SALIDA DE LA CRISIS

Condicionantes del petróleo, la Inversión externa y la economía política de Trump

 

Una década después de la crisis de 2007-2008, las ironías y paradojas han devenido en moneda corriente en la economía-mundo, aquella conformada por la escuálida minoría de los países del G-7 que le marcan el ritmo al resto del orbe, el enorme pelotón del resto de los países que por ahora incluye a China, aunque en menor grado. Con las tasas de interés negativas a un tris de generalizarse (los bancos centrales les cobran a los bancos privados sus depósitos precautorios para obligarlos a prestar), la verdad inconmovible de que el ahorro gana dinero y el préstamo cuesta dinero, se está desquiciando a la vista de todo el mundo. Y encima, tanto cuando lo gana como cuando lo paga es muy poco.

De momento, la ciudadanía global de a pie parece no haber registrado semejante cambio.

Los Estados Unidos quieren seguir los pasos de los banqueros centrales de Europa y Japón. En su cuenta de Twitter, y justo una semana antes de la próxima reunión de la Reserva Federal o Fed (banco central norteamericano), Donald Trump escribió que "la Reserva Federal debería bajar nuestras tasas de interés a cero, o menos, y deberíamos entonces empezar a refinanciar nuestra deuda. El costo de intereses podría rebajarse mucho, mientras al mismo tiempo alargar sustancialmente los plazos". Por segunda vez este año cuando se reúna a fines de este mes, la Fed bajaría la tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual. Eso la reduciría a 1,75 % anual. Los bancos privados ya están reduciendo las tasas en las cuentas de ahorro. El ex presidente de la Fed, Alan Greenspan, dijo la semana pasada que es "solo cuestión de tiempo" antes de que las tasas negativas lleguen a los Estados Unidos. El Banco Central Europeo se reunió esta semana y redujo su tasa de interés sobre depósitos, que se había mantenido en (-0.4%) desde 2016 a (-0,5%).

El presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo enfático en un discurso en Zúrich el viernes 6 de septiembre: "Nuestra principal expectativa no es que haya una recesión", y subrayó ambiguo que "vamos a seguir actuando según corresponda para mantener esta expansión". Trump, por estas rémoras en ir hacia tasas negativas, llamó "cabezas huecas" a los directores de Fed. Desconfía de Powell y un par de veces quiso echarlo, aunque no le dio la relación de fuerzas. Quedó bien a la intemperie la celebrada independencia de los bancos centrales. Independencia del poder político pero dependencia de Wall Street, donde se asienta el poder real y por lo tanto todos se ven compelidos a disimular, incluido el denominado "hombre más poderoso de la Tierra".

Jamie Dimon, CEO del J. P. Morgan Chase, dijo en una entrevista dada al Wall Street Journal que no cree que sea inevitable que las tasas vayan a terreno negativo. Dimon cree que tomaría mucho tiempo llegar a cero. En una conferencia pronunciada el martes 10 de septiembre había dicho: "No creo que tengamos tasas cero en Estados Unidos, pero estamos pensando en cómo estar preparados para ello, solo en el curso normal de la gestión de riesgos".

Estos episodios forman parte de la economía mundial en el que la Argentina va a renegociar su deuda externa, un escenario que dista mucho de ser terreno conocido, aún para los más encumbrados operadores globales. Según se aprecia de las diferentes declaraciones de los CEO de las corporaciones, los banqueros centrales y los administradores de fondos dicen operar en un mundo donde no se sabe qué vendrá después, dejándolos con pocas opciones pero preparándose para lo peor.

Será cuestión de la muñeca de los negociadores argentinos y el criterio político con que la muevan poner a favor del mejor interés nacional la estrategia de pagos externos, aprovechando los espacios que se abren en este misterio envuelto en un signo de pregunta en que se ha convertido la economía mundial. Desde el petróleo hasta la inversión externa como ductos de los dólares necesarios para el repago, hasta el enfrentamiento China-Estados Unidos, todo puede llegar a congeniarse para lograr los plazos y las tasas que dejen lo más rápido posible atrás está crisis en que nos sumergió el gatomacrismo, en tanto último avatar de las tendencias históricas fugadoras de capital.

 

Petróleo e inversión extranjera directa

Hace a una idea de dónde estamos parados en cuanto a la perspectiva de salir a mayor velocidad de la crisis, revisar la actualidad del petróleo, la Inversión Externa Directa (IED) e incluso algunas aristas de la economía política de Trump. Tal como viene la mano con la tecnología del shale que sigue bajando sus costos de extracción vía innovación tecnológica, no pinta que Vaca Muerta vaya a sufrir mella con un precio del barril del Brent (referencia argentina) en torno a los 60 dólares o algo menos.

Los precios del petróleo cayeron después de que Trump anunciara que despidió al asesor de seguridad nacional John Bolton. Desde que asumió en abril de 2018, el halcón Bolton dijo que llevaría a cero las exportaciones de petróleo iraníes. Irán es un importante productor de petróleo, actualmente bajo sanciones de Estados Unidos. Ahora Trump intenta reducir esas sanciones para asegurar una reunión con el Presidente iraní Hassan Rouhani y quizás volver al pacto con Teherán para revertir el programa de enriquecimiento nuclear que fue el origen del conflicto. El sitio norteamericano Politico informó que las agencias de inteligencia estadounidenses creen que Israel plantó dispositivos cerca de la Casa Blanca para interceptar las comunicaciones de los teléfonos celulares. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lo negó.

Unos días antes del notable giro de Trump, el rey saudí Salman nombró a uno de sus hijos, el príncipe Abdulaziz bin Salman, como nuevo ministro de energía del país. Abdulaziz reemplaza a Khalid al-Falih, cuyos poderes se redujeron en las últimas semanas. Al-Falih había sido despojado de la responsabilidad de la política industrial de Arabia Saudita y perdió el papel de presidente de Saudi Aramco, la gigantesca compañía petrolera del país. El príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), quien efectivamente dirige el país, sigue instalando aliados en puestos clave del gobierno. El cambio se produce en medio de los esfuerzos del gobernante de facto de Arabia Saudita para consolidar su espacio.

Hay razones para pensar que poco cambiará a corto plazo, aunque los analistas esperan que el nuevo jefe de energía de Arabia Saudita pueda a su tiempo sacudir los mercados petroleros dado que sospechan que hay un gran potencial para introducir variantes a mediano plazo en la forma en que el principal exportador mundial de petróleo gestionará sus océanos de petróleo. Los analistas creen que el príncipe Abdulaziz expresa el objetivo de aumentar los precios del petróleo, que se mantienen muy por debajo de sus máximos de principios de la década, aunque no está claro cuánto puede hacer para levantarlos. En esto los acuerdos alcanzados con Putin y la demorada oferta pública de Aramco forman parte de la ecuación.

El príncipe Abdulaziz (medio hermano del poderoso MBS) es un diplomático veterano y es bien considerado dentro de la OPEP. Debe hacer lo que Khalid al-Falih no supo o no pudo: aumentar los precios del petróleo a los niveles necesarios ($ 70- $ 80 por barril) a fin de cumplir con los objetivos que se estableció MBS. El mandamás saudita está tratando de reducir la dependencia económica del petróleo, pero necesita más ingresos del petróleo para financiar el proceso de transformación que se propuso llevar a cabo.

 

IED

Según un nuevo estudio del FMI y la Universidad de Copenhague, casi el 40% de la inversión extranjera directa (IED) total del mundo está en el llamado capital fantasma diseñado para minimizar las obligaciones fiscales de las empresas en lugar de financiar la actividad productiva a través del impulso a los negocios internacionales. Este casi 40 % de las inversiones extranjeras significa alrededor de 15 billones de dólares (equivalentes al PIB anual combinado de China y Alemania) que no se mueven en actividades comerciales reales y ocupan domicilios que están vacíos. El estudio encontró que casi la mitad de los flujos fantasma de IED van hacia Luxemburgo y los Países Bajos. Con solo 600.000 habitantes, Luxemburgo y su economía minúscula reciben tanta IED como los Estados Unidos y China. Los 4 billones en IED anual que fluyen a Luxemburgo se traducen en 6,6 millones de dólares por persona.

Posiblemente esto sea el resultado final de las sucesivas desgravaciones impositivas que se vienen dando desde la época de Ronald Reagan. Es lo que se desprende de la aplicación simulada del impuesto a la riqueza que propone la precandidata a Presidente demócrata, senadora Elizabeth Warren. En efecto, si ese plan de impuestos sobre la riqueza hubiera estado vigente desde 1982 hasta hoy, los 15 estadounidenses más ricos podrían haber visto disminuir su patrimonio neto en más de la mitad (cientos de miles de millones de dólares), según los cálculos de dos economistas franceses de la universidad de Berkeley, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, que ayudaron a Warren a diseñar la propuesta fiscal. De una u otra forma se estos fondos se van a ver obligados a buscar colocaciones en serio, no en ficciones impositivas.

Junto al debate sobre el Brexit en constante cambio y el gobierno vía Twitter de Trump, la guerra comercial con China es parte del puñado de fenómenos sin precedentes que alimentan en gran forma la incertidumbre sobre la economía global. Y no en abstracto. La incertidumbre está apareciendo en los datos duros: la falta de dólares corporativos que se gastan en fábricas, software o nuevos equipos arrastró el crecimiento económico en el segundo trimestre de la economía norteamericana. La inversión empresarial cayó un 0,6%, la primera caída en tres años.

Según una nueva investigación de la Reserva Federal, la incertidumbre de la política comercial impulsada por la guerra comercial entre Estados Unidos y China podría provocar la pérdida de hasta 850.000 millones de dólares a nivel mundial, a contabilizar desde principios de este año hasta principios del que viene.

Todos están bloqueados sobre cómo hacer planes financieros o de inversión para el futuro porque las reglas siguen cambiando día a día. Las empresas estadounidenses todavía están obteniendo buenas y altas ganancias, pero también está completamente estancada la toma de decisiones. Las empresas no saben qué hacer con sus operaciones en China, cómo fijar el precio de sus productos o cómo obtener sus materiales. Y no saben cómo reaccionarán los consumidores a los precios más altos de las importaciones luego de la temporada de vacaciones.

 

Balance

Los poderosos banqueros centrales están pidiendo pista y existen dudas de que la herramienta de política primaria de los bancos centrales —el ajuste de las tasas de interés— sea suficiente para evitar una desaceleración causada por el ojo por ojo arancelario con China y el desorden político en el Reino Unido. No hay que perder de vista que Londres aún hoy es el núcleo del mercado mundial de intercambio de divisas. Tanto en los Estados Unidos como en la UE y Japón, los sectores industriales están lidiando con muchas preguntas, principalmente sobre cómo absorber el impacto de las tarifas. Las centrales empresariales de los países desarrollados que reúnen a los propietarios de las pymes, insisten en que están muy perjudicadas por no poder planificar.

Estos elementos tomados en conjunto sugieren que la tarea de los negociadores argentinos para el repago de la deuda externa, la ganancia de pescadores en río revuelto, presenta una perspectiva más que interesante, aunque ciertamente nada fácil. Las circunstancias por las que atraviesan el petróleo y la IED no patean en contra, lo que no significa que automáticamente pateen a favor. El gatomacrismo ya pertenece al pasado efímero. Es menester que el legado maldito de la crisis que nos deja pase a marcha forzada a esa condición. La base mundial está.

 

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