UNA DECISIÓN ÉTICO-POLÍTICA

El mensaje de Cristina, interpretado como una invitación a la ética política

 

La perplejidad

La decisión de Cristina Kirchner sobre su candidatura desconcertó a propios y extraños, y la sorpresa ante ese impacto inesperado fue unánime. Una pregunta se imponía: ¿qué elemento no estaba presente en la razón de todos, a excepción de esa mujer, para que se abriera ese abismo inconmensurable entre la realidad y lo esperable?

La inmensa mayoría de las explicaciones que intentaron dar cuenta de la decisión tomada, a excepción de algunos señalamientos a la grandeza de la visión de una estadista, compartieron una lógica que permitía entender esa razón de todos: eran análisis de la decisión como una estrategia dirigida al éxito de los resultados en las elecciones. Era razonable: si la función de un político se ejerce alcanzando el poder necesario para administrar la cosa pública, ese poder se logra triunfando en las elecciones. Pero esa política a la que las encuestas le adjudicaban el triunfo en su candidatura al cargo de mayor poder, decidía postularse a un cargo menor.

Por eso dentro de aquella lógica, ese movimiento debía explicarse como una jugada magistral usando la sorpresa al modo de las inesperadas estrategias en el ajedrez o en  la guerra. Era la decisión de una estratega. Esas explicaciones no permitían comprender el porqué de un abismo entre la razón de todos y la razón política de Cristina Kirchner. Después de todo, los resultados podían ser peores por la decisión tomada, en cuyo caso debía explicarse por qué hacer una jugada de riesgo. Se podría responder que la situación era extremadamente amenazante para Cristina y su fuerza política,  y que ello pedía decisiones heroicas.

Pero algo llamaba la atención en general: nadie daba sus explicaciones atendiendo a la literalidad del mensaje, a su estructura, y a su racionalidad expresa. Y algo llamaba mi atención en particular: nadie ensayaba una explicación de la decisión estableciendo algún vínculo entre razón de resultados y razón moral. Sin embargo, cuando se atiende a cada párrafo del texto en su justificación, se puede distinguir la diferencia entre razón estratégica y razón ético-política, y así comprender el abismo inconmensurable entre estas dos lógicas.

 

Estructura de una decisión

El segundo párrafo del mensaje de Cristina anuncia: “Quiero dirigirme a mis compatriotas para compartir, como siempre, reflexiones y también, claro, decisiones”. Desde esta afirmación, la totalidad del texto se puede reducir a seis reflexiones en torno a la decisión mayor.

 

1- ¿Qué es la política?

La apertura señala un contexto: es el día de comienzo de la Semana de Mayo o inicio de la Patria, que culminará el 25, en un nuevo aniversario del inicio del kirchnerismo, en un país devastado. Esta es la figura que se invoca para dar solemnidad al compromiso de la declaración que sigue. Cristina va a reflexionar y decidir sobre el interrogante de su cargo. Y señala que su generación no buscaba los cargos sino un lugar en la historia, pero que pudo llegar a comprender a los cargos como medios para alcanzar los fines ideales, las convicciones y las utopías: los cargos en política, dice, son medios subordinados al fin del interés general.

Se trata de una clásica identificación entre ética y política a través de la distinción entre el lugar de medios y fines.  Los cargos (los medios instrumentales) han de subordinarse al interés general/la Patria (el fin ético). Una acción estratégica, en cambio, dice Habermas, se orienta al éxito medido por “el grado de influencia sobre las decisiones de un oponente racional”, y está gobernada por intereses a través de un cálculo egocéntrico de resultados. Podría pensarse que el “interés general” que se enuncia es la “complementariedad de intereses” del Pacto Social.  Pero, como veremos, el mensaje desborda ese supuesto.

 

2- ¿Qué voy a hacer?

Cristina dice: seré candidata a un cargo menor al que pueda tener. Si la pregunta socialmente más extendida era: ¿se presenta o no se presenta (a la presidencia)?, la respuesta es una tercera opción excluida del razonamiento general. Y completa: me presento con alguien que conozco mucho, que estuvo en el núcleo más duro del inicio del kirchnerismo, con quien tuve diferencias y que ha buscado siempre la mayor amplitud posible del gobierno.

La respuesta dice: subordino mi cargo al interés general. Es decir: no antepongo un cálculo egocéntrico de resultados, aunque por supuesto y como todo individuo racional y especialmente todo político, los haga. Pero elijo la opción de la política como ética en la que los medios (los cargos) se subordinan a los fines (el interés general). Y así rompe con toda expectativa y con la imagen construida por sus enemigos de una obcecada ambición desmedida de poder.

 

Cristina Kirchner y Alberto Fernández.

 

 

3- ¿Por qué voy a hacerlo?

El mensaje dice que hoy vivimos un drama social, económico y político, cuya realidad será muy difícil de revertir y tanto más si en una nueva estafa electoral privilegiamos los cargos al fin de cumplir con la convocatoria a la sociedad. La realidad de ese drama pide una coalición más amplia que la electoral para gobernar una Argentina en ruinas con el pueblo empobrecido. Y la fórmula que propone es la que mejor expresa la amplia convocatoria que se necesita no sólo para ganar una elección sino para gobernar. Por eso el lugar del cargo al que será candidata es el mejor aporte que puede hacerle a su país, ya que el pueblo necesita gestos y hechos que den certeza y seguridad de unidad frente a tanta perversidad desordenadora del vivir.

En esa visión, el interés general emerge de la realidad del drama que vive la población, y el fin es resolver ese drama. El medio para esa resolución vendrá de la fórmula que mejor exprese la amplia coalición necesaria para gobernar en pos de ese fin. Y su lugar en la fórmula es ese porque su compañero es mejor candidato a lograr esa amplitud: “Yo divido, vos sumás”.

Este es el elemento ausente en la razón de todos que tiene esta ética de subordinación de los medios a los fines. Porque la razón estratégica de éxito y resultados, dominante en política, sólo ve a los otros como oponentes sobre los que se triunfa o fracasa en la acumulación de poder; y no comprende la racionalidad ético-política en términos de verse a sí mismo en relación a los otros para aceptar sobre la verdad de los hechos que si el otro es mejor para alcanzar lo bueno, tenemos la obligación ética de privilegiar su acción y dejarle lugar para que la realice.

Paradójicamente, la elección del mejor que ella para alcanzar estratégicamente lo bueno, hace de Cristina la mejor para alcanzar éticamente la estrategia hacia lo bueno. A esto los griegos lo llamaban la virtud (areté) de la conducta ideal (agathós). Esta es la dimensión ético-política que se da a la noción de “estadista”.

 

4- ¿Qué es gobernar?

Los párrafos que siguen dicen que el contexto del gobernar como medio para alcanzar el bienestar general en el mundo actual es doloroso, malo, de una disputa del poder mundial que debemos evitar para que no nos arrastre, buscando con inteligencia práctica un crecimiento para el bienestar. Se hace necesario gobernar el drama con amplitud de ideas y sectores políticos para responder a las necesidades urgentes y el interés nacional, y esto no se hará volviendo al pasado en un mundo que como nosotros es distinto. Gobernar es dar respuestas y tomar decisiones comprendidas, aceptadas y compartidas por la mayoría del pueblo para mejorar su calidad de vida.

 

 

“Inteligencia práctica” dice Cristina, y decíamos en otra nota (Unidad) que según Kant, “la seña de identidad de un político, que es la voluntad de participar en el destino de los hombres, cuando nace del sentimiento y de principios morales, es auténtica compasión o humanitas práctica”.

Alguien responsable se siente obligado a dar cuenta de sus actos, y así se hace en todo el mensaje, particularmente al decir que gobernar es “tomar decisiones comprendidas, aceptadas y compartidas”. El criterio de evaluación de esos actos, frente a la posibilidad de una nueva estafa electoral como la de Macri y su retórica, es el “mejorar la calidad de vida del pueblo”.

 

5- ¿Qué es ser gobernado?

Cristina dice haber sido víctima de una campaña feroz y despiadada pero que no la guían el odio ni el rencor sino la responsabilidad frente a la historia. Y que por eso propuso un nuevo contrato social de ciudadanía responsable que busca un nuevo orden que permita el desarrollo individual en el marco de una realización colectiva, sin egoísmos ni individualismos. Quiere abandonar ambiciones o vanidades personales, asumiendo compromiso y responsabilidad, dando el primer paso y pidiendo trabajar con alegría y esperanza para el triunfo.

De la responsabilidad se dice que es la libertad de actuar en acuerdo con la verdad y con lo bueno. Y Cristina supo que la verdad era que otro candidato era mejor que ella para alcanzar la amplitud política necesaria para gobernar por el interés general o lo bueno. Asume así su responsabilidad ante la historia desde un orden de realización colectiva que permita el desarrollo de los proyectos de vida individuales. Es una propuesta dialéctica entre gobernante y gobernado donde ambos queden sujetos al imperativo de obrar de tal modo que el otro (la realización colectiva) y uno mismo (el desarrollo individual) siempre resulten ser un fin y nunca un medio (para un cargo o para los intereses egoístas).

 

6- ¿Qué nos cabe esperar?

Finalmente, si resulta elegida Cristina se compromete en esa responsabilidad y convoca a la esperanza del sueño colectivo y al compromiso del Estado para reconstruir el país. Max Weber distinguió entre éticas de la convicción y éticas de la responsabilidad, y para autores como Albert Jonsen, la responsabilidad es la piedra fundamental de la ética. Por otro lado, el diálogo político es el instrumento eficaz para unir voluntades en persecución de la idea del bien común y la justicia política como valor. Y es ese diálogo el que se privilegia en el saber hacer del candidato a presidente.

El hombre es un animal de palabras, pero la política del gobierno al disolver el valor de las mismas promovió un regreso a las emociones irracionales y el odio del estado de naturaleza. Por eso es que un nuevo gobierno tiene la obligación ética de restaurar el valor de la palabra.

 

 

Una invitación a la ética

Dice Emilio Lledó en Memoria de la ética: “La ética no es parte de la política porque sea parte de un todo que la comprende. Es parte de la política porque el individuo está condicionado, en su ser, por el ser colectivo que la política organiza”. Cuando Cristina habla de Pacto Social de Ciudadanía Responsable conjuga dos supuestos que se retroalimentan: uno estratégico de complementariedad de intereses —el Pacto social— y otro ético —la ciudadanía responsable—. Ser individual y ser colectivo. Con esto introduce una lectura, interpretación y propuesta ético-política para la Argentina actual. Todos han sabido leer la propuesta estratégica del mensaje, pero pasada la sorpresa creo que debemos reflexionar sobre la invitación a la ética política del mismo.

 

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