Un grito de corazón

El Frente de Todes con Alberto en el día de la Lealtad

 

Y Alberto, entonces, los nombró uno a uno. A Máximo, a Sergio, a Héctor, a Hugo Yasky que estaba en la sala. Y al otro Hugo, agregó, que estaba del lado de afuera del templo de la CGT Azopardo. A Alicia que la veía en una pantalla. A Fernanda Raverta que había estado sosteniendo la mesa de articulación para este día de fiesta. A Cristina Alvarez Rodríguez. A Malena. Y, dijo, ya en el final que había pasado el día mirando lo que se había escrito. Que alguien había escrito que esto era el anti-banderazo, explicó. Pero dijo que eso no era así. Que el peronismo nació del amor de Perón y de Evita, de Nestor y de Cristina, del sentimiento de amor de nuestro pueblo. Y se extendió: “Acá no hay odio ni hay rencores, acá hay que poner de pie a la Argentina de una vez y para siempre”. Y entonces, el mural que estaba detrás suyo, en el Salón Felipe Vallese, activó la voz de Hugo del Carril con la marcha que sonaba en cada casa del país de la pandemia, salía por las ventanas y tocaba otra vez las fibras de la calle peronizada.

 

 

El Perón del FdT

 

 

Podes llorar, le dijo Pedro Rosemblat a Gabriela Delelisi, los conductores del acto. Si querés llorar, llorá. Todavía no había llegado el presidente. El auditorio acercaba el último tramo de pequeñas historias de quienes una y otra vez eran nombrados compañeros. La pareja con una bandera en la mano de la JP que habían enterrado en dictadura, y desenterrado en 2003. La chica con un papel enrollado en las manos, el primer título universitario de la familia, a quien Alberto emparentó poco después con el rector de la universidad de Buenos Aires, también primer universitario en la familia. La señora de 88 años con su carnet de afiliada. La chica con el nombre de su abuela delegada de una textil de la época de Eva. Y la pareja de mujeres que hablaron de amor habilitadas por la profusión de leyes que gestaron el matrimonio igualitario.

Alberto se inscribió en esa tradición. Habló de Nestor levantando el país de 2001. De la paleta de derechos de Cristina, la Asignación Universal por Hijo, el matrimonio igualitario, la muerte digna. Y se situó a él y a los y las gobernadores que estaban enfrente, algunos en vivo y otros con presencias remotas, en un punto de origen más lejano. Comparó este presente con la tragedia del terremoto de San Juan. Los banderazos con la Marcha de la Constitución y la Libertad que pidió la destitución del hombre que desde la cartera de trabajo había hecho ingresar a los trabajadores en el estatus de ciudadanos. Y, entonces, dijo: “El peronismo ha querido que me toque a mí, en una similitud con aquel comienzo, porque también nos toca hacernos cargo en medio de la pandemia: todos somos los gobernadores de la pandemia y así nos recordarán, nos habrá tocado sobrepasar el momento más difícil que el mundo ha experimentado, que derrumbó las economías de todo el mundo y con una Argentina en crisis en diciembre de 2019, a la que esta pandemia la condenó infinitamente más”.

 

Alberto. Foto: Presidencia

 

 

Y luego: “Vamos a estar unidos. El mundo nos exige más que nunca estar unidos porque la crisis no ha terminado”. Y ahí, nombró a cada uno. Y dijo: “Acá no sobra nadie. Todos hacemos falta”. Y le hablaba a los que estaban afuera en las calles con el Frente Sindical para el Modelo Nacional de camioneros y taxistas. Pero también a los que finalmente se habían sentado adentro. O estaban del otro lado de las pantallas. “A esta Argentina la vamos a poner de pie nosotros, sin odios. Las víctimas del odio siempre fuimos nosotros. En nombre de la libertad nos echaron de los gobiernos, en nombre de la libertad nos desaparecieron. Recordó a Felipe Vallese. Y dijo: Por eso con los gobernadores que hoy me acompañan y este presidente nos ponemos al frente para garantizar el sistema de salud que otros destruyeron.

Cristina Fernández finalmente no estuvo. Publicó un twit a la mañana. Y pasadas las 14.30 cuando comenzó el acto en la capilla sixtina cegetista su voz entró a la sala en el primer corto que unía el 17 de octubre del 1945 con la celebración de diciembre de 2019. “Recordar el 17 nos remite a un valor, al valor de la lealtad y existe lealtad en los dirigentes –se oyó-- cuando estos no traicionan el voto popular y defienden el proyecto por el cual fueron votados”. No respondió ninguno de los mensajes que le enviaron dirigentes y amigos para insistirle que fuera, salvo uno: podía cenar el sábado a la noche, es decir después del acto. Tampoco surtieron efecto las imágenes del 17 de octubre pampeano en la previa a las elecciones de 2019, ni la llamada de Alberto del viernes a la tarde.

El territorio de la CGT para el acto de unidad del Frente de Todos que buscaba a la vez relanzarse mostrando esperanzas en un país devastado, no era territorio neutral. Semanas antes habían buscado celebrar el 17 de octubre sin Cristina. En el medio, pasaron cosas. Héctor Daer habló con Wado de Pedro. Y esta semana con Máximo Kirchner que viene marcando las deudas y las contradicciones de la CGT desde el Congreso. Un twit del jefe de la CGT dirigido al ministro de transporte del massismo, Mario Andres Meoni, había puesto en suspenso también la presencia de Sergio Massa. Daer ironizó sobre la vuelta de los aviones en un país con enfermeros y trabajadores en colectivo. El operativo clamor para asegurar presencia de Máximo, incluyó hasta el sábado a la mañana a Sergio Massa con invitación extendida a su pareja en una sala de 300 butacas reducidas a 35 en modo pandemia.

 

Foto: Presidencia / María Eugenia Cerutti

 

La ocupación de la sala finalmente mostró ese trajinado mapa de acuerdos, y finalmente la celebración porque estuvieron los y las que tenían que estar. Bien adelante, los dueños de casa. Daer que pasó el día trayendo gobernadores del aeropuerto. Y su segundo, Andres Rodríguez. Estuvieron Máximo, Axel Kicillof, Santiago Cafiero, Wado de Pedro y Mayra Mendoza en una primera fila a pedido de una voz que exigió paridad de género. Estuvo el Cuervo Larroque. En las pantallas aparecieron una y otra vez esas imágenes en diálogo con el escenario. Estuvieron Hugo Yasky y Roberto Baradel, dos columnas de la CTA que ampliaban las fronteras simbólicas de la construcción cegetista. Cristina Alvarez Rodríguez, Verónica Magario, Fernanda Raverta. Hubo vivo de gobernadores. Jorge Capitanich, Sergio Uñac, Gustavo Bordet, Axel, y Juan Manzur. En las pantallas estuvo todo el resto. Alicia Kirchner, Omar Perotti, Juan Schiaretti y, entre otros, Alberto Rodríguez Saa. Hubo intendentes. Jorge Ferraresi. Juanchi Zabaleta. Estuvieron Emilio Pérsico y el Chino Navarro por los movimientos sociales. De la lista de 35 asientos disponibles,  entró y salió Hugo Cachorro Godoy, de la agrupación sindical de Víctor De Gennaro. Y dicen que estuvo Gerardo Martínez de la UOCRA entre los que no quisieron aparecer en las cámaras.

--¿Te puedo aplaudir? – dijo Pedro El Cadete. Le hablaba a una trabajadora de Sanidad que cuando tuvo que explicar por qué se había hecho peronista dijo que era porque venía de los subsuelos de la Patria, desde donde se habían sublevado los que debían hacerlo para sostener a su único líder. Aplaudió él. Y todos. Y ella volvió a hablar. Y le habló al compañero Alberto, y le aseguró que como trabajadores de la salud estaban en la primera línea de batalla. Poniendo el pecho a las balas, dijo. Y dijo: Solo no se salva nadie. Y Pedro de nuevo aplaudió.

 

El gobernador entrerriano Bordet y Hugo Yasky, de la CTA. Foto: Diego Arribas

 

Fue la primera celebración virtual del 17 de octubre. No hubo bombos en la sala, pero la calle estuvo tomada por caravanas que se habían convocado como tope máximo hasta las tres de la tarde para dar lugar a la celebración en la catedral sindical. La caída de la plataforma de avatares a la hora de la cita impidió la movilización virtual pero extendió las circulación de los coches hasta más tarde. En la sala los conductores celebraron la presencia que entraba a través de conexiones remotas con militantes de distintos puntos del país. “Todos los peronistas estamos participando del mismo acto”, dijeron. Atípico, dijeron. Y muy federal.

Feliz día compañeros --se escuchó en las paredes que proyectaban imágenes enviadas desde hacía días por las y los militantes. “Me hice peronista cuando Néstor bajó el cuadro de Videla”, dijo una mujer. Y poco más tarde en medio de uno de esos emparentamientos, Axel dijo que era de los que no había nacido peronista, pero que había llegado, y quiero decir, agregó, con Nestor y Cristina el peronismo llegó a mi.

Cristal era dueña de una de las historias que entró a la sala. Estaba cocinando con sus compañeras canelones en villa Itatí para los festejos del día de la madre. Las ollas populares urgentes en los barrios volvieron a escucharse. Cristal que hablaba delante de una bandera de la Cámpora mencionó a doña María, la delegada del cuerpo de trabajadores de la Casa Rosada de octubre de 1945 que arengó a los trabajadores a salir hasta el balcón. Otra de las chicas, Clara, habló en inclusivo desde Córdoba. Y dijo que se hizo peronista cuando entendió que el peronismo le cambiaba la vida a la gente, pero también que la gente podía cambiar al peronismo.

 

Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Foto: Presidencia / María Eugenia Cerutti

 

La liga de gobernadores sostuvo el armazón de la espera de todo el acto. Tuvo tres entradas segmentadas en pantallas. Hubo intervenciones cortas con mensaje coral. Una parte tuvo reunión hace una semana. Gioja juntó a la mesa nacional del PJ y a los presidentes del partido de las provincias. Acordaron la participación en la celebración pero además una lista única de candidatos para las elecciones de fin de año, cuando piensan entregarle el mandato a Alberto Fernández. No hubo un presidente en ejercicio hasta ahora que fuera a la vez presidente del PJ. Néstor asumió esa conducción cuando dejó el gobierno. Los gobernadores dijeron a la Rosada que no querían mezclar las cosas en el acto. Que el 17 de octubre era el acto del 17 de octubre. La celebración de la unidad, la renovación de ese frente que entienden tiene del otro lado una trinchera contra la democracia. La agenda del PJ en el escenario de la CGT no solo era un problema para esas prioridades: podía significar también una marcada de cancha de la central cegetista para la conducción del partido que quieren federalizar.

“Debemos ser el único lugar del mundo que celebra el día de la lealtad”, dijo Gioja. “Del dirigente con su pueblo y del pueblo con su dirigente. Perón no le falló al pueblo, y el pueblo no le falló a Perón. Nosotros tenemos ahora la necesidad de defender a Alberto y a Cristina de todos estos intentos golpistas y ataques que no son democráticos”.

Así rotos pero rearmados, con 40 plazas de 30 personas cada una en San Martín; caravana de intendentes del PJ bonaerense acercándose temprano a la quinta de San Vicente. Con los Scania camioneros en la calle. La vuelta de los choripanes ahora con alcohol en gel, Alberto llegó a la sala. Y celebró. Agradeció también a los que estaban en las calles aunque hubiese querido, dijo, que se quedaran en sus casas.

 

 

Foto: Luis Angeletti

 

 

“Hay que reconstruir la Argentina, me tocó ponerme al frente y estoy orgulloso”, dijo.

 

Foto: Luis Angeletti

 

Con Perón se hacían autos, aviones y satélites, dijo Alberto. Y convocó a repetir ese modelo a los hombres y mujeres de bien que son los que defienden una sociedad integrada. Se acordó de algo que le había dicho el pampeano Sergio Ziliotto. "Tiene razón Sergio, en todos estos meses nuestra mayor preocupación fue que nadie padezca más de lo que ya la pandemia nos hace padecer y estuvimos presentes al lado de todos. Como somos peronistas, hicimos lo que siempre hacemos los peronistas: pararnos primero al lado de los que más lo necesitaban".

El 17 de octubre de 1945, el diario Crítica publicaba en la edición de la tarde una imagen que recuerda el libro de José María Rosa. “He aquí una de las columnas que desde esta mañana se pasean por la ciudad en actividad revolucionaria. Aparte de otros pequeños desmanes solo cometieron atentados contra el buen gusto y contra la estética ciudadana afeada por su presencia en nuestras calles. El pueblo los vio pasar primero un poco sorprendido, y luego con glacial indiferencia”.

A las 17, la Plaza de Mayo contenía mas de cien mil personas. “Habían llegado obreros de los frigoríficos desde Ensenada y Berisso que hasta ese momento estuvieron en La Plata. Camiones incautados traían gente de Santos Lugares, Cañuelas y Campana. Los aglomerados en el Hospital Militar habían sido convencidos de sumarse a Plaza de Mayo”. En la plaza, hacían antorchas con los diarios de la tarde, escribió Pepe Rosa, especialmente Critica cuyos paquetes sin abrir habían traído los propios canillitas.

A esa hora, este 17 de octubre de 2020 los que afean cantaban desde las ventanas.

 

Foto: Luis Angelleti

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