Un nuevo punto de partida

El ataque contra las universidades y la conciencia del movimiento estudiantil

 

Ha renacido una vez más el movimiento estudiantil. En tres meses, el gobierno de Milei demostró que la dictadura procesista no logró con miles y miles de asesinatos, desapariciones, torturas y violaciones, intervenciones, censuras, bajada de línea reaccionaria y adoctrinamiento, terminar para siempre con cualquier reorganización de la juventud universitaria. El agravante es que, en esta oportunidad, se trata de un gobierno legal en cuyo programa de campaña se dijo claramente que procuraría acabar con el Estado. El 56% de votantes que optaron por La Libertad Avanza (LLA), estuvo compuesto por una proporción masculina muy joven, en tanto que otra significativa de las mujeres se inclinó por el rechazo. El apoyo a Milei, quien es machista y reaccionario, debe ser entendido como expresión de ideologías y convicciones culturales que subsistieron durante los años de recuperación de la democracia en los sótanos de la sociedad. El gobierno de Alfonsín había reinstalado las tradicionales formas de funcionamiento de las universidades, pero ni durante esa gestión ni en las posteriores se generó un movimiento estudiantil potente. Debe anotarse que la agrupación radical Franja Morada es mayoritaria en la mayor parte de las universidades nacionales, y representativa de la clase media, en tanto agrupaciones peronistas, independientes y de izquierda resultan minoritarias.

Puede señalarse que la universidad sufrió una despolitización en estos años y sobre todo el claustro estudiantil. Los estudiantes de hoy están escasamente informados acerca de que el espacio universitario participó activamente en el golpe militar oligárquico contra el gobierno popular de Hipólito Yrigoyen en 1930. Tampoco hay información difundida en el sector estudiantil acerca de la oposición al naciente movimiento popular encabezado por Juan Perón en 1945, en contra del cual militaron en la reaccionaria Unión Democrática. Estos sectores nunca quisieron acordar con el gobierno peronista, incluso cuando la decisión presidencial estableció la completa gratuidad de los estudios universitarios y reinstaló principios reformistas. Debe recordarse que la dictadura de la autodenominada Revolución Argentina intervino las universidades hiriendo a docentes y estudiantes, entre ellos el vicerrector de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, al epistemólogo Rolando García. La acción quedó en la historia como “La noche de los bastones largos”.

A partir de entonces se desencadenó un movimiento estudiantil encabezado por el peronismo, que fue acompañado por otras fuerzas políticas democráticas, al menos en su primera etapa. Aquel movimiento, ya reprimido en 1966, fue desecho por la dictadura que derrocó al peronismo en 1976, sin olvidar que las acciones represivas comenzaron en el gobierno de Isabel Perón, culminando con el asesinato del bebé del rector de la UBA, Raúl Laguzzi, a manos de la Triple A. Luego de la dictadura, denominada “Proceso de Reorganización Nacional”, se reconstituyó una suerte de liberalismo gorila que se fue instalando en las vísceras de una parte de la sociedad, afectando a la cultura política universitaria.

Pero en la presente circunstancia, anotarse como sujetos de la historia es probablemente lo que está ocurriendo con los estudiantes frente al ataque desalmado e ignorante que sufren las universidades por parte del gobierno de Milei. Hay que agregar muchas diferencias con los anteriores movimientos estudiantiles: la marcha programada para el martes 23 estará encabezada por los rectores, decanos y consejos superiores y directivos; y los docentes, no docentes y científicos del Conicet estarán ahí. Será particularmente significativo que por primera vez la CGT marchará con el movimiento estudiantil y docente. Los reclamos sectoriales comienzan a concentrarse en objetivos coincidentes que reúnen distintas identidades políticas. Estamos probablemente ante cambios trascendentes en la conciencia juvenil, que se van amasando a medida que las políticas del gobierno la tocan en carne propia, cuando se teme no poder continuar los estudios y cuando se reflexiona y actúa en una asamblea o en una marcha. Quizás sea un nuevo punto de partida.

 

 

 

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