VOLVER AL RENACIMIENTO

Ensayo y ficción se entrecruzan para poner en jaque a la cultura neoliberal cibernética

 

“No te he dado, oh Adán, ni un lugar determinado, ni una filosofía propia, ni un don particular, de modo que el lugar, la fisonomía, el don que tú escojas sean tuyos y los conserves según tu voluntad y tu juicio. La naturaleza de todas las otras criaturas ha sido definida y se rige por leyes prescriptas por mí. Tú, que no estás constreñido por límite alguno, determinarás por ti mismo los límites de tu naturaleza, según tu libre albedrío, en cuyas manos te he confiado”. Sin desprenderse de los cánones que regían el Occidente cristiano del siglo XV, con la frase anterior Pico della Mirándola (Italia, 1463-1494) asienta las bases de lo que se desarrolla como Humanismo Renacentista. Escena apócrifa de la Creación que, de paso, le merece excomunión y exilio al proponer la condición humana un tanto despegada del inexorable destino religioso y anunciar una trinidad liberal que comprende el derecho inalienable a la discrepancia, el respeto por las diversidades culturales (incluyendo el credo) y el enriquecimiento intelectual mediante el despliegue de la diferencia.

A partir de las “alergias emocionales que se expanden y contagian a través de grandes medios y vehículos de viralización como las redes sociales” que reconoce como pestes epocales, el escritor y docente de la UBA camuflado bajo el heterónimo J.P. Zooey (Buenos Aires, 1973) pospone por un momento la ficción y avanza en su primer ensayo: Corazones estallados (La política del posthumanismo). Ni sístoles ni diástoles percuten los músculos cardíacos del título pues aluden a esos likes que en su vacía mudez performan los mensajes en las redes. Así como ninguna explosión destroza más que la sensibilidad y la capacidad creativa de sus cultores. Lo que sí resulta textual es la instancia política, que el autor siembra, riega, cultiva, procesa, distribuye y consume; a su manera, claro, que es la de un moderno Petrarca (Italia, 1303-1374).

 

El autor, J.P. Zooey.

 

Desde el dilema que plantea su seudónimo, que sincretiza una cruza de Sartre y personaje de Salinger, el texto desencadena una enajenación calculada en el desarrollo de una suerte de moral revolucionaria, contrapartida del paradigma posthumano, que sitúa en la contemporaneidad virtual en general y en el macrismo en especial. Toma posición en el afán de “seguir elaborando pensamiento crítico, confiándonos a los libros, descubriendo un párrafo, una frase, una última palabra emancipadora tallada en puño y letra en el tablado del cadalso”. Apocalíptico desintegrado, Zooey construye un libro raro, dispuesto en dos partes. La primera, el ensayo propiamente dicho, propone recuperar el espíritu renacentista, aggiornarlo en tanto manantial de elementos capaces de enfrentar, con propósitos explícitamente destructivos, las prácticas sociales e ideológicas del neoliberalismo. La segunda parte es una supuesta entrevista que el alter ego del autor, Juan Pablo Ringelheim (Buenos Aires, 1973), le efectúa a fin de inmiscuirse en las condiciones de producción del ensayo, sin privarse del autobombo, la pincelada snob (en su pureza etimológica de sensa nobilitatis), la condescendencia académica y la referencia etílica, que quitan pacatez y formalidad al conjunto. Habrá quien hubiese preferido que el orden fuera invertido, con la entrevista al principio, desplegando el estado de arte del contexto y, de paso, alivianando los escasos restos de solemnidad filosófica que impregnan el contenido moral del discurso. Sin embargo, la secuencia finalmente editada produce una simpática resignificación apres-coup que despoja al conjunto de la cadencia medieval.

Concédase que en tiempos cibernéticos, plantear un retorno al pensamiento renacentista resulta una atractiva provocación para un público poco ávido por lo extemporáneo. Anzuelo por cierto eficaz, cumple con la amenaza al restituir conceptos y categorías tanto como al lanzarse a hacer pie en situaciones, costumbres y modismos enredados entre el fárrago cotidiano. Respecto a las apps supletorias de lo amoroso, Tinder y Happn, Zooey señala que en “todos los casos Cupido y su flechazo irreversible fue desempleado por una sociedad que delegó casi totalmente en las máquinas la facultad de elegir y que busca reducir al mínimo cualquier roce espontáneo”. Dispositivo que, al encuadrar temáticas de ambicioso recorrido histórico en manifestaciones contemporáneas reconocibles, le permite al autor atreverse con cualquier tópica, dejando al lector el discernimiento donde termina lo sesudo y comienza la joda. Así con los veganos, el marxismo, la empatía, el cuerpo anatómico, las cervecerías, Cenicienta, su ruta.

Al intercalar chacota con lenguaje monacal apócrifo, Corazones estallados halla un ámbito propicio a fin de desarrollar sus propuestas: “El humanismo contemporáneo debería desplegar una profunda crítica a la autoridad de los grandes medios de comunicación y de las redes sociales en tanto que son medios de producción de ignorancia y de manipulación del afecto”, movimiento que acarrearía “la crítica al capitalismo desde un ángulo nuevo”. Y redobla la apuesta al postular un humanismo en el que “la educación alfabética, los ideales de igualdad y fraternidad nos aproximan más a la toma de conciencia necesaria para revolucionar las relaciones de producción y, por lo tanto, las condiciones materiales de existencia”.

Novedad arrastrada desde el siglo XIV, avanza en la mescolanza de ficción y ensayo idealista, Iluminismo e ilustración, liberalismo y social democracia, énfasis sarmientino y jolgorio surrealista, quitándole lo que a criterio del autor les sobra y agregándole, de igual modo, lo que les falta.

 

 

FICHA TÉCNICA

Corazones estallados  (La política del posthumanismo)

J.P. Zooey

Buenos Aires, 2019

140 págs.

 

 

 

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