UN ARTE DESCENTRADO

Andrea Giunta recorre experimentos, vanguardias e innovaciones caídas de la tierra plana

 

Recorrida por un museo de arte latinoamericano con un experto europeo o norteamericano “entrenado en el relato del arte moderno”. En lugar de interesarse en las peculiaridades de las obras, los artistas, movimientos y contextos, los comentarios “recuerdan una clase de atribuciones en las que ordenan cada obra y cada artista, cuyo nombre escuchan por primera vez, como heredero o copista de algún célebre vanguardista europeo”. Así, cuando nosotros le mostramos a Joaquín Torres García “ellos ven Mondrian”, y así sucesivamente. Pues aquellas clasificaciones y vínculos “no solo se articulan desde las miradas externas, también han permeado las historias del arte de los países latinoamericanos, organizadas a partir de los quiebres de las vanguardias europeas”.

Quien relata esta vera, repetida historia, es Andrea Giunta (Buenos Aires, 1960), posiblemente una de las voces más autorizadas en cuanto al arte latinoamericano y contemporáneo en estos rincones de la galaxia. Su prosa cuidada y de contundente expresividad apunta a un público al menos de vez en cuando habituado a recorrer museos o detenerse en la información que circula al respecto. Y cuando no, aporta las referencias acerca de dónde se encuentran esas obras, cómo verlas desde Internet y de qué forma abordar documentación accesoria, que permiten combatir cualquier torpeza neófita. En Contra el Canon, su publicación número veintimucho, la autora retoma el tema de las estructuras del colonialismo interno que, junto con la actividad feminista en las artes visuales, ha convertido en objeto de estudio y militancia. La escena que encabeza estas líneas ejemplifica espíritu y estilo de la impronta Giunta: aborda las “condiciones materiales e históricas de lectura” como herramienta metodológica de abordaje de los modos de producción de los artistas, sus soportes y poéticas, como de los discursos que pretenden dar cuenta de los mismos.

 

 

La autora, Andrea Giunta.

 

 

En la mentada escena —nada hipotética— con el erudito extranjero, por otra parte, patentiza la perspectiva colonial ataviada en el ciclo centro/periferia; lo que la antropología denomina etnocentrismo y funciona al modo de una teoría sexual infantil capaz de asegurar que al Arte (como a los bebés) lo traen de París (o similar). La hipótesis central de Giunta se condensa en el subtítulo “el arte contemporáneo en un mundo sin centro” que, desplegada, sitúa un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial. Conflagración que, con la detención productiva ligada a la destrucción nazi, en forma paradojal permitió apreciar sin filtros ni mediaciones el desarrollo de vanguardias culturales independientes, innovadoras y simultáneas —en general, y en las artes visuales en particular—, en espacios hasta entonces estigmatizados como “periferia”.

Al repasar distintas producciones artísticas por fuera de las localizaciones clásicas del capitalismo hegemónico, la autora obtiene el margen histórico, teórico y ético para tratar autores y obras,  despojándose, sin desconocer, su condición de mercancías. De tal modo opera con obras que “no solo ilustran la realidad, también la configuran”; lo que le abre puertas y ventanas a fin de ingresar en su condición de acontecimientos que desatan “reacciones estéticas, afectivas e intelectuales”, desde donde operan al modo de “soportes desde el que se presentan programas, declaraciones”. Es en este punto donde se erige un cuerpo conceptual que propone “desmarcar las obras de las cronologías y los estilos que establecen los límites del canon”, trampolín desde donde “saltar, desde el destello que produce el arte, a campos de conocimientos nuevos”, cuyas lógicas se tornan asequibles en una perspectiva descentrada.

 

 

El mapa invertido de Torres García.

 

 

Encadenamiento que se pone en práctica a través de un exhaustivo recorrido que abarca la producción artística desde comienzos del siglo XX, con especial énfasis en los aportes registrados a partir de la década de los años '60. No sólo Latinoamérica surge como el campo de experimentación, con los ejemplos clásicos: Xul Solar y la patafísica criolla, Torres García y su mapa invertido, el primer Kosice. Giunta aborda la abstracción en la India, situación en la que refleja los dispositivos que requiere inventar para sí misma a fin de evitar caer en el mismo prejuicio que critica. Ejercicio ejemplar en el que simultaneidades y diferencias emergen en tanto distinciones políticas. Vía que atraviesa las concomitancias en hechos puntuales, como el cuadro donado por Joan Miró al pueblo chileno durante el proyecto socialista de 1972.

Construido el marco de referencia, Contra el Canon despliega todas sus armas para atreverse a abordar un paralelismo entre el personaje de Ramona de Antonio Berni y el de Naná en un film de Jean-Luc Godard y así abordar los “registros que atraviesan la segunda ola del feminismo”. Todo queda presto para inmiscuirse en los aportes revolucionarios de César Paternostro, León Ferrari o Roberto Jacoby; es decir, hasta ayer nomás, para nombrar a unos pocos artistas que pueden ser familiares para el lector. Sin embargo, muchos otros surgen de estas páginas, convirtiéndose cada uno en los peldaños que elevan un cuerpo de conocimiento independiente, apropiado y propio.

Las líneas de Nazca, las pirámides (de Mesoamérica o Egipto, qué más da), el número cero árabe, la pólvora china, la arquitectura y astronomía andinas, en fin, todo lo que Occidente tardó o nuca logró pergeñar, esos países “centrales” se lo adjudicaron a los platos voladores. No pudieron soportar que los pueblos “periféricos” desarrollaran conocimientos y prácticas de mayor nivel que los propios, entonces los expulsaron al espacio exterior. Forma histórica y social del narcisismo, el etnocentrismo mira el mundo a través de un espejo clavado en el fondo de su propio ombligo y Contra el Canon denuncia cómo la trapisonda se traslada al arte.

De haber sido publicado en un país central, esta flamante entrega de Andrea Giunta hubiese contado con un formato coffee-table: tapas duras, papel ilustración, profusas láminas a cuatro colores y un precio exorbitante, sin duda. La presentación inaugural del libro refleja un modo de producción que, nunca por sus limitaciones materiales contingentes, se acobarda al momento de privilegiar el contenido por sobre la apariencia, la potencia revolucionaria del arte antes que la frivolidad efímera de los meramente decorativo, la verdad dentro del análisis histórico en lugar del cliché canónico.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Contra el Canon – El arte contemporáneo en un mundo sin centro

Andrea Giunta

Buenos Aires, 2020

240 págs.

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