SUMA CERO

Urge tomar conciencia de las consecuencias políticas que trae el empobrecimiento continuo

 

La semana anterior se publicó una nota en el Financial Times en la que se reseña un estudio difundido por la universidad de Harvard titulado “El pensamiento de la suma-cero y las raíces de las divisiones políticas en Estados Unidos”. El análisis, realizado sobre una encuesta hecha con una base de 20.400 residentes en Estados Unidos, tiene por objetivo medir la incidencia que alcanza la idea de que “las ganancias de unos equivalen a las pérdidas de otros” en las preferencias políticas .

Una de las conclusiones a las que llega es que, a mayor peso del pensamiento de suma-cero, mayor es la relevancia que adquiere en los individuos la idea de que es necesaria la acción pública para determinar la re-distribución del ingreso nacional (el PBI) de los ricos a los pobres y hacia grupos desfavorecidos. Interesantemente, este último pensamiento viene acompañado del apoyo hacia políticas migratorias restrictivas.

En el periódico británico se sintetiza uno de los hallazgos del estudio, consistente en la correlación entre la adhesión al pensamiento de suma-cero y el entorno económico en el cual crece la población. El Financial Times aporta una mayor elaboración sobre este aspecto, mostrando que a medida que la población que experimenta un menor crecimiento en promedio del PBI per cápita, luego de los 20 años, es más proclive a sostener que la idea de la suma-cero sobre el enriquecimiento es contrapartida del empobrecimiento del otro y que el éxito en la vida está determinado por la fortuna y las conexiones personales.

Las ideas contrapuestas a las que adscribe la población que experimentó un crecimiento mayor son, respectivamente, que la riqueza puede incrementarse de forma tal que atiendan las necesidades del conjunto y que cuán lejos llegue una persona se explica por su propia destreza y su empeño.

Para la Argentina, es una noticia preocupante. En un año electoral, se presenta una situación de caída de la actividad, que ya es considerada irreversible por la mayor parte de las proyecciones macroeconómicas, tendientes a ubicar la contracción del PBI en este año en 2,5 %. Esto agrava la situación que tuvo lugar entre 2021 y mediados de 2022, en las que el crecimiento económico dio lugar a una tenue mejora en las condiciones de vida que se registraban en los dos años previos, para dar paso a una declinación progresiva del crecimiento, una aceleración de la inflación y una consolidación del hartazgo social. Mucho de esto explica los problemas que tienen que afrontar la sociedad y la política en los tiempos venideros.

 

 

Imposibilidad objetiva

En lo que resta del año, con independencia de la magnitud final que alcance la contracción de la actividad económica, la reversión de su trayectoria descendente parece una imposibilidad objetiva. Por ahora, conviven la desaceleración de la actividad industrial-manufacturera con el déficit comercial; la primera es la principal demandante de importaciones de la economía, que consisten mayormente en bienes de capital e insumos intermedios. En vista de que el gobierno dispone de una cantidad acotada de reservas internacionales y que parte de las que recibe de organismos internacionales las destina a pagar deudas pre-existentes, el margen de acción es estrecho.

Los últimos datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) fueron difundidos esta semana por el INDEC y corresponden a julio. En ese mes, la disminución de la actividad total fue del 1,3 % frente al mismo mes del año anterior, y alcanzó una caída acumulada del 1,8 % en los primeros siete meses del año, comparada con igual período de 2022.

La reducción interanual del 1,3 % es menor que la que tuvo lugar en junio ,del 4,7 %. En consecuencia, también la caída acumulada del 1,8 % representa una leve morigeración de la del 1,9 % que se constató en el primer semestre. El principal factor que explica esto es que en el mes anterior la variación interanual de la actividad agrícola-ganadera fue de 40,4 puntos porcentuales, mientras que en este fue solamente de 14 puntos. La industria manufacturera, en cambio, mantuvo una reducción similar, de 3,7 puntos interanuales frente a 3,6 puntos del mes anterior. Las ramas de transporte y comunicaciones y electricidad, gas y agua registraron caídas de poca incidencia.

A pesar de que estos sean los resultados producidos durante 2023, el déficit comercial en agosto alcanzó los 1.011 millones de dólares. Las exportaciones tuvieron un valor en el mes de 5.854 millones, frente a 6.865 millones de las importaciones. Esto representa, respectivamente, caídas del 22,4 % y el 12,4 % frente a los niveles de agosto de 2022. En los ocho meses del año, el valor de las exportaciones asciende a 45.388 millones de dólares (24 % menos que en el mismo período de 2022), y el de las importaciones a 51.593 millones (una contracción del 10,3 %), con un déficit resultante de 6.205 millones de dólares.

 

 

Mayor pobreza

Otra medición del INDEC muy importante se conoció el miércoles. Se trata de la Incidencia de la Pobreza y la Indigencia en el primer semestre de 2023. Del universo que conforma la Encuesta Permanente de Hogares, el 40,1 % de las personas se encuentra bajo la línea de pobreza y el 9,3 % bajo la línea de indigencia. En términos de hogares, las magnitudes son, respectivamente, del 29,6 % y el 6,8 %. En el segundo semestre de 2022, la proporción de hogares pobres fue la misma, pero la de personas ascendió al 39,2 %. Es decir que se incrementó casi en un punto. El porcentaje de hogares indigentes era de 6,2 puntos y el de personas de 8,2 %.

El crecimiento de la cantidad de personas pobres es menos acentuado que el de la cantidad de personas indigentes, lo que tiene una relación con el incremento acelerado que tuvieron los alimentos durante los primeros meses del año. No obstante, aunque lo primero sea tenue, evidencia que las personas pobres deben destinar una parte cada vez mayor de sus ingresos para evitar la inducción en la pobreza del hogar. De acuerdo con los cálculos del INDEC, la cantidad en promedio de personas que habitan un hogar era de 3,84 en el caso de los indigentes y de 3,92 en el de los pobres. En 2023 los guarismos pasaron a ser 3,97 y 3,95.

Estos hechos se explican por la elevación de los precios en la primera mitad del año, que, como es sabido, tendió a superar a los ingresos. Lo que no solamente condujo a que la cantidad de personas indigentes y pobres sea mayor, sino que, además, la distancia entre la canasta que define la línea de pobreza y la indigencia y los ingresos de quienes no alcanzan a solventarla se amplió. El INDEC denomina a la diferencia entre canasta e ingresos “brecha monetaria”, y llama “brecha porcentual” a la proporción entre la “brecha monetaria” y el valor de la canasta. En este caso, creció más la “brecha porcentual” de los hogares pobres que la de los indigentes.

 

 

Llamativamente, en julio, los salarios de los trabajadores registrados (sector privado y público) alcanzaron una tasa de crecimiento superior a la del Índice de Precios al Consumidor y la Canasta Básica Total. Los del sector privado quedaron tres puntos por debajo de la Canasta Básica Alimentaria, pero en términos generales tuvieron una mejora en comparación a los precios. De lo que suceda con las negociaciones paritarias en respuesta a la devaluación del mes pasado depende que este proceso no se modifique y que no empeore la presión de la pobreza sobre la población argentina.

 

 

 

Empobrecimiento continuo

Si se atienden a las cifras sobre el crecimiento y los ingresos, y se reflexiona sobre el resultado obtenido en las PASO, se puede concluir que este es adverso al oficialismo como favorable hacia una expresión afín con lo que se denomina el pensamiento de suma-cero. El principal ganador, Javier Milei, pregona que la acción del gobierno es netamente lesiva para el conjunto de la sociedad porque utiliza la coerción para sustraer ingresos y degradar el estatus de individuos que lo alcanzan legítimamente por medio de sus competencias personales.

Esta prédica surte efecto en un entorno en el que la economía retrocede a causa de la caída en la demanda que se origina en la pérdida de poder de compra de los salarios, la cual no se llega a revertir por la persistencia de las presiones inflacionarias. Sin embargo, no es la baja tasa de crecimiento el problema que afecta a los argentinos, sino más bien el empobrecimiento continuo. Desde 2011 hasta 2017, la economía argentina tendió a estancarse, y desde 2018 la actividad fue declinando año a año. Entre 2021 y el final del primer semestre de 2022, la economía volvió a crecer, sin recuperar el terreno perdido en los años anteriores y, desde entonces, ingresó de nuevo en un retroceso. En ese breve lapso de crecimiento, la tasa de población bajo la línea de pobreza se redujo. Desde el segundo semestre de 2022 volvió a incrementarse.

En el mundo desarrollado, el proceso de empeoramiento de las condiciones de vida de una parte significativa de la clase trabajadora —que no deja de ser remarcablemente superior al de los argentinos— tiene larga data y no viene al caso reconstruirlo. Lo que interesa es que incubó reacciones políticas que llevan a votar a figuras agresivas, que tienen un discurso hostil a la migración, chauvinista y emparentado con el fascismo. Nada de lo cual significa que su contenido sea idéntico.

El ejemplo de Donald Trump en Estados Unidos, cuyos problemas motivaron el estudio realizado por los investigadores de Harvard, es uno que se puede acompañar con la elección de Boris Johnson en Inglaterra como primer ministro en 2019 o la unción reciente de Georgia Meloni para esa posición en Italia, que proviene del movimiento político Fratelli d’Italia, de prosapia fascista.

En Alemania, en este momento, el partido Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en el idioma original), que asume posiciones de ultra-derecha, capitaliza el descontento que produce la gestión de Olaf Scholz, adelantándose en las encuestas a los tres partidos que conforman la coalición que respalda al canciller teutón. El único partido que supera a AfD es la Unión Democrata Cristiana (CDU), también de derecha, pero hacia el centro. AfD reúne una intención de voto del 21,3 %, y CDU del 27,5 %. Es decir que la derecha en Alemania concita un potencial de votos del 48.8 %. Entre las causas de este devenir se encuentran el salto en las tasas de inflación y, en menor medida, un bajo grado de crecimiento económico.

Se puede concluir con tranquilidad que en este momento el mundo presta casos para extraer conclusiones sobre las consecuencias políticas del aumento del malestar económico. En lo que respecta a nuestro país, Milei y la talentosa economista Patricia Bullrich replican la conducta de buscar a un enemigo o aludir a un desorden provocado por la actuación pública, pero su respuesta tiene una peculiaridad: prometen resolver todo retrayendo la participación económica del Estado. Es decir, pretenden quitar, suponiendo que, de esa forma, devuelven, porque la economía es un juego de suma-cero en el que lo que el Estado deja de gastar alguien lo gana.

En los hechos, esto solamente significa retirar recursos sin devolverlos. Solamente quitar, empobreciendo a una sociedad que vota cansada de ser pobre. La magnitud del conflicto político es tal que, con independencia de quién gane las elecciones, ese será el centro gravitacional de la política hasta que, efectivamente, se recuperen los ingresos y el crecimiento. La opción que tiene la dirigencia política para ofrecerle a la sociedad es la de generar ganancias o pérdidas para el conjunto.

--------------------------------

Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí