Un horizonte posible

La renta de Vaca Muerta

 

Los argentinos atravesamos alevosos ataques de afuera y de adentro que nos hace mirar absortos cómo candidatos payasescos y dramáticos se dan corte de salvadores de la patria y lo que más aportan es a un mundo mediático que ya describía el tango Cambalache.

En este contexto resulta cada vez más difícil perfilar un desarrollo relativamente armónico que responda a un proyecto de país con crecimiento, inclusión y auto-abastecimiento. La Argentina que soñamos viene torpedeada por un modelo que cabalga con una persistente apertura neoliberal, con golpes bajos, crisis recurrentes y restricciones sin resolver los problemas que son vitales para la gente común. Se conforma una economía bi-monetaria que hace que los alimentos y la energía sean bienes de oneroso consumo interno. El dichoso y nefasto “import parity” resulta determinante en la restricción de la competitividad internacional de nuestra industria y nuestros servicios.

Queremos, sin dudas, mantener estándares altos de producción de alimentos y energía; un país apto para obtener una alta obtención de divisas; un esfuerzo de producción de gas natural, su uso en auto-abastecimiento pleno del mercado interno, su uso en la industria de fertilizantes en petroquímica, etcétera. En pocas palabras, necesitamos y queremos una política energética para el desarrollo nacional, la planificación y el marco institucional adecuados. Y, por supuesto, nuestro apego fundamental a la soberanía energética; precios correlacionados con los costos; la integración de un modelo federal; sustentabilidad ambiental con el acceso a una energía renovable.

Hay un recurso para todo esto, no el único, pero el más importante y ya está en marcha: Vaca Muerta (VM). Hoy produce ya más de 80 millones de m³ (MMm3), un 60 % de la producción actual del país. Su potencialidad, verificada en los últimos 10 años, nos indica el camino a seguir. Los valores dados por diversos análisis de evaluación indican que nos da para sus 30.00 km², 302 Tcf de gas natural. De los cuales, 193 Tcf corresponden a gas seco (19.000 km², la parte más occidental de VM) y en los restantes predomina el crudo y los condensados.

Sólo desarrollando el gas seco (gas metano), en 30 años —plazo de la ventana de transición hasta la década de 2050 de 6,4 Tcf/año (182.500 MMm3/año)— obtenemos una posibilidad de extracción del orden de 500 MMm3/año, que es cuatro veces la producción actual del país (125 MMm3/d) y que cubre el consumo interno y unos 5 MMm3/d para la exportación a Chile y Uruguay. En una década, el consumo local, con incrementos de consumo en áreas aún no provistas, más algunas industrias, generación termoeléctrica y conversiones a GNC, llegará a 200 MMm3/d, y el saldo para la exportación será de unos 300 MM3/d.

Esta exportación solo resultará posible por la ubicación mundial de los consumidores (Europa, China, América del Sur, Asia y África) con el sistema del GNL (Gas Natural Licuado).

Para ello, resultan necesarias al menos dos plantas de envergadura de licuefacción (YPF con Petronas en el golfo San Matías y Shell en Bahía Blanca). También será oportuno el uso de alguna plataforma flotante (o barcos FLNG) en etapas de construcción de las plantas fijas y posteriormente en puertos en Ensenada o Escobar para asistir a un almacenaje para el consumo pico, igualmente de utilidad para los yacimientos de Palermo Aike sur de Santa Cruz

Sea por donde sea, esta inmensa cantidad de gas, de mínima, requiere un derecho de exportación para el Estado, que ha invertido en el desarrollo del aprendizaje de la producción y de la inversión actual y futura de cañerías e infraestructura.

Para una exportación de 300 MMm3/día para un precio FOB de una media de 6 U$/MMBTU a 0,22 U$/m³, resulta un ingreso pleno por día de 60 MMU$/día. Aproximadamente 20.000 MMU$/año.

Si el Congreso nacional dispone un derecho de exportación del 10 %, quedarían para el Estado nacional unos 2.000 MMU$/año, un reconocimiento adecuado al esfuerzo estatal.

En resumen, VM no posee una reserva infinita. Hoy es una potencialidad enorme que es necesario estructurar a un escalonamiento adecuado de producción y capacidad de elaboración y transporte marítimo. Hablamos de una envergadura de exportación de tres buques gigantes de 100 MMm3 (cerca de 50.000 Ton de GNL).

Los 300 MMm3/día implicarían, a 0,2 U$/m³, 60 MMU$/día, 21.900 MMU$/año y unos 657.000 MMU$ en 30 años.

Es insólito que con esta perspectiva el Estado no obtenga un derecho de exportación del 10 %, es decir, algo superior a 2.100 MMU$ por año. Valores que seguramente no serán suficientes para invertirlos en la infraestructura y el desarrollo tecnológico. En el ínterin, las regalías de VM por 500 MMm3/d llegarán a 12 % de un precio PIST (Precio de Ingreso al Sistema de Transporte) (0,11 U$/m³), a 3 U$/MMBTU y a más de 20.000 U$/año. Un valor que representa una renta extraordinaria que posibilitaría convertir a la provincia de Neuquén y en menor parte a la de Río Negro en una tierra de grandes posibilidades de realización. Y ante tamaños beneficios no resulta criterioso confrontar entre Estado nacional y provincias.

 

*Andrés Repar es vicepresidente de IESO (Instituto de Energía Scalabrini Ortiz). Miembro de Grupo Bolívar y del CEEN (Centro de Entidades Empresarias Nacionales).

 

 

 

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