Una transición dura

El ahorro de energía en el próximo invierno será clave para sortear una tragedia anunciada

 

Abundan desde hace días las notas y comentarios sobre la tragedia de una economía condenada a la auditora del FMI. Proseguir sus recetas condena al país a la no resolución de sus problemas económicos y desemboca en una situación en la cual no se disminuye la tasa de inflación, hay muy pocas chances de un crecimiento con mejoras de los ingresos laborales, un gasto público muy ajustado y un escenario de pago de deudas que determina una persistente escasez de divisas. Estos aspectos, actuando de conjunto, conforman un panorama que en forma lineal lleva al país hacia la tragedia. Sin embargo la Argentina, ante pronósticos similares, ha sorteado debacles y tragedias anunciadas.

Podríamos realizar un juego teórico sobre una matriz de variables y especular sobre expectativas de aquí a fin de año. El gobierno explicitó una meta de inflación del 60% anual (media del 4% mensual). Hoy, ante el doblete del 6% en los dos primeros meses del año, resulta muy difícil de alcanzar.

Si en los diez meses restantes del año se conformara un 4,5% mensual (un caballo desbocado pero contenido) llegaríamos a un valor anual cercano al 75%, que no es una derrota total pero tampoco es un triunfo en la pelea antinflacionaria.

Pero si asumimos que la Argentina posee comportamientos especiales y que de marzo en adelante daría un promedio del 4% llegaríamos a un entorno del 66% anual, que sería una bendición cercana al objetivo del Ministerio de Economía. Un valor intermedio (4,25% mensual) también sería una bendición, no tan milagrosa. Bajar de un 95% en 2022 a un 70% en 2023 sería casi un caballo dominado.

Lograr en este escenario recuperar el poder adquisitivo de los salarios y mantener las obras de infraestructura es el gran desafío. Ello mitigaría la tragedia cotidiana.

La pregunta es si el Poder Ejecutivo es capaz de introducir en lapsos cortos otras acciones que mitiguen esa tragedia. Por ejemplo, conformar un ahorro en energía, que por estos días es un clavo en el zapato. Como variable disruptiva, tener acotados los consumos energéticos con una campaña intensiva para disminuir en el invierno próximo el uso de gas, electricidad y combustibles.

La campaña debería recorrer todos rincones donde es posible encontrar posibilidades de ahorro. Así, por ejemplo, establecer horarios de trabajo público y privado a la luz diurna, fomentar el transporte público, un uso acotado de los aires acondicionados, disminuir el uso de la pava eléctrica y el microondas, usar estufas al mínimo, colocar burletes en puertas y ventanas, y en estas sendas cortinas, etcétera. Todas acciones sencillas de ejecutar, que implicarían disminuir en cientos de miles de pesos las costosas facturas próximas y generar ahorros notables que posibilitarían tener menores importaciones de gas natural licuado (GNL). Recordemos que ya se compraron 30 barcos tanques, que implican cerca de 1.800 millones de dólares. También fomentar una cultura del ahorro en el uso de vehículos particulares, usando más el transporte público, permitiría menores importaciones de naftas y gasoil.

La reducción de importaciones de GNL en el próximo invierno y de la suma de consumos superfluos puede dar cifras que superen de base unos 2.000 millones de dólares, monto que surge de distintas evaluaciones sectoriales sobre ahorros en la calefacción de hogares, en la industria y en los servicios.

Vaca Muerta es un gran recurso que posibilitará enormes beneficios. En el inicio se dispondrá de 11 millones de m3/día que arrimará el gasoducto Néstor Kirchner a partir de julio de 2023. El pico invernal de gas, sin embargo, llega a unos 50 millones de m3/día. Recién en el tercer año, con las plantas compresoras, se compensará en gran parte (40 millones de m3/día). En dicho lapso es posible ahorrar unos 4 millones de m3/día, equivalentes a 3.000 millones de dólares. Dado que antes de esa fecha la anunciada súper planta de licuefacción de YPF con Petronas no estará terminada, resulta clave incorporar buques FLNG que licúan gas natural a bordo. También resulta útil un almacenamiento de GNL adecuado en la zona metropolitana para cubrir el saldo restante del pico invernal.

El panorama del GNL es optimista a mediano y largo plazo, pero hasta 2025 nos espera una transición dura. Ahorrar en el uso invernal de gas, electricidad y combustibles fortalece a la sociedad, al país y a la unidad nacional.

Entre las tareas más importantes de la población, en conjunto con el Estado y el gobierno nacional, está la de movilizarse y reclamar sortear la coyuntura de un FMI-auditor, cuyas recetas constituyen un ajuste anti-desarrollo e inflacionario a la vez.

Por todas las circunstancias del contexto, desde la sequía abrumadora a los precios picos del GNL por la guerra, un objetivo es lograr cinco años de gracia para crecer. También, por los mismos motivos, pelear una quita de los intereses de la espeluznante deuda externa con el FMI contraída por el gobierno de Macri, que derivó en una fuga criminal y que de hecho impone un alevoso golpe estructural contra los intereses nacionales de desarrollo soberano.

 

 

 

* El autor es miembro del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO) y del Grupo Bolívar.

 

 

 

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