TIEMPO

¿Y los jueces de Casación que confirmaron las extorsiones preventivas de la causa Cuadernos?

 

Imagino que fin de año, como toda fecha artificiosamente señalada nos impone un instante ineludible. El de asumir el paso del tiempo. Ese en el que no pensamos. Y que a veces nos golpea cuando vemos su huella en aquellos que queremos. Escribo esto y miro con afecto no exento de melancolía, el hocico encanecido de mi Morganita. Que injusto es que los perros, mis perros, no sean eternos. Al menos eternos en tiempos míos. Eternos al menos en términos de saber que sus existencias peluditas y tibias duraran probablemente menos de lo que durare yo. Que innecesariamente dolorosa lección sobre el tiempo y el dolor que es la eventual muerte de mis perros. Algún día sucederá pienso, a un tris de revelarme contra el tiempo. Como sucederá con otros que quiero y que son menos peluditos, pero no por ello más inmortales. Y cuya mortalidad me genera tanta angustia que prefiero no pensarla, aun cuando la sepa inevitable

Se que la frase acerca de que el tiempo todo lo cura lleva en sí misma la condición de saber que el tiempo todo lo lastima. Voy a ser honesta, detesto el tiempo. Su aparente potencia sanadora no es más que una justificación insuficiente y pobre de su tan cierto poder destructivo sobre aquello que amamos. Sobre todo, aquello que es valioso y que conservaríamos para siempre. Ese siempre definido al menos desde mi propio ombligo, huella física del inicio de mi propio tiempo. Y certeza de su provisoriedad. Solo he sido inmortal por instantes…desconozco el peso específico de la inmortalidad como condición permanente.

En un maravilloso libro[1] de  Jorge Luis Borges hay un hermoso articulo cuyo titulo es “El Tiempo”. Creo que corresponde fechar ese artículo. Solo por capricho y para burlarme del tiempo: 23 de junio de 1978. Si pudiera lo transcribiría por completo. Pero resulta que no tengo tiempo. En alguna hora debo entregar esta nota. Cosa que odio. En un universo perfecto, cuando me siento a escribir, el tiempo debería dejar de transcurrir. Como debería suceder cuando soy feliz. Experiencias eternas en un tiempo que no lo es, no para mí. No para poder entregar esta nota. No para ser feliz de modo perfecto.

La memoria está hecha de olvido

Pero voy a rebelarme un poco y voy a citar a mi querido Borges, al que le puedo disculpar con más facilidad su anti peronismo acérrimo que su muerte. Dice Borges que “No sé si al cabo de veinte o treinta siglos de meditación hemos avanzado mucho en el problema del tiempo. Yo diría que siempre sentimos esa antigua perplejidad, esa que sintió mortalmente Heráclito en aquel ejemplo al que vuelvo siempre: nadie baja dos veces al mismo río. ¿Por qué nadie baja dos veces al mismo río? En primer término, porque las aguas del río fluyen. En segundo término—esto es algo que ya nos toca metafísicamente, que nos da como un principio de horror sagrado—, porque nosotros mismos somos también un río, nosotros también somos fluctuantes. El problema del tiempo es ése. Es el problema de lo fugitivo: el tiempo pasa. Vuelvo a recordar aquel hermoso verso de Boileau: «El tiempo pasa en el momento en que algo ya está lejos de mí». Mi presente—o lo que era mi presente—ya es el pasado. Pero ese tiempo que pasa, no pasa enteramente. Por ejemplo, yo conversé con ustedes el viernes pasado. Podemos decir que somos otros, ya que nos han pasado muchas cosas a todos nosotros en el curso de una semana. Sin embargo, somos los mismos. Yo sé que estuve disertando aquí, que estuve tratando de razonar y de hablar aquí, y ustedes quizás recuerden haber estado conmigo la semana pasada. En todo caso, queda en la memoria. La memoria es individual. Nosotros estamos hechos, en buena parte, de nuestra memoria.

Esa memoria está hecha, en buena parte, de olvido…”

La extinción

La memoria esta hecha en buena parte de olvido. Como el poder judicial que olvida juzgar a tiempo. Ayer salió un fallo de la Sala III de Casación. En dicho fallo se dispuso “hacer lugar a los planteos de los defensores relacionados con la violación a la garantía constitucional de ser juzgados en un plazo razonable, …declarar la extinción de la acción penal, …sobreseer a Domingo Felipe Cavallo…. y Carlos Saúl Menem”.

Parece que el mero paso del tiempo va a impedir para siempre hacer el Hospital de niños en el Sheraton Hotel, y también en la Sociedad Rural. Porque precisamente sobre la venta a precio vil del predio ubicado en Palermo trataba la causa.

Se investigaba si los acusados “sustrajeron de la esfera de la administración pública del Estado Nacional el bien inmueble conocido como Predio Ferial de Palermo, instrumentándose dicha maniobra ... el 27 de mayo de 1992.”.

[…]“…en virtud de dicha venta directa, se transmitió en forma ilícita a particulares la titularidad del bien de dominio público … por un precio total y definitivo de treinta millones de dólares estadounidenses (30.000.000 U$S) – en momentos de equivalencia paritaria entre el dólar estadounidense y la moneda nacional-, cuando dicho inmueble valía como mínimo 131.800.000 U$S”.

En 2012,  se dispuso que dicha operación debía ser revocada por estar afectada de nulidad absoluta y que el valioso y estratégico predio debía restituirse al Estado nacional. Como bien cabe suponer, dicho decreto fue impugnado judicialmente. La impugnación tramita en el Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial Federal nº 8, Secretaría nº 15, bajo el número de expediente 4573/12 “Sociedad Rural Argentina c/ Estado Nacional Poder Ejecutivo s/ Acción meramente declarativa”.

 

 

Alguna vez en mis épocas de abogada del Estado me toco colaborar con esta causa de la mano de la Procuración del Tesoro conducida entonces por Angelina Abbona, sin duda una de las mejores procuradoras que tuvo este país. Inteligente, enorme laburante del derecho y de la defensa del Estado, generosa, divertida, ha pagado caro su trabajo en defensa de los derechos de todos los argentinos. Voy a decirlo así: Poder judicial de mierda que en estos cuatro años persiguió a los justos y colaboró con los nefastos. La persecución que ha sufrido Angelina es una de sus páginas más vergonzosas para quienes la ejecutaron. Porque Angelina es una persona justa, honesta y decente, que siempre cuidó los derechos de todos. Y que siempre cumplió la ley. Los que no la cumplen, los que la violan son quienes la persiguen. Agregaría un par de adjetivos poco simpáticos para con sus perseguidores y lo que pienso de ellos. Pero bien pueden ustedes imaginarlos y ayudarme a hacer menos grosera esta nota. Ella y su equipo fueron pilares en los que los abogados del Estado nos apoyamos siempre para trabajar en pos de esa defensa del Estado. A ella y a su equipo un abrazo enorme siempre. Agradecida en un abrazo infinito. Porque aprendimos mucho con ellos. Nos enseñaron a todos con una generosidad y una dedicación que yo pocas veces vi. Y a Horacio Diez, su gran subprocurador además una enorme felicitación porque, de la mano de Carlos Zannini, ha regresado al cargo en el que debió haber estado siempre. Ya notaran con el tiempo lo importante que es tener en la procuración a un abogado que tiene un único compromiso: la defensa de estado. Y que distinto será de ahora en más todo, cuando de las decisiones participe un abogado como Horacio y no un abogado de empresas, como tuvimos hasta hace unos días. Horacio Diez escribió y pensó buena parte del mejor derecho administrativo del Estado. Del que nos orgullecemos. Del que sirve para defender al Estado de los expoliadores de siempre. Del que hace justicia.

 

Odioso pero justo

Pero volvamos al caso del predio de la Sociedad Rural. Antes de que me pregunten digo, el Poder Judicial por supuesto que impidió que el Estado tomara posesión del predio. Oportunas y vergonzantes cautelares impidieron hasta hoy que el Estado tome posesión de sus derechos. Y después de la sentencia de la Sala III de la Casación, temo que para siempre.

Odio el fallo. Con las tripas. Pero es justo. La causa empezó en 2001. Y como bien señala el propio fallo la violación al derecho a ser juzgado en un plazo razonable cuando es evidente, y en consecuencia surge la necesidad de poner fin a la persecución penal, por constituir ella misma una violación a los derechos individuales reconocidos. Y claramente la duración del proceso por casi dos décadas, viola ostensiblemente las garantías de plazo razonable del proceso y del derecho de defensa. Eso señala el voto de la mayoría y tienen razón. El proceso no puede ser un castigo en si mismo. Y hacerlo durar casi 20 años es un castigo sin sentencia que lo fundamente. Y ese castigo viola garantías. Y en un estado de Derecho es inadmisible que se violen garantías. Y que los haga el propio poder judicial es ya un escándalo.

El argumento ensayado por la minoría, respecto a que los delitos contra la administración pública son imprescriptibles es ridículo. E inadmisible. Porque solo las leyes pueden determinar la imprescriptibilidad de los delitos. No la casi prevaricante voluntad legisladora de un juez que se olvida o no sabe que es juez y quiere ser legislador.

Lo que marca el estado de Derecho es que las garantías deben ser cumplidas por el Poder Judicial. Y la garantía del plazo razonable es una de ellas. Al juez en cuestión es habitual que se le olvide ese detalle de respetar garantías y derechos. Algún día con más tiempo. les contaré qué opina ese juez sobre el Estado de Inocencia. Y van a querer matarse, porque ese juez que escribe disparates, puede juzgar personas. Decidir sobre el honor y la libertad de personas. Y francamente sus sentencias no pasarían un examen de educación cívica del colegio primario.

Pero más allá de que el fallo, al menos el voto de la mayoría sea justo, presenta dos problemas que son imperdonables. SHubo una demora inexcusable en llegar a una sentencia. Esa demora vulnera el derecho a que la situación penal de las personas sea resuelta en un plazo razonable. Pero lo que no resuelve es quién debe hacerse cargo de esa demora. Porque han sido sobreseídas personas porque alguien o algunos no hicieron lo que debían. ¿Quién se hará responsable de esa demora y sus consecuencias? Nada dice el fallo al respecto. Nada

¿Puede el poder judicial no hacer lo que se debe, lo que está obligado a hacer, en tiempo oportuno?  Dice mi adorado articulo 19 de la Constitución Nacional que nadie está obligado a hacer lo que no manda la ley ni privado de lo que ella no prohíbe. Mi pregunta es ¿Quién se hace cargo de no haber hecho lo que la ley ordenaba?

Porque al haber sido sobreseídos los acusados, no me caben dudas de que intentarán usar ese sobreseimiento para dejar sin efecto el decreto que ordenaba la restitución del predio de la Rural al Estado Nacional. Y si lo consiguen porque el poder judicial lo consiente, el único perjudicado será el Estado Nacional. O sea, vos, yo y ellos. Porque no hacer lo que manda la ley tiene consecuencias. Y responsables- Y esos responsables deberían responder, incluso con sus patrimonios por las consecuencias nefastas que su no hacer podría tener para el patrimonio del Estado Nacional. Eso también seria justo. Y seria además muy necesario. El no hacer, no es como diría Macedonio sobre lo espontaneo el hacer libre, un renunciamiento explicativo. Es una acción humana que genera consecuencias y sus autores, sean quienes sean, deben afrontar las consecuencias.

Allegro con grazia

Recordar es comprender desde el tiempo, fuera de él. Pero no sé si Lucía Cecilia Rojas y Cristina Liliana Vázquez podrán comprender los 11 y 14 años respectivamente que pasaron en prisión cuando su sentencia no estaba firme.

Y quiero señalar sin metáforas que este fallo de la Corte Suprema que se dictó esta semana merece que lo aplauda de pie. Porque lo que dice es tan obvio como necesario. Y es raro aplaudir una sentencia que recuerda lo que aprendimos en la Facultad de Derecho,  y que muchos olvidaron.

El caso es simple y complejo. Por la muerte de una vecina, dos mujeres fueron imputadas y condenadas. Su sentencia no se encontraba firme y sin embargo estaban presas.

El 26 de diciembre la Corte Suprema consideró que la sentencia que las había condenado era arbitraria. Que su confirmación también lo era y que el modo en que había sido confirmada lo había sido en “un proceso indebido en el que se negó la vigencia del principio de inocencia y la aplicabilidad al caso del in dubio pro reo como consecuencia de una sesgada y parcial revisión del fallo.”

También consideró que no debía hacerse un nuevo juicio, sino que en atención a la garantía del plazo razonable y el tiempo transcurrido no solo debía dejarse sin efecto la sentencia apelada, sino absolver a las acusadas.

Claro en el caso de la Sociedad Rural, era gente con dinero y poder. La violación de la garantía del plazo razonable para ellos solo implicó tiempo. Para Lucia y Cristina, años de prisión. Por una sentencia injusta.

Quiero transcribir un párrafo de esa sentencia: “Cuando en su artículo 18 la Constitución Nacional dispone categóricamente que ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo, establece el principio de que toda persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le reprochan, hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario mediante una sentencia firme (Fallos: 321:3630).”

Es tan obvio lo que dice la Corte que duele. Porque en este país ese tan elemental principio fue olvidado por muchos jueces. Y la prensa celebró ese olvido. Y el macrismo impulsó ese olvido. Y los que conservaban su estado de inocencia de rango constitucional fueron tratados como culpables y fueron presos, sin sentencia firme.

Irurzun lo olvidó cuando firmó la doctrina que lleva su nombre aun cuando sabemos que no fue quien la diseñó. Que se usó para encerrar a personas sobre las que ni siquiera había una sentencia. Y te pregunto Martín, con el afecto y respeto que te tengo: ¿Podrías explicarle tu sentencia a la familia de Héctor Timerman mirándolos a los ojos? Doctor Bertuzzi, usted que envió a prisión a Amado Boudou y luego lo premiaron con su pase a la cámara de Apelaciones, ¿podría leerle esta sentencia de la Corte a sus hijos y explicar lo que hizo sin ponerse colorado y tartamudear? ¿Y usted doctor Costabel? ¿Mariano, tanto te importaba el Código Penal como para olvidarte de la Constitución que lo debe inspirar? ¿Doctor Gemignani, ¿cómo me explica sus sentencias y sus ridículas consideraciones sobre la presunción de culpabilidad? ¿Y los jueces que vieron llorando al maquinista de la tragedia de Once, abrazado a su familia cuando se lo llevaban detenido aunque su sentencia no estaba firme? Esa mañana yo estaba en Comodoro Py. Lloraba como un chico. Lo vimos todos. ¿Y los jueces de Casación que confirmaron las extorsiones preventivas de la causa Cuadernos que hacían Stornelli y Bonadio?

Y la pregunta más importante ¿Qué van a hacer ahora que dictaron sentencias tan arbitrarias todos ustedes? ¿Qué van a hacer cuando termine de estallar el sistema de arrepentidos por miedo o por conveniencia que admitieron? ¿Qué van a hacer con las sentencias que confirmaron con tanta arbitrariedad? ¿Qué van a hacer con los juicios orales que comenzaron o que admitieron?

 

El río, el tigre y el fuego

Borges en otro bello fragmento de su obra escribió “And yet, and yet... Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El 'mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciada­mente, soy Borges.”

Doctores, como el tiempo según el ciego que todo describía a la perfección, las cárceles son espantosas porque son irreversibles y de hierro. El estado de inocencia no lo es. Pero solo requiere una c0ndición para dejar de ser real y cierto. Ese requisito se llama sentencia firme. Cualquier otra consideración que afecte al Estado de Derecho es también un renunciamiento explicativo…y constitucional.

¿Qué van a hacer Doctores?

[1] Jorge Luis Borges. MICELANEAS. “El Tiempo”. Debolsillo. Barcelona, 2011.

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