UNOS POCOS PELIGROS SENSATOS

Tal vez sea el momento de no tomar peligros sensatos, sino algunas decisiones

Si tus peligros son tan sensatos
Casi sin arrebatos
Y sos prudente en la tiniebla y con los gatos.

 

Diciembre de 2020. Recuerdo un 10 de diciembre hace muchos años, vivía en Córdoba aún y estaba rumbo a un asado con Bruno cuando nos enteramos de la muerte de Augusto Pinochet. Dios tiene un sentido de la historia bastante particular.

Otro diciembre y veo al médico que atendía a Héctor Timerman diciéndome que es cuestión de días. Cruzo a la plaza siempre verde que está enfrente de su casa y lloro desconsolada. En la madrugada del 30 de diciembre de 2018, Héctor se murió. Perseguido por un Poder Judicial inhumano.

Otro flashback y es diciembre de 2001. Y la calle se estremece de violencia y sangre. El mundo que conocíamos estaba muriendo. Y todos moríamos un poco, entre cacerolas, furia y Presidentes que duraban días. Y también están las Madres, enfrentado los caballos y la policía.

Casi 20 años después, otro diciembre y estoy muerta de calor en una plaza que baila emocionada y alegre porque asumen Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Ha ganado el Frente de Todes las elecciones presidenciales. Están las Madres, la policía no reprime, sino que custodia la celebración. El Presidente dice en su discurso: “Por eso, hoy vengo a manifestar frente a esta asamblea y frente a todo el pueblo argentino un contundente NUNCA MÁS, NUNCA MÁS. Nunca más a una Justicia contaminada con servicios de inteligencia, nunca más a una Justicia contaminada con operadores judiciales, por procedimientos oscuros y por linchamientos mediáticos. Nunca más a una Justicia que decide y persigue según los vientos políticos del poder de turno. Nunca más a una Justicia que es utilizada para saldar discusiones políticas, ni una política que judicialice a los disensos para eliminar al adversario de turno. Lo digo con la firmeza de una decisión profunda. Cuando digo nunca más, es nunca más. Porque una Justicia demorada y manipulada significa una democracia acosada y denegada”.

Lloro bajo el sol, pero esta vez de emoción.

Y este diciembre de 2020, con más pendientes que logros. Sólo unos pocos peligros sensatos.

Sensato y necesario fue terminar con los servicios de inteligencia interfiriendo con el Poder Judicial. Fue una de las primeras medidas del gobierno. No sólo reconfiguró muchos de los procedimientos judiciales sino que cambió el universo de los abogados. Muchos de los abogados que estaban en “nómina” han tenido que rediseñar su perfil profesional. Otros han desaparecido del mapa y a otros los encontrás acovachados en ciertas oficinas públicas.

De la mano del proceso de reconfiguración desaparecieron las mesas judiciales. Lo cual nos ha permitido ver que buena parte de lo que no funcionaba no solo dependía de los servicios de inteligencia. En los primeros seis meses del gobierno de Alberto Fernández, una parte de Poder Judicial lloró presiones del macrismo para actuar como actuaron. Pasado ese semestre, el Poder Judicial mostró su cara real, que es bastante distinta a la que predicaban.

Lentamente los actores del lawfare empezaron a activarse y ya esta bastante claro de cara a la sociedad que el Poder Judicial no fue una víctima de ese lawfare, sino un elemento consciente y voluntario. No celebro en lo absoluto los resultados de esta segunda edición, pero soy consciente que ahora juegan sin máscara ni refugio posible. Y también observo con algo de espanto que hasta ahora no hay sorpresas. Los que juegan son los que los pasillos mencionaban como parte del mecanismo y no como sus víctimas. Voy a ser muy honesta, tenía alguna esperanza sobre algunas personas, pero se esfuman con el pasar de los días.

Esta misma lectura, pero más sabia y contundente, hizo la actual Vicepresidenta, cuando hace unos días escribió en una carta pública a propósito del primer aniversario del gobierno que “sin embargo, no se puede decir lo mismo del otro Poder del Estado: el Poder Judicial. Representado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la actuación de ese poder no hizo más que confirmar que fue desde allí, desde donde se encabezó y dirigió el proceso de lawfare. Esa articulación mediática-judicial para perseguir y encarcelar opositores, se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y, lo que es peor: aún continúa”.

Yo admiro su lucidez de llamarle a las cosas, a los hechos y a las personas por el nombre que tienen. Y la valentía. Creo que tiene razón en lo que plantea y también celebro que lo haga. Porque es la única que ha demostrado ser capaz de romper el cerco mediático que protege a los actores del lawfare en la Argentina.

No es un dato menor en este sentido que, en los últimos días, los mismos de siempre convalidaron los testimonios de los arrepentidos. Veremos en el juicio oral sus testimonios y además los verán todos los argentinos, porque desde hace unos días se encuentra vigente la parte del código acusatorio que obliga a trasmitir los juicios. Mi consejo sería que empecemos a hacer acopio de pochoclo, porque créanme, el espectáculo será inolvidable.

Recuerdo que no hace mucho declaró Cristina Fernández de Kirchner y una de las mayores preocupaciones de los tribunales fue que no se trasmitiese su declaración. Al punto que llegaron a prohibir que trasmitiesen las imágenes desde la sala de periodistas de Comodoro Py.

Durante un tiempo, también fue notorio el avance de las causas que investigaban el dispositivo estatal de inteligencia ilegal que montó el gobierno de Mauricio Macri. Fue otra de las consecuencias de la desaparición de los servicios de inteligencia de los pasillos judiciales. Reactivado el lawfare, los principales consumidores de esa información ilegal se han dedicado a proteger a quienes la producían. La disputa entre Comodoro Py y la Cámara de La Plata para quedarse con las causas de espionaje bordea lo francamente ridículo. Lo que sí sucede es que ahora Comodoro Py, el fuero donde siempre murieron las causas de espionaje –y siempre por las mismas razones– está dejando los dedos marcados por todos lados. Esta vez para cubrir a sus socios, no basta con el paso del tiempo. Ahora varios están poniendo la firmita. Son gente grande y saben lo que hacen y también conocen sus consecuencias.

Yo, que fui además víctima de ese espionaje, señalo que me resulta indistinto dónde tramiten las causas, porque donde sea que tramiten, mi tarea será que cada vez que encubran o desvíen las investigaciones alguien ponga la firmita. Llevó años investigar el encubrimiento de la causa AMIA y habiendo cumplido recién 44 años, entiendo que tengo —y que todos tenemos— tiempo.

Otro peligro sensato fue la ley de Reforma de Poder Judicial. Un intento real de desconcentrar los poderes del lawfare. Y que duerme el sueño de los justos en la Cámara de Diputados. El Presidente la ha reclamado en varias oportunidades, ha solicitado que quienes no están de acuerdo indiquen o sugieran las modificaciones, pero la verdad es que sigue detenida.

También era y es sensata la designación de un Procurador. Hace tres años que tenemos un procurador interino. Peligro sensato pero de momento detenido entre los faldones de la política. Voy a ser honesta, creo que no se trata de un problema acerca de quién es el candidato. Nadie discute que Daniel Rafecas es un excelente candidato. El problema real está en que hay un sector de la oposición que necesita imperiosamente que siga este procurador interino. Supongo que existen en la oposición pactos que algunos preservan con uñas y dientes. Alberto Fernández podría proponer a la Madre Teresa de Calcuta como procuradora, e igual la oposición no estaría de acuerdo.

A propósito de la implementación del nuevo código penal acusatorio, se ha modificado la ley de Ministerio Publico. El proyecto con media sanción ya está en la Cámara de Diputados. ¿Lo tratarán? Preguntas sin respuestas, no porque no existan, sino porque yo no puedo darlas.

A veces pienso que el problema de estos pocos peligros sensatos es que son prudentes en la tiniebla y con los gatos. Tal vez sea el momento de no tomar peligros sensatos sino algunas decisiones. Fantaseo con la implementación del sistema acusatorio rápidamente. Sé que muchas de las picardías e hijaputeces que vemos no se podrían hacer con el nuevo código. Y confieso, tengo una gran de expectativa de ver a algunos atravesando la instancia de ejercer su magisterio en forma oral y en primera persona.

También estoy muy entusiasmada con la idea de un tribunal de arbitrariedad. Y una codificación acerca de en qué consisten las arbitrariedades en materia judicial. Como para no dejarlas libradas en su definición –y en su tratamiento— a la discrecionalidad caprichosa, infundada y muchas veces interesada de la Corte Suprema. Estoy estudiando en detalle la propuesta que elevaron los miembros de Comité de expertos al Poder Ejecutivo y señalo que frente a tanta sensatez, me parece una idea innovadora. El peligro, esta vez insensato de ir por aquello que es nuevo y no explorado. Y la posibilidad de instancias que no estén contaminadas.

En cualquier caso, lo que tengo clarísimo es que los peligros sensatos no han producido cambios sustanciales en todo lo que sabemos que no funciona.  Yo creo tanto en la razón y el progreso que a veces siento que estoy tomando un cafecito con Julio Verne en un bodegón que podríamos llamar La Modernidad. Pero asumo que vivimos tiempos de desafío y cambios. En breve comenzará la vacunación y tal vez podamos ganarle a esta pandemia tan extraña. A la pandemia de injusticia no parece tan fácil ganarle, y para ella tampoco hay vacuna.

No tenemos que desanimarnos, tenemos que dar la pelea contra la desigualdad, contra la pobreza y contra la injusticia. Que son las muchas caras del mismo monstruo. Aun no sé qué peligro insensato puedo proponer, pero mientras lo pienso, expreso un deseo dicho con dolor pero también con amor por cada cosa en la que creo y a cada persona que fue víctima del espanto: nunca más es nunca más.

 

Sólo tenemos que hacerlo posible.

 

 

 

 

 

 

(Y, Mister, espero mi saludo, jajajajajajaaj. Abrazo de gol con los dedos en V.)

 

 

 

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