This is not an accordion, this is a bandonion

Dentro de la caótica discografía de Piazzolla, una de las mayores joyas es el concierto en el Central Park, una estupenda grabación al aire libre, el 6 de septiembre de 1987.

Mientras aquí el gobierno de Raúl Alfonsín descubría que la ley de obediencia debida no era suficiente porque aún quedaban bajo proceso centenares de oficiales que amenazaban con nuevas sublevaciones como la de Semana Santa de ese año, Pantaleón volvía a la ciudad de su infancia.

En 1934, siendo un gurrumín de 13 años, hizo de canillita en una escena de El día que me quieras y Gardel se lo quiso llevar de gira. En una carta imaginaria que le escribió en 1978, le dijo: “Charlie, me salvé porque los viejos no me dejaron ir. Si no, en vez del bandoneón estaría tocando el arpa”.

El niño Ástor junto a Carlos Gardel en una escena de "El día que me quieras", película de la Paramount de 1935.

En el Concierto en Central Park presentó la segunda versión de su quinteto, con Pablo Ziegler en el piano, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica, Fernando Suárez Paz en violín y Héctor Console en bajo. Vale la pena escucharlo completo, pero aquí va apenas una selección. Primero tocan Muerte del Angel y después Astor habla con el público.

En un gran momento de buen humor comunicativo, empieza explicando en castellano de qué se trata y luego traduce al inglés, hasta que alguien desde el público le grita algo en italiano. Lo que sigue son unos minutos deliciosos en los que cuenta en los tres idiomas la historia del tango y de su instrumento que, explica, no es un acordeón sino un bandoneón, que nació a mediados del siglo XIX en Alemania para interpretar música religiosa en las iglesias, pero que de allí pasó a los burdeles de Buenos Aires. La gente se ríe y él responde que no está bromeando, que el tango nació impuro como el jazz en Nueva Orleans. Ante el asombro de un público que recién comenzaba a conocerlo, cuenta que nació en Buenos Aires, que se crió en Nueva York y que sus padres vinieron de Trani, Italia.

En 1924, cuando Astor tenía tres años, Gershwin estrenó en Nueva York su Rhapsody in Blue. Esa fue la banda sonora para las correrías del hijo del peluquero italiano por el Greenwich Village. Tres años después Nonino le compró el primer bandoneón. Esto ayuda a entender su música, tanto como la intensidad que ambas ciudades sólo comparten con Berlín. Como decía un amigo, peligro de anécdota. Sepan disculpar y disfruten de este gigante, que lo que vale es la música.

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