Todas las contras juntas

La presencia feminista dentro de la protesta contra el G20

 

¿Es una perfo o es real?

Una chica en bicicleta cruza la Avenida 9 de Julio en dirección al Bajo, justo delante de donde aguarda la cabecera de la marcha. La bandera de arrastre dice “Fuera G20, fuera FMI” y la caja amarilla que la chica lleva en la espalda dice “Glovo”.

La marcha del viernes 30 cerró la Semana de Acción Global contra el G20 convocada desde la Confluencia Fuera G20 y FMI. En la calle la presencia más notable es de partidos de izquierda. La columna del MST la encabezan mujeres “Anticapitalistas en Red” con el torso desnudo. Cada una lleva pintada en su cuerpo una bandera: Palestina, Alemania, Turquía, Rusia, Estados Unidos, Brasil, Francia, Argentina, China. Esos pechos descubiertos son uno de los poquísimos puntos de conexión de esta marcha con la presencia festiva y pesada del movimiento feminista en las calles, que marcó todo el 2018.

 

Foto: Martín Álvarez Mullally

 

Durante los meses previos a la llegada de todos los mandatarios de los países pertenecientes al G20 pero más intensamente durante la última semana, la Confluencia, y dentro de ella el Foro feminista contra el G20, realizó variadas actividades.

El miércoles 28 por la mañana se presentó en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA la campaña “Nuestro cuerpo, nuestro territorio”. El eje fueron los procesos de expropiación capitalista, criminalización y amenazas a lxs defensoras de derechos de las mujeres y personas LTBQNB. Se conversó con la brasileña Sandra Marli da Rocha, del Movimiento de Mujeres Campesinas sobre el Derecho a la Tierra; con Ana Falú sobre el derecho a la ciudad; con Zenayda Serrano, de El Salvador; la mapuche Ivana Huenelaf de la lof Cushamen y con Indianare Siqueira, activista feminista trans de Río de Janeiro.

Nos dijeron que este era el remedio, y acá están todas las contraindicaciones juntas.

“Contraindicaciones de sus pensamientos”, dice la canción de Kumbia Queers que hizo bailar a cientos de personas en la Fiesta de los Pueblos, el 29 por la noche, horas antes de que la ciudad fuera detenida por la ministra de Seguridad. La marca distintiva de la serie de jornadas previas al G20 y de la marcha liviana que atravesó el centro porteño el viernes, todas las contraindicaciones juntas, todas las contras juntas.

“Las propuestas de organismos como el G20 invitan a disfrazar de soluciones exitosas situaciones que surgen como consecuencia de las leyes de flexibilidad laboral”, expresó Mariana Paterlini, integrante del Foro feminista contra el G20, uno de los motivos por los cuales las feministas están en contra del G20 y del modelo neoliberal. En sintonía, la performance real de la joven delivery contratada por una app es, como se dice en internet, “tan real que duele”.

 

Instalación del día 29 de noviembre. Foto: Martín Álvarez Mullally

 

Por la mañana del jueves, en la carpa del Foro y en el marco del Conversatorio “Dos años de movilizaciones: OMC,G20 y más allá”, que trabajó desde la perspectiva feminista del Sur Global el nuevo orden global, Corina Rodríguez Enríquez, de Dawn, destacó que “este mundo feroz está sostenido por el trabajo precario, informal, mal remunerado que hacemos las mujeres, y el trabajo no remunerado de cuidados”. También destacó que los procesos como la OMC o el G20 “no son técnicos, son políticos” y que “las feministas nos hemos ido formando en estos temas”.

En el mismo espacio, Fernanda Hopenhaym, uruguaya/mexicana de la organización Poder, hizo foco en la operación de captura que el feminismo organizado viene destacando: es una farsa, en el G20 hablan de inclusión pero es sólo maquillaje. Con el Financial Times en la mano, Hopenhaym destacó que “no se habla de inclusión, no se habla de la gente. Se habla de la relación de China con Estados Unidos y nada más”.

Por su parte, Graciela Rodríguez, argentina residente en Brasil, parte de la Red de Género y Comercio, fue precisa en señalar que “el G20 ha venido a obstaculizar el multilateralismo y la construcción de sistemas más democráticos en la gobernabilidad global”.

 

Que se vayan

La manifestación desplegada a lo largo de muchas cuadras contiene banderas que en otras manifestaciones quedan ocultas debajo de las de grandes partidos y centrales obreras. Una marcha con la ciudad sitiada podría no tener un efecto disruptivo. Una aparición interrumpe la escenografía regular. Cuatro mujeres cargan una plataforma hecha de maderas sobre la que se erige una especie de deidad hecha de paja. Es “El Plumero de la Pampa”.

 

Frente y reverso de la estampita de El Plumero de La Pampa.

 

La pequeña procesión encandila con sonrisas y el dorado de la paja enceguece. Ana, una española que vive en Buenos Aires hace 10 años, entrega una estampita pagana: “¡Oh poderoso Plumero de La Pampa! Protector de los pueblos del sur. Milenario guerrero sutil”.

—En Europa es folklore salir contra las cumbres de este tipo. Acá veo que no hay tanta gente, es algo nuevo. Allá es una especie de tradición.

No hay tanta gente. Alguien dice 15.000. Las más optimistas, 50.000. El operativo de inyección de miedo fue eficaz, también la suspensión del transporte en trenes y subtes. Hay menos gente de la esperada. En la puerta de la carpa del Foro feminista contra el G20 una asidua concurrente a marchas avisa que no va a ir, que luego de los gases de la marcha contra el presupuesto quedó aterrada. Otra, perteneciente a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, cuenta con orgullo:

—Me compré la máscara, ya fue, no me agarran más como en la previsional. Máscara colgada y Benadryl desde temprano.

Hay reporteros con casco de guerra, hay manifestantes con casco de obrero, hay quienes se pusieron el casco de ciclista. Las máscaras anti gas se llevan colgadas de la tira de la mochila. Apenas comenzada la marcha son atrapados tres menores que llevaban limón (para reducir los efectos de los gases) y un martillo. El despliegue policial fue espectacular. Cada calle perpendicular a Avenida de Mayo está vallada y con varias líneas de uniformados detrás. “Vallas donde vayas”, dice un mensaje de texto. La marcha está acorralada, dirigida, neutralizada.

 

Foto: Martín Álvarez Mullally

 

Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa, está frente al vallado que protege el Congreso Nacional. Para él, “todo el montaje que arman en la ciudad, con una inversión absolutamente desorbitada, viene a encubrir una farsa que no tiene nada que ver con las prioridades de nuestro pueblo. Lo mejor que podía salir del G20 es esto: que el mundo vea un pueblo de pie, no arrodillado. Hay un pueblo de pie”.

No abundan las consignas feministas. Al doblar por Avenida de Mayo un revival dosmilunero poseyó a todxs: “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, cantaban a la altura de Piedras. Marchaban el FIT, PTS, Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista, Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA), Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), La Poderosa, Patria Grande, Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), Frente Popular Darío Santillán, Corriente Clasista y Combativa (CCC), Partido Comunista Revolucionario (PCR), CTA Capital, el MAS, que canta contra “el chongo y la patronal”, entre otros espacios. El kirchnerismo estuvo disperso, “uno de los hechos salientes de la movilización contra el G20 es la directiva de Cristina Kirchner de no movilizar, indicación a la que se sometieron no sólo las agrupaciones políticas que le responden, sino las direcciones sindicales afines”, dijo la diputada nacional del Frente de Izquierda, Romina Del Pla.

 

Foto: Martín Álvarez Mullally

 

Si bien el pañuelo verde está incorporado ya al uniforme militante, y el feminismo ha dado sobradas muestras de ser un actante anticapitalista y antineoliberal, su incidencia fue de muy baja intensidad. Las organizaciones feministas más convocantes no llamaron a marchar y las consignas extendidas desde hace años en todas las movilizaciones, “Ni Una Menos” y “Aborto Legal”, tuvieron casi nula presencia. Las únicas que mencionan de forma cíclica el aborto legal en sus cantos son las manifestantes del Foro Feminista contra el G20. Dentro de esa columna, Indianare Siqueira, activista contraglobalización dentro del movimiento de mujeres y disidencias de Brasil, señala que “las disidencias y las putas tienen que entrar al feminismo y los feminismos deben entrar de lleno al movimiento de izquierda, pero con todxs adentro”. Parte del Foro Feminista, Carolina Balderrama destaca que “creemos en una construcción internacionalista e interseccional del movimiento feminista. Queremos resistir y construir alternativas”.

En la cabecera de la marcha, la psiquiatra Diana Kordon (Liberpueblo, Encuentro Memoria, Verdad y Justicia) reconoce que “la ciudad está sitiada para que el pueblo no se pueda expresar en las calles”. Dentro de la columna de la Confluencia, una mujer de rasgos asiáticos lleva un cartel con un pictograma. Significa muerte, “porque ellos vienen a traer la muerte”, dice. Varias cuadras después, dos mujeres alzan una bandera que dice “Vida. Movimiento hacia el erotismo”. Son dos porteñas que conforman una agrupación política anarquista. “Vinimos a la movilización contra el G20 porque el Movimiento hacia el Erotismo es pulsión de vida contra la pulsión de muerte del capitalismo gore”, cuentan a El Cohete la artista Pomarola y la contadora y grabadora Analía, las dos únicas miembras de la organización.

Frente y dorso del folleto del Movimiento hacia el erotismo

 

La marcha llegó hasta la Plaza de los Dos Congresos, donde Norita Morales de Cortiñas, que marchó en la cabecera, leyó el documento y para cerrar dijo: “Cuanto más grande y unitaria sea nuestra movilización, venciendo la campaña del miedo y las trabas que nos impone el gobierno de Macri, mejor estaremos para enfrentar la política de ajuste, entrega y represión que nos impone el acuerdo Macri-FMI y las políticas que intenta profundizar el G20”.

Una bandera blanca levantada por el colectivo Etcétera decía Que se vayan todos, y nos fuimos todxs de la plaza. Mientras tanto, en el Teatro Colón, Mauricio Macri lloraba de emoción.

 

 

 

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