Una persona… ¿un voto?

El sistema electoral discrimina en contra de los sectores más pobres de la sociedad

 

La discusión legislativa sobre el aborto, así como un reciente fallo que da la razón una persona que reclamó por la falta de diputados de la provincia de Córdoba (y otras provincias más pobladas), reavivaron algunos debates necesarios sobre la representación en las cámaras legislativas argentinas.

En julio de este año la Cámara Nacional Electoral le dio la razón a un ciudadano cordobés que planteó que su provincia está infra-representada en la Cámara de Diputados de la Nación. Es bien sabido que por la conformación constitucional argentina, basada en la idea de constituir una república federal, en el Senado se otorga una representación desproporcionada en relación a los habitantes. Es decir, si cada provincia tiene tres senadores (con la Constitución de 1853, hasta 1994, eran solo dos), entonces los habitantes de las provincias más pobladas serán sub-representadas con relación a los de la provincias menos pobladas. Hasta ahí es historia conocida y tiene un sentido específico. Pero es necesario saber que en la Cámara de Diputados de la Nación ocurre lo mismo, aunque en menor proporción. Es decir, también se necesitan más votos para elegir a un diputado nacional en las provincias más pobladas, como las de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba o la CABA, que en provincias menos pobladas como Tierra del Fuego o La Rioja, por ejemplo. El fallo citado determinó que de darse esa proporcionalidad, y de ponerse como mínimo cinco diputados por provincia como fija la ley en la actualidad, entonces la provincia de Buenos Aires debería tener 100 diputados y no 70 como ahora, y Córdoba, 24 y no 18 como es hoy.

El debate en el caso de la discusión parlamentaria sobre el aborto reavivó esta cuestión, fijando las miradas sobre cierta tendencia histórica a votar de manera más conservadora que se da en el caso de ciertas provincias más chicas (y por lo tanto sobrerepresentadas en cuanto a la cantidad de habitantes), o del mal llamado interior, como las del NOA. Entonces es válido preguntarse si es justo que esto suceda en ambas cámaras. Además, esto posteriormente influye en la conformación de otro poder, el Judicial, ya que el senado nacional participa en la elección de los jueces fiscales y defensores (se necesitan dos tercios de los votos la cámara alta), y a través de la integración del Consejo de la Magistratura.

 

La desigual representación en la Legislatura 

Es menos conocido y discutido que en la legislatura de la provincia de Buenos Aires existe una gran desproporción en la representación que tienen los habitantes de la provincia, dependiendo de donde vivan. El voto de una persona que habita esta provincia vale mucho más o mucho menos para elegir un diputado o senador provincial, según el municipio en que viva.

El sistema electoral bonaerense divide a los 135 municipios en 8 secciones electorales, cuyo único fin es la elección de legisladores provinciales. Este sistema particular fue creado por la Ley 5109 del año 1946. Como es usual, tiene varias modificatorias desde entonces. Las secciones electorales serían como miniprovincias que envían sus representantes al órgano legislativo. Cada dos años, cada sección elige diputados, y a la siguiente senadores. Por lo tanto, no tienen un sentido simbólico especial, como en la Nación, donde se suele postular que “los senadores representan a las provincias y los diputados al pueblo”, herencia de la Constitución histórica, por la cual los diputados provenían del voto directo de los ciudadanos y los senadores de la elección indirecta por las legislaturas provinciales, diferencia que borró la reforma de 1994.

Es decir que la diferencia es solo numérica en cuanto la cantidad de legisladores que se eligen cada vez. Las cámaras están compuestas de 46 senadores y 92 diputados, la mitad de miembros una de otra. Si bien se puede realizar una mirada más detallada en varios sitios [1], podemos decir brevemente que esas secciones son totalmente dispares: una se compone solo de un municipio (la Sección 8ª, también llamada Capital, solo comprende al municipio de La Plata) y otras se componen de 27 municipios (la 5ª) ó 24 (la 1ª). Algunas tienen millones de electores como la 1ª, con 4 millones y medio. Y otras no llegan a los 270 mil, como la 7ª.

Lo más particular y discutible de este sistema electoral es la desproporcionada cantidad de votos que se necesitan para elegir un legislador, dependiendo de en qué sección viva el elector. Ponemos aquí las comparaciones más extremas, en base a los datos brindados por la Junta Electoral bonaerense en la elección de 2017 [2]:

En la 1ª sección electoral (norte y oeste del Conurbano) se eligió un diputado cada 285.345 electores. Pero para elegir un diputado en la 7ª sección (oeste de la provincia) solo se necesitaron 44.392 electores. Es decir que el voto de un habitante de Azul o Tapalqué vale casi 6 veces y media más que el de un habitante de Moreno, por ejemplo.

A esto hay que sumar el componente de clase social de esta disparidad. Son los habitantes del conurbano bonaerense los que menos valen a la hora de elegir legisladores. Y los del interior de la provincia los que eligen muchos más representantes por cantidad de votos. No está demás decir que todos los indicadores sobre estándares de vida, ingresos, etc., son más bajos en el llamado Gran Buenos Aires. Es en estas zonas urbanas más densamente pobladas donde se concentra la mayor cantidad de pobres e indigentes de nuestro país. Y además del componente socioeconómico, y no por casualidad, se podría establecer una línea histórica en la cual se establezca que el voto del conurbano es más nacional popular, más peronista y más progresista o de izquierda que el del interior bonaerense. La incidencia del voto peronista proveniente del conurbano ha sido central en la historia y en la actualidad de ese movimiento. Y la tendencia a creer que eso es inmodificable nos dio una de las frases peronistas más recordadas en cada elección perdidosa: “Todavía falta contar los votos de La Matanza”.

Es decir, que la representación de las diferentes fuerzas políticas en la legislatura de la provincia es muy desigual. Es allí donde el panperonismo en sus diferentes versiones históricas, ha tenido y tiene una menor cantidad de representantes de acuerdo a su cantidad de votantes. El viejo adagio que decía “un hombre, un voto” (que hoy debe incluir a la mujer) no rige para elegir a un diputado o senador provincial: y debería ser expresado así:, un hombre de Saladillo, un voto, un hombre de José C. Paz, un 15% del valor del voto de aquel hombre de Saladillo.

Y como para muestra solo hace falta un botón histórico, las últimas elecciones en donde, a nivel elección de senador nacional, compitieron Cristina Fernández de Kirchner contra Esteban Bullrich, y en su correlato de legisladores provinciales, ese mapa que diferencia políticamente el voto del conurbano y el voto del interior fue más que patente:

El mapa que abre esta nota, tan fuerte desde lo cromático, no refleja que la lista amarilla sacó 42% de los votos y la celeste un 37%. Pero lo importante es destacar que tampoco se correspondieron esas proporciones con respecto a los legisladores provinciales surgidos de esas elecciones:

 

Senadores

Cambiemos 16

Unidad Ciudadana 7

(Más del doble, a pesar de la escasa diferencia electoral señalada)

 

Diputados

Cambiemos 23

Unidad Ciudadana 17

Un País 5

FIT 1

(Un poco más parecido al resultado electoral)

 

Pero… ¿qué pasaría si..?

 

Lo descripto hasta ahora es la realidad numérica actual. A partir de ahora propongo otras preguntas. Por ejemplo, cómo sería si se eligieran los representantes según la cantidad de votos de cada sección electoral? [3]

 

 

Como se ve, en algunos casos las diferencias son más que importantes (en el conurbano, es el doble). Cambiemos podría haber obtenido aproximadamente un 25 % menos de representantes y Unidad Ciudadana cerca de un 25 % más.

Como siempre, los extremos entre las secciones más y menos pobladas son los más impactantes. Y eso, como dijimos, se condice con ciertos caracteres sociopolíticos de los votos mayoritarios de esas secciones. Incluso habrá quienes se verán tentados a decir que los votos de las zonas ricas y sojeras valen más que los de un empobrecido barrio de Florencio Varela.

Al igual que en el Congreso Nacional, esta disparidad trae aparejada una mayor influencia de esas zonas menos densamente pobladas en la configuración del Poder Judicial, ya que, para la elección de los magistrados provinciales, también se necesita el acuerdo del Senado.

Está claro que el sistema electoral discrimina a quienes viven en ciertos municipios de la provincia en detrimento de otros. Y que esa discriminación es negativa con respecto a los habitantes de zonas más desfavorecidas socioeconómicamente. Además eso ha perjudicado a las fuerzas políticas con un perfil más popular, progresista y de izquierda, y al peronismo en general, sobre todo desde que se fueron generando nuevos escenarios demográficos desde la creación de la ley 5109, en 1946, hasta la actualidad. Esos cambios implicaron un crecimiento proporcionalmente mayor de la población del conurbano en detrimento del interior. Quizás sea hora de pensar si no es algo que debiera modificarse en aras de la igualdad y la democratización de  composición de nuestra legislatura.

 

[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Secciones_electorales_de_la_provincia_de_Buenos_Aires

http://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/mapa-provincia-bsas.php

[2]http://www.juntaelectoral.gba.gov.ar/resultados/poranio/2017.pdf

[3]Cálculo basado en la página de la Junta Electoral de la Provincia, 
dividiendo por cantidad de electores habilitados a votar en la elección 
a senadores y diputados provinciales, lo cual incluye a los extranjeros 
empadronados para hacerlo. Al calcularse el “resto” existente luego de cada división, 
se le otorgó un escaño más a los fines específicos para este cálculo 
a las secciones que obtuvieron restos mayores, de la misma manera que se le 
otorgan escaños a una lista por cociente electoral.
Abogado. Docente de Teoría del Estado FTS-UNLP

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