SI SOLO QUEDA REZAR

 

Los trascendidos sobre la causa judicial que instruye la jueza María Eugenia Capuchetti señalan que el intento de magnicidio fue planificado con antelación por Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte y mencionan como posibles cómplices a un grupo de jóvenes que se presentaban como vendedores de algodón de azúcar, entre ellos Gabriel Carrizo y Sergio Eduardo Orozco. Pero un barrido intensivo de las redes antisociales también permite vincular a Uliarte con la agrupación Revolución Federal, que desde hace 100 días viene realizando actos de hostigamiento a funcionarios del gobierno nacional y explícitas amenazas de muerte. Son los que colocaron horcas, guillotinas y bolsas mortuorias frente a la Casa de Gobierno, intimaron al Presidente Fernández a irse por las buenas, impidieron una conferencia de prensa en Olivos, golpearon la camioneta de Sergio Massa, arrojaron teas ardientes al interior de la Casa Rosada. Fuentes del juzgado sugieren que el sector encriptado del teléfono de la muchacha contiene contactos con una figura de primera línea de la oposición política.

Las reiteradas apariciones de Sabag Montiel y Uliarte en Crónica TV también ponen la atención en la panelista de esa señal, Delfina Meza Wagner, una influencer nacionalista de derecha que convocaba a las movilizaciones de Revolución Federal y de otro agrupamiento de similares características, que se presenta como Nación de Despojados y que surgió con pocos días de diferencia.

 

La panelista de Crónica TV convoca a la movilización.

 

 

Dos días después del atentado, Meza Wagner reveló un contacto con Brenda Uliarte (por entonces identificada como Ambar Eliza), y escribió un artículo en su defensa en Ámbito Financiero. Cuando se difundió la posibilidad de una concertación previa para que Sabag Montiel apareciera en forma presuntamente casual en móviles de la misma señal, Tomás Méndez la descalificó en su habitual tono insultante, que desde Pergolini y Lanata se ha instalado como normal en diversos medios. Un antecedente es el falso escrache a Patricia Bullrich que el político cordobés Méndez organizó y por el cual fue apartado de C5N.

Miembros de Revolución Federal y de Nación de Despojados comparten una conversación en la plataforma Twitter Space, bajo el título: “¿Y si nos volvemos montoneros?”.

A continuación podés escuchar algunas de esas conversaciones. El administrador del Twitter Space es Jonathan Morel, de 23 años, miembro de Revolución Federal. El 23 de agosto, al día siguiente de la finalización del alegato de Luciani, la usuaria Libertad #SOSCuba cuenta que estuvo en Comodoro Py y luego fue a Juncal y Uruguay. “Se vienen tiempos violentos y hay que actuar”, dice. Agrega que habló con la esposa de un militar retirado, que estuvo en varias guerras y dijo que “esto se resuelve con sangre. Si este gobierno llega a tener un muerto o dos muertos, se cae”.

 

 

 

Sabrina Basile, hija del ex futbolista y entrenador, se hizo conocida cuando murió su madre. Negó la versión que decía que se había contagiado Covid-19 y atribuyó el óbito a que se había cerrado la importación de la droga que usaba. Además posteó:

 

 

 

En el chat de Revolución Federal dice que “hay que hacerles frente porque a esta gente son como neo-montoneros (...),  por eso estamos convocando para salir a la calle y que pase lo que pase”.

 

 

 

 

Otro hombre insta a los vecinos a hervir agua para arrojar desde balcones y terrazas, porque si quieren caos, hay que darles caos.

 

 

 

Jonathan Morel agrega: “Hay que matarlos, ma-tar-los”. Un tercero, @saveclocktower, lo cuestiona:

No hay que matarlos porque estos tipos lo que quieren ahora es otro Kosteki o Santillán, que terminaron teniendo el nombre de una estación de subte.

Muy exaltado, Gastón Guerra dice: “Si no quieren eso, no mates dos, matá 100”.

 

 

 

 

En ese momento tercia quien se identifica como Fernando, un militar retirado que participó del Operativo Independencia en 1975 y de lo que llama “el conflicto de Malvinas”. Se declara indignado porque “Larreta es un pusilánime” y dice que un compañero que vive en el edificio le contó que para calmar a los manifestantes “tiraron tres tiros al aire”, y allí “empezó el plan de poner las vallas”.

 

 

 

En una entrevista con la radio Con Vos, Morel dice que con la política y la legalidad no se puede hacer nada, por lo cual recomienda organizarse para "prender fuego al país" y "matarlos a todos". Estas propuestas van acompañadas con imágenes inequívocas:

 

 

 

Las intimidaciones adquieren otro sentido cuando se advierte la proximidad de sus autores a la Vicepresidenta, con esta imagen que Gastón Guerra subió a su Instagram.

 

 

 

Ante una consulta para esta nota, Ximena de Tezanos Pinto, que vive en el piso inmediato superior al de Cristina, confirmó que Gastón Guerra estaba en su departamento y explicó que ella le alquila una habitación a la abogada Gladys Egui, que defiende al despojado en la causa que se inició por daños al auto de Sergio Massa y amenazas, por denuncia del periodista Lautaro Maislín.

 

 

 

 

 

 

 

Los policías porteños asistieron en forma pasiva a los golpes contra la camioneta del ministro y las amenazas al periodista. Es probable que Tezanos Pinto no haya visto este video, porque de otro modo no se explica que le parezca raro que enfrente un juicio. Tampoco reveló quién paga los honorarios de la abogada, aunque escuchando las opiniones de la doctora Egui, se presume que lo toma como una tarea militante. En una entrevista previa con Paulo Vilouta en la radio La Red, la abogada contó que le alquila la habitación a Tezanos Pinto desde “hace tres o cuatro meses”, es decir al mismo tiempo de la aparición de Revolución Federal y Nación de Despojados.

Esta escalada de actos violentos por parte de personas dispuestas a superar cualquier límite no es un fenómeno sólo argentino. Nada menos que en Estados Unidos, el ex Presidente Donald Trump, quien aspira a regresar en 2024, instigó un golpe de Estado para desconocer el resultado adverso de las elecciones presidenciales. Sus partidarios que asaltaron el edificio del Congreso el 6 de enero de 2021, causando destrozos, varias muertes, y amenazas de colgar al Vicepresidente Mike Pence, a la presidenta del bloque de diputados demócratas Nancy Pelosi y a cualquiera que no se plegara al invento del fraude en contra de Trump, usan una retórica afín a la de Revolución Federal y Nación de Despojados, y no se puede olvidar la relación del ideólogo de Trump y de la derecha revolucionaria internacional, Steve Bannon, con los partidos de la derecha argentina, y el trabajo de Cambridge Analytica contra el kirchnerismo. En Brasil, donde el 2 de octubre se elegirá entre Jair Bolsonaro y Lula al próximo Presidente, se cocina el mismo caldo espeso, como dio cuenta la revista de negocios The Economist. Con un agravante: las Fuerzas Armadas de Estados Unidos están habituadas a utilizar las armas hacia afuera; las de Brasil apuntan hacia adentro y Bolsonaro, pese a su extravagancia, es uno de ellos.

 

 

La ominosa portada de The Economist.

 

 

Dios los cría

Por medio de su presidente, Oscar Ojea, la Iglesia Católica expresó “sentido dolor” y “preocupación” por el “atentado a Cristina Fernández de Kirchner”, e hizo llegar su “solidaridad en estas horas difíciles” a la víctima. Así consta en una declaración del episcopado católico, el Centro Islámico, el Instituto de Diálogo Inter-Religioso y la Delegación de Asociaciones Israelitas. Mejoró así su récord histórico, que no registra condena ni repudio al bombardeo sobre la Plaza de Mayo de 1955 ni a los fusilamientos de 1956.

Junto con los otros miembros de la Comisión Ejecutiva, Ojea invitó a rezar ayer y hoy por “la paz y la fraternidad entre todos los argentinos y argentinas”. El obispo de San Isidro, que se dice peronista, dejó trascender su molestia por la convocatoria del intendente de Luján, que usó sus mismas palabras para invitar a la misa que se celebró el mediodía de ayer en la catedral de Luján.

 

 

Sin embargo, el propio presidente Ojea acordó su realización con el pope evitero Emilio Pérsico y otros santurrones con engreimientos presidenciales. La decisión de los dirigentes opositores de no asistir convirtió la ceremonia en una celebración por el fracaso del intento de asesinar a Cristina, como querían peronistas del norte y del Conurbano. Por la tarde, el FdT de la Capital se congregó en el enorme Parque Lezama, donde toda multitud se empequeñece.

 

 

 

Las ermitas de Papá Noel

Ojeda describe su relación con Pérsico como de mutua conveniencia. “Emilio instala ermitas con la imagen de la madre en los barrios populares, y nosotros le damos una mano política”, les dijo a referentes políticos de su diócesis. Es el intercambio tradicional de legitimidades que el Presidente militar Agustín Justo inició con el futuro papa Pío XII durante la década de 1930, luego de medio siglo de distancia entre ambos poderes, y que sólo se interrumpió durante los cuatro años de la presidencia de Néstor Kirchner.

 

El general golpista Agustín Justo recibe en el puerto al cardenal Pacelli. Junto a la calesa, el coronel Farrell y el mayor Perón. Fotograma del film del Episcopado Católico sobre el Congreso Eucarístico Internacional de 1934.

 

 

Otro evitero, Esteban Castro, el Gringo, secretario general de la UTEP y esposo de la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, explicó en una entrevista con Paula Abal Medina que “muchas compañeras no van a la iglesia todos los domingos y sin embargo pasan al lado de una ermita con una virgen y la besan o hacen la señal de la cruz. Eso significa que tienen incorporada la religiosidad popular a su vida”. Junto con el obispo de Luján, Jorge Eduardo Scheinig, co-celebró la misa Gustavo Carrara, el primer obispo villero y el más próximo a los eviteros.

La DAIA, que es la rama judía del PRO, se negó a firmar la declaración de repudio al atentado que se leyó hace una semana en la Plaza de Mayo, preanunciando lo que ayer hicieron los demás cambiemitas.

Estas alianzas interconfesionales se institucionalizaron durante el arzobispado porteño de Jorge Bergoglio, pero también tienen historia. Luego del bombardeo de 1955 y la quema de las iglesias con que respondió el peronismo, la prensa vaticana informó que el cardenal Santiago Copello estaba internado en un sanatorio, cuando en realidad se había escondido en el domicilio del rabino Guillermo Schlesinger, de la sinagoga de la calle Libertad, como reveló al cumplirse medio siglo el diario La Nación.

 

 

 

El ministro dialógico

Al mismo tiempo, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, abrió el diálogo con dirigentes de la coalición Cambiante con la intención de reducir la animosidad entre las fuerzas políticas. Se encontró con respuestas ambiguas que iban desde la conciencia de que es imprescindible desescalar los niveles de confrontación, hasta la desconfianza en la sinceridad del kirchnerismo y el temor a ser desbordados por los más duros del propio bando. Durante los primeros meses de la pandemia, en todo el mundo se propagó un discurso ingenuo, sobre cuánto mejor sería la humanidad luego de la peste, cosa que no ocurrió. Por el contrario, todas las tensiones y conflictos se intensificaron, la guerra ha vuelto a encenderse en Europa y, con ella, el temor a una hecatombe nuclear.

De Pedro también encabezó un encuentro de los gobernadores del Norte Grande, en el que incluso los ucerreístas de Corrientes y Jujuy repudiaron el atentado y exigieron su esclarecimiento. Pocos días antes, sólo el mediático Facundo Manes se había negado a suscribir el octavo pedido de juicio político al Presidente Alberto Fernández, esta vez por sus críticas a ciertos jueces y fiscales. “No vienen por mí, vienen por ustedes y por el peronismo”, dijo Cristina luego del rimbombante alegato del fiscal Diego Luciani, en un crescendo que también incluyó el vallado de su domicilio por la politizada policía porteña, que se focalizó en varias figuras representativas: Máximo Kirchner, Luana Volnovich, Axel Kicillof, Andrés Larroque. El peronismo se encolumnó detrás de ella y el atentado sólo agregó intensidad a ese fenómeno.

Se acumulan las paradojas. En el PRO, cuyas distintas tendencias compiten por la mayor frontalidad contra el gobierno, quienes anunciaron que buscarán la candidatura presidencial son dos ex peronistas, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, si bien el intendente porteño señala que la ofensiva de la ex ministra de Seguridad en su contra está impulsada por el ex Presidente Maurizio Macrì.

El único punto de coincidencia entre ambos es que sostendrán sus respectivas candidaturas aunque Macrì postule la propia. Por esa razón, De Pedro no obtuvo el asentimiento público de Rodríguez Larreta a su propuesta. En cambio lo logró con Gerardo Morales, el pionero en el uso de una justicia amañada para perseguir a los adversarios políticos. Jujuy fue el tubo de ensayo y Milagro Sala su turbio objeto de deseo. Esta semana, Morales avanzó hacia la etapa soviética de su práctica represiva e hizo internar en un psiquiátrico al testigo Luis Ruiz, quien reveló en la audiencia que le habían ofrecido un cargo judicial si acusaba a Milagro.

 

 

 

Odio y discurso

La discusión sobre el discurso del odio, que el Presidente instó a desterrar en un nuevo pacto democrático, tiene antecedentes. En 2004 estalló en pedazos la Asociación Periodistas cuando Mariano Grondona, Jorge Lanata, Nelson Castro y Claudia Acuña, entre otros, intentaron condenar al diario Página/12 por negarse a publicar una columna de Julio Nudler que acusaba de corrupto al jefe de gabinete de ministros, Alberto Fernández.

Algunos de quienes pugnaban por una condena contra el diario cumplían con un mandato ideológico, otros traslucían rencores personales, todos reflejaban un clima de época: comenzaba el denuncismo flojo de papeles contra un gobierno que puso fin a dos décadas de democracia posibilista, cuyos Presidentes electos por el voto popular agredían a su propia base social.

Además de centenares de querellas por calumnias e injurias contra los críticos de su gobierno, Carlos Menem propuso tratar a los periodistas con lo que llamó “La ley del palo”. Creada para resistir tal ofensiva, esa asociación reunió a columnistas de orientaciones distintas, que con la llegada del kirchnerismo se volvieron antagónicas. Entre ellos estaba Magdalena Ruiz Guiñazú, quien murió esta semana, a los 91 años. Pese a la incompatibilidad de nuestras posiciones políticas, conservamos una relación de afecto y respeto recíproco. Era una persona gentil y generosa que en los años negros de la dictadura recibió a familiares de las víctimas de la represión, como también hizo Joaquín Morales Solá.

No coincidí con la decisión editorial de retener aquel brulote contra Fernández, y el artículo de Nudler se publicó dentro de mi página dominical, acompañado de una investigación que cuestionaba sus livianas acusaciones, con testimonios y documentos. Su libertad y la mía frente a frente, y que cada quien sacara sus conclusiones. Nudler me insultó en varios idiomas, pero no pudo sostener sus argumentos.

La misión explícita de Periodistas era defender el libre ejercicio de la profesión frente a los abusos del Estado, no opinar sobre la línea editorial de cada medio, que puede decidir qué publica y qué no. Aunque ya no tenía sentido seguir juntos, Periodistas cumplió un rol significativo al impulsar dos reformas fundamentales:

  • la derogación del delito de desacato (a partir de una condena que me impusieron, luego de publicar Robo para la Corona), y
  • la impunibilidad de “las expresiones referidas a asuntos de interés público”, que hasta entonces eran perseguidas como calumnias y/o injurias.

Los casos Verbitsky y Kimel en el sistema interamericano de derechos humanos, que seguí desde el CELS cuando se disolvió Periodistas, obligaron al Estado de Argentina a modificar el Código Penal. Antes, conseguí que Kirchner retirara una querella contra el columnista patagónico Bernardino Zaffrani, que había escrito cosas ofensivas en su contra, que ordenara a Julio De Vido desistir de una demanda contra Elisa Carrió y a Pepe Albistur de otra contra la revista Noticias. En cada caso tenían razones para sentirse agraviados, que el recurso penal no remediaría.

Un par de meses antes de la muerte de Kirchner, Cristina realizó el acto pactado de reconocimiento al periodista que investigó el asesinato de los curas católicos de San Patricio, y que recibió su hija, Gabriela Kimel. Fueron invitados muchos colegas que estaban del otro lado de lo que aún no se llamaba grieta pero que ya tenía enorme virulencia, y el único que asistió fue Jorge Fontevecchia, quien cada vez que puede me agradece el apoyo cuando el gobierno le cortó la pauta publicitaria.

 

 

 

Del dicho al hecho

La Argentina tiene hoy una de las legislaciones más liberales del mundo en la materia y una jurisprudencia consecuente. Los que me quieren y los que no me quieren saben que dediqué un cuarto de siglo de mi vida a ello. Tampoco ignoran mi adhesión a las políticas del gobierno nacional y popular que Cristina presidió entre 2007 y 2015.  Pese a errores y demasías, Kirchner y Cristina han tenido el extraordinario mérito histórico de abrir todo a debate, de cuestionar todas las certezas construidas a lo largo de varias décadas de democracias condicionadas, con las que ellos rompieron cuando nadie lo creía posible.

Mi nota del domingo pasado se tituló Ellos o nosotros, en explícito repudio a las toneladas de basura que desde medios y redes antisociales se vierten sobre la actual Vicepresidenta, y que muchos intentan disociar del intento contra su vida que falló el 1° de septiembre. Hay que retroceder hasta mediados del siglo anterior para encontrar un encarnizamiento equivalente, contra Perón y sobre todo contra Evita.

No obstante, me parece una mala idea la penalización del discurso del odio, por no hablar de la idea extravagante de tipificar en el Código Penal el lawfare. Hay demasiada gente que cuando no sabe qué hacer con un problema propone rezar una misa o redactar una ley. Pero este es un asunto bien terrenal, de contenido político y social.  La Convención Americana sobre Derechos Humanos prevé el castigo a toda apología del odio e incitación a la violencia, en el mismo artículo 13 que garantiza la libertad de expresión. Y todos los actos con que amenazan los odiadores, como ahorcar, guillotinar o ametrallar, ya son tipos penales que sólo requieren ser aplicados, por fuerzas de seguridad que en vez de saludar cordialmente a los agresores los detengan, por fiscales que los acusen y jueces que los condenen. La ley 23.592, sancionada seis años antes de la reforma constitucional de 1994, también pena los actos de odio y aumenta la pena de cualquier otro delito si se comete con esa motivación. como explica hoy mismo en El Cohete Julián Axat. Por último, no hay la menor posibilidad de que los opositores que se niegan a votar cualquier proyecto del Poder Ejecutivo apoyen un texto que interpretan dirigido precisamente en contra de ellos. Entonces, ¿a qué imaginar esos proyectos, a quién le sirve una derrota legislativa, con papeles juntando polvo en un cajón?

En su última presentación ante la mesa examinadora del Grupo Clarín, Patricia Bullrich fundamentó su negativa a condenar el intento de asesinato en las críticas oficiales a lo que con la mayor sinceridad definió como los tres poderes de la República: la prensa, la Justicia y la oposición.

Como fundamentó Luis Juez durante la campaña electoral ante una pregunta en la Bolsa de Comercio de Córdoba sobre qué proyectos impulsaría en el Congreso:

—No vamos a proponer nada. Lo que vamos a hacer es no dejarlos gobernar. Rechazarles todo lo que propongan.

Eso es lo que la oposición hizo en 2010. Bajo la conducción de Patricia Bullrich formaron el Grupo Ahhh…, y coparon la presidencia de las principales comisiones legislativas, desde las cuales sabotearon todas las iniciativas del kirchnerismo. Por primera vez, se negaron a votar el Presupuesto Nacional, lo que obligó a CFK a prorrogar el de 2009. Volvieron a hacerlo contra este gobierno.

Esta actitud impide discutir entre el oficialismo y la oposición, tal como planteó Cristina, para abordar cuestiones de fondo: la deuda, la restricción externa, problemas que no se resuelven con un solo gobierno. Poner un proyecto posible de país sobre la mesa con quienes tienen chances de llegar al gobierno no debe confundirse con la retórica del consenso sino con resolver los problemas con los que cualquier administración se tropezaría: la economía bimonetaria, el dinero de argentinos estacionado en el exterior, la inflación, la incorporación de trabajadores al sistema.

Nada de eso ocurrirá si no se modifica el contexto político, social y cultural, y lo imposible parecerá inevitable en caso contrario. En 1969, el general Jorge Raúl Carcagno comandó las tropas que apagaron a tiros los fuegos del Cordobazo, pero en 1973, cuando Héctor J. Cámpora lo eligió como jefe del Ejército, porque al ser el general de división más joven provocó el pase a retiro de los nueve que lo precedían, dijo que “el pueblo es el único depositario de la soberanía” y que al reconocerlo el Ejército “honrará sus armas y contribuirá a la unión de los argentinos”. Durante la Conferencia de Ejércitos de Caracas, denunció a las transnacionales y el endeudamiento externo como los principales enemigos de los pueblos, contradiciendo el discurso de la Seguridad Nacional. Carcagno era la misma persona que en 1969, pero el país había cambiado.

La renovada centralidad de Cristina en la escena política se basa en el recuerdo de las políticas que desarrolló durante sus dos mandatos presidenciales, que no tienen demasiado punto de contacto con las que se vienen aplicando desde 2020, Mr. MaGoo y FMI por medio. En otra nota de esta edición te cuento cómo han crecido las ventas y la rentabilidad de las mayores empresas industriales y de servicios, mientras se reducían sus costos laborales. Si Cristina decidiera encabezar la fórmula presidencial para 2023, su campaña se parecería a la de Lula en Brasil, que ni una vez nombró a su fallida sucesora, Dilma Rousseff.

 

 

 

 

Informe sobre redes antisociales y entrevistas: Martina Sol Garbarz.

La música que escuché mientras escribía

 

 

 

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