Una que sepamos todos

Legados y horizontes para la educación pública, en un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices

 

La defensa de la educación gratuita y obligatoria es una melodía que sabemos todos. En la Argentina se canta desde 1884, año en que se sancionó la Ley 1.420, y sus compositores fueron los principales exponentes del liberalismo nacional que, con el influjo del iluminismo, apostaban a que la Razón conduzca a la humanidad al progreso. Educar al soberano era una prioridad patriótica, máxime en latitudes en donde recaía en el Estado la responsabilidad de construir una Nación, a diferencia de Europa, en donde fueron las naciones las que fundaron Estados. Domingo Faustino Sarmiento concebía a la instrucción pública y universal como la herramienta para elevar el carácter moral de la población: “La dignidad del Estado y la gloria de una nación no pueden ya cifrarse, pues, sino en la dignidad de condición de sus súbditos”.

Muchos de los preceptos de aquel proyecto civilizatorio siguen vigentes cuando “se llenan la boca”, como acusó Sergio Massa, con eso de que a la pobreza se la combate con educación, pero después “para acceder a la educación quieren cobrar”. Este nuevo liberalismo excluyente repite el teorema de no dar el pescado sino enseñar a pescar, pero ahora transparenta que la caña va a tener precio. Como conocedores de la lengua del marketing se apuran en ofrecer un cupón de descuento. Sólo se trata de dar crédito a sus palabras: lleve ahora, pague después. A la chilena, donde hay más de un millón de personas que tienen deudas por estudiar en la universidad. Otra gran falacia del neoliberalismo que promete autonomía, pero produce sujetos endeudados como mecanismo de captura y de control.

“Viva la libertad” será un tema trendy, pero no deja de ser una reversión. Como se sabe pegadiza, usan la misma pista una y otra vez. Hace 14 años, un empresario argentino llamado Francisco De Narváez ganó una elección tarareando “alica, alicate” frente a un ex Presidente como Néstor Kirchner, que “se había ido con 70 puntos de imagen positiva del gobierno”, recordó Máximo Kirchner. Esta semana, Unión por la Patria recobró el ritmo con los viejos grandes éxitos de la música popular: fortalecimiento de lo nacional, ampliación de derechos y redistribución de la riqueza.

 

Una lengua de derechos

La partitura que guía los anuncios del ministro-candidato es la de la recuperación de una agenda propia. La presentación del proyecto de Ley de Financiamiento Educativo que busca aumentar la inversión del 6 al 8% del PBI —el 6,5% en la educación obligatoria y el 1,5% en la universitaria— es paradigmática por, al menos, tres motivos:

  1. Por su impulso movilizador: se lanza como una “Convocatoria Nacional por la Educación Pública” y se invita a la sociedad a defenderla en el Congreso.
  2. Por su potencial antagónico, esto es, su capacidad de poner negro sobre blanco cuáles son los modelos de país en disputa: “Llegó el tiempo de que se caigan las caretas y de que aquellos que se desvivían por plantear la defensa de la educación pongan el voto y muestren que están dispuestos a invertir”, retó Massa.
  3. Porque recupera un legado virtuoso de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. La ley 26.075 del año 2005 marcó un hito en términos de planeamiento estatal al fijar metas para una mejor educación: mejores edificios, mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y, fundamentalmente, que estén todos los pibes y las pibas adentro de la escuela.

La iniciativa, difundida este martes, no es ajena al carácter de época y plantea nuevos horizontes para la educación pública, a saber:

  • Nivel inicial: construcción de nuevos jardines de infantes para universalizar las salas de tres, cuatro y cinco años. Inicio de los procesos de cobertura para sala de dos años.
  • Nivel primario: ciclo lectivo anual mínimo de 190 días efectivos de clase. Mínimo de 25 horas semanales para la escuela primaria y que al menos un 50% de las niñas y los niños pueda acceder a escuelas de jornada completa y a la enseñanza de una segunda lengua.
  • Nivel Secundario: incorporación de robótica y programación. Garantizar la entrega de dispositivos tecnológicos y ampliar la conectividad. Generar espacios curriculares de acercamiento al mundo del trabajo.
  • Nivel Superior: ampliación de la oferta de carreras universitarias y pre-universitarias para el desarrollo estratégico del país, según las áreas de vacancia territoriales. Promoción de títulos intermedios, tecnicaturas, bachilleratos y certificaciones académicas de trayectos formativos.

La diputada nacional por el Frente de Todos Magalí Mastaler considera que es fundamental volver a dar la discusión en torno a la educación como “el pilar necesario a cuidar y consolidar dentro de nuestro país y de las provincias para construir comunidad”. Asimismo, reflexionó que es preciso hablar de la inversión social que requiere que el Estado se haga cargo de garantizar el derecho a enseñar y aprender, en especial en un momento electoral en el que se contrapone “la mercantilización de la educación versus la construcción de futuro como derecho”.

 

Marcha por la Noche de los Lápices en La Plata.

 

La legisladora, quien integra la comisión de Educación, destacó que en el Congreso hay un proyecto de ley con dictamen del Senado que busca transformar en ley el programa Conectar Igualdad, para que permanezca como una política de Estado más allá de los gobiernos. También hay proyectos que solicitan crear ocho nuevas universidades, que han sido rechazados por Juntos por el Cambio. Como iniciativas aisladas permanecen estancadas y, por ello, Mastaler celebró el proyecto de financiamiento educativo por ofrecer una respuesta integral al asunto.

 

Escribir en la oscuridad

Emilce Moler tenía 17 años cuando las Fuerzas Armadas la arrancaron de la casa de sus padres para llevarla a los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio. Estuvo seis meses detenida-desaparecida en el Pozo de Arana, el Pozo de Quilmes y la Comisaría de Valentín Alsina, en Lanús, hasta que en enero de 1977 entró como presa legal a la cárcel de Villa Devoto, en la que estuvo hasta los 19. Fue parte de la embestida que, en la lúgubre jornada del 16 de septiembre de 1976, emprendió el terrorismo de Estado contra un grupo de diez militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios y de la Juventud Guevarista de la ciudad de La Plata. Seis de ellos continúan desaparecidos.

"En un adolescente 47 años es una eternidad, la Noche de los Lápices a los jóvenes se les convierte en la historia oficial. No tiene nada de transgresor: se lo dicen las escuelas, se lo dicen los padres, se lo dicen las autoridades desde lo institucional. Es como escribir lo del Cabildo o el Teorema de Tales”, analizó Moler, sobreviviente de aquella fecha funesta. “Lo que le está faltando a todos es ese puente entre la dictadura y el presente, mostrar en vivencias que la dictadura todavía se nos cuela”, propuso y, acto seguido, lo constató: “Nosotros todavía no sabemos dónde están los cuerpos de los chicos de La Noche de los Lápices, y quienes sí saben, viven y no lo dicen”.

Para Moler la peor respuesta hacia las nuevas generaciones es enojarse, estigmatizarlos o decirles negacionistas: “Lo peor que podemos hacer en este proceso didáctico y de transmisión de la historia es obturar. Hablemos, demos espacio, porque en esos debates es donde se hace la apropiación de la historia”. Esta postura no aplica para adultos con responsabilidades institucionales que quieren “minimizar la represión para dejar camino abierto para nuevas represiones, en una senda de achicamiento del Estado y de falta de derechos”, distinguió.

 

 

El movimiento del que Emilce Moler participó de joven es recordado por su reclamo por el boleto estudiantil secundario. Sin embargo, aquello era parte de una lucha más amplia: “No quería un voucher para el boleto, quería que el Estado nos dé el derecho. En ese momento empezaba el tema de la inflación y quería que el Estado dé la posibilidad de que los chicos accedan a la educación pública”, rememoró. En 1976 la tasa inflacionaria anual fue de 444%. “No son tan diferentes las consignas a las de antes —observó Moler—. Cuando me preguntan '¿por qué empezaste a militar?', digo que para que no haya pobres. Yo quiero eso hoy en día con la democracia”. Desde su perspectiva, eso no se logra con un voucher en la mano, sino de la “mano del otro”.

 

La política y las políticas

El lunes Axel Kicillof encabezó un Encuentro de Juventudes en Pilar y anunció la implementación del boleto terciario gratuito, que alcanzará a 273.000 estudiantes bonaerenses. Para la directora de Juventudes provincial, Ayelén López, la medida es “el mejor homenaje a una de las tantas banderas que tenían los pibes y las pibas de los ‘70” y significa “conquistar un derecho que se ganó en la calle”. Ello demuestra que el camino es “con más Estado y con más participación”. Destacó, además, que el gobierno de la provincia de Buenos Aires no estableció ningún impuesto nuevo ni aumentó las tasas y, sin embargo, se crearon nuevos derechos.

“No es solo una herramienta para la educación, sino para elegir el proyecto de vida, porque no todos tienen las mismas herramientas para planificar y decidir”, evaluó López, y añadió que, como proyecto político, hay que hablarle a la juventud “no sólo con discursos de que la juventud es el presente y el futuro, sino con políticas concretas”.

Para el referente de la Unión de Estudiantes Secundarios de La Plata (UES), Benjamín Pérez, la decisión de ampliar el boleto a terciarios significa “impartir un poco más de justicia”. Por otro lado, meditó que en el contexto actual la movilización por la Noche de los Lápices cobró un nuevo significado: “Queremos demostrar que lo que dicen los medios no es así: que la juventud no está derechizada, que la juventud no es negacionista, que tiene memoria, que le importa el otro”. El estudiante agregó que desde sus espacios de militancia buscan “poner a la democracia más allá de las ideologías y cuidar la vida; entender que la muerte y pasar por encima de los derechos de otros no es la salida”.

 

 

Benjamín Pérez nació en una Argentina sin el FMI, pero comenzó la secundaria con el gobierno de Mauricio Macri y luego atravesó una pandemia: “Fue el Estado presente y la educación pública los que salieron a buscar a los pibes que dejaron el colegio con el plan ATR [Acompañamiento a las Trayectorias y la Revinculación] en la provincia de Buenos Aires, o sea, no los salvó el mercado”. En ese sentido, consideró que los “fallos que tiene hoy en día la educación no se resuelven con privatización, se resuelven con mejor Estado, con un Estado más eficaz”.

La participación política y las políticas se retroalimentan. La clave es mejorar el Estado para que den ganas de defenderlo.

 

Partera de la democracia

“Solo pensamos cuando nos enfrentamos con problemas”, comprendió John Dewey, a quien se conoce por ser uno de los fundadores de la pedagogía pragmática norteamericana en la primera mitad del siglo XX. “Pensar es más que saber. Saber es más que recordar. Recordar es más que olvidar”, dilucidó. La memoria es el faro para hacer el camino inverso: hay que recordar de dónde venimos, para saber en dónde estamos y para pensar a dónde vamos.

En su obra, Dewey subrayó que existe una estrecha conexión entre la experiencia educativa y el desarrollo de una ciudadanía plena. Para él, “la democracia tiene que nacer de nuevo cada generación, y la educación es su partera”.

 

 

 

 

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