Una Iglesia no tan santa

Una abadía suiza que depende del Vaticano, epicentro de repetidos abusos sexuales

 

La televisión pública suiza acaba de denunciar un nuevo escándalo de repercusión nacional: la Abadía de St-Maurice, directamente dependiente del Vaticano, ha sido un antro de repetidos abusos sexuales.

El programa de investigación Mise au point (Enfoque, en español) de la Radio y Televisión Suizas (RTS) informó el domingo 19 de noviembre que al menos nueve sacerdotes de ese centro del catolicismo helvético, ubicado en el tradicional Cantón del Valais, estuvieron involucrados en abusos sexuales.

 

El sacerdote Roland Jaquenoud, último responsable de la Abadía, ahora separado de sus funciones por una denuncia de abuso sexual. Foto Cath CH.

 

 

Denuncia inapelable, escándalo mediático creciente

La RTS investigó durante varias semanas y a partir de diversos testimonios reveló nuevas sospechas de abuso que afectan también a los responsables de la institución, dos de los cuales han quedado directamente involucrados. Dichos casos, en su mayoría acaecidos entre 1995 y 2005, han sido ignorados u ocultados sistemáticamente por la jerarquía eclesiástica.

La RTS basó su investigación en documentos judiciales y testimonios anónimos de víctimas de abuso, así como entrevistas con antiguos empleados de la institución. Dos de las víctimas aceptaron testificar frente a la cámara. Una de ellas describió los abusos padecidos cuando tenía doce años a manos de un canónigo que aún continúa en funciones. Después de bautizar a un hermano suyo, el canónigo aprovechó la invitación a cenar con la familia para manosearla y penetrarla digitalmente.

La víctima,Mélanie Bonnard, en la actualidad de unos 30 años, se lo contó entonces a su madre, quien la acompañó a presentar una denuncia. El canónigo refutó todas las acusaciones y la justicia cerró el caso en 2005. Según el informe policial, el juez, con una actitud cómplice, les ordenó a los funcionarios responsables “limitar sus investigaciones”. “Por discreción y según sus órdenes”, concluye el informe, “no se llevó a cabo ninguna investigación en los ambientes frecuentados por el sacerdote, en particular en las escuelas donde enseña desde hace muchos años”. A través de una carta más tarde, el canónigo agradeció al juez por su trabajo.

Un segundo testigo, Dominique Mure, habló abiertamente con los periodistas y recordó haber sido manoseado cuando tenía apenas cinco años por un tío sacerdote de la misma abadía en el granero de la casa de su abuela, a quien visitaba regularmente. Mure, quien en el presente tiene 66 años, no logra recordar si su abuso también incluyó penetración. “El cura [fallecido en 2002] era el buen Señor de la familia, el que lo sabía todo”, comentó Mure, quien recientemente trató en vano de averiguar en la misma abadía si acaso se habían presentado otras personas afectadas igual que él. 

Josselin Tricou, autor del libro Sotanas y hombres, encuesta sobre la masculinidad de los sacerdotes católicos, compartió con la investigación de Enfoque que la Abadía de St-Maurice combina los factores que favorecen el abuso: “Una comunidad que concentra todos los poderes”, con una escuela secundaria y un internado (clausurado en 2021) “donde los niños y las niñas están controlados exclusivamente por estos sacerdotes”.

La denuncia televisiva golpea de lleno a la propia jerarquía de la institución, la cual no depende de la Diócesis de Sion sino directamente del Vaticano. En septiembreel padre Jean Scarcella, acusado de abuso sexual, cesó como director de la abadía. Su sucesor, el canónigo Roland Jaquenoud, escribió en el sitio web de la abadía: “Siento un inmenso asombro ante la magnitud del abuso, la manipulación espiritual y el pseudo-misticismo que permitió justificarlo. Debemos hacer todo lo humanamente posible para impedir en el futuro estos abusos y su encubrimiento, principal causa de su repetición”.

 

Jean Scarcella, antiguo responsable de la Abadia de Saint Maurice, también acusado de abusos sexuales. Foto Cath CH.

 

Sin embargo, la investigación de la TV pública reveló que el mismo Jaquenoud también es sospechoso de abuso sexual en un caso que se remonta a 2003. “En aquella época, el padre Jaquenoud se habría aprovechado, gracias a su posición como superior directo, de la debilidad de un novicio (aspirante a sacerdote) para mantener relaciones sexuales no consentidas”. Aunque la dirección de la abadía se negó a responder a esta denuncia de la RTS, debido a la repercusión del caso se vio obligada a publicar un comunicado oficial. Con fecha 20 de noviembre, la abadía asegura “compartir el dolor de las víctimas” y “lamenta que la Iglesia pueda ser, a pesar de sí misma, escenario de tales injusticias”. Según la abadía, de los nueve casos citados por Enfoque “sólo uno sigue en curso, tres han sido juzgados en los últimos 20 años, y cinco canónigos han fallecido”.

Dos días después la Abadía reapareció en el centro de la escena mediática helvética. El 22 de noviembre, una persona ahora en la cuarentena, que estudió en el colegio de la institución entre 1990 y 1995, reveló al cotidiano Le Temps una situación extraña que vivió cuando tenía apenas 14 años: una sesión de fotos, semidesnudo (solo en slip), en un dormitorio frente a un canónigo que por entonces era el prefecto de la institución. Como lo confirma Le Temps, este religioso acaba de auto-inculparse ante las autoridades religiosas por violaciones que había cometido contra feligreses veinte años antes, cuando en los años '70 se desempeñó como sacerdote en la parroquia de Porrentruy, en el Cantón de Jura. La auto-inculpación la efectuó hace apenas unos días al enterarse de la investigación de la RTS por abusos sexuales en St-Maurice a difundirse el domingo 20 de noviembre. 

 

El abuso sexual en la iglesia: un vicio sistémico

El escándalo que acaba de estallar la tercera semana de noviembre forma parte de “una amplia gama de situaciones de abuso sexual en el contexto de la Iglesia Católica”. Con estas palabras, un grupo independiente de investigación de la Universidad de Zúrich tituló el informe que le encargó la misma Conferencia Episcopal helvética. Su investigación identificó 1.002 casos comprobados de abuso dentro la institución desde 1950 en adelante.

El equipo de investigación encontró “evidencia de una amplia gama de situaciones de abuso sexual, desde intercambios de límites problemáticos hasta abuso sistemático más severo y que dura años”. Este primer informe concluye la fase inicial de la investigación, la cual continuará hasta 2026. Resultado de la investigación: 510 imputados como responsables de abusos (en su gran mayoría, hombres) y 921 personas afectadas. El 39% de los casos afectó a mujeres y un 56% a varones; el 5% restante refiere a víctimas cuyo género no se pudo establecer con certeza. Casi tres de cada cuatro de las víctimas eran menores de edad en el momento en que fueron abusadas.  

Según el informe, esta fue la primera vez en la historia de la Iglesia Católica Suiza que un equipo de investigación independiente pudo consultar documentos de archivos eclesiásticos –algunos de ellos hasta entonces secretos— pertinentes a abusos de esta índole. La investigación puntualiza que los 1.002 casos de abuso sexual en ese país fueron cometidos “por miembros del clero católico romano, empleados eclesiásticos y miembros de comunidades religiosas”. 

“Las situaciones identificadas representan sin duda sólo la punta del iceberg”, explican Monika Dommann y Marietta Meier, dos de las historiadoras que participaron en la investigación. Ambas señalaron que aún queda por investigar un gran número de fuentes que podrían documentar otras situaciones de abuso sexual, como archivos de comunidades religiosas, escuelas, internados y hogares católicos, así como documentos de las autoridades diocesanas y estatales. Verificaron, además, la destrucción de documentación en dos diócesis: una, precisamente, la de Sion, región donde se encuentra la abadía del escándalo que la RTS acaba de dar a conocer.

 

Miles de fieles abandonan la Iglesia Católica Suiza. Foto La Liberte.

 

Tapar todo y encubrir a los abusadores

El informe identifica tres ambientes sociales y de poder donde se cometieron los abusos. La mayoría de los casos (casi uno de dos) se produjeron en el contexto de la atención pastoral. Particularmente expuestos, la capellanía (conversaciones o consultas confesionales), el servicio de monaguillos y la enseñanza religiosa, así como los sacerdotes en contacto directo con grupos de niños y jóvenesEl segundo espacio en importancia fue el área de educación y asistencia social, principalmente en hogares, escuelas, internados y establecimientos católicos. Por último, las órdenes religiosas y comunidades afines.

Si bien las revelaciones son contundentes por la cantidad de casos descubiertos, no menos llamativa, como señala la investigación, fue la comprobación del encubrimiento sistemático por parte de la Iglesia.“En las situaciones analizadas, el derecho penal canónico prácticamente no se aplicó durante gran parte del período de investigación. En cambio, se ocultó, encubrió o restó importancia a un gran número de casos”. El informe concluye que “los funcionarios de la Iglesia trasladaban rutinariamente a clérigos acusados ​​y condenados, a veces incluso al extranjero, en un esfuerzo por evitar el procesamiento penal secular y asegurar su reasignación. Al proceder de esta manera, “se antepusieron los intereses de la Iglesia Católica y sus líderes al bienestar y la protección de los feligreses”. 

 

Éxodo acelerado de feligreses

Las iglesias mayoritarias de Suiza (la Católica Romana y la Reformada, de tradición protestante) viven desde años una constante erosión de sus membresías. Hasta 2021, según estadísticas oficiales, la primera representaba el 33,7% de la población, en tanto que la segunda, el 21,8%. Entre 2010 y 2021, la primera perdió 6 puntos porcentuales de membresía; la segunda, 7. Los únicos que han crecido son los musulmanes (que en 2021 representaban cerca de un 7% de la población del país) y, fundamentalmente, el sector que se declara sin afiliación religiosa alguna. Este sector, que ya supera el 30% de la población, aumentó significativamente desde 1950, cuando apenas representaba el 1%.

Esta declinación, más marcada entre protestantes que entre católicos romanos, se intensifico debido a las recientes denuncias de abuso sexual en el seno mismo de la iglesia. Tras conocerse el informe de la Universidad de Zúrich, en solo tres semanas unos 500 feligreses abandonaron la Iglesia Católica en el Cantón ultra religioso de Friburgo. Este éxodo acelerado ya está impactando, y notablemente, la recolección anual de beneficios monetarios a los que las iglesias tienen derecho en virtud del “impuesto” eclesiástico. Cientos de fieles en San Gall, Lucerna, Basilea y Zúrich han optado por discontinuar esa contribución.

En Suiza, la mayoría de los cantones les conceden a las iglesias tradicionales un estatuto de derecho público mediante el cual se las autoriza a recaudar un impuesto eclesiástico. Cualquier feligrés que se identifica oficialmente con una de estas iglesias abona un “impuesto” eclesiástico (aproximadamente el 1% de su ingreso bruto), que luego se remite a la iglesia de su elección. El Cantón de Vaud, cuya capital es Lausana, es excepción: como allí no existe este régimen, tanto pastores como sacerdotes perciben salarios como si fueran funcionarios públicos.

Este éxodo, acelerado a partir de la publicación de los escándalos públicos, sin embargo, refuerza una tendencia que vive la institución desde hace mucho tiempo. Según fuentes oficiales, la desafiliación prácticamente se ha triplicado en los últimos diez años (de 13.809, en 2011, a 34.182, en 2021).

Crisis estructural y abusos repetidos a gran escala sacuden a una iglesia, más que nunca entre las cuerdas. Con miles y miles de víctimas, algunas de las cuales hoy toman fuerza y salen del anonimato para enjuiciar a sus victimarios.

 

 

 

 

 

 

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