Son nazi-fascistas

La invocación a la libertad de expresión como justificación de la violencia

 

Escribo estas líneas desde Sao Paulo. Me encuentro en Brasil hace más de un mes para realizar dos coberturas, una para la señal iraní Hispan TV y la otra para el programa semanal de política internacional que co-conduzco en el canal Abya Yala de Bolivia.

Vivo durante este tiempo en un departamento céntrico, probablemente construido en los ‘60, diecisiete monoambientes por piso, trece plantas. Habitan trabajadores humildes, muy privilegiados si la comparación es con el entorno más cercano.

Pocos días atrás subía en el ascensor y un hombre identificó que no hablaba portugués. Me preguntó si era español y yo le respondí que era argentino. Instantáneamente mostró su curiosidad por saber si era verdad que la Argentina estaba tan mal por obra del socialismo. Sonreí al imaginar que en la Argentina pudiera haber un gobierno socialista y le respondí que no, que eso era una fake news, que sí había muchos problemas en el país pero que no podían atribuirse al socialismo.

Al salir del ascensor no tardó en desdibujarse mi sonrisa al recordar un video que había visto dos o tres días antes; Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos fascistas del Presidente, estuvo de visita en Buenos Aires y subió material a sus redes. Bolsonaro encontró unas góndolas vacías de “Precios cuidados” en nuestra capital y con su habitual demagogia difundió la imagen atribuyendo el fenómeno al socialismo.

Me dije: no puede ser que este vecino esté tan preocupado por el supuesto socialismo argentino mientras el capitalismo que tiene en sus narices está desintegrando su comunidad mediante una desigualdad insoportable.

Al día siguiente, me cargué de la misma demagogia y bajé a caminar por el barrio para grabar los resultados del capitalismo liberal bolsonarista y luego pude emitir toda la secuencia en nuestro programa. Cuando estaba terminando de hacer las tomas pasaron tres ciudadanos al lado mío y uno dijo “es África fuera de África”, quedó registrado en el video y lo destaqué en los últimos segundos, por si acaso no quiera asistir a la emisión completa. Le tomará diez segundos escucharlo.

 

 

 

 

 

El tour porteño y anticomunista de Eduardo Bolsonaro había incluido una reunión con Javier Milei. Al ver esa transmisión también recordé otra escena muy reciente. Al diputado fascista argentino en Madrid en un acto organizado por Vox.

Mejor armo otro video.

 

 

 

4 escenas

Primera escena: es 2016 y Eduardo Bolsonaro acompaña la votación de su padre en el impeachment contra Dilma Rousseff, el diputado ofrenda su voto al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el militar que lideró la tortura contra Rousseff en la dictadura. La ex Presidenta fue sometida a golpes y descargas eléctricas durante varios meses. Vean a Eduardo repetir junto a su padre el nombre del torturador; su saña. Apología de la picana y de la tortura, para empezar.

La única imagen similar que tengo grabada en mi memoria es de 1974. José López Rega, líder de la infame Triple A, repetía un discurso de María Isabel Martínez de Perón.

Segunda escena: el apologista de la tortura brasileño se abraza con nuestro führer. Bolsonaro hijo sabe bien quién es el mejor representante de su ideario fascista en Argentina.

Tercera escena: la imagen de la mencionada participación de Milei en el acto de Vox. Me viene de nuevo a la cabeza la dictadura. Milei dice lo mismo que decía Videla en torno a la amenaza a nuestros valores, pero su tono es recurrentemente más osado y estigmatizante que el del más notorio genocida de la Junta. Paradojas de la historia, Videla ostentaba más republicanismo que Javier Milei.

Última escena: la resultante inevitable de los discursos de odio que diseminan dirigentes como nuestro führer, al que solemos ver escandalizado cada vez que se lo vincula con el nazi-fascismo. ¿No entiende lo que impulsan sus palabras? ¿Es cinismo o acaso la banalidad de su mal?

Los nazi-fascistas españoles (ver video) sí entienden quiénes los representan y por eso se referencian en VOX. La diputada argentina Victoria Villarruel parece que también entiende a quién tiene que acercarse para promover su ideario de apología al terrorismo de Estado: a Javier Milei.

Que lo evidencien las imágenes.

 

 

 

 

 

¿Es en serio que llaman a todo esto “libertad” y que nos quieren hacer saber que todas esas palabras no ejercen ningún tipo de influencia en los ultra radicalismos? ¿Que no los alimentan?

¿Alguien puede creer que esas palabras que utilizan no tienen significado? ¿Que no enferman?

 

 

Inacción

Desde el año 2016, cuando cubrí aquí mismo el golpe de Estado contra Dilma Rousseff, me llama poderosamente la atención que los sectores que defendemos una convivencia democrática no opongamos más resistencia al avance de este fascismo.

Escucho de manera recurrente que el respeto irrestricto por la libertad de expresión nos impide promover medidas de defensa ante estos avances, que se han tornado extremadamente complejos por la irrupción de las redes sociales.

Disiento desde que vi en Brasil a un ex capitán del Ejército reivindicando la tortura en una cámara legislativa. Si el fascismo es hábil para camuflarse y encontrar los vericuetos legales para diseminar sus discursos de odio, habrá que diseñar estrategias más hábiles para combatirlos.

La libertad de expresión tiene límites. Imagino que un noticiero central de televisión no puede destinar la hora de su transmisión a difundir imágenes de zoofilia o de grupos de filonazis apaleando inmigrantes.

Evidentemente que hay libertad de expresión y también hay delitos. También límites mucho más difusos.

Estamos llegando a un extremo en el que el contenido de los estímulos que configuran el universo conceptual de nuestras sociedades merece ser debatido.

Si un sector de la sociedad desea volver al nazismo, a la Santa Inquisición y a la picana, tal vez tengan el derecho de hacerlo si ganan las elecciones, será el deseo o la inconsciencia de la mayoría, pero pienso que lxs que somos también millones y no compramos esa metodología del odio tenemos la responsabilidad de dar una respuesta colectiva, concreta y contundente a esta ofensiva.

La discusión no puede terminarse en la invocación a la libertad de expresión.

Yo quisiera pedirles a nuestros Estados de derecho el diseño de algún mecanismo de defensa, original, creativo, innovador, colectivo, público y punitivo, para generar antídotos contra el veneno permanente con el que son inoculadas nuestras sociedades.

¿Cuántas noticias como que al fiscal Nisman lo ejecutó un comando venezolano-iraní con asistencia cubana necesitaron un ciudadano y su grupo para apuntar y disparar contra nuestra Vicepresidenta?

¿A cuántxs odiadorxs seriales consumieron en las redes para tomar valor y convencerse de que se transformarían en San Martín cometiendo un magnicidio?

Los límites de la convivencia democrática han sido claramente sobrepasados y nuestro contrato implícito de Nunca Más está en jaque.

¿No cabrá sentarse con Twitter, con Facebook y con TikTok a pensar en conjunto a ver si se nos ocurre algo?

Acá en Brasil el Tribunal Supremo Federal está haciendo un intento, en Bolivia existen algunos mecanismos, el estudio de otros países podrá aportar otras experiencias, nada termina de ser plenamente efectivo ni exitoso, pero mucho peor es entregarse.

Una última escena para constatar este universo peligroso y delirante en el que estamos inmersos.

 

 

 

 

 

 

PD: Si tiene un segundito mire por favor hacia el norte en dirección a esta gran nación y mándenos fuerza, todxs estamos conectadxs.

 

 

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