SOLO BACH TENDRÁ MI CORAZÓN

La música que escuché mientras escribía

 

Es difícil encontrar un año más tremendo que 1989 una vez terminada la dictadura militar.

El gobierno de Raúl Alfonsín concluía de la peor manera. Con masivos cortes de luz en todo el país, la inflación desbocada a partir de la decisión del FMI y el Banco Mundial de cerrarle la canilla a la Argentina, a la espera de un gobierno más amistoso; un absurdo ataque a un cuartel militar con la ilusión de provocar una sublevación popular y la brutal represión castrense, de nuevo al margen de la ley; las elecciones, los saqueos, el adelantamiento de la entrega del poder, cuando el ministro de Economía hablaba con el corazón y las grandes empresas contestaban con el bolsillo; las negociaciones del Presidente electo Carlos Menem con un coronel místico, detenido desde el último alzamiento en diciembre de 1988. Todo esto está mejor narrado en La Educación Presidencial, el libro en el que presenté  las calamidades que padeció el último Alfonsín como una pistola colocada en la nuca de su sucesor, para que viera qué podría ocurrirle si intentaba cumplir sus promesas de campaña. Como podría haber cantado El Mudo, 30 años es nada.

Por aquellos días cumplió 50 el organista, director y musicólogo Mario Videla, sobre cuya vida y obra podés enterarte aquí. Los celebró grabando esta notable versión de la cantata de Bach BWV 169, Gott soll allein mein Herze haben Sólo Dios tendrá mi corazón.  Siempre me admiran aquellas personas que en los peores momentos logran abstraerse del horror y crear belleza. Su obra perdura cuando aquellas catástrofes huyen de la memoria como malos sueños.

La contralto es Bernarda Fink y en el Ensamble de la Academia Bach de Buenos Aires, creada por Mario Videla en 1983, se escuchan  los violines de Pablo Saraví, Orlando Zanutto, Esteban Prentki, Gabriel Pinette, Juan C. Roque Alsina y Grace Medina; las violas de Marcela Magin y Enry Balestro; el violoncello de Edgardo Zollhofger; el contrabajo de Fernando Fieiras; los oboes de Andrés Spiller e Iris Camps; el corno inglés de Maximiano Storani; el órgano continuo de Enrique Rimoldi y el Grupo de Canto Coral, dirigido por Néstor Andrenacci.

Quien me envió el video fue Horacio Walter Bauer, un hombre que parece varios, de tantas cosas que ha hecho en su vida: abogado, escritor, filósofo, teólogo e historiador silvestre,  animador cultural, gourmet, reproductor serial. Nos conocimos en 1973, cuando fue uno de los amigos que sin inserción política ayudaron a hacer posible la salida del fugaz diario NoticiasLa última novedad que tuve de él fue hace un año, cuando ya cerca de los 85 se subió al escenario del teatro La Máscara, para hacer el camarero de la obra de Sartre A puerta cerrada. La locura de esta navegación no me permitió verlo, pero aquí tienen la prueba de que no miento, documentada por Tristán, uno de sus doce hijos. Bauer es el grandote de negro.

 

 

 

Y aquí la cantata. Antes de la versión, grabada en la iglesia Santa Felicitas de Barracas, erigida por una familia de la oligarquía cuando aún miraba al sur, Mario Videla comenta la obra de Bach. Si sólo querés escuchar la música, comienza en el minuto 19.11. No son tantos los países del mundo que puedan interpretarla con semejante calidad.

 

 

 

 

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