Una flor emerge de la basura

El documental Nueva Mente, de reciclar basura a reciclar personas, una epopeya contemporánea

 

Ante el próximo estreno del documental Nueva Mente, conversamos con su director Ulises de la Orden. Luego de sus films acerca de temas como contaminación por agrotóxicos (Desierto Verde), explotación laboral (Río Arriba), pueblos originarios (Tierra Adentro), trata de personas (Mujer Entera), De la Orden vuelve a mostrar lo que muchos no quieren ver, esta vez ocupándose de los trabajadores del reciclado y de la necesidad de modificar el tratamiento de la basura.

 

Ulises De la Orden

 

¿Hacés el trabajo de investigación para tus películas?

Sí, es lo que más me gusta, mucho más que hacer las películas. Una vez que elegí un tema, que me dejé atraer y que lo empecé a investigar, empiezo a llenar esa idea de conocimiento, de análisis, de perspectiva, de caminos posibles, ahí es donde creo que aparece la mochila, cada vez más grande, que uno trae. Empiezan a aparecer las formas narrativas, los abordajes, cómo contar la historia.

Nueva Mente se llama así porque íbamos a filmarla en la cooperativa Nueva Mente de Morón. El proyecto es de 2015, empezamos a filmar en 2016. Con el cambio de gobierno la Cooperativa Nueva Mente perdió el apoyo municipal, ganó Tagliaferro que era el marido de Vidal, perdió el apoyo provincial y el nacional. De setenta y pico de cooperativistas, en pocas semanas quedaron menos de treinta. Una semana antes de asumir el Municipio le prendieron fuego al galpón y se quedaron sin nada.

Igual comenzamos a filmar, nos cayó en tres oportunidades una especie de patota municipal a echarnos. Nos empiezan a correr, la última vez ya fue bastante agresiva. La Directora de Medioambiente de Morón, Flavia Buono, nos echó con una patota de muy mala manera.

Les propuse a los miembros de la cooperativa hacer igualmente la película pero en sus casas. Hicieron una asamblea, asustados por las circunstancias dijeron que no. Ahí salí a investigar nuevamente, y apareció la Cooperativa Bella Flor que le dio un crecimiento muy grande al proyecto, porque apareció algo nuevo: el poder de la organización social de base, eso es lo que ellos tienen y que los hace fuertes.

¿Tomaste contacto con una estructura diferente de lo que era la idea originaria?

Sí, y creo que eso queda plasmado en la película. Esa potencia que tienen, que va mucho más allá del reciclado de la basura, el vínculo con la cárcel, con el comedor en el barrio, con la escolarización de los cooperativistas. Es una búsqueda que va mucho más allá, hacia el crecimiento, el progreso, gente que está levantándose de la basura, de la nada misma.

¿Los orígenes de todos ellos son emergentes de esa situación?

Absolutamente, todos cirujas. Ahí tomo contacto con Lorena Pastoriza (la Presidenta) y con Lalo Paret, que es una especie de conector entre la Cooperativa, el Municipio de San Martín y la Universidad de San Martín. Trabaja para la UNSAM, igual que Waldemar (que también aparece en la película), Lalo está a cargo de los proyectos, de la Unidad Universitaria en la Cárcel, le pone mucho a eso, y Waldemar es un producto de eso, porque se recibe de sociólogo en esa unidad penitenciaria, que está al lado del CEAMSE. La cárcel está frente a los barrios, al lado del basural. Lalo es vecino de los barrios que están ahí frente al CEAMSE. Por eso ellos hablan de ese triángulo: Basural-Barrio-Cárcel.

 

Lorena Pastoriza, presidenta de la cooperativa.

 

¿Esta Cooperativa también trabaja con el tema de adicciones?

Sí, son las realidades que ellos tienen en la zona. No hay que olvidarse que es el área Reconquista, el Camino del Buen Aire es del CEAMSE, eso está hecho en la década del '70 para el Mundial; por entonces radican varias villas de Capital, entre ellas la de Colegiales. Fue sacar los barrios y sacar la basura de la ciudad para el Mundial. La paradoja fue que sacaron la basura del Ceamse y a la gente también, las mismas villas que movieron de ahí las llevaron al área Reconquista y son esos mismos barrios que siguen creciendo a la vera del basural o arriba mismo del basural, de los basurales clandestinos.

Paralelamente hay concesiones a Roggio y a otras compañías para enterrar la basura. ¿Pudiste tener acceso a esa información?

Sí, ese es el negocio del CEAMSE. Enterrar la basura es negocio para Benito Roggio, Texan, tres o cuatro empresas que cobran por tonelada enterrada, por eso no hay ninguna intención de que esto se detenga.

Porque si uno ve lo que pasa en el RECIPAR (Parque de Reciclado), ahí hay once cooperativas, donde está Bella Flor, y lo que hace la cooperativa Bella Flor, en términos de trabajo, de educación, de reinserción social. Uno dice: bueno, estos tipos inventaron una solución fantástica, si en vez de haber once cooperativas hubiera cien o doscientas, habría trabajo para todo el mundo en el área Reconquista, el problema de la basura tendría menos impacto, una situación de mejora ambiental, social, económica, política. Pero hay intereses muy grandes detrás de eso. Las empresas cobran por tonelada enterrada.

¿Cuanto menos basura vaya a las cooperativas las empresas más ganan?

Lo que va para las cooperativas hoy es mínimo, tiene que haber una voluntad política de hacerlo. Una lucha histórica era cobrar por “tonelada reciclada”, así como las empresas cobran por la tonelada enterrada, es muy importante para ellos.

Son los mismos que con la crisis del 2001 logran instalar el tren blanco, son los cartoneros que poblaron la ciudad a fines de 2001, cuando se iba todo a la mierda. Era impactante, después se fueron a cirujear a “la montaña”.

¿La montaña?

La montaña de basura del Ceamse. Históricamente van a cirujear ahí, con la profundización de la crisis tienen que salir a buscar los materiales. En 2003, 2004 hay cientos o miles de personas entrando a cirujear a la montaña y empieza un conflicto con el Ceamse, se militariza la montaña, hay muertos, eso está contado en la película. En esa lucha logran que Ceamse les empiece a destinar algunos camiones para que ellos separen y no tengan que ir a la montaña.

 

 

Eso empieza a suceder ahí mismo donde están ahora las cooperativas, en el RECIPARQUE. Pero eso era un barrial, venía el camión, les vaciaban el camión y ahí nomás tenían que separar.

Con los años, lograron proyectos, apoyos municipales, provinciales, nacionales, del Ceamse, etcétera. Se fueron haciendo las plantas, los galpones, las cintas, no todas las cooperativas están en el mismo estadío de desarrollo, algunas todavía trabajan sobre el suelo. Lo fueron haciendo ellos, no es que había un sistema.

¿Cómo se financia un documental así?

Estamos en un momento que es casi terminal, uno no debería hacer más películas, esa es la realidad. El INCAA te cambia las reglas de juego a cada rato, como si vos llegases a hacer el gol y te das cuenta que el arco no está más ahí, está en otro lado. Si no podés salir holgado económicamente cuando cerrás el proyecto, ¿cómo haces la próxima?

El Incaa se transformó más que en un instituto dedicado al fomento, en uno que pareciera estar intentando que muchos productores no juguemos más el juego. Por otro lado estamos frente a una situación de exhibición desastrosa. En el Gaumont tenés sólo dos semanas, cien películas apretándose para estrenar. Cinear podría ser una plataforma y no anda bien, tendría que ser el Netflix argentino, la historia del cine argentino tendría que estar ahí, pero eso no sucede. Sólo puede ser fruto de ineficiencia o perversidad, porque los recursos del Estado para hacer eso los genera el mismo cine.

Estoy intentando inventar algo, tengo en mi página de internet un sistemita de comercialización de mis películas. Lo que voy a hacer a partir de Nueva Mente es facilitarlo muchísimo, para que sea muy funcional poder descargar la película y tenerla. De hecho cuatro de mis películas desde febrero están liberadas, pueden verse por internet.

 

 

Una Bella Flor entre la basura

Lorena Pastoriza es una de las fundadoras y actual presidenta de la cooperativa Bella Flor. Habla siempre desde lo colectivo, con profunda conciencia social, cuenta algunas situaciones extremas que atravesaron hasta llegar a la planta de reciclado en que hoy trabajan.

Junto a sus vecinos, estuvo entre quienes defendieron los primeros asentamientos de la zona, en el histórico basural de José León Suarez:

“Mi primer contacto con la basura fue el 8 de mayo de 1998, peleando por la subsistencia de mis hijos, en la quema clandestina del lugar. Tenemos la basura atravesada desde el día uno, sobrevivíamos de esos residuos para hacernos nuestros ranchos y también comíamos de eso. Nos empezamos a organizar, para que los camiones no descargaran sobre los ranchos, para que ese lugar se transformara en un barrio y no nos tiraran los residuos encima. La mayoría de los vecinos eran cirujas de toda la vida, y los niños buscaban en la basura del Ceamse para comer”.

Estaban rodeados de cordones policiales, vivían perseguidos y hostigados.

“Había que organizarse para sobrevivir, así lanzamos la primera organización vecinal, con los años pasó a ser ONG. Muchos años después, recogiendo aprendizajes nace la Cooperativa, para formalizar necesidades y prácticas de trabajo que teníamos”.

De la organización 8 de Mayo surgió la primera olla popular, que luego derivó en el comedor. Fueron incorporando talleres hasta constituir el “Centro Comunitario 8 de Mayo”, que ofrece actividades recreativas, educativas, sanitarias, escolares y culturales. Actualmente, luego de unos años durante la gestión anterior en que prevalecía la actividad cultural y la alimentaria ya no era tan necesaria, el comedor volvió a tener una demanda muy incrementada.

 

Una trabajadora en el galpón.

 

“Siempre nos preocupó la cuestión del trabajo, intentamos muchos proyectos. No teníamos experiencia, éramos vecinos del barrio, la mayoría hijos de cirujas. José León Suarez es conocido por el tren blanco, la historia es conocida desde los basurales de Rodolfo Walsh”.

“Dijimos: ¿por qué no empezar a pelear un espacio para trabajar con la basura? Con la crisis de 2001 eran cada vez más las familias que cruzaban al Ceamse para juntar del basural. Fuimos tratando de hacerlo colectivamente para armar ollas populares. La policía se puso cada vez más violenta, tiraban no solo con balas de goma sino de plomo. En 2004 desaparece Diego Duarte, nos sumamos a la lucha de su hermana, el cuerpo nunca apareció”.

 

Reciclando personas

Todos ellos reivindican la palabra “ciruja”, la consideran vinculada a una tarea de transformación, casi medicinal, resaltan que reciclar basura y reciclar personas son conceptos vinculados. Y así lo hacen, hoy su planta incluye a ex detenidos penales y jóvenes rescatados de adicciones.

Prosigue Lorena: “Empezamos a luchar para que nos dejaran sobrevivir con la basura, ya que nos contaminaban, nos mataban a los pibes, nos cagaban a tiros. Se organizaron 8 plantas sociales, como las llamó Ceamse, para diferentes grupos. A nosotros, como éramos una organización no nos querían dar, porque era como plantar una bandera enemiga en su territorio, sabían que siempre fuimos opositores del Ceamse y de sus prácticas. Seguimos peleando hasta 2007. Veníamos haciendo talleres durante 5 años, con ayuda del Conicet, gente de la UBA, de la UNSAM, soñando con el día en que tendríamos nuestra planta”.

En 2007, con la ayuda de Madres y Abuelas y otros organismos de derechos humanos que los acompañaron en las denuncias por Duarte y por la violencia policial, que incluyó amenazas de muerte. Episodios como aquel en que a Lorena le llenaron la boca y los oídos con basura, dejándola desmayada en un pozo, por el que terminó con un coágulo en la cabeza, lograron llegar a Presidencia de la Nación.

Obtuvieron la gestión de una de las plantas en el predio de Ceamse. La Cooperativa vino después. “Somos una cooperativa que cumple un rol social, más allá de las necesidades de los trabajadores, tenemos que sostener nuestro centro comunitario y hacer todo lo necesario por lo social”.

La situación se agravó en los últimos años, comenta Lorena. “Antes teníamos cierta capacidad de negociación, con la llegada de los amarillos a la Nación todo empeoró”.

 

El enlace con la UNSAM

Lalo Paret habita el barrio donde se asienta Bella Flor. Originariamente ciruja y actualmente director del programa “Desarrollo y Articulación Territorial”, de la UNSAM, nos cuenta:

“Es un programa de encuentro de los saberes no formales, recogiendo experiencias de nuestras comunidades y el saber formal académico. Se trabaja con el basural, la cárcel, las empresas recuperadas y con distintos proyectos comunitarios”.

“Nuestra experiencia fue un aporte a la hora de definir algunas particularidades que tiene la cooperativa Bella Flor. Si bien hay plantas sociales en el Ceamse, en lo que denominan Reciparque, Bella Flor es la única que fue parida por la comunidad, de una manera innovadora y la única cooperativa de trabajo”.

Los orígenes del programa se remontan a la creación de la cárcel que está en ese mismo barrio, frente al Ceamse.

“La cárcel estaba muy abandonada, uno de los pibes propuso generar una biblioteca, la hicimos con libros que donó la cooperativa, que llegaban al basural. Eso posibilitó un espacio de formación, el primero fue de reciclado informático. De cada cuatro computadoras hacíamos una, empezamos con un Word y Excel tumbero para detenidos. Cuando tuvimos este curso tumbero invitamos a la universidad, para ver si nos podían ayudar a formalizarlo. Fue surgiendo este espacio, para apoyar otros proyectos comunitarios”.

 

Ser reconocidos

Las “plantas de reciclado” de José León Suarez son actualmente once. Reciben una cuota de algunos camiones de basura por acuerdo con el CEAMSE. Una de ellas está a cargo de Bella Flor, con aproximadamente 116 integrantes.

La creación de las plantas reflejó un cambio del paradigma original consistente en procurarse el alimento cada día, de la basura; para pasar a un trabajo, separar y reciclar residuos para obtener un ingreso.

Proponen un replanteo estructural sobre la cuestión: “Va más allá de los residuos, tenemos un objetivo muy primario que es que los trabajadores, que son el primer eslabón del cuidado del medioambiente, tengan un reconocimiento formal por su actividad, garantizar derechos para una cantidad importantísima de trabajadores que están en condiciones infrahumanas. Pero el desafío es alcanzar una transformación en lo relacionado a la política pública medioambiental, de tratamiento de residuos”, explica Paret.

“Necesitamos inversión para la calificación de esos saberes que tiene el trabajador ciruja en la transformación, como expertos en selección de materiales, para que puedan transformar esas materias primas en productos con mayor valor agregado. Se podría así transformar esta gran tragedia que es el entierro de la basura, que tendrá un impacto muy fuerte en la región en términos de salud y ambientales. La sociedad no quiere verse reflejada, el reciclador es un espejo en el que nadie se quiere ver. Nosotros bautizamos esta región, después de la muerte de Diego Duarte, Quemaiquen, como una sátira con respecto a Temaikén, porque es un parque temático de la pobreza”.

Luego de la conquista del pago por “tonelada reciclada”, asegurando una base salarial, es aún muy precario todo, puntualizan. “El Ceamse, organismo del Estado que alberga las plantas sociales en su predio, les otorga la luz, el agua, las máquinas, la basura, la infraestructura y la logística, al mismo tiempo les hace firmar un documento que dice que no los reconoce y que no tienen ningún vínculo laboral”.

 

Un trabajador y, al fondo, la planta.

 

Los cooperativistas expresan una preocupación que trasciende lo individual, consideran imperioso visibilizar la necesidad de preservación ambiental que encarnan, como agentes de reciclado y reutilización, para evitar que la basura se siga enterrando y envenenando nuestras vidas.

 

 

 

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