USURA Y MAFIA: UNA MONEDA, DOS CARAS

Detrás del tarifazo se esconde una red mafiosa y delictiva adosada a las instituciones del país

 

En toda sociedad, por simple o compleja que sea, la acumulación sin límites de bienes y/o dinero por parte de un individuo implica el abuso de una posición dominante y distintas formas de violencia y destrucción. De ahí que desde tiempos inmemoriales distintas formas de sociedad han condenado moralmente el endeudamiento sin límites y han intentado restringirlo estipulando reglas que protegen a los individuos de la usura y aseguran la supervivencia de la sociedad en su conjunto.

Hoy vivimos en la era del capitalismo global monopólico, una forma de organización social basada en el control absoluto de todos los aspectos de la vida social: desde lo económico y lo político hasta la información, las ideas y el sentido común. Hoy el comportamiento predatorio domina todos los aspectos de la vida humana. Sin embargo de esto no se habla, es algo natural. Mas aun, hoy la usura es el eje invisible alrededor del cual giran las distintas dimensiones de la crisis sistémica que azota a nuestra civilización. Tanto las relaciones del hombre con la naturaleza como las distintas formas de interacción social han sido erosionadas hasta el hueso por un comportamiento predatorio que, con el objetivo de acumular riqueza (bienes/dinero/recursos naturales) sin límite alguno, destruye la totalidad social. Aunque no se hable de ella, la usura reina en el día a día y explica los conflictos que dominan en el mundo.

 

Usura y bancos

Los bancos han sido uno de los sectores sociales que más se beneficiaron con las políticas de este gobierno. En 2018 ganaron un 121,5% más que en 2017, y han sido uno de los principales apoyos del oficialismo. Sin embargo, su voracidad por maximizar ganancias en el menor tiempo posible no tiene límites. Esto hace que su capacidad de desestabilización esté a la orden del día y constituya una amenaza hasta para la propia política oficial.

El FMI ha impuesto tasas de interés que vuelan por la estratosfera, libertad de flujos financieros y una política cambiaria de flotación del dólar que mantiene vigente la posibilidad de una corrida. El resultado ha sido una bicicleta financiera con el carry trade y ganancias extraordinarias en muy corto tiempo. En esta danza, los bancos tienen una posición de privilegio: son los únicos habilitados a invertir en LELIQs, un instrumento financiero que se renueva cada siete días con tasas de interés que hoy fluctúan en torno al 50%. De ahí que han maximizado sus ganancias trayendo dólares del exterior para hacer inversiones en LELIQs, incluso prescindiendo de la intermediación bancaria.

Hacia fines de la primera semana de enero, el gobierno llegó a la conclusión de que estos flujos financieros de alta volatilidad amenazaban la estabilidad de su política monetaria al provocar una expansión de la base monetaria sin la expansión correlativa de la demanda en pesos. Para amortiguar el impacto de esta operatoria de los bancos, en las últimas horas del viernes 8 de febrero el BCRA adopto una normativa que impone límites a la tenencia de LELIQs que un banco puede tener: el 65% de los depósitos de sus clientes o el 100% de su patrimonio.

El malestar de los bancos ante esta medida estalló en las primeras horas de la jornada financiera del lunes 11. Una súbita y furiosa estampida del dólar rompió la estabilidad cambiaria de los últimos tiempos y el tipo de cambio mayorista trepó unos 75 centavos en muy poco tiempo superando el piso impuesto a la flotación del dólar por el BCRA. Así los bancos mostraron sus colmillos y dejaron constancia de su capacidad para dolarizarse instantáneamente y desatar una corrida cambiaria de consecuencias imprevisibles.

Con el correr de las horas del día lunes el gobierno dio a conocer más detalles de la normativa adoptada. Quedó en claro entonces que sólo disminuye el margen que los bancos tienen para traer dinero del exterior para invertirlo en la especulación con LELIQs. Asimismo, el gobierno especificó que las entidades financieras tienen dos meses para adecuarse a la nueva normativa. Esto calmó a los mercados y por arte de magia la suba del dólar se desinflo volviendo a caer por debajo del piso de la banda impuesta a su flotación.

Este pequeño episodio, ahogado por el ruido de la intrascendencia cotidiana, mostró por un momento el comportamiento predatorio de agentes financieros cuyo único norte es maximizar ganancias sin límites y en cualquier circunstancia. Mostró también la capacidad de desestabilización social que tienen los bancos. Indicios de ambos fenómenos también aparecen si analizamos a vuelo de pájaro lo que ocurre con las tasas de interés que cobran en sus operaciones con el sector privado.

Ante la presión de las entidades empresarias afectadas por la política financiera, en los últimos tiempos el gobierno ha intentado bajar las tasas de interés de las LELIQs. Así, desde un 70% ostentado en octubre del año pasado están llegando por estos días al 43% . Esta tendencia a la baja no se ve reflejada en los intereses que cobran los bancos por sus productos: más del 100% de interés en sus tarjetas de crédito y hasta 180% de interés en préstamos personales. Estas tasas son predatorias, impiden toda inversión productiva y de refinanciación de deudas y condenan al quebranto a empresas y a individuos. Son funcionales al endeudamiento colectivo sin limites y siembran el caos social.

 

Usura y precios de monopolio

La maximización de ganancias sin límites con precios de expoliación se replica en otras áreas de la economía donde el control monopólico de los mercados por parte de grandes corporaciones (locales y multinacionales) garantiza la posibilidad de abuso de la posición dominante en áreas de importancia estratégica para la economía. Esto ha sido una constante de las últimas décadas y contribuyó al estancamiento económico, al empobrecimiento de la población y a la desestabilización política. Ningún gobierno democrático ha desarticulado este poder monopólico y todos sufrieron el embate de este núcleo altamente concentrado. Hoy este aspecto de la depredación social adquiere rasgos nuevos.

La energía es el pan de cada día en una sociedad moderna. Sin embargo, los recursos no renovables que la generan han entrado en una fase de extinción (peak oil). Hoy tanto la producción como el consumo de energía configuran un campo de importancia trascendental para el futuro de la humanidad y más concretamente para el futuro de nuestro país. En este campo la usura y la destrucción social adquieren una luminosidad única.

Este gobierno ha usado los resortes del Estado para convertir a la energía en un coto de caza privilegiado donde un pequeño grupo de grandes corporaciones (locales y multinacionales) maximizan ganancias extraordinarias, a través de la dolarización del precio de los combustibles y de las tarifas. Esto ha dado lugar a un tarifazo ilimitado que conduce al endeudamiento de distintos estratos de la población, de las empresas y de los individuos. Ahora la usura adquiere nombre y apellido y la expoliación se torna un drama nacional que golpea especialmente a los sectores mas vulnerables de la población y de la estructura productiva.

Pero hay algo más: en este submundo de fieras depredadoras se destacan las empresas vinculadas a Macri, su familia, sus amigos, entenados y ex funcionarios del gobierno. Aquí el comportamiento predatorio se conecta abiertamente con acciones mafiosas que vulneran las leyes y valores de nuestra sociedad. Ocurre que toda usura, en la medida en que implica abuso de posición dominante, termina derivando en corrupción y comportamiento delictivo para garantizar negocios particulares, hundir a competidores y destruir a enemigos políticos. Hoy esto sale gradualmente a la luz del día.

Detrás del tarifazo se esconde una red mafiosa y delictiva adosada a las instituciones del país. Se esconde también una pelea entre grandes corporaciones multinacionales e históricos representantes de la patria contratista por controlar una cuota mayor de poder económico en las distintas instancias del campo energético: desde la producción al transporte y la distribución. Esta parece ser una pelea por la repartija de los subsidios y de los negocios. Es, sin embargo, algo más profundo: una pelea por consolidar el poder político que hace posible la apropiación de una mayor cuota del excedente, los ingresos y la riqueza acumulada en el país por parte de un pequeño grupo económico que controla los resortes del Estado y se enquista en el centro neurálgico de la acumulación del capital: la generación y distribución de energía.

 

Usura y mafia

Macri y su equipo de gobierno han montado intrincadas operaciones mediático-judiciales para hundir a la oposición y ganar las próximas elecciones. Sin embargo, y a pesar del increíble blindaje mediático que los protege, la desmesura del tarifazo permite atisbar la trama mafiosa que lo hace posible. Un pequeño ejemplo de esto reside en el primer intento de privatización de la era de Macri: la venta a “un precio vil” —según consta en la correspondiente causa penal— de las centrales termoeléctricas Ensenada Barragán y Brigadier López a Nicky Caputo, el “amigo de la vida” del Presidente.

Construidas por Iecsa e Isolux (la primera, perteneciente al grupo económico de Macri, fue luego vendida por su primo Angelo Calcaterra a Marcelo Midlin, otro incondicional del Presidente), el contrato operativo fue interrumpido en 2016 luego del pago de una fuerte indemnización por parte del gobierno de Macri. A continuación dos gerentes de Iecsa, hasta ese entonces directores técnicos de las centrales en construcción, pasaron a ser integrantes del Comité Directivo de Enarsa, el organismo oficial encargado de llevar adelante la venta de las centrales termoeléctricas. Así, operando desde los “dos lados del mostrador”, Macri tomó los recaudos para que la venta a precio vil de estas empresas del Estado termine por beneficiar a su amigo de la vida.

La denuncia de extorsión económica sufrida por un empresario acorralado por un abogado estrechamente vinculado a los medios concentrados, a los servicios de inteligencia argentinos y norteamericanos, y al juez y al fiscal de la gloriosa causa de los cuadernos de la corrupción empresaria, permite atisbar nuevamente la estructura mafiosa que reproduce a la usura. Los intentos de obstaculizar la investigación judicial por parte de diputadxs y dirigentes oficialistas no hacen mas que echar fuego al incendio que ahora amenaza al fiscal y al juez de la causa de los gloriosos cuadernos y a las instancias del Poder Judicial, del Ejecutivo y del Legislativo que los respaldan.

 

Usura, mafia y geopolítica

El avance a escala mundial del capitalismo global monopólico dio lugar a una crisis sistémica que se expresa en la progresiva destrucción del clima, del medio ambiente, de la economía mundial y de las instituciones y valores del mundo occidental. La disputa entre países y corporaciones multinacionales (privadas y públicas) por el control de los precios de la energía y sus reservas mundiales potencia la crisis sistémica y amenaza la vida en este planeta. En este contexto, el golpe en Venezuela contribuye a iluminar tanto a la usura como a algunos de los mecanismos de índole mafiosa que impregnan la geopolítica mundial.

Desde la Segunda Guerra hasta 1995 los Estados Unidos impulsaron cincuenta y cinco operaciones destinadas a producir cambios de regímenes en el mundo (Killing Hope: US military intervenciones since World War II, William Blum, 2004). Desde ese entonces hubo otros trece intentos. Los de Irán y Venezuela son los mas recientes. Estos países tienen las reservas de petróleo más grandes del mundo. En todos los casos el gobierno norteamericano desencadenó una serie de operaciones económicas destinadas a destruir su tejido social y a desestabilizarlos políticamente.

Un documento del Ejercito norteamericano (Army Special Operations Forces. Unconventional Warfare. FM 3-05.130. wikileaks.org 2008) detalla las operaciones “no convencionales” destinadas a provocar cambios de regímenes políticos y el rol que cumplen en estas operaciones los organismos internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, armas de guerra financiera no convencional en diversas circunstancias conflictivas que pueden o no conducir a una situación de guerra abierta.

 

Asimismo el documento menciona la aplicación unilateral e indirecta del poder financiero norteamericano a través de la “influencia persuasiva sobre instituciones financieras nacionales e internacionales en relación a la disponibilidad de préstamos y otro tipo de asistencia financiera a Estados y a actores no estatales”. El manual también se refiere a “la manipulación de los impuestos y las tasas de interés” junto con “otras medidas legales y burocráticas” con el objetivo de “abrir, modificar o cerrar los flujos financieros”. Sostiene además que el BM y el FMI son "instrumentos financieros y diplomáticos del Poder Nacional de los Estados Unidos" (US National Power). También establece que el Consejo de Seguridad Nacional norteamericano, presidido actualmente por John Bolton, tiene “la responsabilidad primaria sobre la integración de los instrumentos económicos y militares del Poder Nacional en el extranjero”.

 

John Bolton: la desestabilización.

 

En este contexto se inserta la activa participación de Bolton para imponer el interés de las corporaciones norteamericanas por el petróleo venezolano (priceofoil.org 4 2, 2019) y sus amenazas a países y empresas que quieran hacer negocios con Venezuela, referidas recientemente a la India, uno de los principales compradores de petróleo venezolano (bloomberg.com 11, 2, 2019; oilprice.com 13, 2, 2019). En este contexto de presiones se inscribe el rol nefasto de las políticas neoliberales aplicadas en Venezuela entre 1989 y 1998, (J DiJohn the political economy of economic liberalisation in Venezuela, working papeer No.46 Development Research Centre LSE, June 2004) y la presión económica ejercida sobre dicho país desde el acceso de Chávez al gobierno, y especialmente en los últimos tiempos.

 

Usura, pobreza y crecimiento económico

Si la usura y la mafia son las dos caras de una misma moneda, la pobreza, el canibalismo social, la desintegración nacional y el caos son la resultante. A esto conducen los programas de “estabilización” aplicados por el FMI en el mundo. Hoy nuestro país tiene capacidad para alimentar a 400 millones de personas. Sin embargo, se fragmenta y disgrega al calor de un endeudamiento sin limites que arroja a un tercio de su población a la miseria. Hoy hay compatriotas que nos interpelan comiendo en los basurales, durmiendo en las calles y perdiendo la esperanza de un mundo mejor (entre otros, https://www.youtube.com/watch?v=BdZDQvXDS1I.)

De ahí la imperiosa necesidad de abrir un debate dentro de la oposición sobre todas estas cuestiones. Un debate que proponga los cambios concretos que se necesitan para terminar con el entramado institucional clientelístico y corrupto, con la usura, el tarifazo y el control monopólico de sectores claves de la economía y con la existencia de una estructura productiva industrial y agraria desintegrada, tecnológicamente dependiente e incapaz de incluir socialmente. Esto implica empezar a colocar las bases que permitirán articular un frente amplio capaz de poner fin al nudo gordiano que nos ahoga desde tiempo atrás y que hoy, apoyado sobre las espaldas del FMI, continúa succionando el tuétano de la Republica.

 

 

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