Voces contra el aislamiento

Se cumple un mes del inicio del conflicto que cambió la historia de Télam

A un mes de la permanencia pacífica que comenzó en los dos edificios de la Agencia Nacional de Noticias Télam luego de que 354 trabajadores de prensa fuéramos despedidos sin explicación ni aviso, ningún miembro del directorio encabezado por Rodolfo Pousá —ex colega conocido por intentar cerrarla en 2001— volvió a pisar las instalaciones que vinieron a modernizar pero terminaron desmantelando. Tampoco se hizo presente el Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, ingeniero Hernán Lombardi, ejecutor de los despidos y ajustador serial que celebró la medida como un triunfo del periodismo. Los que sí pisamos, caminamos y transformarnos las redacciones paralizadas por una gestión que desapareció días antes de la tormenta de telegramas (para usar una metáfora presidencial) somos quienes conformamos el colectivo de trabajadores decididos a defender los puestos laborales: tanto los despedidos como los bienvenidos. El mismo día que se ejecutó el recorte del 40 por ciento de la planta, se invitó a los no desvinculados a la Nueva Agencia Télam, promesa que se fue diluyendo como la esperanza en el segundo semestre del gobierno de Mauricio Macri.

Luego de una angustiante primera semana de confusión y desconcierto no sólo por la pérdida de trabajo sino por la forma en que fuimos denigrados, estigmatizados y acusados de vagos, ñoquis y militantes (como si fuera un insulto) por Lombardi y compañía en diversos canales de televisión oficialistas, se logró recuperar la entereza en el ejercicio de la profesión y canalizar la bronca en actividades organizadas por los trabajadores y trabajadoras, acompañadas por los sindicatos de la agencia: SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) y SITRAPREN (Sindicato de Trabajadores de Prensa). A lo largo de estos días, buscamos maneras de visibilizar el conflicto: una intervención en La Noche de la Filosofía y una contra-noche en la agencia; una conferencia de prensa para medios nacionales e internacionales desde la redacción; una contundente Marcha Federal de Prensa desde el Obelisco hasta el Centro Cultural Kirchner (paradójica base operativa de Lombardi) y una manifestación en las puertas de la Quinta de Olivos, donde bajo la lluvia fuimos a preguntarle al presidente en conferencia por qué Télam no podía preguntar. De esta experiencia colectiva surgió el sitio http://somostelam.com/, donde se pueden ver diversos materiales sobre cada jornada de lucha, reflexión y acción.

El pasado 11 de julio se realizó en la Cámara de Diputados de la Nación una interpelación parlamentaria al directorio de Télam, donde hubo un consenso casi general: se señaló la persecución ideológica, el desmantelamiento y el abandono por parte de los directivos que no volvieron a aparecer por la agencia desde el comienzo del conflicto. Sin embargo los funcionarios reivindicaron los despidos y sus respuestas graficaron su postura ante los trabajadores. Lombardi, maestro en el arte del cinismo, preparado para omitir, invertir y cambiar de sentido cualquier discurso, representó sus propios temas: las fake news y la posverdad. Su conclusión se resume así: el recorte se tuvo que hacer por culpa de la gestión anterior que llenó a la agencia de personas que no daban con el perfil. Pousá, que en su momento cobró una indemnización millonaria luego de hacerle juicio a la empresa cuando fue director bajo la presidencia de Fernando de la Rúa, intentó limpiar su imagen. Ricardo Carpena, ex periodista que supo escribir sobre gremialismo y ahora, desde su cargo como vicepresidente, se dedica a perseguir ideologías. Pablo Ciarliero, monje negro de la administración que llegó para efectuar los despidos después de su paso por Radio Nacional, donde es conocido por provocar, hostigar y filmar a los trabajadores. La sesión tuvo, además, dos episodios lamentables: el diputado Eduardo Amadeo, entusiasta del oficialismo, ofreciendo unas postales con simbología kirchnerista para “evidenciar” la militancia de la gestión anterior. Y la carta que leyó Lombardi del coordinador de las secciones Cultura y Espectáculos de la agencia, Maximiliano Tomas, denunciado por tener varios cargos en el Estado y acusado junto a Magdalena Cash y Pablo Plá de confeccionar listas de despidos. Así y todo, seguimos esperando una respuesta de parte de aquellos que venían a hacer de Télam una “BBC Argentina”.

A un mes del inicio del conflicto que cambió para siempre la historia de la agencia y frente a una gestión que apuesta al desgaste y la división entre compañeros —con artimañas como la de un mail que invita a los no despedidos a quedarse en su casa hasta nuevo aviso—, el colectivo de trabajadores y trabajadoras de Télam sigue activo en su espacio laboral y alerta no sólo sobre el silenciamiento y el ataque a la libertad de expresión sino también sobre el brutal ajuste en los medios públicos: casi 3.000 periodistas despedidos en la era Macri. No hay que olvidarse que los 354 despidos de Télam son los primeros en la administración pública luego del acuerdo del gobierno con el Fondo Monetario Internacional. Además se dan en un contexto de concentración mediática inédita, después de la fusión de Telecom y Cablevisión. Ante este panorama desfavorable para el derecho a la información plural, federal y democrática, seguiremos insistiendo con aquella lección inolvidable: la que invita a romper el aislamiento y a volver a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad.

 

 

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