El 26 de octubre del 2017, Nicolás Lucero, un joven de 20 años, fue detenido por más de diez policías cuando volvía a su casa en José León Suárez. Venía de ser seleccionado en una entrevista de trabajo. El motivo era realmente grave: la Policía Federal, a cargo de la Ministra Pum Pum, lo acusaba de querer asesinar al Presidente Mauricio Macri. El instrumento de esa amenaza fue un tuit del año anterior, con escasa interacción, en el que Lucero reproducía una canción de cancha: “Macri, te vamos a matar, no te va a salvar ni la Federal (la 12)”.
Macri te vamos a matar no te va a salvar ni la Federal (la 12)
— Nico ☆ (@nicolucero69) August 17, 2016
Los sabuesos de la División de Investigación de Amenazas e Intimidaciones Públicas de la Policía Federal consideraron el tuit una amenaza y la Justicia abrió una causa por “intimidación pública”. Al respecto, el Código Penal establece: “Será reprimido con prisión de dos a seis años, el que, para infundir un temor público o suscitar tumultos o desórdenes, hiciere señales, diere voces de alarma, amenazare con la comisión de un delito de peligro común, o empleare otros medios materiales normalmente idóneos para producir tales efectos”. Una noción de bordes laxos, como la de asociación ilícita, hecha casi a medida para las prácticas persecutorias de la ministra de Seguridad.
“Lo escribí (el tuit) después de un problema que hubo con Chacarita. Estaba el rumor de que, como siempre, querían suspender la cancha y se cantó contra AFA, Aprevide y contra él (Mauricio Macri). Pero son cosas que se cantan en la cancha”, explicó luego Lucero. Los policías allanaron la casa de sus padres, donde vivía, requisaron los celulares de toda la familia e incluso la laptop de la hermana, buscando quizás el plan detallado del inminente magnicidio. “Vino un técnico, revisó uno por uno todos los celulares, como si yo tuviera el plano de una bomba. No sé. Y de ahí me llevaron a la dependencia. Nunca había pisado una. Me hicieron poner las huellas y me temblaban las manos”, concluyó Lucero, que terminó preso varios días, perdió el trabajo que le habían ofrecido y padeció el escarnio de las redes sociales por ser un terrorista. Imaginario, pero terrorista al fin.
Un año después, la Justicia lo declaró inocente.
El mes pasado, el diputado José Luis Espert, otro de los tantos reaccionarios que se autoperciben liberales, denunció haber sido víctima de “un ataque intimidatorio” en su domicilio particular. En efecto, alguien dejó unas bolsas de estiércol en la vereda frente a su casa. “Esto pasó recién en mi casa. Una muestra de lo que es el kirchnerismo, de lo que padecimos los argentinos todos estos años. No nos van a detener con nada”, afirmó Espert, no sin cierto coraje. Puede parecer extraño que un entusiasta del gobierno que amenaza con exterminar a los “zurdos de mierda”, que promete “meterle la tapa al ataúd del kirchnerismo, con Cristina adentro” y trata de “ratas inmundas” a quienes no compartan sus alucinaciones, se sienta intimidado por unas pocas bolsas de excremento animal, pero siempre debemos recordar que el alma humana tiene sus misterios.
Apenas una semana más tarde, la ministra Pum Pum anunció la detención de quién dijo ser una de las responsables del terrible episodio, Alesia Abaigar, funcionaria del gobierno bonaerense. Las fuerzas de seguridad habrían detectado su auto en las inmediaciones del domicilio de la víctima del terrorismo fecal o popó gate. Fue imputada por “atentado contra el orden público, en concurso ideal con amenazas agravadas e incitación a la persecución u odio contra una persona a causa de sus ideas políticas” y encarcelada preventivamente.
Otras militantes fueron también imputadas y encarceladas. Según el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): “En los últimos días, militantes de La Cámpora fueron detenidas y acusadas de haber realizado una acción de protesta en la vía pública, frente a la casa del diputado oficialista José Luis Espert. Algunas de ellas fueron además trasladadas a una cárcel federal, lo cual irradia un mensaje para todxs: ‘Protestar es peligroso, mejor no hacerlo’”.
Como explicó el abogado de las detenidas: “Ni siquiera debería ser una contravención. Pero si lo fuera, debería investigarse en el Tribunal de Faltas de San Isidro, no en la Justicia Federal. Metieron presa hasta a la mamá de Alexia”. En efecto, como Alexia le había hecho una cédula azul a su madre, que tiene 70 años, la Justicia ordenó también su detención. Estuvo en prisión durante tres días.
Un “nado sincronizado independiente” de varios periodistas serios —Mariana Brey y el imprescindible Eduardo Feinmann, entre otros— le agregó dramatismo al episodio: “Hoy tiran caca y mañana te tiran una bomba”. Un argumento irrefutable que incluso podríamos ampliar a quienes todavía no arrojaron nada: “Hoy no te tiran nada y mañana te tiran una bomba”.
🔥¡¡AHÍ LA TENÉS!!🔥
"Los kirchneristas están sacados. Hoy te tiran caca, mañana te pueden poner una bomba"
Pero la que ponía bombas no es, literalmente, la Ministra de Seguridad que ordenó su detención? pic.twitter.com/zUNKfQJkn3
— Arrepentidos de Milei (@ArrepentidosLLA) July 4, 2025
"De tirar mierda van a pasar a tirar bombas" TODOS los periodistas LIBERTARIOS SINCRONIZADOS con el mismo guión del gobierno pic.twitter.com/Sk1HKBGlDU
— Revolución Popular (@RPN_Oficial) July 7, 2025
La Cámara Federal de San Martín ordenó excarcelar a Alesia, quien permanece en prisión domiciliaria, con una tobillera electrónica.
La jueza Arroyo Salgado excarceló al resto de los imputados, salvo a la concejala quilmeña Eva Mieri, quien fue trasladada a la Unidad 28 del Servicio Penitenciario Federal. Según la veloz magistrada, Mieri “habría tomado parte cuanto menos en forma transitoria de una agrupación de personas” que tendría como objetivo “alarmar y/o amedrentar” al diputado Espert, con el fin de “imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza y el temor, a la par de condicionar la actuación funcional y actividad política del mentado diputado nacional, alentando o incitando con ello a su persecución u odio a causa de sus ideas políticas”.
Un fárrago judicial con el que la diligente jueza busca ocultar la ausencia de delito. El enunciado de calamidades imaginarias que nada tiene que ver con el hecho en sí nos recuerda el caso del joven Nicolás Lucero, otra víctima del disciplinamiento a través de jueces y policías, con la ayuda inestimable de los medios que, al menos por ahora, siguen apuntalando el gobierno de la motosierra.
En el caso de la bosta de Espert (o, mejor dicho y para que no haya malentendidos, de la bosta en la vereda de Espert), se agrega una intencionalidad partidaria. Evaporadas las promesas electorales del Presidente de los Pies de Ninfa, el único programa político vuelve a ser terminar con el kirchnerismo. No es una casualidad que este episodio surja luego de la confirmación de la condena a CFK en la causa Vialidad, por parte del cardumen de operadores aterciopelados que persistimos en llamar Corte Suprema. También en este aspecto, no sólo en lo económico, el gobierno de Milei es el segundo tiempo con el que soñó Macri.
En todo caso, cometeríamos un error grave si creyéramos que estas causas chapuceras, desprovistas de delitos, son el resultado de la impericia de funcionarios torpes que buscan agradar a sus mandantes. Al contrario, lo inverosímil, lo explícitamente injusto de las detenciones, configura el mensaje: la Santísima Trinidad conformada por los servicios, los medios y la Justicia federal nos dice que tiene total discrecionalidad para encarcelar a una ex Presidenta que mantiene un obstinado apoyo popular, pero también a cualquiera de sus militantes.
Cuando el kirchnerismo vuelva al poder, lo que parece cada vez más inexorable, deberá resolver el dilema judicial si no quiere seguir perdiendo en el juego de las instituciones con las cartas marcadas.
Los sótanos de la democracia con los que acabaría Alberto Fernández ya tienen amenities.
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