Trabajo, no planes

El camino hacia una Argentina más justa

 

La embestida mediática y judicial contra los comedores populares y sus organizaciones es la continuidad de la persecución que sufrimos desde hace ocho años. En el 2016, Macri y Gerardo Morales hicieron la primera experiencia piloto en Jujuy utilizando los medios, la Justicia y las cárceles. Poco después se despegó en toda la Argentina el mismo modelo.

El siguiente gobierno, iniciado en el 2019, tenía como una de sus principales prioridades revertir la política del lawfare que había enfrentado la militancia en la calle durante toda la gestión macrista. Esa fue la primera claudicación, no dejamos de ver en las pantallas de televisión a los ministros de Desarrollo Social y a muchos importantes dirigentes hacer declaraciones estigmatizantes contra las organizaciones populares para dar señales de pluralidad política con los carceleros de nuestros compañeros. Cuanto más cerca del calendario electoral, más despiadada fue la estigmatización que seguían los consejos de las consultoras electorales, a las que les fueron más leales que a su propia base social que los llevo al gobierno.

Comparto algunos datos que contradicen este “remixado” persecutorio modelo de 2024. En el año 2023 el Ministerio de Desarrollo Social hizo solo dos entregas de alimento en lugar de las 12 correspondientes a cada mes del año. Los archivos periodísticos de las continuas y masivas movilizaciones a la puerta del Ministerio deben seguir existiendo en los medios de comunicación.

Los años anteriores no fueron mucho mejores que el 2023 ni en frecuencia de entrega ni en calidad de los alimentos, inclusive durante la pandemia cuando los comedores populares fueron largamente elogiados por asistir a personas en barrios con un fuerte nivel de hacinamiento y la salud pública no podía llegar —debe haber sido el único momento de valoración a la tarea comunitaria—. En lo que va del año 2024, el nuevo Ministerio de Capital Inhumano no realizo ni una sola entrega de alimentos.

Es un enigma descifrar cómo los referentes de comedores comunitarios extorsionan a los asistentes al comedor si no reciben alimento hace más de un año y medio.

Es sorprendente la auditoria que descubrió que muchos comedores ya no existen, sería un misterio que siguieran existiendo cuando no reciben alimento desde el 2023.

Ya los operadores mediáticos y judiciales se encargarán de buscarle explicación a estos interrogantes y de continuar con el guión de esta trama persecutoria a los pobres y sus organizaciones que se puede ver día a día como si fuera una serie de Netflix.

La pregunta que alguna vez deberíamos hacernos, si dejáramos un rato la hipocresía de lado, sería: ¿Qué hacemos con los pobres que aumentan más que el índice de inflación? ¿Vamos a darles el mismo tratamiento que a la población carcelaria y transformar a la mitad de la Argentina en una cárcel a cielo abierto? ¿Vamos a eliminar la última frontera del tejido social y solidario que son los comedores comunitarios y entregarle la administración de la mitad de los argentinos al narcotráfico? ¿Vamos a asistirlos mínimamente para que subsistan miserablemente como si vivieran en un gran gueto en su propio país?

Las respuestas podrían sorprendernos, pero para los que construimos el Encuentro Patriótico la solución a la pobreza es el trabajo y que nuestros pibes y nuestros viejos coman con sus familias en su casa. Ascenso social le decían antiguamente en el peronismo, para que el hijo del cartonero no sea cartonero, como pretendía la revolución fusiladora.

Para crear trabajo necesitamos industrias nacionales y para que haya muchas industrias necesitamos que los recursos naturales que abundan en nuestra patria estén a disposición del proceso productivo.

Necesitamos que el alimento y la energía sean para los argentinos y no para las capitales europeas.

Necesitamos sustituir importaciones porque cada producto importado que entra al país es un puesto de trabajo menos para un argentino.

Necesitamos un Estado que sea el motor y la locomotora de la industrialización nacional.

Planificar la economía soberanamente para desarrollar producción nacional, crear trabajo y eliminar la pobreza.

Estamos lejos de discutir el socialismo, pero quizás podríamos empezar por acá para ir aportando a un programa que le devuelva la esperanza a nuestro pueblo.

No le quiero sacar el culo a la jeringa. No fue fácil para las organizaciones sostener y contener semejante aluvión de desocupados durante estos años, pero esa estructura de planes se fue cosificando en el tiempo y también se fue burocratizando. No podemos negar que algunos de nuestros compañeros terminaron reproduciendo lógicas de dominación sobre otros compañeros hacia dentro de las estructuras organizativas. Es una tarea cotidiana la que debemos hacer hacia el interior de nuestras organizaciones para ser mejores, para que el que tiene un cachito más de poder no cague al que tiene un poco menos. Muchos podrían decirme que eso es moneda corriente en otros estamentos sociales, pero nosotros no somos patrones, somos compañeros. Es un debate interno que nos debemos todos y quizás ahí encontremos los motivos por lo que muchos de nuestros compañeros votaron a este gobierno y hoy lo están padeciendo.

Milité muchos años, hasta hace muy poco, en una organización como la Tupac Amaru, donde miles de compañeros pasaron de la pobreza más extrema a ser trabajadores, a reconstruir sus familias, a poder pasear con la frente en alto por el centro de su ciudad y poder comprarles algún regalo a sus hijos producto de su esfuerzo y su salario. Es mentira que no se puede. Por supuesto que no se pudo hacer sin un gobierno que tenía fe en su pueblo y sin duda la revancha de los poderosos fue brutal. Tan solo recordar a los protagonistas de esa experiencia: Néstor murió militando, Luis Bontempo se murió gestionando y defendiendo a las cooperativas de vivienda de las presiones de la Cámara de la Construcción, a Cristina la intentaron matar, Julio de Vido estuvo preso muchos años y Milagro sigue presa después de ocho años.

El movimiento popular va a volver a gobernar este país y lo hará sin dirigentes cobardes, con dirigentes que se parezcan a su pueblo y con la decisión política de resetear la Argentina a favor de los intereses nacionales. Lo merece tanto sufrimiento de nuestra gente.

 

 

 

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