Un país con territorios de esperanza

Interrogantes e ideas para romper el statu-quo productivo y socio-ambiental

 

En la Argentina con la crisis de final del siglo XX la desocupación y pobreza crecieron fuertemente, muy especialmente en los centros urbanos. Ello llevó a que a inicios del presente siglo el gobierno comenzara a implementar subsidios para paliar la escasez de ingresos de los necesitados, brindando actualmente asistencia monetaria mensual a millones de esas personas.

Dichas asignaciones en dinero son funcionales para mantener y reproducir el orden económico y social inequitativo, mientras los pobres aumentan y los ricos se hacen más ricos. Los subsidios han permitido que los que se caen del sistema puedan siquiera llevar comida al hogar. Hoy día, a más de 15 años de los primeros subsidios masivos, y en medio de la pandemia nos planteamos los siguientes interrogantes:

Un gobierno nacional y popular como el actual ¿puede seguir apostando a mantener el statu-quo productivo y socio-ambiental, en lugar de apostar a alternativas en pos de una nueva economía? ¿Las asignaciones dinerarias promueven vidas dignas? ¿Es sostenible el actual estado de situación en que el Estado que sostiene salarios de las empresas mientras tiene que subsidiar a los pobres se encuentra con que los poderosos judicializan (para impedir) la recaudación de impuestos? ¿Es viable este capitalismo expoliador a mansalva que ha arruinado el entorno y la vida misma de la mayoría de la población; carente de empresarios que inviertan para generar empleo y quienes cada vez más fugan divisas al exterior?

 

Proyectos para una sociedad alternativa, inclusiva y diversa

1) Partimos de la noción que la Covid-19 es un incidente endógeno a la globalidad contemporánea extractivista por lo cual entendemos que –cuanto antes– necesitamos empezar a transitar senderos alternativos si es que no queremos seguir reproduciendo el inmundo mundo que originó la pandemia; la cual pareciera ser apenas una de muchas por venir.

2) La pandemia agravó la tremenda crisis en que quedó el país después del gobierno neoliberal, deteriorando aún más la situación; por lo cual se imponen abordajes heterodoxos en profundidad.

3) Argentina tiene un inmenso territorio pleno de recursos en cantidad y calidad. De baja densidad poblacional promedio, con algunos pocos grandes centros urbanos que concentran la mayor parte de la población mientras la ruralidad se va despoblando. En las metrópolis, la mitad de los habitantes sufren condiciones de pobreza y precariedad, sin trabajo o muy desocupada, en entornos muy poco saludables, donde la violencia aparece por doquier; vidas humanas casi sin esperanzas.

Ahora veamos algunos recursos con que cuenta el país, los que imaginamos podrían ser mejor aprovechados/más dinamizados para viabilizar caminos alternativos de desarrollo social:

4) Una gran masa de subsidios públicos (en miles de millones de pesos) es gastada por la población necesitada en comida envasada (producida para maximizar el beneficio empresario; no el poder nutricional), alimentos que no propician vidas saludables entre los consumidores y tampoco en los territorios donde son producidos.

5) La población argentina necesitada de alimentos es del orden de las 20 millones de personas. De allí que, un porcentaje significativo del gasto público lo constituyen las transferencias monetarias a personas que no tienen trabajo remunerado, ingresos para vivir y comprar comida. Una importante parte de esos fondos son desembolsados en productos de consumo masivo fabricados por un reducido número de grandes empresas y de esa fracción la mayor parte se compone de productos alimenticios provenientes de un número más reducido aún de grandes firmas. En síntesis: el Estado argentino termina beneficiando a pocas grandes empresas que venden alimentos envasados de reducido valor nutricional, producidos en condiciones social y ambientalmente nocivas. Imaginamos que el gobierno popular podría invertir algo de esos fondos en fomentar alternativas de productos saludables, resultado de gran cantidad de pequeñas empresas sociales de todo el país.

6) Unidades productivas alternativas: Existen en el país distintas formas de trabajo asociativas, como ser cooperativas de producción, trabajo, servicios; empresas de la economía social, economía popular, economía solidaria; comunidades campesinas, comunidades aborígenes, individuos trabajando solidariamente con otros, no reconocidos como laburantes cumpliendo importantes funciones ambientales y sociales (cartoneros). Estas formas asociativas, en distinta medida, son alternativas productivas al capitalismo individualista; habitualmente motivadas por otros fines y propósitos más allá de los estrictamente productivos, merecerían una mayor atención y apoyo del Estado para que sean parte de un verdadero desarrollo, inclusivo y diverso.

7) Recursos públicos dinamizables para el nuevo desarrollo

A. Fuentes de conocimiento: En el país existen cuantiosas universidades nacionales que son fuentes de conocimiento y formación de profesionales en enorme cantidad de disciplinas; asimismo, están las escuelas industriales, técnicas y agro técnicas, en numerosos lugares. Podría convocarse a estas instituciones a que dediquen un 0,01% de sus recursos a la atención y resolución de necesidades sociales y ambientales puntuales en localidades de su cercanía. A cambio de ello, podrían ganar mayor respeto, conocimiento y agradecimiento de las comunidades involucradas.

B. Provincias y municipios:

  1. Necesidades sociales y ambientales de base
    • Hábitat (Vivienda + servicios básicos + entorno saludable)
    • Alimentos nutritivos y saludables
    • Fuentes de trabajo
  2. Recursos productivos (tierra + galpones + construcciones en desuso + máquinas y herramientas)
  3. Financiamiento (coparticipación federal + Plan contra el Hambre)
  4. Poder de compra público (de provincias y municipios): Podría ser dirigido a absorber las producciones a realizar para consumo local e intercambio con localidades vecinas, a precio justo, tendiendo a algún tipo de complementación y autosuficiencia regional.

A lo largo y ancho del país estas jurisdicciones poseen tierra (urbana y rural) disponible donde basar proyectos de transformación productiva y servicios. Predios de decenas de hectáreas donde se podrían iniciar huertas comunitarias con pequeñas granjas integradas, incluyendo ganado y aves de diverso tipo.

En ellas se encuentran cuencas hídricas y zonas bajas intensamente degradadas y contaminadas por basura y residuos industriales; calles urbanas y caminos rurales en mal estado, veredas y banquinas desprovistas de arbolado; talleres y fábricas abandonadas.

Con el beneplácito de provincias y municipios semejantes recursos podrían estar rápidamente disponibles para empezar a resolver necesidades sociales y basar proyectos transformadores. A su vez, entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología, la Secretaría de Políticas Universitarias, el Conicet, se podrían organizar tormentas de ideas, concursos para la presentación de ideas de proyectos y luego seguir con todo el ciclo de formulación de proyectos, en un proceso breve y expeditivo del cual se prevé resulten proyectos interdisciplinarios para la resolución de necesidades sociales (barriales, territoriales, comunales) a financiar en la más amplia diversidad de localidades del país. Asimismo, se espera que las instituciones educativas puedan integrarse a un proceso de preparación y formación para el trabajo en los proyectos de personas desempleadas de cada localidad donde se implementen.

Una vez puesto en marcha este proceso, en base a la dinamización e interrelación de recursos existentes, se podría solicitar a las autoridades nacionales que deriven una fracción (inicialmente bien pequeñita) del presupuesto de asignaciones alimentarias, a destinar para el escalamiento de los emprendimientos sociales y ambientales a medida que los mismos vayan produciendo resultados.

La implementación de estas ideas requiere, fundamentalmente, de voluntades políticas. Entendemos que la gravedad de la crisis amerita que ellas existan. Y como subproducto adicional, las actividades a realizar habrán de ser prácticas vivas de educación ambiental y de trabajo social; del cuidado de las personas y la naturaleza. Para ir construyendo esperanzas en los individuos y en la sociedad.

 

 

 

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