Un paso hacia la paz

Los detalles del alto el fuego en Gaza

 

El plan de Trump, a pesar de estar muy escorado a favor de Israel, ha conseguido dar un primer paso hacia la paz y alcanzar un alto el fuego en la Franja de Gaza. 

El acuerdo que se ha alcanzado entre los negociadores de Israel y Hamás se ajusta a algunos de los primeros ocho puntos de los 20 que contempla el plan. Según lo programado, “las fuerzas israelíes se retirarán a la línea (amarilla) acordada para preparar la liberación de los rehenes”; “se suspenderán las operaciones militares, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería”; “todos los rehenes, vivos y fallecidos, serán devueltos”; “Israel liberará a 250 presos condenados a cadena perpetua y 1700 gazatíes que fueron detenidos después del 7 de octubre de 2023”; “se enviará inmediatamente ayuda completa a la Franja de Gaza”, cuya “entrada de distribución y ayuda en la Franja se llevará a cabo sin interferencias de las dos partes a través de las Naciones Unidas y sus agencias, y la Media Luna Roja”. 

No es poca cosa, dado que en la práctica supone poner fin a la guerra y a la política de limpieza étnica que llevaba a cabo el gobierno de Netanyahu. "Nadie se verá obligado a salir de Gaza, y aquellos que deseen irse serán libres de hacerlo y libres de regresar", establece el artículo 12 del plan. El artículo 16 añade que "Israel no ocupará ni anexionará Gaza", lo que de algún modo implica que la anexión de Cisjordania también está fuera de debate por el momento.

Sin embargo, el camino que resta para conseguir una paz duradera tiene muchos obstáculos por delante y nadie puede augurar cuál será el resultado final.

En esta primera etapa, el riesgo principal es que Netanyahu, una vez conseguida la liberación de los rehenes, busque cualquier pretexto para emprender nuevamente las hostilidades o continúe ocupando indefinidamente amplias zonas de la Franja. Aparentemente, Hamás ha aceptado entregar los rehenes contando con el compromiso de Estados Unidos y de los países árabes que garantizarían el cumplimiento de la retirada del ejército israelí en los términos fijados por el plan de Trump. Esta cuestión es clave en esta primera etapa y su incumplimiento supondría el fracaso de la iniciativa propiciada por Trump. Si este fuera el caso, Israel corre el riesgo de producir una fractura irreparable en la relación que lo une a Estados Unidos. Circunstancias llevan a suponer que la hipótesis más probable es que el alto el fuego previsto en esta primera etapa se consolide definitivamente.

 

 

La complejidad de los próximos pasos

Las cuestiones que los negociadores deberían abordar si se ajustaran a las previsiones del plan son complejas y espinosas. Entre ellas:

  • El tema del gobierno transitorio en manos de un comité palestino tecnocrático y apolítico;
  • la hipotética conformación de una “Junta de Paz”, que estaría dirigida y encabezada por el Presidente Donald Trump, junto con otros miembros y jefes de Estado;
  • la desmilitarización de Gaza bajo la supervisión de observadores independientes incluyendo el desarme de Hamás;
  • la conformación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) temporal que se supone debería desplegarse inmediatamente en Gaza;
  • la presencia del ejército israelí en un perímetro de seguridad “que permanecerá hasta que Gaza esté debidamente protegida de cualquier amenaza terrorista resurgente”, y
  • el programa de reconstrucción de la Franja de Gaza.

 

Lo que puede señalarse como novedad es que a partir de ahora ni Hamás ni Israel negocian en soledad, y la presencia de Estados Unidos como abogado de Israel y de los países árabes como abogados de Hamás permite imaginar unas negociaciones más equilibradas que ya no se harán bajo la presión de los bombardeos.

 

Lo que aún resta

Es obvio que el plan de Trump no aborda las cuestiones que deberían estar presentes en un verdadero acuerdo de paz. No hay menciones al estatus de Jerusalén; a los pogromos que los colonos israelíes organizan en contra de los residentes palestinos en Cisjordania; a la Resolución 242/67 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que ordena la retirada de los territorios ocupados por Israel en la Guerra de los Seis Días; ni a la formación del Estado palestino reclamado por 154 estados que integran las Naciones Unidas.

Existe la convicción generalizada en la comunidad internacional de que, en la medida en que no se avance hacia la formación de un Estado palestino, no se consolidará la paz en Medio Oriente. Por el momento no se puede esperar ningún cambio de la sociedad israelí que ha venido avalando en un porcentaje importante todas las acciones que el gobierno de Netanyahu ha llevado a cabo en Gaza. Según una encuesta encargada por la Universidad de Pensilvania a una empresa demoscópica israelí, el 82% ha venido brindando total apoyo a la limpieza étnica de Gaza. Como con todo realismo reconoce el ex ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami, “un Oriente Próximo más estable y pacífico es posible. Pero no puede construirse sin un gobierno israelí que reconozca cuándo la guerra ha dejado de ser útil”. 

Esta situación obliga a mantener la presión internacional, buscando el aislamiento de Israel de un modo similar al que tuvo lugar para poner fin al régimen de apartheid en Sudáfrica. El mayor error que podrían cometer los Estados que se han declarado a favor del Estado palestino es aflojar la presión con el falso argumento de que ya se ha alcanzado la paz. Así lo ha entendido el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha reunido en París a una docena de países que han reconocido el Estado palestino. Los ministros de Relaciones Exteriores del “Quinteto europeo” —Alemania, España, Francia, Italia, Reino Unido—, del “Quinteto árabe” —Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Qatar—, así como los de la Unión Europea, Canadá y Turquía comenzaron sus trabajos de reflexión para imaginar “el día después”.

 

Cambios en el escenario

La guerra de Gaza ha provocado efectos que aún son difíciles de valorar, pero que suponen un cambio de escenario muy importante en Medio Oriente. La operación de limpieza étnica emprendida por un gobierno dominado por las facciones más radicales de la ultraderecha religiosa judía tendrá efectos indelebles que se harán sentir a lo largo de los próximos años. El primero, sin duda, es la pérdida de legitimidad del gobierno de Netanyahu y el enorme desprestigio del Estado de Israel como causante de un genocidio transmitido en vivo y en directo. Cientos de miles de jóvenes han inundado las calles de las principales ciudades de todo el mundo para denunciar el genocidio y esa generación quedará marcada por la lucha en favor del pueblo palestino, de modo que no estamos ante un fenómeno circunstancial. 

Otro cambio importante se ha producido en la sociedad estadounidense. Las imágenes de niños con huellas visibles de la hambruna, de bebés envueltos en sábanas sangrantes y de decenas de hospitales destruidos han supuesto un cambio de fondo en la percepción de la opinión pública estadounidense. Según un reciente sondeo del Centro Pew, seis de cada diez ciudadanos se muestran críticos con el gobierno de Netanyahu. Tanto republicanos como demócratas, especialmente los jóvenes, consideran que no se justifica el apoyo militar a un Estado que comete semejantes crímenes. Por otra parte, los demócratas son ahora conscientes del daño provocado por la política exterior de Joe Biden, un Presidente débil que públicamente se declaró partidario del sionismo y no quiso o no supo poner límites al gobierno de Israel.  

Un acontecimiento relevante ha sido el bombardeo del edificio en el que se alojaba la delegación de negociadores de Hamás en la capital de Qatar por parte de Israel. Sin duda ha sido un grave error estratégico cometido por Netanyahu. A partir de ese episodio, los Estados árabes parecen haber llegado a la conclusión de que Israel y su política de expansión territorial constituyen una amenaza constante para todos. Asumen que la única manera de estabilizar Medio Oriente es a través de la creación de un Estado palestino, no por solidaridad con los palestinos, sino por interés propio.

Este tema se conecta con el plan de Trump que prevé la entrada de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) con la participación de varios estados árabes. El contingente probablemente estaría compuesto por soldados de países musulmanes como Pakistán, Indonesia y tal vez Egipto, junto con la Policía palestina local. Según algunos analistas, las fuerzas que contempla el texto guardan similitud con las fuerzas reclamadas por el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en el año 2009, con el desacuerdo de Hamás, para proteger a los palestinos de Israel. 

Es una iniciativa que se podría ampliar luego a Cisjordania, para proteger a los palestinos del acoso de los colonos extremistas. Si esto conllevara el desplazamiento de las fuerzas israelíes que ocuparon los territorios palestinos en 1967, la formación del Estado palestino estaría al alcance de la mano.

El problema del plan de Trump es el propio Trump, ya que sus cambios de opinión son imprevisibles. La Administración estadounidense denegó recientemente el visado a los representantes de la Autoridad Palestina para acudir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, lo que marca el desprecio más absoluto por los principios del Derecho Internacional que dieron nacimiento a las Naciones Unidas. El uso de un lenguaje “diplomático” donde conmina a Hamás a aceptar su propuesta de paz o a resignarse a la aniquilación total bajo un “infierno como nunca antes” es otra muestra del modo prepotente, avasallador y autoritario de su comportamiento. Estos rasgos del carácter de Trump también atormentan a Netanyahu, que debió resignarse a ser fotografiado llamando por teléfono al emir de Qatar para disculparse por el bombardeo de Doha. Si el Presidente norteamericano queda al frente del organismo internacional de supervisión en Gaza, según su autopromoción, seguiremos expuestos al “riesgo Trump”. Por otra parte, que el fin de una guerra sea, en gran medida, consecuencia del deseo de una persona de obtener el Premio Nobel de la Paz es una muestra patética del estado del mundo.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí