Universidad y des-desarrollo

La inversión en educación como gasto superfluo y la movilidad social descendente como ideal

 

Siendo que por desarrollo entendemos el recorrido simultáneo de los procesos de crecimiento del PIB y de equidad distributiva, y considerando la evidencia de que desde el 10 de diciembre pasado nuestro país recorre caminos simultáneos de decrecimiento del PIB y crecimiento de la desigualdad de ingresos, no puede dudarse que estamos atravesando un período de “des-desarrollo”.

Ya lo anunció un sabiondo anarco-neoliberal que reclamó que los padres tuviesen la opción pero no la obligación de escolarizar a sus hijos y que el trabajo infantil alternativo a la escolarización fuese también una opción que pudiesen tomar los padres. ¿Trataba de plagiar ese personaje medieval un video de Capusotto? Formuló una propuesta clara: los padres pobres hacen trabajar a sus hijos y los padres ricos los educan, la génesis de la meritocracia neoliberal.

Un oscuro y retrógrado antifeminismo es otra característica del gobierno anarco-neoliberal, la ideología del medioevo nuevamente presente.

En estos cuatro meses se produjeron fuertes acciones de des-desarrollo: despidos arbitrarios y sin análisis que los justifiquen en el Estado, basados solamente en la premisa ideológica de destruirlo; despidos en el sector privado por la retracción de la economía; empobrecimiento acelerado de trabajadores y jubilados con la consiguiente reducción del consumo interno en un camino de dilución de la clase media que fuera impulsada en los ‘50 por el general Perón, en un proceso virtuoso de elevación del nivel de vida y de acceso a la cultura de los trabajadores. El achicamiento brusco del sector científico-tecnológico y la desatención de la pandemia del dengue fueron otras acciones de des-desarrollo.

La salud de la población fue librada a las decisiones de empresas cartelizadas que descubrieron cómo maximizar sus ganancias: filtrando a sus clientes para quedarse con los más jóvenes, sanos y de altos recursos económicos, y pagándoles mal y con un retraso de 60 o 70 días a sus proveedores médicos. Los anarco-neoliberales advirtieron poco después que el mercado no se auto-regula y que el retroceso en calidad de vida de la clase media fue escandaloso y en pocos meses.

Ahora avanzan sobre las universidades públicas no aranceladas, inversión que interpretan como un gasto superfluo. Todo tiene su lógica en un acelerado proceso de des-desarrollo, con la consiguiente movilidad social descendiente.

¿Cuál es el significado asociado en nuestro país a las universidades públicas no aranceladas?

Por un lado, fueron hasta ahora la herramienta de la movilidad social ascendente. Dijo en 1949 el general Perón, al eliminar por decreto los aranceles: “La conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijos de obreros, donde estaba solamente admitida la oligarquía”.

Durante el gobierno de Cristina, como paso adicional para fortalecer la movilidad social ascendente, se potenciaron las universidades en los lugares de residencia de las familias de menores recursos, para recibir a los y las jóvenes que no podían acceder de otro modo. También se instrumentaron programas de becas para que más jóvenes pudiesen tener educación universitaria a pesar de su situación de desventaja económica.

Más tarde la entonces gobernadora neoliberal María Eugenia Vidal empezaría a recorrer el camino inverso, afirmando abiertamente que los pobres no llegan a la universidad.

Junto a su rol en la movilidad social ascendente, las universidades públicas son la herramienta imprescindible para el crecimiento cuantitativo y cualitativo del sector de ciencia y tecnología argentino, que es a su vez la única herramienta que puede asegurar el crecimiento –material e inmaterial– sostenible de nuestro país.

Los anarco-neoliberales toman como blanco preferido a las ciencias sociales y para eso hacen un uso ignorante de algunos títulos de trabajos científicos y de tesis que –dicen– los escandalizan. Son los descendientes ideológicos de los fachos que en los ‘70 se escandalizaban con el título del libro Para leer el Pato Donald (Dorfman y Mattelart), que, muy a su pesar, con los años se convirtió en un texto fundamental para entender los mecanismos de control del pensamiento que contenían algunos dibujitos animados aparentemente inofensivos.

En lo que respecta a las ciencias físico-matemáticas y a la ingeniería, pudimos ver la presencia de las universidades públicas en los grandes programas de desarrollo tecnológico (aeroespacial, nuclear, gas y petróleo, nuevas energías) y también como proveedoras de profesionales y conocimientos a las industrias pyme.

En el campo aeroespacial, Universidad Nacional de La Plata (UNLP) trabajó codo a codo con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE); en el campo del petróleo y el gas, la carrera de ingeniería del petróleo de la UBA, en su corto tiempo de existencia, ya ha logrado ubicarse en una posición alta en un ranking internacional muy reconocido; en el campo de las nuevas energías, la UNLP fue socia de Y-TEC en el desarrollo nacional de baterías de litio y de material catódico… pero el gobierno aspira a que el dueño del litio argentino sea Elon Musk y no los argentinos.

En el campo de la medicina, la lucha contra la pandemia fue también el lugar de muchas y valiosas contribuciones de las universidades públicas y sus egresados; debemos recordar también que la desfinanciación de las universidades públicas implica la desfinanciación de los hospitales universitarios (el Hospital de Clínicas en el caso de la UBA), que dan servicios de calidad e imprescindibles a la comunidad.

La existencia de universidades públicas bien equipadas, con docentes, investigadores y trabajadores no docentes adecuadamente remunerados, no tiene sentido para quienes intentan recorrer el camino del des-desarrollo, lamentablemente un camino de difícil reversión.

Como concesión a los anarco-neoliberales, debemos aceptar que la universidad pública adoctrinaba ya desde 1918: “La única actitud silenciosa que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla” (del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria).

 

 

 

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