NO la PODRÁS RECHAZAR

El comunicólogo Saúl Feldman devela las perversas estrategias del “cambio cultural” macrista

 

“Lo comunicacional no es, en el neoliberalismo, un elemento más. Es aquello que permite darle coherencia ideológico-cultural, generando fuertes consensos que atraviesan diversos grupos sociales, inclusive aquellos que, como se dice, ‘actúan contra sus propios intereses’”. Mediante esta caracterización, el sociólogo Saúl Feldman (Mataderos, 1949) procura desentrañar la compleja artimaña con la que el macrismo construye el sistema de creencias que le permitió acceder al poder político e intentar sostener el control social.

A fin de abordar semejante dispositivo, cumple el sueño de topo cientista y acuña el concepto de “cinicracia” que procura sintetizar el desarrollo metódico del cinismo como estrategia discursiva privilegiada en la gestión del poder. De comprobada eficacia, la “cinicracia” apunta a provocar lo que denominan un ”cambio cultural” capaz de construir un renovado “sentido común en el deseo de las personas” que no sólo promulgue una visión unívoca de la realidad, sino que promueva los valores individuales por sobre lo colectivo, la meritocracia en detrimento de la solidaridad.

 

El autor Saúl Feldman.

 

Por “sentido común” la teoría comunicacional entiende lo que tradicionalmente la ciencia social conceptualiza como ideología. Es decir aquello que interpela a los individuos de la especie Homo Sapiens como sujetos sociales, relacionados entre sí en la producción material y de sentidos, de lo que deviene la construcción que realiza cada sujeto de sí mismo y del vínculo con sus semejantes. De allí emanan tanto los criterios de realidad como las formas en que se naturalizan los hechos de la polis.

En la perspectiva comunicacional, asimismo, la incidencia sobre lo ideológico se considera “trabajo del alma”, en tanto esa medieval idea resulta lo suficientemente inespecífica como popularmente visible. Con este modelo teórico La Conquista del Sentido Común - Cómo planificó el macrismo el ‘cambio cultural’, con sistemática prolijidad, en lenguaje accesible y a través de una cuidada pluma, disecciona el modo de producción de hegemonía. Especifica las condiciones de este sistema que ha de ser extendido (proclive para diversos segmentos sociales), simple, aparecer como “heredado”, naturalizado, familiar y, por ende, eficaz. Metodología inspirada en la gestión empresarial de la cual provienen los equipos cambiemitas, trasciende las herramientas del marketing para poner en juego “competencias filosóficas, semióticas, antropológicas, psicológicas, estéticas, digitales” .

 

 

Frases, palabras, ideas en apariencia emergentes del trato cotidiano, adquieren entonces sentidos meticulosamente estudiados, ampliamente chequeados y difundidos en segmentos elegidos: “se robaron todo”, “la pesada herencia”, “pagar la fiesta”, “la grieta”, “camino a Venezuela”,”aislados del mundo”, surgen en forma ejemplar como arietes destinados a ”instalar con fuerza una idea de orden lógico cuya esencia son los individuos y no el colectivo social”. En rigor, una sucesión de ideas que van de la construcción del ogro populista a la promesa del paraíso amarillo, pasando por la apocalíptica amenaza para quien saque los pies del plato, aparecen pormenorizadas una a una, acompañando el desarrollo histórico. En este aspecto Feldman realiza una crónica de época desde una óptica singular en la que en ningún momento escamotea posiciones, llamar las cosas por su nombre y, aún, devela el organigrama piramidal de los responsables del operativo. Jaime Durán Barba, desde ya; Alejandro Rozitchner, ideólogo y redactor de discursos presidenciales; Marcos Peña, comisario político; Hernán Iglesias Illa, coordinador; Joaquín y José Mollá, publicistas; Santiago Nieto, compatriota y segundo del gurú ecuatoriano; Roberto Zapata, sociólogo español; el comisario Hernán Lombardi (Barragán dixit), operador del blindaje mediático en coordinación con Jorge Grecco; Guillermo Riera, jefe de trolls; Ezequiel Colombo, publicista autor de la marca Cambiemos; Francisco Cabrera e Iván Petrella, cada uno en su función, fieles soldados de una férrea división del trabajo.

 

 

Autoexplotación, tácticas, marketing, posverdad, fake news, medios, disciplinamiento, posdemocracia, ideas, construcciones ideológicas al fin y al cabo, acciones específicas que tienden a capturar a una población tentada según el Método Corleone, con “una propuesta que no pueda rechazar”. Mecanismos que el campo popular no logró atisbar a tiempo y recién ahora aprende a implementar, despojados del cinismo e hipocresía típicos de la más o menos solapada prepotencia dominante.

No es casual que la lectura de La Conquista del Sentido Común inspire metáforas cinéfilas, dado que el propio Saúl Feldman lo es y aplica breves reseñas de diversas películas como introducción a cada uno de los capítulos. En las mismas, el autor desenvuelve un contexto en el que prima una óptica ética que incluye posicionamientos políticos y amplía para el lector los horizontes e incumbencias. Recurso ágil, apaciguador de contenidos disruptivos, develadores de una violencia subjetiva difícil de percatar en el fárrago cotidiano. También muestrario de estratégicas herramientas que de aquí en más se suman a la lucha política, de este lado. Porque del otro lado la cosa se les desmadra: realidad silvestre mata propaganda.

 

 

FICHA TÉCNICA

 

La Conquista del Sentido Común

- Cómo planificó el macrismo el “cambio cultural”

 

 

 

 

Saúl Feldman

Buenos Aires, 2019

283, págs.

 

 

 

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