Semana Santa y las luchas sectoriales

¿Qué pasaría si de pronto se convoca al movimiento obrero a un plan de lucha sostenido?

 

Se fue el mes de marzo y quedan los ruidos de las enormes movilizaciones del 8 y del 24. Una vez más demostrando que la masividad y el carácter pacífico son el antídoto más eficaz frente a las tentaciones autoritarias y represivas del gobierno.

La mayoría de los conflictos generados desde principio de año siguen abiertos y sin solución, El plan del gobierno de producir un nuevo recorte salarial en esta paritaria sigue vital y sin disimulo. No son pocos los grandes sindicatos conducidos desde hace años en piloto automático por los gobiernos de turno que han aceptado el 15% de recomposición salarial sin ajuste automático. Los que resisten, amenazados por el intento de aislamiento en todos los niveles del gobierno, concentran sobre su gente todo el fuego oficial.

El gobernador de Santa Fe amenaza con aplicar el aumento del 18% por decreto (no difiere de la oferta nacional porque encierra un punto y medio de la cláusula gatillo del año anterior). En esta provincia el accionar de los gremios estatales es el más unitario de todo el país y la política de Lifschitz se asemeja cada vez más a la de Macri.

Los puestos de trabajo siguen en peligro y los despedidos en su mayoría sin reincorporación: Rio Turbio, Fanazul, Oil la histórica destilería de YPF de San Lorenzo, el hospital Posadas, el INTI, el canal de la ciudad etc, continúan en la calle.

La resistencia dispersa, focalizada alrededor de cada escenario, se encuentra frente al enorme desafío de generalizarse. Hoy, como nunca, se impone la necesidad de una respuesta masiva de todo el movimiento obrero, ¡pero parece tan lejana! La amenaza efectiva de encarcelar sindicalistas está dando resultados. Es llamativo el silencio de referentes nacionales que otrora se mostraban impacientes por la rebaja del impuesto a las ganancias y ahora no brindan ni un reportaje. Esta actitud expone a quienes reclaman, dejándolos en el papel de díscolos. La reorganización de la CGT,  como la gran excusa para mantener el status quo. Van y vienen las versiones, unos suben otros se bajan pero el plan de lucha no aparece.

Mientras tanto cúpulas abajo la rueda sigue girando. Los plenarios locales, la unidad de acción en las provincias sigue su curso, el debate es cada vez más fuerte y los gritos ascendentes reclamando acción no encuentran eco allá arriba.

El gobierno por su lado luce en plena lucha intestina. Cada vez más frecuentemente el presidente precisa respaldar a sus funcionarios averiados por escándalos de corrupción. Las interpelaciones no conforman a la oposición aunque el oficialismo mantenga aún el control parlamentario. Varios frentes amenazan con el escándalo comenzando con el ARA San Juan y siguiendo por las off shore. La protección de los grandes medios comienza a mostrar fisuras. Los aliados de Macri como el radicalismo y Carrió digieren en silencio su sopa de letras. Todo lo que señalaban en el gobierno anterior sucede multiplicado en el actual.

Nadie la está pasando bien: ni la gente común asediada por la inflación y las tarifas ni los representantes políticos y sindicales que eligieron el incómodo papel de tener el traste entre dos sillas. La crisis suele llevarse al territorio del olvido a los complacientes del poder. A los que lucen como consecuentes opositores los esperan algunos jueces sedientos de cárcel. Macri retoma su discurso de la pobreza cero y los curas villeros se horrorizan. Los economistas mediáticos explican los trucos a los que apelan para mostrar bienestar donde aumenta la angustia cotidiana mientras el impasible Aranguren aumenta el gas un 40% para empezar el período invernal. Con tanto cinismo en pantalla Alsogaray  luciría reformista llamando  a pasar el invierno.

Lo que sigue después de las Pascuas es un horizonte de conflictos de largo aliento. Carpas y ayunos docentes, mezclados con marchas federales, reclamos comunitarios en defensa de fuentes de trabajo locales y la larga agonía económica buscando el 19.

Solamente una dosis de coraje de los dirigentes nacionales puede alterar el paisaje. ¿Qué pasaría si de pronto se convoca al movimiento obrero a un plan de lucha sostenido? Motivos no faltan. Hugo Yasky (foto principal) sostuvo días atrás estar dispuesto a aceptar la unidad orgánica de todo el sindicalismo detrás de un programa de acción en contra de este plan económico tan dañino como ineficaz. Nadie opina al respecto. El sueño histórico de la unidad del movimiento obrero, ¿está fuera de agenda? Si uno le pregunta a los referentes del sindicalismo industrial escuchará como respuesta el peor de los diagnósticos. Aquí dejar correr el tiempo produce daños irreparables.

Abril suele ser en la agenda sindical un mes lleno de sorpresas. La proximidad del 1 de mayo supo ser un despertador de otras pesadillas. Cuando Videla parecía haber acallado para siempre la lucha unificada, el 29 de abril del año 1979 un puñado de dirigentes en las peores condiciones imaginables convocó a una jornada de lucha. No pasó gran cosa, terminaron presos pero habían clavado la pica en Flandes. No pasarían demasiados años para que la CGT de la época ocupara el centro de la escena política y el terrorismo de estado se mostrara inútil para parar la historia de los trabajadores organizados.

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