Todo Mal

La funesta gestión Macri

 

 

La gestión Macri hizo las cosas muy mal. Dañó enormemente al país en términos económicos y políticos; causó un fuerte estrago social; llevó las relaciones internacionales de un modo muy concesivo, rayano en lo vergonzoso; y maltrató la educación, entre otras catástrofes. Pero vayamos por partes a un apretado examen de los hechos y los datos.

 

 

Economía

La administración Macri fue desastrosa en este plano.

En tres de los cuatro años que gobernó  el PBI tuvo un crecimiento negativo: -2,080 en 2016; 2,669 en 2017; -2,482 en 2018; y -3,064 en 2019. Todo un récord.

La inflación cabalgó más rápido que el afamado Yatasto, que supo montar el célebre Irineo Leguisamo. El aumento de precios fue de 40% en 2016; 24,4% en 2017; 47,6 en 2018; y 53,8% en 2019.

El endeudamiento externo en dólares fue fulminante. Se duplicó entre 2016 y 2019 respecto del muy razonable 36,6% del PBI que habían dejado los gobiernos kirchneristas, tras 12 años de gestión. La deuda tomada propiamente por el macrismo fue de U$S 96.602 millones, lo que implica un crecimiento en 4 años levemente superior al 40%, según informaba BAE Negocios el 11 de noviembre de 2019. Merece ser destacado que incluye el acuerdo que se consiguió con el FMI en junio de 2018, por un total de U$S 56.300 millones, el más alto en la historia de esa institución. Han ingresado ya U$S 44.300 millones (o sea, el 83% del monto inicial), que se han escurrido en la cancelación de deuda pendiente y en el fomento de la fuga de capitales, entre otros rubros. Tiene plazos de pago muy cortos y su devolución es perentoria. (El Presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán han mantenido conversaciones con las más altas autoridades del FMI, que han tenido un inicial buen resultado. Lo que no quita que el tremendo “moco” haya sido de Macri.)

La fuga de capitales acompañó este rotundo desatino que se viene describiendo. Al amparo de una liberalización extrema de la cuenta capital del Banco Central, dispuesta con la anuencia de Macri, salieron del país U$S 9.951 millones en 2016; U$S 49.378 millones en 2017 y 2018; y U$S 26.870 en 2019. En total U$S 88.371 según una nota del diario Perfil publicada a fines de enero de este año. Nótese que este guarismo es superior en un 24,61% al antedicho crédito del FMI.

De este insólito cuadro que combina recesión con inflación –es decir estanflación— más fuga de capitales y altísimo endeudamiento externo se derivaron el cierre de empresas y el descalabro del empleo. Según informa El Economista del 18 de febrero pasado, entre 2016 a 2019 cerraron 24.505 firmas. Las pymes fueron las más afectadas pero el impacto permeó todos los rangos. Incluso las compañías mayores cayeron en la volteada, como lo muestra hoy el caso de Vicentín. Por su parte y como ejemplos, Arcor y Molinos Cañuelas sufrieron una marcada merma de demanda. Carrefour disminuyó el número de sucursales. Y Techint reorientó su plan de inversiones hacia Estados Unidos. Han sido numerosas también las empresas que entraron en procesos preventivos de crisis o en concurso de acreedores.

El crecimiento del desempleo fue brutal. El 19 de septiembre de 2019, el diario Clarín informaba que los desocupados alcanzaban a 2,1 millones (el 10,6% del total de la población laboral). Y que el subempleo había pasado de 11,2 a 13,1%, lo que implica decir  que la informalidad laboral había aumentado en 420.000 personas, llevándola a un total de 2.530.000. Nada sustantivo ha cambiado en  este plano desde entonces.

 

 

 

Política

El manejo macrista de la política lleva la marca de la discrecionalidad, la manipulación y el embuste. Mintió aviesamente durante la campaña electoral de 2015. Sin agotar la lista puede señalarse que manipuló arteramente las incorporaciones en el Consejo de la Magistratura. Abusó de los decretos de necesidad y urgencia. E incluso ¡designó por decreto a dos jueces de la Corte Suprema! Aunque luego tuvo que recular, se tiró un lance. Lo que indica que la Constitución y las leyes le importan un pepino. Y terminó designando un alto número de funcionarios en la Administración Pública e incluso embajadores y cónsules, pocos días antes de dejar la Casa Rosada, cuando su firma no valía ya ni 10 centavos.

Podría decirse que dos asuntos descollaron en este marasmo. Uno fue el uso a granel del intervencionismo mediático-judicial (o lawfare), del que son emblemáticos ejemplos el caso Nisman y el de los llamados  “Cuadernos”,  modelos de montajes de alto voltaje y baja estofa. El otro es el del abuso de detenciones arbitrarias y el sometimiento a procesos judiciales de ex funcionarios kirchneristas, sobre la base de la más que endeble “doctrina Irurzun”.  Hay una demasía densa e inaceptable aquí: esos procesos podrían sustanciarse con los acusados en libertad. Están presos con el propósito de denigrarlos  a título personal y por extensión, también a la colectividad política a la que pertenecen.

 

 

 

Relaciones internacionales

La administración Macri actuó en este terreno en base a un sumiso e inaceptablemente concesivo posicionamiento de subordinación. Su pretensión de incorporarnos al mundo, apoyada sobre la falsía de pretender que no lo estábamos, nos llevó al desastre actual. Fue el tercer intento fallido de procurar insertarnos en la globalización con base en el fundamentalismo de mercado (los anteriores tuvieron como timoneles a José A. Martínez de Hoz y a Domingo Cavallo). Pero además, y con total prescindencia de la defensa de nuestra soberanía y de nuestros intereses nacionales, asentó su política para Malvinas y para el Atlántico Sur sobre el nefasto entendimiento con los británicos que dio en llamarse Foradori-Duncan. Podría abundarse en este plano pero lo indicado es más que suficiente.

 

 

 

Educación y otras esferas

El muy negativo desempeño económico retratado más arriba impactó tanto sobre la educación  como sobre otras esferas.

La asignación presupuestaria nacional para la actividad educativa tuvo un comportamiento a la baja. Se inició con el otorgamiento del 7,8% del presupuesto general, en 2016 y terminó con 5,5% en 2019. Como no podía ser de otra manera, la función docente, la infraestructura y el equipamiento y otros servicios y rubros fueron también a la baja. La ilegal suspensión de la Paritaria Nacional Docente dispersó esta fundamental instancia y abrió un amplio y sostenido frente de lucha sindical, como es conocido. Sin entrar en especificaciones, podría decirse que los salarios docentes estuvieron por debajo de la inflación. El presupuesto para las universidades nacionales tuvo un incremento poco suficiente vis a vis el natural crecimiento de las matrículas y las asociadas necesidades de inversión en infraestructura y equipamiento que aquello conlleva. Y los salarios de los profesores e investigadores tendieron a correr la misma suerte que la del resto de los docentes.

El financiamiento en materia de Ciencia y Técnica declinó también, así como los correspondientes salarios. Se redujo notoriamente el ingreso a la carrera de investigador en CONICET y a los programas de becas. Y las partidas para investigación menguaron.

Un decurso en el mismo sentido declinante que se acaba de apuntar, ocurrió con la salud y la obra pública, entre otras esferas, que sería demasiado extenso abordar en este espacio.

 

 

 

Entre lo pésimo y lo insuficiente

Podría decirse, conforme a lo examinado, que la gestión Macri ha sido funesta. Su desarrollo ha fluctuado entre lo pésimo y lo insuficiente. Ha sido extremadamente dañina, tal como se desprende de lo examinado.

La actual oposición debería tomar conciencia plena de la enorme responsabilidad que le cabe por su rotundo fracaso como oficialismo. Se ha leído en estos días en diversos diarios, que la plana mayor de Juntos por el Cambio analiza cómo enfrentar “los manejos discrecionales del Gobierno”. Lo acusa de querer “vaciar de jueces y fiscales los estamentos judiciales y colonizarlo con jueces propios”, mediante el proyecto de ley que procura modificar los regímenes especiales de jubilación de magistrados y  diplomáticos.

¡No tienen vergüenza! Se dan el lujo de tildar de discrecional a una gestión que no lleva aun 90 días de ejercicio, ellos, que han sido campeones en ese rubro. En lugar de fingir demencia y pretender asumir el papel de comisarios de la república y de sus instituciones, como si en el período 2016-2019 hubiera ocurrido tan solo la pinchadura de un neumático en una carretera y no la hecatombe que fue, deberían mostrarse más bien contritos y colaborativos.

En fin. Vaya a saberse cómo se definirán las tensiones dentro del PRO, en el que hay cierto mar de fondo. Los radicales, en tanto, tienen la oportunidad de retornar a sus viejas y muy buenas fuentes y tradiciones: Alem e Yrigoyen, o a la más actual: Raúl Alfonsín. Terminar de cocinarse  en el rancio caldo de unas posiciones  que parecen calcadas del viejo y ya apolillado antipersonalismo que se alió en los '30 con Agustín Pedro Justo, no parece una opción ni razonable ni viable.

 

 

 

 

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