"Un juicio triste, patético e inmoral"

El alegato de la defensora de Milagro Sala en el nuevo juicio de Jujuy

 

Cuando Elizabeth Gómez Alcorta comenzó su alegato, Diego Cussel se levantó y salió de la sala. Cussel es el fiscal encargado de gran parte de la persecución a Milagro Sala, en compañía del juez Pablo Pullen Llermanos. Participó en casi todas las jornadas del juicio conocido como "La Balacera de Azopardo". Pero cuando tuvo que escuchar a Gómez Alcorta, no lo soportó. La defensora de la dirigente social más importante del país desarmó cada tramo de la acusación, denunció al juez por torturas y extorsiones a dos acusados y trasformó el alegato completo en una implacable denuncia política sobre el modo en el que opera la persecución en Jujuy.

"No dudamos que este caso va estudiarse, ojalá muy pronto, en las Facultades de Derecho en nuestro país como marca de las violaciones a los derechos humanos y la utilización del Poder Judicial con fines espurios para la persecución política", dijo Gómez Alcorta. "Nos toca finalizar un nuevo juicio que tiene a Milagro Sala como imputada, el cuarto en menos de dos años. Y en todos Milagro no tiene intervención directa en los hechos, sino que aparece una persona y manifiesta que es quien ordenó a otra hacer algo. De aquella supuesta orden siempre da cuenta alguien que mágicamente se ve beneficiado a partir de sus expresiones. Sobre esta dinámica, este proceso, como veremos, llega a un nivel de paroxismo de perversión y de vulgaridad, que no sólo impacta contra mi asistida, sino sobre todo el Estado de Derecho".

Efectivamente, el juicio es un calco de la causa de los huevos, definida entonces por Milagro como un circo y cuya sentencia se conoció en diciembre de 2016. En aquel caso el acusador, Gerardo Morales, presentó un testigo que tal como se comprobó durante el proceso, mintió al menos en ocho oportunidades. Dato que tomó hasta el propio fiscal de la Cámara de Casación Federal, Javier de Luca, por lo cual pidió una imputación por falso testimonio. René Cochinillo Arellano decía haber estado en la casa de Milagro, en una reunión, donde ella le ordenó escrachar al entonces senador. En la balacera de Azopardo también existe un único testigo y una única prueba: Jorge Rafael Páes. A diferencia de Arellano, que cobró alrededor de un millón de pesos como empleado del gobierno del contador en un año, Páes tuvo otro beneficio. Hasta entonces era uno de los principales acusados de la balacera. Tuvo procesamiento confirmado por la Cámara de Apelaciones, estuvo prófugo más de dos años y luego de acusar a Milagro, ese mismo día consiguió prisión domiciliaria y pocas semanas después, un sobreseimiento total y definitivo.

 

Jorge Rafael Páes

 

"Cuando el fiscal Cussel interrogó a los testigos en este debate y escuchó hablar de la participación de Páes en los hechos —dijo Gómez Alcorta—, ¿que habrá pensado? ¿Habrá sentido vergüenza? ¿Habrá pensando que su nombre y el de Pullen Llermanos quedarán registrados para siempre sobre el triste, patético e inmoral rol que ha tenido la Justicia para exculpar al responsable de estos hechos e inculpar a inocentes?"

Tal vez para no escuchar nada sobre su verdadera cara, abandonó rápidamente la sala.

 

En clave de fake news

Existen numerosas formas de acercarse al escenario de Jujuy, pero los tiempos modernos otorgan una nueva perspectiva al pensarlas en clave de fake news. Los hechos ocurrieron el sábado 27 de octubre de 2007, entre las 10.30 y las 11.30 de la mañana, en el barrio San Francisco de Álava, conocido como Azopardo, en San Salvador de Jujuy. Fabián Alberto Ávila y Jorge Rafael Páes iban en un Clío rojo a una velocidad elevada y frenaron de golpe cerca de la calle Bayo y Zenta, apenas vieron a Alberto "Beto" Cardozo, que estaba parado a metros de una carnicería. En el lugar había un centro de información electoral. Faltaba un día para los comicios. Según quedó acreditado en la causa, ambos bajaron del Clío arma en mano y comenzaron a disparar. Una de las balas impactó en una niña, Soraya Pamela Belén Centellas, entonces de 11 años, que estaba dentro de la carnicería. La niña resultó gravemente herida. Y fue Cardozo quien la llevó al hospital. La intervinieron dos veces y lograron salvarle la vida.

Esos fueron los hechos. Así estuvo la causa durante años, pasó por varios jueces y fiscales hasta que en febrero de 2015 recayó en Pullen Llermanos. Apenas unos meses después detuvo a Jorge Rafael Páes. Y entonces comenzó otra historia, dijo Gómez Alcorta. Y agregó: "Hasta ese momento no había aparecido vinculación alguna de Milagro Sala con los hechos". Pero Pullen Llermanos no actuó sólo: “Cada uno de sus pasos fueron avalados y acompañados por el fiscal Diego Cussel. En febrero de 2016, Cussel requirió que se investigue a Sala por supuesto encubrimiento a favor de Páes. Y apenas un día después, Pullén ordenó su detención por encubrimiento. La única prueba: una conversación en la cual la hija de Páes decía a su padre que la dirigente social le habría dado plata mientras estuvo prófugo”.

En abril de 2016, Páes pidió una entrevista personal con Pullen Llermanos. Llamativamente, Cussel estuvo ahí. “¿Por qué estaba el fiscal ahí si se trataba de una entrevista personal con el juez?”, preguntó Gómez Alcorta. “Y lo que es más extraño —continuó—, lo único que hizo Páes ese día fue ampliar su declaración indagatoria. Lo que claramente podría haber pedido por escrito y mediante su abogado, como lo hacen absolutamente todos los imputados en todas las causas. Páes amplió su declaración y cambió radicalmente lo que había declarado en otras oportunidades”. Ese mismo día salió de la prisión.

 

Pablo Pullen Llermanos, el perseguidor

 

Para involucrar a Milagro, la fiscalía cambió el hecho central. Para eso, sólo usó el relato que hizo Páes cuando todavía estaba imputado. Es decir, cuando habló en el marco de una declaración indagatoria donde le asiste el derecho a no decir verdad. Gracias a eso, recibió nada más y nada menos que la libertad. ¿Y qué dijo Páes? Que la noche antes a la balacera, el 26 de octubre de 2007, hubo una reunión en casa de Milagro. Estuvieron ella, Ávila, Páes, Raúl Noro y José Augusto Choque. Según Páes, Milagro Sala le dijo a Ávila:

Andá a limpiar al Beto Cardozo.

Y le dijo que tenía que hacerlo porque ella ya le había pagado con una casa del barrio Sargento Cabral. También dijo que cuando él mismo se opuso, ella dijo que si no lo hacía se iba a quedar sin trabajo. Durante las audiencias, esa versión se desbarató. Ante el tribunal y bajo juramento, todos los otros supuestos testigos lo negaron. Noro dijo que no existió ninguna reunión ni ese día ni otro. José Choque explicó con lujo de detalles que para la supuesta fecha del encuentro aún no trabajaba en la Tupac y no conocía a Milagro. Y Ávila dijo que no existió la reunión ni la orden. Pero hubo más. En su declaración ante el Tribunal, Páes dijo que había otro testigo, Pilo Mancilla, un antiguo dirigente de la Túpac Amaru y testigo estrella en todas las causas a Milagro Sala. Según Páes, estaba al tanto de todo. Así que fue llamado a declarar. Pero en la audiencia desconoció la existencia de la reunión y dijo que no sabía de ninguna orden para matar a Cardozo.

La casa fue otro tema central de la acusación. A Milagro la procesaron por tentativa de homicidio agravado por precio o promesa remunerativa. Y allí también se paró su abogada, cuadro de honor en Derecho, feminista, militante y una de las mujeres que viene de obtener la histórica sentencia a dos gerentes de la Ford por su participación en dictadura. Gómez Alcorta dijo que la casa que Milagro vendió a Ávila era del padre de sus hijos, Sergio Chorolque. La habían obtenido en 1998 con el Programa 100 viviendas. Siempre la ocuparon Chorolque y los hijos porque ya estaban separados. Luego Chorolque se la transfirió a Ávila, pero a través de una venta. Milagro presentó pruebas y documentos en este juicio. Apenas vendió la casa, Chorolque compró otra en el barrio de Cuyaya. La transacción se hizo en 2006. Chorolque recibió una parte de dinero en el momento y otra en cuotas. Y esa operación se cerró en julio de 2007.

"Esto no sólo está probado por los dichos de Milagro Sala y de Fabián Ávila —dijo Gómez Alcorta—, sino con la escritura original que acompañó mi asistida, en la que se prueba que el 24 de julio del 2006 Sergio Chorolque adquiere una vivienda en Cuyaya, en la calle Santa Fe 1755". Es decir, Ávila vivía allí por lo menos 15 meses antes de los hechos y la escritura que perfecciona esa operación se hizo tres meses y medio antes. "Creo que no hay que agregar nada más —dijo— para demostrar lo ridículo de la acusación".

 

 

Tortura y extorsión

Gomez Alcorta denunció a Pullén Llermanos y a Cussel por torturas y extorsión. Este fue uno de los tramos políticos más importantes del alegato. Ya había escrito un Twitt de alerta durante las primeras audiencias, cuando Ávila denunció ante los jueces del Tribunal Oral que Pullén Llermanos fue a verlo a la cárcel dos veces, antes y después de una golpiza brutal, para decirle que declare contra Milagro. Lo mismo sucedió con Beto Cardozo durante esa semana. Él mismo confirmó ante las juezas las denuncias de tortura en la cárcel para obligarlo a declarar en esa línea, denuncias que motivaron hace más de un año la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. "No saben todo lo que esperó este hombre —dijo Gómez Alcorta— para poder denunciar esto hoy frente al tribunal".

Por eso dijo que esos cambios repentinos en las declaraciones de Páes y su beneficio inmediato hay que leerlos a la luz de otros hechos que se conocieron en esta causa. "Se trata de las presiones, amenazas y torturas que sufrieron los otros dos imputados: Ávila y Cardozo, para que declaren contra Milagro Sala".

En su declaración indagatoria, Ávila describió efectivamente y con lujo de detalles las “dos visitas” del juez mientras ya estaba detenido en el penal de Gorriti.

Ávila, tenemos una propuesta para usted —le dijo la primera vez.

Recordó al juez como un gringo colorado, y que tenía la imagen clarita.

Mirá, Avila —siguió Pullén—. Con vos no es la cosa, vos decís todo lo que yo digo y te vas de aca. ¿Sabés con quién es la cosa? Porque vos no sos nadie. La quiero a la hija de remil puta de la Milagro Sala y vos me vas a ayudar a hundir a la negra esa.

Ávila dijo que habló de eso con su madre y con su esposa. Que luego de un tiempo tuvo un inconveniente en el penal. Una pelea en el patio del pabellón 5, un interno le pegó un palazo en la cara y casi pierde uno de los ojos. Lo llevaron al pabellón de castigo, y entonces volvió a ver a Pullen Llermanos.

¿Cómo está? —le preguntó el juez.

Ávila —que tenía un ojo negro— le preguntó si no se notaba.

¡Eso te pasa por no colaborar!

—¿Usted me está diciendo que la golpiza me pasó por no colaborar?

—le dijo el juez. Y agregó: — Nosotros te vamos a armar lo que vos vas a decir. Vos solo lo firmas y te vas a tu casa. Te pongo consigna policial, pero tenés que colaborar.

Ávila no aceptó.

Más tarde lo detuvieron a Páes. Y la propuesta volvió a repetirse. Esa vez la mensajera fue Yésica Páes, la hija de Páes, operadora de las negociaciones para liberar a su padre, y sobre quien la defensa pidió extracción de testimonio por falsedad. Según demostró la abogada, un día Yésica con la esposa de Páes de nombre Silvia Torres organizaron una reunión con la esposa y la hija de Ávila en una estación de servicio YPF. Les ofrecieron el mismo pacto: si colaboraban con el juez, iban a lograr una domiciliaria, sólo debían declarar contra Milagro. Más tarde, citaron a la hija, a la esposa y también a la madre de Ávila a otra reunión, esta vez con el abogado de Páes, Marcelo Miranda. Miranda les dijo:

Acá tengo una propuesta. No los queremos a ustedes, la queremos a Sala. No hay ningún otro problema. Si colaboran, los sacamos en 40 días y se van a su casa. No les va a pasar nada.

Era una oportunidad para las dos familias. Yésica dijo que sí: "Yo a mi papá lo saco cueste lo que cueste". Y Páes le preguntó a Ávila por ese trato. Estaban en el penal. Quería saber qué iban a hacer. Ávila resolvió no mentir, dijo la defensora.

Luego ocurrieron los hechos conocidos: Páes declaró poco tiempo después, ese día lo beneficiaron con una domiciliaria y luego lo sobreseyeron de la causa. Además quedó adentro del Programa Nacional de Protección de Testigos. aun cuando no se encuentra en ninguna de las causales previstas legalmente. Y lo reubicaron en otra ciudad. “Nadie puede negar que Pullen Llermanos cumple sus pactos”, dijo Gómez Alcorta.

Alberto Cardozo también declaró ante las juezas. Lo presionaron. Y hasta lo torturaron. Querían que declare contra Milagro. Lo molieron a palos y lo tuvieron desnudo. En la última audiencia amplió la declaración indagatoria. Dijo que el 27 de octubre de 2007, Páes comenzó a disparar para matarlo. Y con la voz quebrada, contó: “A mí me torturaron en el servicio penitenciario. Fue en el pabellón de castigo dos, en la anteúltima celda a la izquierda, donde nunca se sabe cuando es de día y cuando es de noche. Me tenían desnudo, esposado, con las manos entre las piernas y me tiraban agua. Me preguntaban dónde está la plata de Milagro Sala. Querían que yo diera información de Milagro, de su esposo. Me habían llevado por la causa de la balacera y me estaban torturando por otra causa”.

También habló de Pullen Llermanos. Y dijo que dos veces lo llevaron al juzgado. “Me hizo llevar temprano. Le dije que iba a esperar a la doctora —en referencia a su abogada—. Pero me hizo entrar solo. Y me dijo que era la última oportunidad que me daba por el tema del beneficio”.

Al escucharlo, el Tribunal quiso pararlo. La presidenta Claudia Cecilia Sadir le dijo que no estaban para investigar hechos ajenos al debate. Entonces Gómez Alcorta reclamó: “Es grave —dijo— que a este Tribunal le resulte ajeno el modo en que se sustanció este juicio, los ofrecimientos que le hicieron a los co-imputados”.

Al lado de Sadir estaba las otras dos juezas, Liliana Pellegrini y Mónica Cruz Martínez. Ninguna de las tres cambió la postura.

 

Cecilia Sadir, Liliana Pellegrini y Mónica Cruz Martinez

 

Las once mentiras de Páes

Pese a todo, Páes es el hecho central de este juicio. No porque importe su nombre, sino porque concentra todos los pactos. Por eso, lo que pasó y no pasó, lo que dijo y no dijo, fueron los puntos centrales del alegato. Como había ocurrido con las ocho mentiras de Cochinillo, Gómez Alcorta presentó las mentiras en once puntos.

  1. Páes dijo que no bajó del auto. Sin embargo, tres testigos directos, presentes en la esquina en ese mismo momento, lo vieron bajar del auto: José Antonio Cardozo, María de las Mercedes Arjona y Jorge Amador Giménez.
  2. Páes dijo que no estaba armado. José Antonio Cardozo, María de las Mercedes Arjona y Jorge Amador Giménez dijeron lo contrario.
  3. Páes dijo que no disparó. Los mismos testigos lo vieron disparar. "Que otros testigos no lo hayan visto hacerlo no indica que no lo haya hecho, lo que es totalmente evidente pero no está mal aclararlo", explicó Gómez Alcorta.
  4. Páes dijo que no estuvo Sandro Enriquez, alias Mazzoni, otro testigo multiuso de la fiscalía en estas causas. Gómez Alcorta dijo que varios testigos lo vieron en la escena del hecho, donde además él mismo reconoció haber estado.
  5. Páes dijo que cuando todo terminó se fue a los galpones de la Tupac a ver a Milagro y al abogado de la organización, lugar donde también situó a Mazzoni. Mazzoni dijo que él sí fue a los galpones, pero el Clio se fue en otra dirección. Y no vio a Páes en los galpones.
  6. Páes dijo que en la supuesta reunión del 26 de octubre estaba José Choque. Para esa época Choque no había ingresado ni una sola vez a la casa de Milagro.
  7. Páes dijo que Pilo Mansilla sabía de la orden de Milagro Sala. "Pero hemos tenido la oportunidad de escuchar a ese testigo quien desmintió categóricamente a Páes, refiriendo que él nunca se había enterado de esa supuesta orden", dijo la abogada;
  8. Páes dijo que fue amenazado en el penal y que Milagro Sala lo quería matar. Hipótesis que le habilitó la prisión domiciliaria. "Lo que resulta inverosímil —dijo la abogada— es que según su relato y el de su hija, la propia Milagro durante mucho tiempo y hasta hace apenas dos meses les daba plata para protegerlo. ¿Lo protegía o lo quería matar? No pueden ser las dos cosas. Puede que no sea ninguna de las dos, pero las dos no pueden ser". Pero además, ¿por qué querría matarlo? ¿Por qué el juez o el fiscal no investigaron esa amenaza a su vida que Páes detalló cuando declaró? Sobre todo cuando a Milagro la investigan por cada dicho de cada persona que la invoque. No lo hicieron porque no existieron esas amenazas".
  9. Páes no explica algo esencial: ¿cómo sabían que allí iba a estar Cardozo si no tenían ninguna información ya que la supuesta orden la habían recibido la noche anterior? ¿A qué fueron a Azopardo? Si buscaban a Cardozo, ¿Por qué se dirigieron allí? ¿Y Mazzoni? ¿También iba a cazar a Cardozo?
  10. Para el fiscal, Cardozo estaba alertado y por eso iba armado y disparó. ¿Cómo supone eso? ¿Cómo se enteró de una orden que había sido dada a las 12 de la noche anterior? Si Cardozo lo supiera, ¿va a ir a un lugar a plena luz del día?
  11. Páes dice que le dijo a Milagro en la cara que no quería acompañar a Ávila. Y dice que ella le dijo: “¿Qué? ¿Te tiembla la pera? ¿Te querés quedar sin trabajo?”. Si eso bastó para que saliera a cazar a Cardozo, ¿quiere decir que negarse a cumplir las órdenes ilegales de Milagro sólo tenía como contracara quedarse sin trabajo y recibir como réplica que era un cagón, en sus términos? Otra vez —dijo la abogada— resulta evidente que esas razones no tienen ninguna relación con una supuesta orden de mi asistida".

Y ahora, a esperar

La defensa dedicó un capítulo especial a Yésica Páes. Y tiene sentido. Es la persona que juez y fiscalía usaron para armar la operación contra Milagro. Ella negoció la libertad, el sobreseimiento de su padre y operó para convencer a los Ávila.

"Se presentó en el juicio con un discurso altamente guionado y estereotipado", dijo Gómez Alcorta. "Realizó afirmaciones poco creíbles. Teniendo en cuenta que para entonces tendría 11 años, relató conversaciones inverosímiles con su padre. Y en cuanto se le preguntó por la reunión de ella y su madre con la familia de Ávila en el estudio de Miranda, literalmente vomitó".

Vomitó, repitió la abogada. Y dijo: su cuerpo no pudo con ella. Un episodio ocurrido durante el juicio, efectivamente, ante el cual lo único que dijo una de las juezas fue que todo era culpa del calor.

Pero además, a poco de declarar, Yésica empezó a pisarse sus mentiras. Habló de la ayuda de Milagro Sala para tener a su padre alejado, supuestamente. Dijo que fueron 6 o 7 veces. Una en el acampe, de la que habló con lujo de detalles, y luego “unos días antes de que detuvieran a su padre”. Páes fue detenido el 15 de febrero de 2016. Para entonces, Milagro llevaba un mes en prisión. En la audiencia hubo repreguntas. "Cuando ocurrieron las repreguntas, la testigo se dio cuenta de su error —dijo la abogada—, intentó corregirlo, y eso evidencia la falsedad de sus manifestaciones".

El próximo 27 de diciembre se conocerá la sentencia. La fiscalía pidió 12 años de prisión para Milagro. La defensa pidió la absolución. En el juicio, Gomez Alcorta estuvo acompañada por Paula Alvarez Carreras. Ambas forman parte del equipo jurídico que al mismo tiempo debió estar presente en el juicio paralelo que se le sigue a la dirigente social en la causa conocida como Pibes Villeros y que también integran Matias Duarte, Luis Paz y Ariel Ruarte. Allí, la Túpac con sus obras y su organización es juzgada como si hubiera sido una asociación ilícita, no para construir sino para delinquir. La fiscalía pidió 22 años de prisión para Milagro, una pena prevista para casos de homicidio. El 27 de diciembre se verá, entonces, uno de los dos finales. Aún hay tiempo para que las juezas demuestren que la magistratura no se degrada a pesar de la persecución política y judicial que vive en la provincia.

 

 

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