambio en la visión del mismo con respecto a la defensa de derechos esenciales. “Derecho al trabajo; derecho a la diversidad y a favor de la causa LGBTIQ+ y, en particular, el derecho de los migrantes a trasladarse libremente a Italia y gozar de una acogida digna de un país civilizado”.

Mauro Rubichi, ex obrero portuario y ex dirigente sindical de la ciudad de Livorno, resalta un hecho significativo en la elección de Elly Schlein: “Pudo votar todo el mundo, no sólo los afiliados al Partido Democrático, lo que permitió una participación significativa de mujeres y jóvenes, que no son muchos en el PD”.

Según Rubichi, quien además es militante internacionalista y promotor desde años de proyectos solidarios en el sector de la salud en Centroamérica, esta participación abierta “dio un vuelco al resultado”. Por otra parte, cree positivo que Schlein se haya pronunciado a favor de “superar las diferencias sociales”.

La crisis las ha aumentado, sostiene Rubichi, y en los últimos años el PD poco hizo para superar esta brecha social creciente. “Superar dichas diferencias”, sostiene, “implica también cambiar las relaciones entre el Norte enriquecido y el Sur global empobrecido. Esperamos que esta nueva etapa del PD signifique una mayor solidaridad internacional”.

Otro tema donde se reconoce con los anuncios de la hoy secretaria general es la reducción del desempleo, en particular entre los jóvenes, que es muy alto. Y también le reivindicación y continuidad de la lucha para proteger la Tierra del amenazante cambio climático. Para Rubichi, el planeta corre “un peligro grave de muerte si no intervenimos con decisiones inteligentes y coherentes”. Sin duda, agrega, la sensibilidad de Schlein con respecto a la crisis del clima “constituyó una de las razones por las que muchos jóvenes la hayan votado”. Y sostienen que si la nueva dirigente de centro-izquierda debe confrontase con un desafío esencial, el mismo consiste en “acercarse realmente a la gente, mucha de la cual hoy se muestra desilusionada con la política, los partidos y las instituciones”.

 

 

“No es un rostro nuevo”

Imposible de no reconocer algunos aspectos positivos del perfil de la nueva secretaria del PD, “joven, mujer y lesbiana. Lo que expresa que son temas que ya no pueden ser marginalizados del debate de sociedad en nuestro país”, afirma Maurizio Coppola, activista en Je so’pazzo (Soy loco) de Nápoles, antigua prisión psiquiátrica ocupada y transformada en centro socio-cultural alternativo.

Sin embargo, para Coppola, quien es también uno de los fundadores de la organización extraparlamentaria de izquierda Potere al Popolo (Poder al Pueblo), es incorrecto presentar a Schlein como una cara nueva, expresión de renovación, ya que “ella está en la vida política desde años, representa estructuras viejas y ha sido una parte de los conflictos históricos del PD. Y señala que no es adecuado exagerar el entusiasmo que su candidatura produjo en las masas y asombrarse por el número de votantes que participaron el 26 de febrero. Por el contrario, Coppola enfatiza que “lo que se observa es una caída tendencial significativa de la participación en esas elecciones internas”. Su reflexión coincide con un artículo reciente del cotidiano Il sole-24 Hore que confirma el descenso constante de los votantes en las internas del PD desde 2007 hasta la fecha. “De los 3.5 millones que participaron en la elección de Walter Veltroni, se pasó a 1.6 millones en 2019 para la elección de Nicola Zingaretti”, y se llega a 1.1 millones el último domingo de febrero. “Amplios sectores populares no se sienten representados ni por el Estado, ni en los partidos tradicionales”, reflexiona el militante de izquierda.

 

 

 

 

Y subraya que la crisis de confianza de la gente con respecto a la política, desmitifica, además, un argumento que viene propagándose en los últimos días: “No es verdad que una sola persona, en este caso una nueva secretaria general del PD, podrá introducir, por voluntad propia, cambios internos sustanciales. Si no logra reactivar la participación real desde abajo, de las clases populares a partir del territorio, desde las comunidades locales, desde la base, Schlein no podrá cambiar la política partidaria. Incluso hay un gran riesgo, que desde ya lo observamos como una posibilidad cierta, que ella termine totalmente absorbida por la estructura del partido”.

Al margen de los avances en temas de sociedad que puede intentar impulsar, hay un aspecto que Coppola considera esencial para desalentar las expectativas desmedidas que algunos medios de comunicación asocian con Schlein: “No va a romper con la visión atlantista y europeísta de militarización del conflicto Rusia-Ucrania, es decir de la guerra de Rusia contra la Alianza Atlántica (OTAN)”. Para el dirigente de Poder al Pueblo, “la línea de la nueva secretaria general corresponde con la militarización creciente del conflicto y la continuidad del envío de armas al presidente Zelensky”. Es obvio que, en este plano de la geopolítica internacional, “Schlein no significa ni una ruptura con la política del PD ni tampoco con la del gobierno de Meloni”, concluye Coppola.

Las expectativas de renovación política que desataron los comicios del domingo pasado al proyectar al primer plano a Elly Schlein, así como las polémicas sobre su capacidad (y voluntad) para promover cambios estructurales, despertaron la adormecida vida política italiana. Pase lo que pase, un hecho aparece como novedoso: por primera vez en la historia del país dos mujeres animarán la pulseada en lo más alto de la cúspide del poder. Meloni tiene, a partir del 26 de febrero, una nueva e inesperada contrincante, que aun promoviendo propuestas reformistas puede llegar a jaquear —e incluso hacer trastabillar— a la hoy omnipotente extrema derecha italiana inspirada en el nostálgico glosario mussoliniano.

 

 

 

 

 

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