Una república sin pobres

Es en la búsqueda del bienestar de los más vulnerados donde se mide el verdadero patriotismo

 

Asistimos azorados a un espectáculo inmoral, montado para dirigir la opinión pública a la aceptación e incluso al apoyo de la ruptura del normal funcionamiento de las instituciones de la república. Irónicamente, quienes lo protagonizan dicen hacerlo en nombre de la misma república:

Políticos fracasados en su propia gestión se empeñan en ejercer la política del “cuanto peor, mejor”, aún cuando lo “peor” signifique violencia.

Seudoperiodistas y opinólogos, mentirosos a sabiendas y devenidos en psicólogos, moralistas o lo que haga falta para servir a sus empleadores, llaman explícitamente a provocar la caída de este gobierno elegido por el pueblo.

Jueces venales que no pueden ocultar ya su parcialidad y desinterés por servir al derecho.

Un ex militar, paradigma de la insubordinación, escudado hipócritamente tras la imagen de la Virgen, agita el fantasma de la época más oscura de la historia reciente de nuestro país.

Medios de comunicación concentrados y concertados para demoler la esperanza de nuestro pueblo en un futuro mejor.

Todos al servicio de los detentadores del poder económico, empeñados no sólo en maximizar sus ganancias, sino en hacer fracasar toda medida que permita hacer frente a una crisis económica que se arrastra desde del gobierno cambiemita, agravada por las crisis de la pandemia y de la guerra entre Rusia y Ucrania (ambas crisis, hay que subrayar, aprovechadas para aumentar su lucro a niveles incalculables a costa de las desgracias de los más pobres).

Una verdadera sinfonía del mal, orquestada por personajes y organizaciones tan apátridas como el dinero.

Como curas que hemos optado por servir a nuestras hermanas y hermanos más pobres, los “preferidos del Padre”, por compartir sus penas y alegrías, no podemos callar nuestra condena moral ante este peligro que, sabemos, ahondará su sufrimiento. Golpeados por la pobreza que crece sin pausa, serán ellos las primeras víctimas de las políticas que prometen poner en práctica quienes quieren hacerse del poder político. Pero también queremos llamar a la condena institucional: el gobierno que eligió el pueblo no puede dejarse condicionar, extorsionar o amenazar por quienes no reconocen en realidad otra patria que la riqueza y el poder. En el día en que se recuerda el fallecimiento de Evita*, a quien nuestro pueblo llama la “abanderada de los humildes”, queremos reafirmar que es en la búsqueda del bienestar de los más vulnerados de nuestra sociedad donde se mide el verdadero sentido de la democracia y el verdadero patriotismo.

 

 

 

* Documento difundido el 26 de julio de 2022.

 

 

 

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