Solo, para que no te distraigas

La música que escuché mientras escribía

 

Ni me acuerdo cuántas veces escribí acompañado por Osvaldo Pugliese. Te conté el elogio que le dispensó Piazzolla, que no era precisamente generoso con los colegas. Vimos el recital que ambos compartieron en Amsterdam. Vimos el documental San Pugliese, que fue elegido como el mejor de 2024. Tengo pinchada en mi escritorio la estampita con su rostro que atesoran los músicos porque ahuyenta la mufa. Me la regaló uno de los directores del documental, porque aunque sea sordo yo también necesito suerte. Creo que hice una nota sobre sus cantores, en especial mi preferido, Alberto Morán y por supuesto lo incluí en mi lista de los mejores. Te debo haber contado varias veces su diálogo desopilante con Pichuco, cuando en un programa radial de fin de año les preguntaron por sus deseos para el que comenzaba. El Gordo, que era puro corazón, dijo con su voz ronca: "Que haya paz". Cuando le tocó el turno, Pugliese no se inmutó por lo que había oído y repitió como si nada la consigna partidaria: "Si, que haya paz. Y coexistencia pacífica". También hicimos notas con su hija, la Beba Pugliese, que lo siguió en el piano, y con su nieta, que se olvidó el apellido Novelli del papá y se llama Carla Pugliese. Personaje fantástico, dejó el taburete y eligió el bandoneón, se viste de un modo inolvidable, compró un terreno en la luna y se anotó en el concurso del millonario Bas Lansdorp, para ir a Marte, viaje de ida.

 

La Beba Pugliese.

 

Carla Novelli Pugliese.

 

Pero hoy dejamos de lado a la hija, a la nieta y a los cantores, para que nadie lo distraiga. Sólo queremos escuchar distintas épocas de su orquesta, con su piano discreto y preciso. El eslabón necesario entre Julio De Caro y Pantaleón.

 

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