Transformar para educar

Avances y desafíos de la escuela en la provincia de Buenos Aires

 

El nivel secundario nació elitista. No fue para todos, como el nivel primario. Con el tiempo hubo modificaciones, aunque no todos podían acceder a continuar sus estudios por no tener los recursos para hacerlo ni contar con establecimientos a su alcance. Con ese contexto, en 2006 comenzó una transformación: se sancionó la Ley de Educación Nacional y se estableció la obligatoriedad de la Educación Secundaria en la Argentina. A su vez, la Ley de Educación Provincial 13.688, de 2007, reafirmó esa obligatoriedad del nivel en territorio bonaerense. Un educador de educadores, como Alberto Sileoni, sabe mejor que nadie que no existe proyecto educativo si no existe proyecto de país. La transformación del secundario garantizó que el Estado brinde ese derecho a todos, y ahora necesita actualizar su régimen. Esa es la tarea que Sileoni, director general de Cultura y Educación bonaerense, explica en diálogo con El Cohete a la Luna.

La provincia de Buenos tiene una diversidad en su sistema educativo proporcional a su magnitud territorial. Cuenta con 4.862 escuelas secundarias, de las cuales 4.263 son urbanas, 400 se encuentran ubicadas en el ámbito rural, 20 en islas y 14 en contextos de encierro. Tiene 3.004 escuelas de gestión estatal y 1.678 de gestión privada. El jueves 9 de febrero, el Consejo General de Educación (órgano de asesoramiento integrado por el director general de Cultura y Educación que lo preside y diez miembros designados por el Poder Ejecutivo, con acuerdo de la Cámara de Diputados) retiró de los temas a tratar y votar ese día la Actualización del Régimen Secundario. Esa decisión fue tomada a pesar de tener mayoría en el Consejo para aprobar la propuesta, dado que fue desvirtuada por un tratamiento mediático que se encargó de tergiversar y falsear uno de sus puntos: la repitencia. La Actualización prevé el recursado de materias que adeude cada estudiante para no tener que repetir materias aprobadas, haciendo de este modo más justo el régimen.

Con el fin de esmerilar su imagen ante su posible reelección en un año electoral, algunos medios instalaron que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, flexibilizaba la educación secundaria. En respuesta, Sileoni aclaró en conferencia de prensa: “No proponemos el facilismo. Nadie debe aprobar lo que no sabe, y el derecho es a estudiar, no a aprobar. En esta actualización no hay alguien que no aprobando todas las materias vaya a tener la posibilidad de egresar del secundario”. Luego enfatizó: “Es falso aquello del siga, siga y que con el populismo cualquiera aprueba. No va a ser así y no lo pensamos así”. La transformación educativa bonaerense es posible porque Kicillof tiene claro hacia dónde va. Y si hay proyecto de provincia, también hay proyecto educativo.

—¿Por qué se tomó la decisión de no votar la Actualización del Régimen Secundario?

—Fue una decisión nuestra de dar más tiempo. Tomó estado público una discusión con respecto a la repitencia, que de ningún modo pensábamos implementar este año. Con 4.862 escuelas secundarias, con 1.700.000 estudiantes, no sería serio decir en febrero que cambia el régimen de evaluación de marzo. Eso de ningún modo lo pensamos así. Hay que modificar la secundaria sustancialmente. Hay que modificar el régimen académico, que es la asistencia, la evaluación, la promoción. Hay que modificar las materias y sus contenidos –no digo todas, porque se ha avanzado–, pero algunas sí. Y después hay que trabajar en otra etapa con todo lo que tiene que ver con concentración horaria. Nosotros empezamos con el Régimen Académico. Sabíamos que iba a suscitar una gran discusión, pero preferimos seguir discutiendo todo el año. Ya comenzaron las discusiones con directores para seguir trabajando estas cuestiones. Es también bastante impactante pensar que aquellos que hablan forman parte de una fuerza política que gobierna la Ciudad de Buenos Aires, donde en algún sentido se ha flexibilizado la promoción. En la Ciudad de Buenos Aires, de primero a segundo año, tenés promoción automática y después hay una serie de libertades para las escuelas respecto de la cantidad de materias que se pueden llevar los chicos, lo cual no me parece mal. Pero es muy paradójico que se rasguen las vestiduras aquellos que forman parte del mismo elenco político. Es una lástima que la argumentación política en nuestro país tenga tan poco vigor y que haya ganado tanto el pensamiento cómodo en algunos sectores que impiden el razonamiento.

—¿La actualización se votará o la operación mediática condiciona su aprobación en un año electoral?

—Lo que vamos a hacer es seguir discutiendo. No se pensaba implementar ese punto este año. En algún medio me decían que había un “retroceso”, y yo respondía que no hay retroceso si no avanzás. Nosotros no pensábamos hacerlo este año. Sí íbamos a trabajar con algunos de los elementos. Vamos a trabajar con la convivencia democrática, vamos a trabajar reforzando el cuerpo de profesores para acompañar la intensificación de los estudiantes.

—Se iba a votar y luego vendría su implementación.

—Era para el año que viene. Pero bueno, preferimos seguir discutiéndolo. Queremos generar la mayor densidad de consenso posible. Es muy impresionante advertir que la repitencia tiene 120 años en el sistema educativo. Es anterior a la Ley Sáenz Peña. Es muy impactante pensar lo que era la sociedad argentina a principios del siglo XX, las modificaciones que se han producido en el mundo, que se han producido en la Argentina. Hay Ley de Matrimonio Igualitario, hay Ley de Identidad de Género.

—Hay una cuestión de injusticia. No existe la repitencia en el nivel terciario o nivel universitario.

—Si uno utiliza la comparación –aunque no sea lo mismo–, nadie dice: “Repetí segundo año de Ingeniería”, porque hay un régimen universitario en el que la trayectoria trascurre de otra manera. Nosotros queríamos ofrecer –y vamos a seguir insistiendo– un régimen de transcurso de las trayectorias de los jóvenes que sea distinto a este: que aquello que se aprueba, se garantice su aprobación y se celebre el logro. No es que cursaste 12, aprobaste 9 y las tenés que hacer de nuevo. Te felicitamos porque hay 9 que aprobaste, pero te decimos que tenés que seguir trabajando, ofreciendo otras alternativas que ahora no están presentes: clases a contraturno, clases los sábados, un equipo de acompañamiento que te da una mano, que te asesora.

—Lo que significa mayor inversión.

—Una inversión muy importante para este año, que haremos en menor medida. Hay que seguir insistiendo porque no es “repitencia sí” o “repitencia no”, que es algo que no tiene sentido. Es la matriz lo que estamos discutiendo fuertemente, pero en un año electoral, los argumentos de la derecha o de los sectores más conservadores… es decir, no hay premios y castigos. Como si un docente debiera aplicar castigo y no debiera transitar con los alumnos un camino de recuperación de los saberes. Aprender lo que no sabés no es un castigo, pero siempre está esa antinomia de premios y castigos. O decir que ahora vale cualquier cosa.

—Se milita por un punitivismo que se traslada a Educación.

—Absolutamente. Y el castigo es que el que no va, que se vaya. Y después nosotros conocemos cuál es ese círculo doloroso, porque después les molestan los pibes en la esquina. ¿Adónde se van lo pibes? A la esquina. La esquina está amenazada por el sinsentido. La escuela es un lugar del proyecto, del abrazo, de la amistad, del noviazgo, del amor, de construir con otros un futuro. De un profe que te pone la mano en el hombro y te aconseja. No la ven, la verdad es que no la pueden ver y mucho más en la dinámica electoral que todo se lo lleva por delante.

—Y la prueba está que con otras transformaciones de otros niveles no sucedió lo mismo.

—Hemos cambiado el diseño curricular del nivel Inicial, de ocho profesorados del nivel Superior, de Adultos, de una parte de la Educación Especial. Me parece que no se bancan eso. No se bancan que haya una educación bonaerense que está de pie, que sabe cuáles son sus limitaciones, pero que está trabajando. Cuando a ellos les ha tocado gobernar, no han dado una sola satisfacción a los bonaerenses en materia educativa.

—Se trata de buscar mayor justicia para aquel pibe o piba que se llevaba más de tres materias y repetía el secundario y abandonaba. La Actualización del Régimen permite que eso no pase, para que no esté en esa esquina del sinsentido que decías y sí en la escuela.

—Sí, es un modo de trabajar para que no se vayan. Nosotros partimos de la base de que los chicos tienen que estar en la escuela. ¿Qué dice la oposición? “Los tienen dentro de la escuela de cualquier manera”. Es falso eso. En este Régimen Académico que proponemos, la asistencia al ciclo superior es más rigurosa. Nadie se lleva el título del secundario si no aprueba todas y cada una de las materias. Todas. No es que al aprobar matemática de tercero te damos como aprobada la de segundo y la de primero. Tenés que dar todo. Vas a estar más tiempo en la escuela si tenés dificultades. O sea, no es más fácil. ¿Cuál era la propuesta? Dar una mano a los sectores con más dificultades, que son sectores que tienen que vérselas en los exámenes en soledad. Los chicos de clase media pueden tener la familia que ayude, una profesora particular. Los pibes de los sectores más carenciados están solos. Intentan, repiten, vuelven a intentar. Cursan las materias que ya aprobaron, y a la segunda vez que repiten ya tenemos clara la secuencia: hacen un nuevo año sin rumbo y se van.

 

 

Sileoni destaca la obligación del Estado bonaerense de garantizar educación para todos.

 

 

—Te escuché comparar la situación con la de otros países donde la repitencia no existe. Sin embargo, esos datos no fueron tenidos en cuenta en el análisis mediático. Fueron ocultados.

—Porque no les importa. Porque también podrían decir que la Ciudad de Buenos Aires ha salido de la repitencia, pero no les importa. El objetivo es gritar un poquito lo que tienen que gritar: rasgarse las vestiduras, mostrarse preocupados. En cuatro años no hicieron nada y se muestran preocupados por la educación. Es casi un paso de comedia o tragedia, para ser más preciso.

—El 26 de septiembre pasado, la provincia de Buenos Aires adhirió a la propuesta del Ministerio de Educación de la Nación para que las escuelas primarias estatales tengan una hora más de clase por día, pasando de cuatro a cinco horas diarias. En su momento, en una entrevista con El Cohete, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, expresaba que el trabajo había que hacerlo escuela por escuela. ¿Cómo vienen con ese proceso? ¿En cuántos establecimientos se pudo implementar el año pasado y en cuántos hay avances para este año?

—Estamos incrementando las horas de clases en las escuelas primarias y trabajando con Nación para una segunda etapa. Vamos a tener un número muy significativo de escuelas con quinta hora o con jornada completa. También tenemos una agenda muy positiva con mucho impacto en infraestructura. En los tres años de gestión del gobernador, se inauguraron 130 escuelas, que es el doble de las 65 que construyó (María Eugenia) Vidal en cuatro años con una lluvia de recursos que vamos a pagar los argentinos en buena parte de nuestras vidas. El gobernador Kicillof hizo el doble en tres años, de los cuales dos fueron de pandemia.

Venimos muy bien con la implementación de una hora más. Fueron casi 950 escuelas en la primera etapa; 653 escuelas son de 25 horas y 261 establecimientos son de jornada completa. Hay que trabajar mucho, como decía Jaime (Perczyk). Las inspectoras han realizado una gran tarea junto a las directoras de escuela. Hay mucho consenso con las familias. Hemos conseguido mucho consenso, y estamos trabajando en una segunda etapa –que todavía no está firmada con Nación–, en la que también queremos consensuar. Queremos que nadie se sienta obligado. El docente que no quiera, da un paso al costado. Pero si hay una decisión mayoritaria de la escuela y de los padres, vamos para adelante. La gran mayoría de las escuelas de esta primera etapa están muy satisfechas. En general, los chicos están aceptando la medida. La pasan bien, están contentos de estar en la escuela. En algunos lados nos han dicho que han cambiado los hábitos familiares, pasa a ser prioridad la educación de sus hijos, y se van a acostar más temprano porque al otro día hay que amanecer antes. Después hay que trabajar para que esa hora no sea una hora de relleno, que no sea que estés con la mochila preparada esperando que se cumpla el horario. Hay que darle contenido pedagógico a esa hora destinada a reforzar Lengua, Matemática.

—Desde el programa Escuelas a la Obra se realiza una inversión importante para contar con escuelas seguras. ¿Cuánto se ha avanzado y cuánto falta para tener establecimientos educativos en condiciones y sin peligro?

—No dejamos de trabajar. Escuelas a la Obra sigue su marcha con miles de obras en toda la provincia. A fines del año pasado y principios de este, distribuimos cuatro mil millones de pesos a través de los Consejos Escolares para todo lo que es obra de inicio: limpiezas de tanque, desmalezamiento, vidrios, cubiertas de techos y una cantidad de rubros que los tienen los Consejos Escolares. Estamos trabajando con varios distritos el tema gas. No hemos dejado de trabajarlo desde el invierno pasado, haciendo obras antes de que llegue el invierno. Hemos bajado bastante lo que antes se llamaba el “riesgo de inicio” y hay que seguir trabajando. Tenemos más de 12.000 edificios escolares en la provincia de Buenos Aires. Es una dimensión importante del sistema, que junto con San Pablo (Brasil) es el más grande de América, con una cantidad de edificios que venían desde la gestión de (María Eugenia) Vidal con mucho abandono.

—¿En qué se está trabajando para 2023, qué transformación es posible en un año electoral?

—Estas que menciono, que no es poco. Por ejemplo, implementar el diseño curricular del nivel Inicial requirió mucho trabajo el año pasado, que va a continuar en 2023 construyendo consenso escuela por escuela. El diseño del nivel Inicial fue bien recibido y hay que trabajarlo para que no sea sólo una nueva norma vigente y que se ponga en práctica. Lo de Primaria puede dar un vuelco muy significativo en la educación bonaerense. Cuando empezamos esta operatoria con Nación (la implementación de una hora más por día), teníamos el 28% de las escuelas bonaerense con más de cuatro horas de clase. Cuando terminemos la segunda etapa, sumando la primera, vamos a tener casi el 70% de las escuelas primarias bonaerenses con más de cuatro horas de clase. Es una transformación muy significativa, dimos vuelta la ecuación. Y ahí tenemos un trabajo que hacer porque esa hora debe ser bien trabajada. Tenemos la enorme responsabilidad de que se traduzca en mayores aprendizajes. Una hora más de clase por día son 5 horas más de clase por semana, lo cual es un día más por semana. En 38 ó 40 semanas que tiene este calendario, son 40 días más de clase. El chico que ha cursado en una escuela primaria del año pasado con cuatro horas y este año cursa con cinco, va a tener 40 días más de clase.

A eso se le suma que venimos de un lanzamiento que realiza Nación con una distribución de más de 3.600.000 libros para la provincia de Buenos Aires para la mochila de los chicos: Lengua, Matemática, dos libros de literatura. Habrá más tiempo de clases: este año tenemos un calendario de 190 días. No quiere decir que tengas los 190 días de clase, pero cada vez tenés más días de clase, más horas de clase. Las clases empiezan en término el 1° de marzo. Hay una transformación que requiere el acompañamiento presencial.

 

 

(Colocar imagen Alberto Sileoni junto a Jaime Perczyk en el programa de distribución de libros. 3.600.000 para la provincia de Buenos Aires)
Sileoni junto a Jaime Perczyk. La Nación distribuyó 3.600.000 libros en la provincia de Buenos Aires.

 

 

—Esa transformación, ¿es lo que te lleva a tener mucha presencia territorial?

—Es el único modo de conducir un sistema de esta magnitud. Si intentás conducir el sistema educativo con un Excel desde La Plata, te convertís en extraño al sistema. Hay que estar, hay que escuchar. Es un privilegio lo que uno ve en las escuelas. Lo que uno aprende hablando con las docentes, con los pibes. El año pasado hemos viajado mucho y este año vamos hacer también un año maratónico. Hay que estar en todos los distritos, hay que escuchar, hay que alentar. No son presencias formales. Vamos y charlamos, nos nutrimos de lo que pasa y eso nos mueve a la transformación.

 

 

 

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